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domingo, 4 de septiembre de 2016

La distancia

La distancia... la distancia me ha permitido ver mundos que imaginaba desde niña; me ha hecho crecer y madurar. Ha hecho que mi corazón sea más grande de lo que hubiera podido pensar y pueda tener un cariño profundo por personas que no veo hace años. 

La distancia me ha permitido conocer a gente que jamás se hubiera cruzado en mi pequeño radar bogotano y me ha enseñado que puedo quererlos y dejarlos que cambien mi vida. Me ha dado amistades profundas, aventuras que me harán sonreír cuando tenga 80, una carrera de la que me siento orgullosa. La distancia me ha hecho fuerte y me ha enseñado a aprovechar los momentos que tengo con los que quiero cuando puedo estar con ellos. 

La distancia me ha permitido crear la vida que quería y soñaba. Pasaré mi vida entendiendo todos los motivos por los que yo necesitaba irme, crear una vida lejos, rodeada de extraños y con el reto constante de entender códigos foráneos. 

Y soy feliz con la distancia. Soy feliz en este país, esta ciudad y estas calles que se convirtieron en mi casa. 

Pero hay días en que aborrezco esta distancia. Donde me siento egoísta por necesitar estar lejos de los que más quiero. Donde no puedo entender por qué desde niña quería vivir en otro país, con otra gente, en otra realidad. 

Este mes me ha hecho vulnerable, me ha hecho sentir sola y me ha asustado. Estas semanas de tristeza se han instalado en mi corazón. 

Cierro los ojos y sé que mi vida esta aquí, que es aquí donde quiero estar. También sé que he logrado construir una vida que me permite tener fines de semana en Colombia y abrazar y ser abrazada... Cierro los ojos y no hay duda de que no quiero volver. Pero no sé cómo quitarme la tristeza de la distancia, la culpabilidad de no estar, la rabia conmigo misma por ser esa que siempre necesitó irse... 


martes, 2 de septiembre de 2014

Status: Permanente

La primera vez que fui a Londres (y sí, soy una snob que dice cosas como "la primera vez que fui a Londres"), tenía 17 años y aproveché que estaba recién graduada del colegio para hacer algo que siempre había querido pero que por las reglas del colegio no podía: pintarme el pelo de colores. Así terminé en una peluquería llena de gente tatuada, con pirciengs en todas partes y claro el pelo de colores, que para mí que era pura inocencia hasta ese punto de la vida, eran los seres más increíbles del mundo.

Pero bueno, yo no era tan inocente. Para ese punto en la historia yo ya sabía que la pintura normalita de pelo (la que uno compra en el supermercado y los colores son estilo: caoba, rojizo y negro noche) se considera permanente y que la de colores alternativos (como yo quería) no lo es. 

Cuando le pregunté al peluquero en cuestión que si había chance de que me pusiera alguna permanente para no tener que andar pintándome el pelo cada 15 días y dañando las toallas de mi casa ya que la pintura las teñía, me dijo sabiamente: No hay nada permanente en la vida. 

Y eso me gustó. No me acuerdo de mucho más de lo que hablamos, excepto eso. No hay nada permanente en la vida. 

La frase resonó tanto probablemente por todos los peros que yo le pongo a la idea de algo permanente. Una relación, una casa... un país. Pero aquí estoy hoy celebrando que por fin tengo el status de Residente Permanente en los Estados Unidos Mexicanos. 

Lo celebro básicamente porque en términos prácticos lo único que cambia en mi vida es que ya no voy a tener que pagar 2000 y pico pesos al año por vivir en México. Me ahorraré las interminables idas a Migración y eso me hará muy feliz. Creo que en este punto, ya hasta extrañaré a los de la fotocopiadora del lado a quiénes regalé cientos de pesos por servicios de internet, impresión y fotos inmundas para documento. 

Pero es difícil que no se sienta extraño. Que no haya una parte de mí que este conflictuada porque permanente suena a para siempre, suena a raíces, suena a "aquí estás y aquí te quedas". Y eso es algo con lo que nunca me he sentido cómoda. 

Creo que lo mejor es ser pragmática al respecto. Nada va a cambiar en mi vida. A lo mejor eché raíces y no me di cuenta. A lo mejor mañana, sin importar mi status migratorio, decido que es hora de irme. Pero la verdad es que no quiero, como dije la vez pasada, por primera vez desde que llegué, siento que tomé realmente la decisión de estar aquí y hacer mi vida. 

Sé que la distancia nunca dejará de pesar y espero que nunca llegue el día en que ya no me duela estar lejos de mi mundo de Bogotá porque significará que ya no tengo a qué volver. Sé que habrá días en que quiera mandar todo a la mierda e irme a Colombia en el primer avión. Pero también sé que México hoy es mi casa, que hoy cuando me levanto no hay otro lugar donde quiera vivir, que algunos de mis lugares favoritos en el mundo están en este país y en esta ciudad (Shakespeare, hablo de ti), que aquí me siento en paz y por supuesto, que aquí están algunas de las personas que más quiero en la vida. Y por todo eso, en este momento de mi vida, cuando hay días malos, cuando hay días en que extraño desesperadamente mi país, mi familia y mi gente, ya el primer impulso no es decir: pues me voy. 

lunes, 23 de junio de 2014

Mi cruzada por vivir la vida que quiero

Hoy actualicé mi perfil en este blog. Borré que soy soltera desde hace varios años porque la verdad es que desde hace mucho no lo soy. Pero ese no fue el cambio importante, el cambio por el que estoy escribiendo este post, fue incluir la frase: 

"Desde hace meses emprendí una cruzada por vivir la vida que quiero y hasta ahora me ha dado muy buenos resultados". 

Y la verdad es que me siento realmente contenta con mi vida. Escribo estas palabras y una parte de mí se muere del susto de estar adelantándome a las cosas y que el trabajo que he encontrado resulte no ser lo que estoy buscando. Pero la verdad, es que tengo confianza en que hice bien las cosas. En que el punto principal por el cual hoy estoy feliz es que hice un análisis serio sobre qué era lo que necesitaba para estar bien y entonces pude aprovechar las oportunidades que se dieron. 

Durante muchas, muchas, muchas sesiones de terapia, conversaciones con mis amigas, tardes de escritura y caminatas en soledad, evalué todas las variables. Irme de México, quedarme, estar con el Sr Gelatina, dejarlo ir, buscar trabajo en corporativos, buscar trabajo en agencias, vender un riñón y vivir de eso. 

Al final, las cosas se fueron aclarando. Siempre tendré la posibilidad de irme de México pero en este momento de mi vida quiero darme la oportunidad de seguir construyendo algo que me hace bien. La decisión la tomé por mí, porque no quiero volver a quedarme con la duda de qué hubiera pasado si le daba una oportunidad al amor. 

Y una vez decidí quedarme en este país para que mi vida personal fuera una prioridad, fue cuestión de pensar qué era lo que me hacía falta para estar bien y vivir la vida que quiero. Porque el Sr Gelatina muy bonito y todo lo que quieran pero no es suficiente. Entonces entendí que el camino era seguir poniéndome en primer lugar. Y yo lo que necesitaba era tiempo y espacio para hacer más cosas que trabajar. Porque a mí me encanta lo que hago pero también me encanta escribir, ir a mi curso, hacer proyectos, tener el tiempo para estar con la gente que quiero, inventarme cosas para hacer que me asusten y emocionen por partes iguales. 

Así, cuando lo tuve claro, apareció la oportunidad que pronto se convirtió en realidad. Hoy soy feliz de decir que estoy enfrentando un reto nuevo, que estoy aprendiendo de otros temas, conociendo gente y nuevas formas de hacer lo que hago. Pero además, estoy en un lugar al que puedo llegar a pie desde mi casa, en el que tengo la libertad de irme vestida como soy y que me permite tener tiempo para mí. 

Y con el tiempo para mí, puedo vivir la vida que quiero vivir. 

Hace una semana pasó algo que pensé que el Sr Gelatina y yo no podríamos superar, era de las cosas que él se negaba a hacer. Uno de esos "no porque no porque no" que a mí me matan. Pero esta vez no lo acepté. Parte de vivir la vida que quiero vivir incluye estar con una persona que me da ciertas cosas. Y aunque no me imagino mi vida sin él, eso ya no fue razón suficiente para aceptar lo que a mí me parece inaceptable. Así que dejé a un lado el miedo de perderlo, de quedarme sola, de no tener amor en mi vida y entendí que si no se podía, yo no quería ser la persona que aceptaba eso. Y por tanto, no podría estar con él.  

Y se pudo. Y estamos y somos. Y entonces entendí que vale la pena ponerme de primeras porque así el amor que recibo es el que merezco y por el que he luchado por tanto tiempo. Porque el trabajo que tengo es el que me permite aprender, hacer lo que me gusta profesionalmente pero también el que me da el tiempo de estar aquí escribiendo, sabiendo que al terminar este post podré además prepararme algo de cenar, leer un rato, jugar con Ginebra, escribir un poco más y luego ver tele. 

Y cuando me doy cuenta de lo que he ganado, también me doy cuenta que en el improbable caso de que el miedo del que hablé al inicio de este post, se hiciera realidad, no sería tan grave. Porque ya sé que es lo que quiero, ya sé que es lo que necesito y ya sé que cuando lo tengo claro, puedo luchar para que las cosas se den. 

Y entonces, se dan. 



miércoles, 27 de noviembre de 2013

Las desgracias de la caballerosidad

"Tu no tienes novio porque no dejas que te paguen la cuenta ni que te abran la puerta". Esas son la clase de cosas que a veces tengo que oír en México y que me dan ganas de agarrar un avión e irme a uno de esos países híper desarrollados donde la equidad de género ya no es un reto. Y hoy que ando intolerante, trasnochada y con el cansancio del año encima... menos puedo aguantarlas. 

Resulta que a mí no me gusta que me paguen todo porque yo tengo un trabajo que me permite gastar en lo que quiero y porque he descubierto que de verdad no hay nada gratis en la vida. Cada peso que gastan en mí, lo pagaré de una u otra forma. Como dijo un amigo, esos hombres, suelen esperar que uno pague su parte de la cena, tan solo que no con dinero. Lo siento pero yo no me prostituyo por un pollo en salsa.

Y en el fondo de la historia esta el tema de siempre. Yo no quiero salir con tipos que esperan que yo les abra las piernas porque ellos me abrieron la puerta. Yo busco alguien con quién hacer equipo, alguien con quién poder enfrentar el mundo de la mano. Como iguales. No un papá que me pague las papas fritas. Yo sí tengo daddy issues, pero no me dan para tanto. 

Ese es uno de los grandes motivos por los cuales estoy en la gelatina en la que estoy. Porque ante todo, es un personaje que me respeta, me considera su igual, me valora por lo que soy y para quién el hecho de que sea mujer no es un factor a la hora de pensar qué tan capaz soy. 

Al final, cuando pienso en mi futuro, yo quiero un hombre seguro de su masculinidad, que no necesite afirmarse como macho alfa anulando mi opinión. Cuando tengo estas discusiones con los machos con los que convivo, siempre sale el argumento de "es por caballerosidad". Pues resulta que yo no soy una princesa del medioevo buscando un caballero. 

Para mí más bonito que me abran la puerta es que les interese mi opinión sobre la vida; yo prefiero pagar mi parte de la cuenta pero ser incluida en las decisiones. No le veo nada de malo a que el tipo no se baje a acompañarme 50 centímetros hasta la puerta de mi casa cuando llegamos. Le veo mucho de malo a que no admiren mi independencia, mi valor y mi obstinación por vivir mi vida como la quiero. 

E incluso si en el mundo en el que vivo se pudieran las dos cosas (el tipo que se baja del carro a abrirme la puerta y que me ve como una par en su vida), esos no son los detalles que a mí me gustan, enamoran o alegran la existencia. 








sábado, 26 de enero de 2013

Quejas desde la edad media.

Como dirían estoy que mato y como del muerto. Si fuera uribista diría que estoy cargada de tigre. En pocas palabras estoy absolutamente emputada. Óiganme bien: Em-pu-ta-da. 


Resulta que desde que me mudé a este edificio le llevo subsidiando a todos sus inquilinos el gas. Todos viven en apartamentos grandes, con secadoras, viven de a dos personas, cocinan y gastan gas como felices suicidas. Yo en cambio vivo sola, no tengo secadora, no cocino y para lo único que uso el gas es para calentar el agua con la que me baño. Y por eso pago cantidades estúpidas de dinero. Entonces me cansé, hablé con los dueños del departamento y logré que me aceptaran la propuesta de comprar un tanque independiente donde lo que yo pague sea lo que yo me gaste. Ya veré si quiero hacer fiestas de gas con Ginebra. Será mi problema y no me peleará la del tercer piso que porque estoy gastando mucho. 

Así que esta mañana debían llegar los del tanque. Pero amanecí sin luz. Y esto ha significado un desgaste que no termina. Para empezar porque tenía que estar pendiente de la puerta porque sin luz no hay timbre. Tampoco pude hablar con mi mamá porque el teléfono es inalámbrico y así tuviera uno viejo, yo llamo a través de internet. Y sin luz no hay modem y sin modem, no hay llamada  a la mamá. Fin del contacto familiar por este día.  

Para empeorar las cosas tampoco tengo agua porque la bomba es eléctrica. Y sin luz, no hay bomba y sin bomba... no hay agua. Para ese momento tampoco tenía gas porque ya estaba que se acababa y no íbamos a pedir más si íbamos a cambiar el tanque. Finalmente llegaron los encargados lo instalaron y resultó que los que traen el tanque no lo llenan. Se limitan a llamar a otros que se dedican a esos menesteres. 

Esos prometieron que antes de las 4 lo traían. Así que de nuevo a pasar el día junto con mis vecinos (que también decidieron vivir en repúblicas independientes de gas) pegados a la ventana de ellos (yo no tengo ventanas que den a la calle... de hecho no tengo ventanas por lo que escribo en total oscuridad) esperando primero que llegaran los del tanque y luego los del gas. 

Pero para lograr que los del gas llegaran tuvimos que hacer unas 5 o 6 llamadas porque cada vez nos decían algo distinto. Que se dañó el camión, que es que no les habían dicho, que es que, quesque. Y al quejarme de eso necesito desahogar toda mi IRA (porque yo ya no tengo furia, yo tengo IRA. En mayúsculas y todo) contra los tarados e ineficientes de la Comisión Federal de Electricidad, CFE. 

A ellos yo los llamé a las 930 am a decirles que no había luz. Y ahí me aseguraron que entre 1 y 4 horas venían. Como ya sabemos como son las cosas, a las 12 mi vecina volvió a llamar y le dijeron que no había ningún reporte. (Seguro aluciné la primera llamada aunque tengo el reporte de la misma). Así que volvimos a poner otro reporte. A las 2 seguían sin llegar y un idiota de atención al cliente me dijo que los fines de semana el plazo de 1 a 4 horas no era cierto porque es fin de semana. Y con lo que me gusta a mi que me digan mentiras. Pero que ya volvía a enviar el reporte para que vinieran. 

A las 4 (aún sin gas) descubrimos que detrás de mi calle estaban los genios de la CFE, quiénes procedieron a informarnos que ellos llegaron a las 10 de la mañana por una revisión programada. Es decir NO por mi reporte. De hecho ni sabían del reporte. Lo que sí sabían era que el daño era grave. Muy grave. En realidad eran 3 daños. Uno en el transformador, otro en una línea y otro en yo no sé qué. Y que ellos ya estaban terminando el turno y que se iban a ir. Que le tocaba ahora a otra cuadrilla. Cuadrilla a la que no le informarían lo que ellos ya sabían porque eso pa'qué. 

Volvimos a llamar, volvimos a pelear y volvimos a oír versiones encontradas. Más tarde nos encontramos con los de la otra cuadrilla que nos aseguraron que el único problema era el transformador y cuando les contamos que unos vecinos habían visto a las 6 am como un poste del otro lado de la calle botaba chispas, hicieron cara de total sorpresa. 

Yo para ese punto ya estaba absolutamente emputada, desgastada y frustrada. Habían sido mínimo 10 llamadas entre mis vecinos y yo, y cada vez nos dijeron algo distinto. Así que un buen samaritano me prestó su ducha y yo me largué a esos lugares tan absolutamente modernos que tienen agua, agua caliente, luz y hasta internet. Lo que es la modernidad, ala. 

De ahí me fui a cine y regresé a las 11 de la noche para descubrir que las dos calles con el problema ya tenían luz, incluyendo mi cuadra. Excepto por 3 putos edificios que seguimos a oscuras. Sin siquiera intentar calmarme antes de llamar, volví a hablar con los de la CFE quiénes primero me aseguraron que el problema estaba resuelto (seguro es que yo de loca no quiero prender la luz en mi casa y de paso se las apago a todos mis vecinos) y luego de mucho rogar y explicar y pelear, me dijeron que mi reporte señalaba que el problema estaba resuelto PERO que había otro reporte en mi mismo domicilio que indicaba que tanto a las 4 pm como a las 10 de la noche habían intentado resolverlo y que la calle estaba bloqueada y que por eso no lo habían arreglado. Así que aparentemente los 3 edificios somos el gato de Schödinger donde tenemos y no tenemos luz. "Como si hay una contradicción, voy a levantar un nuevo reporte para que entre 1 y 4 horas vayan a su domicilio a revisar el problema, señorita Obregón". Esa fue la respuesta. Pues si, idiota, claro que hay una contradicción y yo ya llevo 20 horas sin luz así que manden a alguien pero YA. 

Siguiendo los consejos de Twitter media hora después volví a llamar y la genio en turno que me atendió me informó que el problema no era que la calle estuviera bloqueada, que no había ningún reporte que dijera eso ni que dijera que mi problema estaba resuelto (otra locura mía seguramente), que el tema era que una línea estaba dañada y que en algún momento de la vida (seguro entre ahorita y el fin del mundo) vendrían a arreglarla. 

Así cumplo 20 horas sin luz, sin agua, sin teléfono y con la señal de internet robada del hotel del lado que tiene planta de energía. Mi teléfono lo cargo por ratitos y desde las 3 de la tarde, no supera el 35% de batería. En esta laptop me quedan 51 minutos de carga. Y algo me dice que mañana cuando me levante seguiré en esta especie de medioevo forzado en el que me tocó vivir. Y tendré que recordar por qué carajos, si vivo como en la edad media, yo no puedo ir a donde algún señor feudal a exigirle que acribille a los idiotas que se encargan de la luz y por ende del agua, del internet y del teléfono.

Al menos ya tengo gas. Así no me sirva de nada.  



jueves, 6 de diciembre de 2012

Otra entrada sobre los miedos

No hubiera pensado que iba a escribir dos entradas seguidas sobre mis miedos. Pero qué le hacemos. Los tengo alborotados y esta vez ni siquiera es por una bonita película

La cosa es que ayer tuve una pésima experiencia con un taxista. No voy a entrar en detalles porque la verdad es que no quiero contar por enésima vez la misma historia, pero el punto es que se emputó conmigo y a las 8:30 de la noche, paró el carro, en la mitad del bosque y me ordenó que me bajara. No lo hice y después de llamadas al sitio de taxis, peleas, muchos estrés y sobre todo, mucho susto, el hampón este me dejó a unas cuadras de mi casa (no quería que viera donde vivo). 

Después de eso dormí mal. Tuve pesadillas. Y hoy hubiera querido quedarme entre mi cama, metida debajo de mis cobijas. 

La cosa es que la experiencia me alborotó el miedo que le tengo a que algo me pase estando yo en México. La psicóloga decía que yo tenía un leve caso de estrés post-traumático luego de partirme el brazo y la espantosa caída de la bicicleta. Ambos eventos fueron muy fuertes emocional y físicamente. 

Con lo del brazo me operaron y tuve que enfrentar la cirugía despierta y en un pedazo sin anestesia. La recuperación fue larga y complicada por el hecho de vivir sola y no ser propiamente hábil con mi mano izquierda. Luego fue lo de la bici que me dejó atrapada en la casa, moviéndome en muletas en un apartamento de 3 pisos sin elevador. 

En esas ocasiones (particularmente la de la bici), conté con grandes personas que me ayudaron de manera incondicional. Y solo por ellas pude salir adelante. 

Y sé que si algo volviera a suceder... probablemente volvería a tener a grandes personas cerca que me ayudaran. 

Pero no dejo de tener miedo de que algo pase. Ayer mientras me dormía, pensaba cuánto tiempo pasaría antes de que alguien notara que yo desaparecí. Y sé que a lo mejor algo similar pasaría en Colombia... pero no dejo de pensar que sería distinto. Cuando mi prima se desapareció este año porque un taxi le hizo el paseo millonario (secuestro express) pasaron algunas horas antes de que lo notaran, sin embargo, una vez se dieron cuenta toda la familia y amigos nos movilizamos. Y cuando por fin apareció, ahí estuvo toda mi familia, intensa y loca como siempre, dando esa cantidad de amor que solo ellos pueden dar. 

Aquí... todo sería muy distinto.  

Pero para algo sirven las cosas. Y hoy tomé la decisión de que así vaya en contra de mis ahorros y sea costoso, voy a pagar un seguro internacional que me de la tranquilidad de que si me pasa algo grave, puedo ir a tratarme a Colombia. 







miércoles, 21 de noviembre de 2012

Ilusionarse o no ilusionarse...

Una de las cosas que más trabajé con mi psicóloga fue el tema de aceptarme y no darle tanto peso a las voces de los demás a la hora de definirme. En particular estaba el tema de "es que soy muy intensa para México", que después de oirlo tantas veces se convirtió en una verdad en mi vida... y no. No es eso. Soy alguien que se apasiona y siente las cosas profundamente.

Y eso esta bien. 

Porque así soy yo.

Y no voy a cambiar mi forma de sentir las cosas. Porque no tiene nada de malo sentirlas de esa forma.

En estos días he pensado mucho en ese tema. Específicamente en el tema de las ilusiones. Para mí es imposible no ilusionarme cuando hay una posibilidad de algo que me gusta (un tipo, un viaje, un cambio de vida). Y cuando la cosa sale bien todo es felicidad y emoción. Nadie anda diciéndome que vea, que las cosas pasaron así para que yo aprendiera a medir mis ilusiones. Porque ando feliz y nadie anda diciendo tonterías cerca. 

Pero cuando no pasan... ahí si tiene uno al tarado de turno diciéndole que para qué se ilusionó tanto, que mejor no hubiera dejado que los sueños llegaran tan alto. Claro, uno tiene que ser inteligente, no se trata de que si salí una vez con un personaje y no vuelve a llamar porque cayó en el hoyo negro de los que no llaman, entre en la depresión absoluta porque yo ya le tenía nombre al helecho que mataríamos juntos en el apartamento en el que viviríamos (porque ni en mis ilusiones yo me siento capaz de mantener viva una planta). 

Pero digamos que hay ilusiones razonables. Esas que uno ve crecer con el tiempo. Y así hoy sienta la tristeza de algunas ilusiones rotas, sigo convencida que hay que tenerlas y que valió la pena sentirlas. Ilusionarme, soñar con lo que sería si todo funcionaba. Y esta bien. Porque es la forma en que yo me muevo, en que lucho por las cosas, me esfuerzo y dedico. Si no estoy ilusionada, no voy a echarle ganas a la cosa como dirían los mexicanos. 

Así que para que las cosas funcionen, es necesario trabajarlas y para que yo pueda y quiera trabajarlas, tengo que estar ilusionada. 

No importa si eso significa estar luego con la tristeza y frustración que tengo hoy. 




jueves, 18 de octubre de 2012

Necesito más amigos hombres

Durante mucho tiempo en mi vida yo tuve más amigos hombres que mujeres. Nunca fui la de tener un grupo de amigas que se ven por las tardes y chismosean. Hasta que lo tuve. Y fui muy feliz y aunque ya no hago esos planes (en parte porque ya no vivo en Colombia, en parte porque ya no somos las mismas y esos planes solo se dan muy de vez en cuando) las quiero con el alma. 

Pero creo que esas tardes de niñas, sumadas a que ahora tengo más amigas que amigos... me han dañado la perspectiva. Porque ahora, como a toda niña, se me da con una facilidad divina la interpretación, re-interpretación y sobre interpretación de la vida. Particularmente cuando estamos hablando de hombres. 

Si no me creen, aquí esta la entrada de Solterica donde lo muestra mucho mejor que yo. Y es que sí, a uno le llega un mensaje de texto y uno empieza el proceso de colado y destilado. Y para hacerlo uno va con sus amigas, a quiénes se les ocurren más formas de sobre interpretar y sobre dimensionar la cosa. 

Pero eso nunca sirve. 

Porque cuando el tipo quiere, lo deja clarísimo. No hay necesidad de interpretar la cosa. Lo invitan a uno a salir, mandan mensajes que no dejan dudas y le arman planes. Punto. 

El problema es que uno no quiere ver las cosas. Que la maldita esperanza que siempre existe hace que uno crea que el personaje se partió los 10 dedos y por eso no ha mandado mensaje, que está inconsciente en una clínica, que se quedó sin pila o que no tiene señal (bueno, esa en México a veces es válida... pero uno se mueve tres cuadras y la recobra). Y entonces uno se duerme pensando que a lo mejor al día siguiente si aparece. 

La forma en que uno logra no pensar en todas esas tonterías es teniendo un amigo. Ellos son claros y van al punto. Le dicen a uno que si el man no apareció fue porque uno no se lo dio y le dio pereza seguir en la cacería o porque es un idiota que no vale la pena. O porque simplemente no hay motivo y uno no debe desgastarse en el tema. 

Que usualmente es la opción que uno debería contemplar. 


domingo, 14 de octubre de 2012

On my own

Decidí no seguir en terapia. Tras un larguísimo año de muchas, muchas sesiones decidí que es hora de dejar de ir. 


Las últimas sesiones habían sido extrañas al descubrir que no había nada de lo que yo quisiera hablar. Cada día tengo más claro qué es lo que quiero, qué necesito y tengo mucho más presente qué debo hacer para estar bien, para dejar atrás tantas concepciones erróneas que tenía de mí cuando llegué a ese consultorio... que a mí me cuesta muchísimo que alguien me guste, que soy muy intensa para vivir en México, que nadie va a apreciarme por lo que realmente soy... tantos que. 

Ahora mi corazón ya no llora por Open-Boy. Además, entendí que cuando me siento sola, siento que lo extraño porque es más fácil sentir ese vacío con una forma específica que extrañar un abstracto. Y pude entender que gran parte de las razones por las cuales llegué al punto en el que estaba antes de conocerlo fue por el vacío que dejó mi abuelo cuando se murió. 

Aprendí a ponerme a mí primero y no dejar que hicieran conmigo lo que querían, incluso si eso significaba dar una batalla cada tres segundos con Mr. M quién nunca quiso oír mi voz, pero yo peleé intensamente por tener un lugar en la relación. 

Hoy la tarea es poner todo lo que aprendí de mí misma en la práctica. Darme mi lugar en el mundo y en las relaciones que tengo. Saber imponer los límites para que no pasen por encima mío pero sin que se conviertan en barreras que no dejan pasar. 

Me da susto no poder, pero confío en mí. Siento que es un buen momento en mi vida y que es hora de hacerlo sola sin la safety net que es la terapia. 

Y anoche... anoche di un primer paso al atraverme a decir lo que pienso y quiero... y eso siempre es bueno. No sé cuál será el resultado, si habrá un resultado pero al menos yo estoy tranquila con cómo hice las cosas. 


martes, 26 de junio de 2012

Blandita once again

El domingo fui a recoger mis cosas a la casa de Mr. M. Fui sin saber qué encontraría. Una pequeñisima parte de mí tenía la esperanza de encontrar una nota, un libro, un último mensaje de él. Pero eso lo hubiera hecho el primer Mr. M, ese del que yo me empecé a enamorar. El verdadero Mr. M, se limitó a dejar con su portero la bolsa con ropa que yo dejé la última vez que me quedé en su apartamento. 

Yo en cambio necesité dejar algo de mí. "Terminar bonito" como bien recordó Pollo. Así que le dejé una nota, escrita en un papel del libro que me regaló cuando fue a Los Ángeles y que además de decir el cliché de "te deseo lo mejor" le aclaraba que tenía razón. You were right. Para ser más específicos. 

Y es que he was right. No funcionábamos como pareja, no íbamos a lograrlo y era mejor terminar las cosas en ese momento. 

Pero hoy me doy cuenta que el cariño incomoda. Porque por más que yo sepa que todo es mejor, que yo ya había empezado a desencantarme del que él es realmente... Extraño tenerlo cerca. Y hoy cuando el Tweetdeck me hizo una mala pasada al mostrar un twitt de él (vuelvo a odiar la tecnología) se me espichó el corazón y me dieron ganas de meterme debajo de mi cama. 

Uno debería tener derecho a las vacaciones emocionales. Porque yo lo que necesito es unos días en la playa o en Bogotá, o caminando por algún pueblo desconocido de México. Anywhere but here. Ando grinch, neurótica, blandita y con la sensación de que si me molestan de más voy a entrar en un ataque histérico del que no podré recuperarme de manera honorable.


domingo, 26 de febrero de 2012

10K!

Cuando escribí mi resumen de fin de año, señalé "Por fuera casi todo sigue igual". En ese momento me refería a la dieta que llevo haciendo desde finales de octubre. Hoy, varios meses después, he perdido 10 kilos. Me veo distinta. Y ha sido un proceso extraño en mi vida.

Yo no soy la niña que hace dieta. Al empezar a trabajar en la oficina y verme rodeada de niñas que solo hablaban del tema, pensé en hacerla. Quién diría que la presión de grupo sigue afectandome tantos años más tarde. Pero sus dietas eran mexicanas y yo podré querer bajar de peso pero no quiero cambiar de nacionalidad y no estaba dispuesta a comer nopales, chilaquiles y demás. Así que no lo hice. Pero cuando tuve el accidente supe que no podría volver al gimnasio en mucho tiempo y no quería que eso me afectara. Coincidió con que Mariana había ido a un nutriólogo (que viene siendo lo mismo que nutricionista, pero como bien dice Pollo suena a aquel que trata a las nutrias) que tenía una dieta bastante sencilla de hacer y que no implicaba tanto problema.

Y así inicié un proceso que debo decir ha sido más sencillo de lo que esperaba. A excepción de la semana que me prohibieron las frutas, no he pasado hambre ni he sufrido como otros. Lo he hecho porque quería pero sin la presión de bajar determinado número de kilos o ser de cierta talla. Yo simplemente quería verme mejor y sentirme mejor.

Los cambios han sido visibles y a mí aún me cuesta un poco de trabajo adaptarme a mi nuevo cuerpo, sigo buscando tallas que ya no me sirven y aún me pienso como antes. Ha sido extraño descubrir que mi cabeza va más lento y que aún no me hago a la idea de lo diferente que me soy.

Cosas que no esperaba han pasado, como que mis dedos y mis muñecas también se han adelgazado por lo que ahora ni mis anillos me sirven. Y claro, esta la disminución de mis boobs, que es lo único que no me ha gustado porque era algo que realmente me gustaba de mi cuerpo. Me siento diferente y no puedo dejar de preguntarme sobre mi atractivo físico.

El proceso además me ha mostrado cosas sobre la gente. Mientras en México todos los que me rodean saben que estoy a dieta, decidí no contarle a los de Colombia por el miedo a que al ir en diciembre me encontrara con el "pero no has bajado tanto" o alguna idiotez similar. Así que cuando llegué con mis 8 kilos de menos vi que en la mayoría de los casos los hombres eran directos al mencionar que estaba más flaca y las mujeres hacían alguna alusión a "te ves muy bien" solo algunas, señalaban directamente el cambio.

Y es tonto, y muestra mis inseguridades pero a veces aún me genera un poco de conflicto cuando alguien no se da cuenta del cambio. Entonces siento que en realidad no es tan grande, a pesar de que ya nada de mi ropa me queda, y racionalmente sé que la transformación es real. Supongo que es cuestión de seguir trabajando en mí y en la confianza que tengo.

Nuevamente quiero agradecerle a Mariana, mi gurú en dietas que me ha dado tips, me ha animado a seguir y me ha ayudado a que todo este proceso sea mucho más fácil. Realmente agradezco tener amigas como ella en mi vida.

Ahora solo espero poder mantenerme, continuar con las nuevas disciplinas, hábitos y rutinas que he implementado para ser más sana y seguir sintiéndome bien.

lunes, 6 de febrero de 2012

Los arrepentimientos...

Dice el cliché que uno no debe arrepentirse de nada en la vida, porque todo lo que hizo lo condujo hasta donde uno esta. Y según mi entrada anterior, creo que eso es relativamente cierto. Pero esto no significa que no haya algunas cosas que no hubiera querido hacer distinto.

Así que aquí vamos con la otra parte del ejercicio.

Day Five: Six things you wish you’d never done.

  1. La uno y la dos son muy parecidas: Me arrepiento de las cosas que he dicho. En los dos casos, sin ninguna mala intención, conté una historia que no era mía y tuve que sufrir las consecuencias. En el caso uno, logré no salir tan mal herida y sirvió para que las cosas quedaran claras con mis mejores amigos, para que los límites se fijaran y al final, quiero pensar que todos aprendimos algo positivo de mi error.
  2. En el segundo caso... cometí el mismo error, confié en quién no tocaba y el universo se encargó de mostrarme de una buen vez que uno solo cuenta la historia propia. La consecuencia fue que perdí a quién en su momento llegó a ser la persona más importante de mi vida en Méxica (no importa que para ese momento ya nos hubiéramos alejado y yo me hubiera llegado a sentir extremadamente traicionada por él... estábamos en el camino de arreglar las cosas) y aunque los años han pasado... nada nunca volvió a ser lo mismo y ya ni siquiera podemos vernos.
  3. Me arrepiento de no ser más perservarte en la lucha por alcanzar mis sueños. Sé que estoy intentando hacer las cosas de forma distinta y que hoy di varios pasos... también sé porqué me ha costado tanto no ser más activa con el tema, pero hubiera querido hacerlo distinto.
  4. Hoy me gustaría no haber sido tan tímida, tan miedosa... particularmente respecto a los hombres. ¿Qué hubiera pasado si le hubiera hablado a esos que me gustaron?
  5. Hubiera querido ser más activa durante la maestría, haber entrado al coro antes, haber tomado más clases de temas que me interesan... en fin, haber aprovechado un poco mejor mi tiempo.
  6. Esta es complicada... yo vivo tranquila con mi decisión de irme de Colombia.... pero si hubiera querido, y aún quisiera, poder estar de una forma más activa en la vida de los que quiero. No creo que sea arrepentimiento per sé... pero si me duele ser una ausencia en momentos importantes.

Coulda, Woulda, Shoulda


sábado, 28 de enero de 2012

Oda contra la tecnología

Why'd they even invent caller ID?
It's, like, who is this service helping?
I mean, for centuries
Okay, well maybe not centuries,
but for, like, a lot and lot of years
people have been answering their phone,
not knowing who it is,
and as far as I can tell,
no one's died from that.

This constant obsession
with needing to know who's calling all the time
it's, like, so gross.

Like, you pick up the phone,
you find out who it is,
then you know.
Look, all I'm saying...
...if a guy doesn't call me,
I would like to reserve the right
to call him at 15-minute intervals
until he picks up.

But if he looks down
and sees my numbers
he's gonna think I'm some kind of psycho or something.
Which I'm not.
Obviously.
Yo me acuerdo llamando al niño que me gustaba a los 13 años y colgando en cuanto oía su voz. Y sé que no fui la única.

Pero eso ya no se puede. Los teléfonos tienen identificador de llamadas. La tecnología nos jodió la posibilidad de oír la voz de alguien. Y hay cosas peores.

Peores como descubrir por accidente (juro que fue por accidente) que gmail guarda todas las conversaciones que uno ha tenido y entonces un día, uno va a buscar un dato entre sus correos y se encuentra a cambio con una enorme emotional landmine. Así fue como terminé leyendo la conversación que tuve el último día que Open-Boy estuvo en México. Y ese viejo dolor que a veces creo que ya no existe, regresó. Leer como me decía "my love", "my girl" y hablaba de "my Lina" fue la estupidez más grande. He hecho el ejercicio de ver a Open-Boy como aquel que se fue, aquel que no es lo suficientemente fuerte para mí, como aquel que eligió irse... y de paso, he hecho el ejercicio de recordarlo como ese a quién amé con todo el corazón, que logró despertarme, sacarme del hoyo negro en el que estaba y cambiar por completo mi vida. Pero para lograr todo esto, sin darme cuenta hice el ejercicio de olvidar que él también fue el que me amó, el que me dijo las cosas más hermosas, se enamoró de lo que soy y me lo hizo saber de cada forma que pudo.

Y entonces, ahí voy yo, con la ayuda de la estúpida tecnología, leyendo sus palabras de amor y recordando que él me amó. Y que ni por esas, se pudo. Y entonces llevo tres días con el corazón revuelto.

Lo bueno es que ni eso me ha detenido a la hora de moverme en realizar mi proyecto personal. Él no será una excusa. Él fue el motor de los cambios, no voy a dejar que se convierta en algo que me detiene en la búsqueda de mis sueños.

*** Y dentro de las quejas contra la tecnología, por supuesto esta el hecho de que hace aún más evidente cuando alguien no quiere hablar con uno. Así uno entra a gtalk o abre Facebook y se da cuenta que Possibility-Boy esta online y que decide permanecer en silencio. Y entonces, su silencio duele un poquito más.

domingo, 9 de octubre de 2011

Cuando la distancia pesa

Yo no me arrepiento de haberme ido de Colombia, sé que ha sido lo mejor para mí, y aún cuando a veces dudo sobre las bondades de mi vida en México, tengo claro que mi vida es mejor por fuera. Que soy más feliz y mejor persona por ende.

Pero hay días donde la distancia me pesa profundamente. Días en donde cuestiono mis decisiones y mi estilo de vida. Días donde si pudiera me iría a Colombia en el primer avión.

Esos días usualmente están atados a los momentos importantes de la gente que quiero en Colombia. Hoy no es la excepción. Hay alguien muy enfermo, alguien a quien quiero profundamente y quién ha jugado un papel muy importante en mi vida. Y una de las personas que más quiero en mi vida, esta destrozada a causa de esta situación. Cuatro de las personas que más me importan están pasando por un momento increíblemente difícil. Cuatro personas que son mi familia y mis amigos. Y yo no estoy con ellos. Como siempre, estoy detrás de un teléfono, tratando de encontrar palabras que los hagan sentir mejor, que transmitan todo mi cariño, con la esperanza de que por un momento me sientan tan cerca como yo quiero estar de ellos.

Entonces odio haberme ido, no tener los recursos y los mecanismos para poder irme y estar con quién realmente me importa.


martes, 20 de septiembre de 2011

Just do it

Durante mi estadía en Colombia fui a que me leyeran el IChing. Durante una hora larga, las cartas, la carta astral y demás elementos de adivinación me dijeron una y otra vez que mi futuro es grandioso. Que simplemente es cuestión de que me concentre y ponga seria a la hora de realizar mis proyectos. Salí de la cita pensativa.


Es cierto. Necesito concentrarme y como dirían en México “echarle ganas”. Así que durante los siguientes días he estado elaborando un plan con acciones concretas para hacer. Llevo años con un mismo deseo y sin embargo, no he hecho nada concreto para sacarlo adelante. Es momento de cambiar la situación, de tomarme en serio y creerme que las cosas pueden pasar. Debo tener confianza en mí, en lo que he sembrado, en lo que soy. Yo sé que soy una persona fuerte y dedicada y no sé exactamente por qué me ha costado tanto trabajo, creer que si me esfuerzo, las cosas se darán. Nuevamente me doy cuenta de lo rendida que estaba. Y yo no estoy aquí para darme por vencida. No es quién soy.


Así que es momento de tomar la fuerza que he adquirido en estos años, la certeza de saber que yo si puedo y dejar de soñar, para empezar a hacer.




lunes, 12 de septiembre de 2011

Desde Colombia

Venir a Colombia siempre me obliga a reflexionar, a ver en dónde estoy y qué quiero. Ayer mi primo me llevóa ver una amiga y en el camino él hablaba de cómo quisiera no irse nunca del país. Yo por mi parte pensaba en lo diferente que soy y cómo cada vez me convenzo más de que no tengo a qué volver.

Y es un sentimiento extraño. Porque yo vengo y soy feliz, y me siento querida, protegida, respetada y valorada. Están las personas que mejor me conocen, los que más me quieren y aquellos que son incondicionales. Aquí no tengo que explicar quién soy o por qué soy. Y sin embargo... siento que no podría volver. Que la felicidad de los primeros días, pronto se traduciría en la sensación de que no encajo, de que mis amigos han cambiado, que yo he cambiado y que los planes que antes hacíamos ya no nos funcionan ni a ellos ni a mí. Cuando estoy aquí me cuesta imaginarme cómo sería una vida en Bogotá. No quisiera vivir con mi mamá y no sé quiénes serían mis amigos del día a día, de salir los fines de semana, ir a cine, ir por un café e ir a cenar.

Nuevamente el deseo es el mismo: Si yo me encontrará una lámpara mágica, quisiera tener la posibilidad de venir más seguido. Poder estar en los cumpleaños, paseos, comidas grandes, etc., sin tener que dejar mi mundo que en estos casi-cuatro años por fuera, he construido.

Tocará pensar en cómo se logra eso.

*** Durante el paseo con mi primo, él también habló de lo fácil que es conocer gente. Tengo que enfocarme en eso. Abrir espacios, encontrar otros mundos.


viernes, 2 de septiembre de 2011

Preguntas que rondan mi cabeza

Como ya he dicho muchas veces, las palabras siempre tienen un efecto grande en mi vida. Ciertas frases se quedan clavadas en mi alma y resuenan en mi cabeza durante años. Uno de los ejemplos más recientes es de la canción Fuckin' Perfect de Pink:

Made a wrong turn
Once or twice
Dug my way out
Blood and fire
Bad decisions
That's alright
Welcome to my silly life

Hay días en que siento que en realidad mi vida es "Silly" que doy vueltas sin sentido. Que me muevo en círculos, llegando siempre al mismo lugar. Hoy me pregunto si me es posible reinventarse, soltar la comodidad de la estabilidad y arriesgarme.

Ayer me entregaron mi documento migratorio donde me dicen que tengo derecho a un año más en México... Esto me ha generado la incomodidad de sentir que estoy echando raíces sin estar realmente convencida que éste es el lugar donde quiero hacerlo. Es cierto que en los últimos meses me he sentido mucho más contenta con mi vida (incluso con el post-drama de Open-boy), la terapia me ha servido, me gusta mi trabajo, estoy aprendiendo, tengo retos nuevos y he comprobado que si hay posibilidades de conocer a alguien, así no esté segura de que los que he conocido permanecerán cerca.
Sin embargo, a veces me pregunto si ésta es realmente la vida que quiero vivir.

Y cuando pienso en todas las posibilidades por haber... no dejo de preguntarme ¿Cómo?


sábado, 14 de mayo de 2011

Y entonces uno se pregunta... ¿por qué?

A lo largo de mi vida he dicho muchas veces que si para algo soy buena es para ser amiga. Con el tiempo he descubierto que a veces no soy tan buena en el tema como me gustaría ser. En los últimos años he cometido algunos errores que sigo pensando son imperdonables. Sin embargo, he contado con tan buenos amigos, con relaciones tan sólidas, que hemos superado incluso mis errores.

Así que sigo definiéndome como alguien que es amiga. Y sigo sabiendo que si estoy aquí es porque he tenido cerca amigos maravillosos que creen en mí, que me quieren donde quiera que este y que confían en que nuestra amistad continuará sin importar la distancia. Fueron mis amigos quiénes me salvaron la vida en algún momento y fueron ellos quiénes me enseñaron que la familia se construye. Y cuando yo por fin encontré el camino hacia mi familia sanguínea supieron ser felices conmigo.

La lista de quiénes son realmente mis amigos ha cambiado poco desde que tengo 16. Las relaciones se han cimentado y hemos podido crecer juntos. Algunos han aparecido y le han aportado cosas maravillosas. Otros se han alejado, algunos hoy tan solo son una cara a la que se felicita por el cumpleaños en Facebook... otros ya ni eso.

Pero en realidad han sido pocos los amigos de verdad que he perdido. Claramente ha habido mucha gente que en algún momento ha sido cercana y luego se ha alejado. Vivir en distintos países me ha hecho perder gente con quién la relación no era tan fuerte. Pero siempre quedan esos.... esos que yo realmente consideré mis amigos y que hoy ya no están. Y cuando lo pienso, con esos... realmente no sé qué sucedió.

Hubo esa amiga que cambió, con quién chocamos y con quién jamás pude hablar acerca de los issues que teníamos. Si soy sincera, hoy realmente no la extraño, pero me duele saber que perdí a alguien que era tan importante para mí.

Y están esos que tan importantes fueron para que yo no me enloqueciera en esta ciudad. Cuando lo pienso, sé que nunca hablé de las cosas más importantes, nunca fueron ese espacio. Pero eran muchas otras cosas. Y sin saber por qué, un buen día ya no lo fueron. Y a veces creo que las cosas retomaran el rumbo, pero sé que es whishful thinking. Y con ellos, el no saber por qué duele mucho.



domingo, 27 de febrero de 2011

Las cosas de las que uno no se da cuenta

Unos seis meses antes de venir a vivir a México conocí a alguien. Trabajábamos juntos y teníamos una química increíble. A mí me gustaba pero sólo le veía PEROs: menor que yo, era mi editor y yo me iba a ir del país. Así que mejor no ponerle atención a lo que sentía. Muy pronto me convení que no sentía nada por él. Que era un buen amigo con el que a veces pasaban cosas pero que mientras yo tuviera claras las cosas, todo estaría bien. Y nos acercamos más y más pero yo siempre estuve segura que no sentía nada de fondo. Sólo amistad.

Y entonces me vine a vivir a México. Y de repente me encontré con que sentía un hueco enorme, que saber que ya no nos veríamos y que por cosas de la vida, jamás podría estar con él en una relación de pareja me partían el alma. Nunca me di cuenta que estaba enamorada y hasta hoy no sé si realmente lo estuve. Pero lo que si es claro es que mis sentimientos por él eran mucho más grandes de lo que me permití saber. Al día de hoy sigue siendo una de las personas que más quiero en la vida y de los pocos que me hacen sentir que tendría un mundo si volviera a Colombia.

Y entonces, tres años después, hoy me doy cuenta que el vacío que siento es más grande del que pensé que sentiría. Que aunque siempre he sabido que con Tattoo-boy no hay nada real y ni siquiera una posibilidad de algo, se ha ganado un espacio en mi vida y en mi corazón. Y tal vez sólo estoy triste porque ya no tendré con quien ir a cine los domingos, con quien arruncharme a ver películas, ir a cenar entre semana ni con quien pensar en voz alta. Y no es que nos vieramos tan seguido, y yo con mis commitment issues puse mil barreras y este año tomé la decisión de verlo menos en preparación para su partida. Y aún así estoy triste. Y sé que lo voy a extrañar.

Y no puedo dejar de preguntarme a qué horas pasó esto.