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lunes, 25 de noviembre de 2013

Soltar

Me subo al elevador, se cierran las puertas y suena la alarma sísmica. Ya entendí, querido universo, tengo que trabajar más duro por tener la vida que quiero vivir. En eso estoy. Déjame lograrlo y mientras tanto por favor párale con los temblores. O al menos que no me agarren entre un elevador. 

Han sido días de pensar mucho. Muertes inesperadas, buen cine del que hace pensar y la lucha intensa por recuperar mis espacios. Se acaba el año y una parte de mí siente que pasó sin pena ni gloria. No tengo muy claro qué he logrado en este 2013, tal vez la certeza - por primera vez en mucho tiempo - de qué es lo que quiero. Dónde, cuándo y con quién. 

Siento que es algo que siempre he sabido pero no me animaba a reconocerlo como ahora lo hago. Y ahora sé que no veía todos los miedos que mis sueños me generan. Pasé de la ansiedad de un futuro que no quería, a la tranquilidad de tener un rumbo, a una nueva ansiedad de descubrir que no controlo mi futuro y que solo puedo intentar lograr lo que quiero. 

Pero esta vez no quiero que mis miedos me derroten. Quiero hacer las cosas bien y sé qué es lo mejor para mí, entonces seguiré intentándolo, tocando puertas y esperando que se abra el camino. 



miércoles, 5 de diciembre de 2012

Amour.... o los miedos que uno esconde debajo del colchón

De las mejores cosas que han estado pasando en este momento es que estamos en Muestra de la Cineteca. Lo cual significa que hay muchas más películas de lo normal y que aunque los cines están invadidos por vampiritos glow-in-the-light, hay mucho más que ver y mucho mejor. 

Entonces ayer fui a ver Amour. Y es una de las mejores películas que he visto. Y eso que este año he visto muy buen cine. Es intensa, profunda y absolutamente hermosa. 

El problema es que se fue directo contra mis sentimientos. El primero... el más obvio, el que siempre esta a flor de piel. Mi abuelo. Me dolió saber que él no fue feliz sus últimos años. Al ver a Anne (la protagonista de la historia) atrapada en su cuerpo, avergonzada de no poder hacer por si misma las cosas más básicas y más íntimas como bañarse o hacer pipí, desesperada por vivir una vida que no es, no pude evitar pensarlo. Y nuevamente sentí ese dolor de no haber estado en la última época, de no haberlo acompañado. 

Pero luego... la película tocó otras fibras. Para ser más exacta, otros miedos. Por un lado está el que siento cuando pienso qué va a pasar con mi mamá en unos años. Su salud nunca ha sido fuerte y yo he pasado algunos de los días más horribles de mi vida en las clínicas temiendo por lo que le podría pasar. Y ahora, de nuevo, como con mi abuelo... estoy lejos. Y por como se ven las cosas y por lo que yo quiero, seguiré estando lejos. Entonces ¿qué va a pasar el día que se enferme? 

En esos días cuando mi mamá ha estado enferma, yo he tenido el apoyo de mis tías, pero al final del día ellas se iban y la que se quedaba en la noche era yo. Y eso sucederá de nuevo. Además, yo tendré que tomar todas las decisiones sola. Es en esos momentos donde odio ser hija única. No hay a quién achantarle un turno de cuidado o con quién pensar que hacer. 

Con mi papá digamos que la situación es similar, pero tengo la confianza de que su esposa estará y yo contaré con su apoyo cuando sea necesario. Él ha construido una familia con quién podré cuidarlo. 

Y luego... luego queda ese otro miedo que es el que vive en el lugar más profundo de mi colchón. El de qué va a pasar el día que sea yo la que esta enferma. La que llega a vieja. Volvemos al problema de ser hija única. No voy a tener hermanos cuidándome como hacen mis tías. No voy a tener sobrinos pasando la noche en la clínica como yo lo he hecho. 

Y, seamos honestos, en este momento de mi vida, no sé si voy a tener un Georges (el esposo de Anne en la película) que me ame de una manera tan profunda, honesta y por tantos años, que esté dispuesto a cuidarme, cambiarme el pañal y alimentarme. Además, como tantas veces lo hemos hablado con Adri, siempre esta el tema de que las mujeres vivimos más, entonces incluso si encontrara a ese hombre que envejezca a mi lado, nada me garantiza que yo me voy a enfermar primero. 



Por supuesto una solución es tener hijos. Y achantarles a ellos el problema. Pero ese no es motivo suficiente para reproducirme y como ya lo he escrito tengo muchas dudas acerca del tema. 

Así que no sé. Salí del cine con el corazón arrugado, queriendo tapar los miedos que siento y preguntándome si es necesario pensar más acerca del futuro. 

Por suerte llegue a la casa y estaban dando When Harry met Sally (que bien podría ser la precuela de Amour) y elegí dormirme oyendo hermosas historias de amor. 


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Graves problemas de memoria

Hace un tiempo escribí sobre las obviedades que suelo olvidar, como que hacer amigos es muy importante a la hora de ser feliz. 

Hoy voy a volver a escribir sobre el tema. Porque ayer volví a recordar cosas que son muy importantes para mí. 

Cosas como lo feliz que soy cuando me doy mis espacios para hacer las cosas que más me gustan y estar conmigo misma. Resulta que llevaba muchos fines de semana seguidos con una vida social muy activa. Que vamos a Tunick, que paseo/boda en Cuerna, que cenas, cafés, etc. Y entre todo eso se me atravesó una bonita enfermedad, que estoy segura fue producto del estrés, la cual me dejó el 90% del único puente en meses, tirada entre la cama, arrastrándome al baño y durmiendo el malestar. Entonces eso no cuenta como espacios conmigo misma. 

Pero ayer... ayer volví a tener uno lo que suelo denominar como dates conmigo misma. Primero me fui de la junta en la que estaba hasta el cine en bici. Y aunque aún le tengo susto y ya no lo disfruto como antes, el placer de elegir por donde me meto, saltarme el tráfico y no estar entre un taxi, fue fantástico. En lo que empezaba la película me tomé un delicioso té y leí feliz mi libro del momento (The solitude of the prime numbers por si se lo preguntaban). Después, continué en silencio y me fui a ver Cosmópolis, la cual no me encantó. 

Pero lo que me encantó fue volver a tener mi espacio. Leer mi libro, estar en silencio, interactuar solo conmigo misma. Y entonces me acordé... que así como me encanta salir a cenar y estar con mis amigos, también me gustan los espacios conmigo misma. 

A veces por la pereza de salir sumada al cansancio del trabajo, termino quedándome en mi casa, descerebrándome frente a la tele. Pero en esos momentos necesito recordar que también es sano tener un date conmigo misma y ser muy feliz. 


lunes, 6 de agosto de 2012

Tres cosas felices

Hace un mes y 4 días estaba perdiendo el tiempo en Facebook cuando me encontré, en el perfil de Solterica, un link a un artículo donde una vieja hablaba de un experimento donde por una semana (que mi cerebro leyó un mes... pero en otra entrada exploraré mi continúa falta de atención hacia ciertas cosas) uno debía escribir three good things (que efectivamente como dice el artículo suena menos tonto en inglés que en español) que le hayan pasado a uno en el día. 

La idea del experimento es: "crear un patrón cognitivo en nuestro cerebro, que se mantiene durante un periodo de tiempo, aún cuando estamos realizando otras actividades. En el libro “The Happiness Advantage”, Shawn Achor propone que, mediante la práctica repetida de un ejercicio, nos aprovechemos de este efecto y condicionemos a nuestro cerebro para focalizarse de manera inconsciente en lo positivo. Esto no modificará nuestra realidad, pero sí la manera en que la percibimos"

Y yo decidí que podía ser una buena idea. Finalmente ya sabemos que a mí se me da súper bien eso del pesimismo. Para mí es súper fácil pensar en las cosas malas. Pero a veces se convierte en todo un reto pensar en las buenas.

Así que desde hace un mes y cuatro días, todas las noches, alrededor de las nueve, en mi celular suena la alarma para recordarme que debo anotar Tres cosas felices (que me sonó un poco mejor que las tres cosas buenas).

Debo decir que no he llegado al punto de la autora donde "me encuentro a mí misma pensando “no puedo creer que haya cogido este autobús a tiempo"“es increíble que haya dejado de llover justo cuando salíamos”, “hemos dado con el sitio perfecto para comer”.

Pero ha habido un cambio importante... y es que cada noche, sin importar si ha sido un día muy bueno o uno de mierda... encuentro que al menos 3 cosas buenas me pasaron. Ha habido días donde es muy difícil pensar en esas tres cosas buenas, días como hoy que fueron una porquería y donde la lista de cosas malas sería larguísima. Pero siempre logro encontrar tres cosas buenas. 

Y al ver este mes de anotaciones, encuentro cosas que ya sé. 

Así, por ejemplo, es clarísimo lo que tanto le molestaba a Mr. M y es que para mí las personas son súper importantes. Las conversaciones en el trayecto de regreso con Adriof, los mails de Pollo, los chateos con Adri y mis amigas de Colombia, los encuentros con Mariana.... todos son motivos de alegría. 

Pero en igual medida mis espacios propios lo son... las idas a comer by myself donde me reconecto y respiro, las horas de lectura, las idas al gimnasio, los momentos dedicados a escribir... todos esos momentos han sido increíblemente importantes.  

Y también se evidencia que Ginebra llegó a mi vida para hacerme feliz. Los arrunches y siestas con ella entran en la lista con bastante frecuencia. De igual forma queda claro que a mí me encanta el cine. Sin importar si son películas trascendentales o el espacio para escaparme de la realidad cuando la oficina me está enloqueciendo... todas son motivo de inclusión en la lista diaria. 


El experimento también me permitió ver cosas que no me esperaba, cómo que la comida juega un papel importante para mí... y que disfruto de esos momentos cuando me como una toronja particularmente rica o me sorprendo al descubrir que el sánduche que yo creía iba a estar espantoso, en realidad estaba delicioso. 

No sé si me estoy condicionando a "focalizarme en lo positivo", estoy segura de que no me estoy convirtiendo en un teletubbie que cree que todo es maravilloso. Pero estoy aprendiendo que incluso en los días más malos... hay algo bueno. Y esa es una gran lección. 

Así que aquí dejo mi lista de hoy: 

1. Chismosear con Adri en el trayecto a la oficina 
2. Té de rosas mientras escribo
3. The Fratellis para quitarme el mal genio