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lunes, 23 de junio de 2014

Mi cruzada por vivir la vida que quiero

Hoy actualicé mi perfil en este blog. Borré que soy soltera desde hace varios años porque la verdad es que desde hace mucho no lo soy. Pero ese no fue el cambio importante, el cambio por el que estoy escribiendo este post, fue incluir la frase: 

"Desde hace meses emprendí una cruzada por vivir la vida que quiero y hasta ahora me ha dado muy buenos resultados". 

Y la verdad es que me siento realmente contenta con mi vida. Escribo estas palabras y una parte de mí se muere del susto de estar adelantándome a las cosas y que el trabajo que he encontrado resulte no ser lo que estoy buscando. Pero la verdad, es que tengo confianza en que hice bien las cosas. En que el punto principal por el cual hoy estoy feliz es que hice un análisis serio sobre qué era lo que necesitaba para estar bien y entonces pude aprovechar las oportunidades que se dieron. 

Durante muchas, muchas, muchas sesiones de terapia, conversaciones con mis amigas, tardes de escritura y caminatas en soledad, evalué todas las variables. Irme de México, quedarme, estar con el Sr Gelatina, dejarlo ir, buscar trabajo en corporativos, buscar trabajo en agencias, vender un riñón y vivir de eso. 

Al final, las cosas se fueron aclarando. Siempre tendré la posibilidad de irme de México pero en este momento de mi vida quiero darme la oportunidad de seguir construyendo algo que me hace bien. La decisión la tomé por mí, porque no quiero volver a quedarme con la duda de qué hubiera pasado si le daba una oportunidad al amor. 

Y una vez decidí quedarme en este país para que mi vida personal fuera una prioridad, fue cuestión de pensar qué era lo que me hacía falta para estar bien y vivir la vida que quiero. Porque el Sr Gelatina muy bonito y todo lo que quieran pero no es suficiente. Entonces entendí que el camino era seguir poniéndome en primer lugar. Y yo lo que necesitaba era tiempo y espacio para hacer más cosas que trabajar. Porque a mí me encanta lo que hago pero también me encanta escribir, ir a mi curso, hacer proyectos, tener el tiempo para estar con la gente que quiero, inventarme cosas para hacer que me asusten y emocionen por partes iguales. 

Así, cuando lo tuve claro, apareció la oportunidad que pronto se convirtió en realidad. Hoy soy feliz de decir que estoy enfrentando un reto nuevo, que estoy aprendiendo de otros temas, conociendo gente y nuevas formas de hacer lo que hago. Pero además, estoy en un lugar al que puedo llegar a pie desde mi casa, en el que tengo la libertad de irme vestida como soy y que me permite tener tiempo para mí. 

Y con el tiempo para mí, puedo vivir la vida que quiero vivir. 

Hace una semana pasó algo que pensé que el Sr Gelatina y yo no podríamos superar, era de las cosas que él se negaba a hacer. Uno de esos "no porque no porque no" que a mí me matan. Pero esta vez no lo acepté. Parte de vivir la vida que quiero vivir incluye estar con una persona que me da ciertas cosas. Y aunque no me imagino mi vida sin él, eso ya no fue razón suficiente para aceptar lo que a mí me parece inaceptable. Así que dejé a un lado el miedo de perderlo, de quedarme sola, de no tener amor en mi vida y entendí que si no se podía, yo no quería ser la persona que aceptaba eso. Y por tanto, no podría estar con él.  

Y se pudo. Y estamos y somos. Y entonces entendí que vale la pena ponerme de primeras porque así el amor que recibo es el que merezco y por el que he luchado por tanto tiempo. Porque el trabajo que tengo es el que me permite aprender, hacer lo que me gusta profesionalmente pero también el que me da el tiempo de estar aquí escribiendo, sabiendo que al terminar este post podré además prepararme algo de cenar, leer un rato, jugar con Ginebra, escribir un poco más y luego ver tele. 

Y cuando me doy cuenta de lo que he ganado, también me doy cuenta que en el improbable caso de que el miedo del que hablé al inicio de este post, se hiciera realidad, no sería tan grave. Porque ya sé que es lo que quiero, ya sé que es lo que necesito y ya sé que cuando lo tengo claro, puedo luchar para que las cosas se den. 

Y entonces, se dan. 



miércoles, 18 de julio de 2012

Obviedades que se me olvidan

Si algún día alguien hace una película de mi vida, una de las escenas que tienen que estar es esa donde yo tengo 18 años, me acaban de dar mi pase y mi abuelo me saca a manejar. Yo voy nerviosisima en el carro y él habla para distraerme. Me pregunta por la universidad, que yo estoy empezando, y le digo que a veces es difícil conocer gente. Entonces él empieza a hablar acerca de lo importante que es hacer amigos y como para lograrlo debo acercarme a las personas, "incluso puedes pedirles que te ayuden con materias donde no tienes dudas"... yo me río y él se pone serio por un momento y me dice que los amigos son determinantes en la vida.

Y sí. Esa es la gran respuesta. La gran solución a mis días de soledad y de tristeza. A los domingos cuando me pesa no tener a un alguien para ir a dar una vuelta. Tener amigos.

La cosa es que tantos años después, me sigue costando trabajo hacerlo. Y creo que es porque en mi cabeza hay muchas creencias acerca de lo difícil que es. Una parte es real, pero una parte soy yo misma convenciéndome que es más difícil de lo que realmente es. Para rematar esta ese gusto que tengo por la independencia que logra que yo haga muchas cosas por mi cuenta (ir a cine, ir a comer, viajar, etc) sin bloquearme por la excusa de "es que no tengo con quien ir". Y eso esta bien, no me quedo llorando en mi casa que quiero ir a cine pero me da miedo ir sola... pero me voy sola y no hablo con nadie y no hago amigos. Entonces tampoco me ayudo. 

Así que lo que me toca es hacer más las cosas que me gustan. Y buscar espacios para conocer gente. Así como hice con el curso de escritura que tanto bien me ha hecho y que para bien o para mal, fue el espacio para conocer a Mr. M. Así como cuando abrí la puerta en twitter y conocí a los que en su momento fueron buenos amigos. Así como tantas otras veces. Yo sé cómo funcionan las cosas. 

Tan solo es cuestión de hacerlas.


domingo, 20 de febrero de 2011

¿Nada que decir?

Desde que llegué de mis vacaciones en Colombia he tenido la sensación de que nada pasa. Que no hay nada que contar respecto a mi vida. Parece que todo lo que hago es trabajar, ir al gimnasio, voy al curso de escritura y las ocasionales salidas con mis amigos. Pero nada extraordinario ni raro. Nada relevante. Del trabajo no me gusta hablar cuando estoy fuera de éste y qué puedo decir respecto al gimnasio? Así que siento que no tengo nada que contar.

Y esto me ha generado una extraña sensación. Y he pensado mucho en por qué siento que no tengo nada que contar. En los correos a mis amigos en Colombia, la frase, no hay nada que contar, sale en cada uno. Y eso no me gusta. Siento que no estoy avanzando en mi vida.

Y de repente, se me ocurrió que la razón por la que siento que no hay nada que contar es porque no hay nada que contar respecto a mi vida amorosa. Porque he leido libros interesantes, ido a cine, escrito cosas chéveres, he participado en proyectos, estoy en cuentas nuevas en la oficina, me he visto con amigos que no veía hace tiempo, etc. No han pasado grandes cosas pero si he vivido cosas.

Entonces me pregunto, ¿la del problema soy yo? o ¿somos todos? ¿alguien más se siente así? Tengo la idea que es una postura más femenina. A las mujeres se nos va la vida hablando acerca de los hombres, de los que están, los que no están, los que quisieramos que estuvieran y los que estuvieron. Y cuando esta uno en un momento de la vida, como yo, donde no hay hombres en el horizonte... se siente un vacío temático sin fin.

Y claro que me siento extraña de no tener absolutamente nada en mi vida amorosa. Durante años he tenido alguien que me distrae. Así no sea nada serio, relevante o determinante, alguien ronda por ahí. Pero desde que volví no hay en quién pensar. Tattoo boy es un poco la excepción a estas palabras pero en la medida en que ya lo tengo claro y que me he alejado por mi propio bien, tampoco ni siquiera lo veo. Así que cuadno me preguntan si hay alguien, la respuesta invariablemente es que no hay nada. Ni siquiera una ilusión. Y por algún extraño motivo, siento que las cosas serán así por un buen tiempo. Tal vez sea lo mejor.

Tan sólo quisiera que eso no me generara la sensación de que no hay nada que decir.