Mostrando entradas con la etiqueta lu. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta lu. Mostrar todas las entradas

viernes, 17 de junio de 2011

¿Adiós?

Hoy fui por un café con Lu quién como siempre con una gran dosis de cariño e inteligencia me abrazó, oyó, habló y me puso a pensar. Dijo cosas que yo ya sabía. Yo sé que es hora de dejar la tristeza atrás, de enterrar su ausencia y decirle adiós. Y lo obvio para decir a continuación es la excusa: "sin embargo, es muy difícil". Y sí. Es claro que es muy difícil dejarlo atrás. Aceptar que se fue y que eligió no estar conmigo.

Sé que en la medida de lo posible estoy haciendo bien las cosas por fuera. Esto significa que en términos prácticos, he seguido con mi vida: voy al trabajo, hago chistes, voy al gimnasio, oigo mis podcasts, voy al mercado, escribo por encima de todas las cosas y cumplo con lo que debo. Pero por dentro el proceso ha sido más lento, profundamente más triste y, debo aceptar, mucho más patético. Sigo esperando que él responda aquel último correo así ya no haya nada más que decir entre nosotros, sigo viendo con tristeza su perfil en Facebook con la esperanza de encontrar un mensaje en clave para mí, sigo cerrando los ojos y reviviendo esos días de felicidad tan intensa. Y ante todo, sigo siendo impotente ante la esperanza. Mi corazón no deja de soñar con escenarios donde algún día, de la nada, él aparece frente a mí, con su corazón resuelto y la decisión de estar conmigo. Pero no puedo seguir así. Tengo que alinear lo interno con lo externo. Tengo que frenar la esperanza y soltarlo. Dejarlo ir.

Hoy leí algo que podría ser esto: "Protégete y confia en ti, porque al fin y al cabo, todas las personas quieren algo de ti o quieren que hagas algo por ellos, o quizá quieren hacerte ser algo que no eres. Tu única responsabilidad eres tu mismo". Y entonces recordé cuánto tiempo pasé hablándole de lo importante que era su felicidad y bienestar. Con un amor desinteresado, que no sabía podía sentir, acepté que para él eso significaba irse. Y ahora, es momento de dejar de pensar en él, en su felicidad y en las decisiones que pudo y podría tomar, pero que no pasarán. Ahora, toca recordar que lo que importa es protegerme a mí misma, confiar en mí y reconocer que mi única responsabilidad soy yo misma. Y para volver a estar bien, debo dejarlo ir. Necesito entonces dejar de tener esperanza. Debo ser disciplinada y obligarme a no soñar, a no anhelar, a controlar la historia que mi cerebro quiere escribir acerca de nosotros, esa donde él regresa, me abraza y todo deja de sentirse gris. No puedo hacerlo más.

Espero lograrlo pronto.



domingo, 28 de noviembre de 2010

Cosas horribles que pasan

Anoche fui a la fiesta de celebración del matrimonio de mi amiga Lu. Era una noche para festejar las cosas buenas de la vida, para que ella y su marido estuvieran con los que los queremos, para comer rico y bailar.

Y de repente, mientras bailábamos el papá de su marido se desplomó en el piso. El mismo hombre que un rato antes había dado un hermoso discurso donde nos hizo reir a todos mientras nos contaba lo mucho que amaba a su hijo, estaba en el suelo, inconciente y sin respirar. Los minutos más largos pasaron antes de que llegara una ambulancia.

Para cuando ésta llegó, ya todos estabamos en silencio, el lugar estaba lleno de caras tristes e impotentes. Unos pocos se movían. En algún momento yo intenté sentirme útil preguntándoles a los del lugar que dónde estaba la maldita ambulancia que no llegaba. Pero nadie más podía hacer nada.

Finalmente el suegro de Lu se fue, con un hombre sentado en su pecho intentando que su corazón funcionara. Unas horas más tarde ella y otro amigo me avisaron que él falleció.

Tras bajarme del taxi que me trajo hasta mi casa me ataque a llorar. Jamás había vivido algo así. Y una vez más, como aquella vez que mi amiga me contó sobre la muerte de su abuelo y yo terminé llorando por el mío, en esta situación todo se me revolvió de nuevo. El sonido de la ambulancia me llevó a aquella en la que me tuve que subir cuando él enfermó. La angustia de ver a alguien que se está muriendo, hizo que me aferrara su reloj.

Pronto se va a cumplir un año de su muerte. Y yo sigo extrañándolo todos y cada uno de los días. Ya no tengo el mismo afán de antes por el día que deje de doler, he aceptado ese dolor como algo que pasa y que no puedo evitar. Pero ayer, mientras trataba de dormirme, con la mezcla de los recuerdos de lo que pasó y de mi abuelo, volví a querer que su ausencia ya no sea tan dolorosa, tan profunda, tan inserta en mí.

domingo, 16 de mayo de 2010

She gives me hope

El viernes fui al matrimonio de mi amiga Lu. Ella fue mi directora de tesis en la carrera, trabajamos juntas y nos hicimos amigas. Ella era una mexicana viviendo en Colombia y yo una estudiante lista para terminar mi carrera.

Los años pasaron y yo terminé en México. Nos reencontramos y de tanto en tanto comemos. Hablamos. Dado que el negocio es chico, Lu conoce a mucha de la gente que yo conozco. Así que nos encontramos por ahí. Y cada vez que nos vemos, hablamos, compartimos. Es una de mis amigass más queridas aquí y me hace sentir en casa. Y el viernes se casó. Con un hombre bueno, que la mira con amor y quien durante la fiesta de tanto en tanto la buscaba para abrazarla. Un hombre que la hace feliz.

Y yo volví de la fiesta con esperanza. Porque Lu y yo nos parececmos en muchas cosas. Las dos somos diferentes a la media, las dos elegimos viajar y conocer el mundo, ver muchas cosas, conocer gente, estar lejos de nuestras familias y no seguir el estereotipo. Las dos hemos dado vueltas y hemos terminado en mundos distintos a los que originalmente nos imaginamos. Para Lu el amor tampoco fue fácil por muchos años y sospecho que en gran parte, es por lo mismo que a mí, no somos mujeres fáciles de etiquetar y encajar. Y eso a muchos hombres les da miedo.

Y ahora, después de tantas cosas... encontró ese hombre que la hace sonreir como yo nunca la había visto. Con quien sueña y planea un futuro. Con quien pudo hacer las cosas a su manera sin dejar de ser ella misma. Y entonces, yo recuperé un poco la esperanza. Vi que el sueño de ser feliz con alguien que te acepta y te quiere como eres... es posible.


***Nota al pie: anoche conocí a un chico que me gustó.... ahora es cuestión de esperar que las cosas se den y el personaje no caiga en el hoyo negro de los hombres que no llaman.