Mostrando entradas con la etiqueta acupunturista. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta acupunturista. Mostrar todas las entradas

sábado, 9 de julio de 2011

Decisiones

Hoy regresé al acupunturista. La llegada de Ginebra ha traido de nuevo mis alergias y me paso los días estornudando, sonándome y con los ojos hinchados. Y yo ya estoy harta de tener mis ojos hinchados. Dos meses de llorar intensamente son suficientes como para ahora ejercitar mis párpados a causa de la gata.

Y en cuanto la sesión empezó, el acupunturista con unas pocas palabras logró que yo hablara de mi dolor, del proceso que estoy realizando y de la rabia que siento. Él se limitó a oírme y luego a felicitarme... Según él, es maravilloso que yo por fin haya dejado que alguien rompiera todas las barreras que pongo, que yo me atraviera a saltar al vacío y arriesgarme a amar. Luego me dijo que soy intolerante al amor, que probablemente por eso soy alérgica a Ginebra, quiero su cariño, pero lo rechazo. Yo no sé si realmente lo que me dijo es cierto, quiero pensar que no. Pero lo que es cierto, esque efectivamente me cuesta mucho abrirme a las personas, dejarlas acercarse a lo que soy realmente y Open-Boy derrumbó todas las barreras que yo tenía, pasé de no atreverme a sostener su mirada por miedo a que me viera de verdad, a ser amada por lo que soy.

Luego el acupunturista señaló la importancia de hacer bien este proceso, de aceptar lo que pasó como un evento que puede cambiar mi vida, lo que soy y cómo vivo. No es suficiente con estar haciendo bien las cosas, escribiendo, yendo al gimnasio, trabajando, going thorough the motions como ya he dicho... es necesario abrirme al aprendizaje que el amor que sentí por Open-boy generó en mi vida. Encontrarlo, amarlo y perderlo, tienen que servirme para crecer, aprender y vivir mi vida de una mejor manera. Hasta ahora, gran parte de mi rabia es producto del sentir que él no esta cumpliendo con su parte del trato, que él no esta siendo feliz.... pero no se me había ocurrido pensar en qué estoy sacando yo de lo que viví. Todo lo pensé en términos de él: quién sería yo en su historia? la niña que le hizo ver lo importante que es ser feliz, etc. Cómo quedaría yo tranquila? dejándolo ir para que tenga lo que él considera es su felicidad... y yo? qué voy aprender yo de esta historia?

Con todo esto en mi cabeza, llegué a despedir a mis tías. Volví a sentirme querida y parte de mi familia. Las abrace y agradecí su visita. Y entonces, mi tía, la que vive aquí, me habló de lo maravilloso que ha sido iniciar un proceso de terapia con una psicóloga maravillosa que para mayor alegría es de formación sistémica. Le pedí el teléfono y el lunes llamaré a pedir cita. Ya no quiero simplemente estar mejor, quiero salir de esto habiendo aprendido, crecido y madurado, para así ser realmente feliz. Si su parte del trato alguna vez fue ser feliz... yo debo hacer lo mismo. Buscar y ejercer mi propia felicidad.



lunes, 7 de marzo de 2011

Sobre el acupunturista

Ahora voy al acupunturista. Voy porque desde que me fui a Galápagos estoy con tos, lo cual significa que hace 3 meses ando sacando medio pulmón cada 20 minutos. Y ya me cansé de los médicos tradicionales y sus remedios que no me sirven para nada.

Y a diferencia del cliché que uno tiene, mi acupunturista no es un chinito que mide 1.50 y habla como el de Karate Kid. Mi acupunturista es un argentino súper churro, alto, flaco y de pelo largo. Obvio yo quedé matada desde la primera cita. No me importó que se vistiera todo de blanco o que me pusiera un CD con Enya.

El viernes fue mi segunda cita y tuvimos la misma dinámica, saludo con abrazo, olor a incienso, música nueva era al fondo (por cierto, creo que solo tiene un CD y eso debe demostrar que es un alma superior porque yo oyendo todo el día los mismos canticos celtas, estilo el señor de los anillos y mato al primero que se me atraviese) y su acento porteño que tan bonito me parece.

Como cualquier médico preguntó por los avances del tratamiento y de repente me preguntó por qué había estado triste durante las 3 semanas que pasaron entre cita y cita. Le dije que por la ida de tattoo-boy. Y antes de que me diera cuenta estaba en llanto. Incontrolable y sin fin. Llanto. Un llanto que ni se paró del todo con las agujas que me puso en todas partes.

Creo que fue bueno. Creo que lloré lo que no había llorado por tattoo-boy pero también creo que lloré por todas las otras cosas que me tienen infeliz. y finalmente, ¿qué mejor lugar para llorar que aquel donde te clavan agujas en la nariz, frente y demás?