viernes, 3 de junio de 2016
Déjalo ir...

martes, 30 de abril de 2013
Dos años y el silencio

jueves, 20 de septiembre de 2012
La soledad tiene forma de....

viernes, 29 de junio de 2012
One week Volumen 2

martes, 29 de mayo de 2012
Un año
miércoles, 2 de mayo de 2012
Entre el miedo y la confianza

lunes, 16 de abril de 2012
¿Y ahora?
Y lo que necesito es estabilidad. Tener un lugar donde sentirme en casa. Tras años de muertes, ausencias, derrotas y aquel harakiri-emocional, es momento de respirar y disfrutar de la calma. De darme espacio para estar bien y terminar de descubrir quién soy después de tanta cosa.
Pero con la decisión de aceptar que lo que necesito es distinto de lo que quiero y de entonces hacer lo que es mejor para mí, viene la pregunta de ¿y ahora? A veces me parece que desde que estoy en el colegio he pensado la vida en términos del siguiente proyecto, del siguiente viaje: graduarme, terminar la universidad, irme de Colombia, hacer la especialización, ahorrar lo suficiente para irme a Europa, encontrar maestria, ahorrar para viajar en México, irme el verano a Washington, conseguir trabajo para no volver a Colombia, implementar el proyecto personal...
Y ahora... ahora todo esta bien pero no sé cuál es el siguiente paso. Como siempre me cuesta trabajo pensar en el futuro y saber dónde estaré ni haciendo qué en los próximos años. Sé que hay gente que vive así y vive bien. Pero a mí me gusta tener un viaje en mente, un proyecto que me anime en los días de aburrición y rutina. Y ahorita... ahorita simplemente no sé. Así que seguiré dejando que las cosas fluyan y tal vez uno de estos días encuentre el siguiente muro que quiero escalar.

sábado, 24 de marzo de 2012
Empacando
Empacas en automático mientras tu mente divaga... tratas de evitar recordar que deberías hacer esa traducción para que el lunes no sea un infierno, te acuerdas del día que compraste ese vestido negro que ahora vas a tirar porque se ha desteñido y ya no tiene gracia, piensas que hace rato nadie te visita y que eso te hacce falta. Ante todo las visitas son cortes de la rutina. Y a ti la rutina laboral te tiene exhausta.
Continúas con tu tarea. Decides limpiar todas las bolsas antes de empacarlas. Agarras la roja que te prestó tu amiga hace ya muchos meses y que aún no le devuelves. Sin pensarlo mucho la abres y encuentras unos polvos y el blush que llevabas buscando hace meses. Te das cuenta que no has tocado la bolsa desde la noche que la usaste. Y ahora, sabes muy bien por qué. Fue la primera vez que saliste después de que él se fue. Cuando decidiste no quedarte llorando en tu casa y dejaste que tu amigo te llevara a aquella boda, donde toda la noche trataste de fingir que tu corazón no estaba totalmente destruido. Esa fue la noche en que llegaste y animada por los tequilas y besos que tu amigo te dio, le enviaste el primero de los correos que habrías de escribirle. Por eso no habías vuelto a tocar la bolsa. Primera mina emocional que pisas y ya estas llorando.
Le subes nuevamente a la música y prefieres concentrarte en la selección de cosas que tirarás. Papeles, chicles viejos, revistas que nunca leíste, medicamentos ya vencidos. Todo va a la basura. Sin dudas. Eliges otra bolsa para echar la ropa que le regalarás a la empleada. Los jeans que nunca te acomodaron y que hoy te quedan gigantes, un sweater negro que no has usado en 3 años, ese vestido verde que nunca te gustó. Si tan solo fuera tan sencillo tirar el resto de las cosas. El pasado. Los recuerdos. El hueco. La maldita costumbre de pensar en él.
Has empacado todo menos un cajón. Y no lo has hecho porque sabes que ahí esta la caja donde enterraste sus recuerdos. Los boletos de la película que vieron la última noche que estuvieron juntos. La página de Vanity Fair con el cuestionario de Proust que jugaron a responder en el vuelo de regreso de Zipolite. La nota que te dejo. Sabes que sería mejor no abrir la caja, pero que ya para este punto te es imposible no hacerlo. Por un momento dejas de oír la música, de sentir el cansancio corporal, el sueño atrasado de este mes y medio, solo sus palabras existen. Sus letras que hoy te parecen tristes, pero tienen el mismo efecto del día que las viste por primera vez. Penetran tu corazón con fuerza, te obligan a llorar y vuelves a ser la misma que no puede creer que él no pueda ser. You are somebody loved. You are somebody loved. You are somebody loved. You are somebody loved. Lees y relees sus palabras. Tratas de pensar que él llegó a tu vida para transformarte y ponerte en el camino hacia tu bienestar, pero en este momentoeso te suena a una explicación forzada y racional, que nada tiene que ver con la intensidad, profundidad y complejidad de un amor que ya no esta.
Te sientas en la cama. Quieres escribirle. En realidad lo que quieres es verlo, tenerlo cerca, abrazarlo. Pero eso no se puede. Así que te concentras en el deseo de escribirle que es lo único que puedes hacer. Pero sabes que no tiene sentido hacerlo. Él no responderá. Ni siquiera sabes si leyó tu correo de diciembre. Y de haberlo hecho, no sabes si le molesta, incomoda o genera problemas que lo hagas. Te da pánico que él te pierda el respeto y llegue el día donde seas "la vieja esa que me escribe aún cuando jamás le he respondido". Porque aún si no responde, aún si llevas tantísimos días de tan claro silencio, en tus manos tienes la prueba de que para él fuiste igual de importante. You are somebody loved. Y no quieres que eso cambie.
Continuas empacando. Ya casi terminas. Quieres adelantar el tiempo al siguiente sábado, cuando te pases a tu nueva casa, esa que tanta ilusión te genera. Esa donde estarás en tu espacio y podrás contruir un mundo propio. Con la ya conocida mezcla de dolor y resignación, sabes que aún cuando él jamás haya pisado tu nueva casa, de alguna forma ahí estará. Sus recuerdos ya los empacaste.
martes, 31 de enero de 2012
Un buen ejercicio, día 1.
Day One: Ten things you want to say to ten different people right now.
Day Two: Nine things about yourself.
Day Three: Eight ways to win your heart.
Day Four: Seven things that cross your mind a lot.
Day Five: Six things you wish you’d never done.
Day Six: Five people who mean a lot (in no order whatsoever)
Day Seven: Four turn-offs.
Day Eight: Three turn-ons.
Day Nine: Two images that describe your life right now, and why.
Day Ten: One confession.
10 cosas...
- I still miss you sometimes and wonder if you still miss me sometimes.
- Eres un robot y de corazón espero que eventualmente entiendas que no estoy loca por creer que cómo actúas es reflejo de lo que sientes... and by the way, I think you lie to yourself.
- Sweetie you are not doing a good job.
- Por favor vean los pros y no los contras a la hora de tomar una decisión. I will be worth it and you'll be changing a life.
- Eres un yo-yo emocional, ojalá tuvieras el valor para enfrentar tus miedos, porque eres alguien muy chévere cuando quieres estar cerca.
- Te quiero y creéme que me pesa no haber ido a visitarte, es algo que voy a hacer.
- No te cierres solo a tu pareja por más feliz que estés, ten cuidado con encerrarte.
- Es muy triste que hayamos dejado que algo que fue tan fuerte hoy ya no sea nada, es aún más triste que no puedas poner límites. Y a veces, me haces mucha falta.
- Hay muchas mejores formas de organizar las cosas, el bienestar de la gente realmente importa. La libertad da frutos.
- Y a mi abuelo... te extraño y te pienso todos los días. Estoy mejor, estoy sanando y estoy haciendo las cosas bien. Sé que te gustaría verme cómo estoy hoy.

sábado, 28 de enero de 2012
Oda contra la tecnología
Why'd they even invent caller ID?
It's, like, who is this service helping?
I mean, for centuries
Okay, well maybe not centuries,
but for, like, a lot and lot of years
people have been answering their phone,
not knowing who it is,
and as far as I can tell,
no one's died from that.
This constant obsession
with needing to know who's calling all the time
it's, like, so gross.
Like, you pick up the phone,
you find out who it is,
then you know.
Look, all I'm saying...
...if a guy doesn't call me,
I would like to reserve the right
to call him at 15-minute intervals
until he picks up.
But if he looks down
and sees my numbers
he's gonna think I'm some kind of psycho or something.
Which I'm not.
Obviously.
Pero eso ya no se puede. Los teléfonos tienen identificador de llamadas. La tecnología nos jodió la posibilidad de oír la voz de alguien. Y hay cosas peores.
Peores como descubrir por accidente (juro que fue por accidente) que gmail guarda todas las conversaciones que uno ha tenido y entonces un día, uno va a buscar un dato entre sus correos y se encuentra a cambio con una enorme emotional landmine. Así fue como terminé leyendo la conversación que tuve el último día que Open-Boy estuvo en México. Y ese viejo dolor que a veces creo que ya no existe, regresó. Leer como me decía "my love", "my girl" y hablaba de "my Lina" fue la estupidez más grande. He hecho el ejercicio de ver a Open-Boy como aquel que se fue, aquel que no es lo suficientemente fuerte para mí, como aquel que eligió irse... y de paso, he hecho el ejercicio de recordarlo como ese a quién amé con todo el corazón, que logró despertarme, sacarme del hoyo negro en el que estaba y cambiar por completo mi vida. Pero para lograr todo esto, sin darme cuenta hice el ejercicio de olvidar que él también fue el que me amó, el que me dijo las cosas más hermosas, se enamoró de lo que soy y me lo hizo saber de cada forma que pudo.
Y entonces, ahí voy yo, con la ayuda de la estúpida tecnología, leyendo sus palabras de amor y recordando que él me amó. Y que ni por esas, se pudo. Y entonces llevo tres días con el corazón revuelto.
Lo bueno es que ni eso me ha detenido a la hora de moverme en realizar mi proyecto personal. Él no será una excusa. Él fue el motor de los cambios, no voy a dejar que se convierta en algo que me detiene en la búsqueda de mis sueños.
*** Y dentro de las quejas contra la tecnología, por supuesto esta el hecho de que hace aún más evidente cuando alguien no quiere hablar con uno. Así uno entra a gtalk o abre Facebook y se da cuenta que Possibility-Boy esta online y que decide permanecer en silencio. Y entonces, su silencio duele un poquito más.

jueves, 26 de enero de 2012
Pensando en su silencio
Es una de esas cosas que uno sabe. Pero que en la práctica, uno no aplica. Porque es muy difícil no tomarse las cosas de forma personal. Sobre todo, cuando las acciones de personas cercanas lo afectan a uno.
En la terapia he podido ver cómo la gran mayoría de las veces las acciones (y reacciones) de los otros responden a sus propias historias y momentos. Que entonces, nada, o muy poco, tienen que ver con uno.
Entonces hoy ando con la duda de si el silencio de Possibility-Boy es conmigo o no. Las cosas no terminaron como yo quería pero él una y otra vez insistió que yo era alguien muy importante para él, que nuestra amistad (y sí... no fui tan feliz de que eligiera esa palabra para definir lo que éramos) era fuerte y que superaríamos lo que pasó en sus últimos días en el DF. También me dijo que él no era bueno para mantenerse en contacto y que eso era algo que quería cambiar, así que si yo veía que se estaba distanciando que por favor le dijera. Y yo estuve tranquila.
Pero los días han pasado y no volvimos a hablar. Pasamos de una rutina donde yo abría el chat y casi de forma inmediata me encontraba con su Buenos días, a un silencio donde yo a veces lo saludo y no hay respuesta. Así que hice mis intentos... mandé un mail, el cual por supuesto nunca me respondieron. Espacie mis saludos para que no me acusara de intensa... y nada.
Y hoy fue mi último intento. Intenté ser lo más clara y directa posible. Decir las cosas como las pienso y siento. Hasta ahora solo ha habido silencio de su lado y tengo la sensación de que será lo único que habrá.
Y estoy molesta. Porque siento que esto tiene muy poco que ver conmigo, pero eso no significa que una respuesta no sea necesaria. También siento que esto muestra que para él, las cosas no eran tan simples como alegó en su momento.
Al final... en estos días he podido depurar todo lo que pasó y ver que al final mis sentimientos eran lo que creía: un cariño muy grande. Y por eso me duele. Porque extraño conversar con mi amigo, hablar de mil temas y tener cerca a alguien que ampliaba mi mundo. Pero si él no quiere o puede, no hay nada que hacer. Lo intenté y traté de hacer las cosas como mejor pude. Eso me da tranquilidad, aunque no me quita el dolor de sentir la pérdida de alguien que es importante.

viernes, 30 de diciembre de 2011
Despidiéndome del 2011
La lección de la noche: conócete a ti mismo.
Ayer fui a tomar un larguísimo café con Pollo, que por supuesto terminó en un par de ginebras, una cena y una sobremesa con meseros revoloteando a nuestro alrededor con ganas de que nos fuéramos ya a la casa.
Hablamos del año, de todo lo que ha pasado y cuánto nos ha cambiado la vida, para que al final, casi todo siga igual. Por muchos años, al final de cada año, me tomaba el trabajo de escribir un resumen de lo que había vivido. Por algún motivo, dejé de hacer esto cuando llegué a México.
Pero el 2011 ha sido muy largo, muy intenso y muy profundo para no escribir al respecto.
El año empezó conmigo derrotada. Me cuesta un poco de trabajo de pensar en cómo pasé los primeros meses. Decidí poner distancia con Tattoo-boy para no salir herida cuando él se fuera del país. Barreras sobre barreras, muros sobre muros. Y se fue dejándome un vacío extraño de saber que él no era, que no lo sería y con la infinita sensación de que nadie lo sería. Los meses pasaron y mientras escribo esto, sigo teniendo problemas recordando esa época, tal vez por el hecho de que iba en automático, viviendo sin ganas, haciendo lo que tocaba, sin sentir.
Me aburrí en la casa, me mudé y traté de pensar que sería un nuevo inicio. Pero de nada sirvió cambiar de escenario cuando la sensación de haberme rendido, llenaba gran parte de mis días. Para complicar un poco más las cosas, los que en un momento consideré mis grandes amigos, mi familia en México, se desvanecieron dejando solo preguntas sobre su ausencia.
El único momento de ese inicio del año donde me sentí realmente bien, fueron los 4 días que vine a Colombia para el matrimonio de Adri. Por primera vez desde que me fui del país, sentí que encajaba, que mi presencia tenía sentido y esa sensación de incomodidad que tantas veces he sentido desde que vivo en México, no estuvo por ninguna parte. Como le diría mucho después a Open-Boy, fueron los 4 días más felices en mucho tiempo. Y fueron así de felices porque sentí que estaba compartiendo algo realmente grande con alguien a quién quiero con el corazón, porque tuve tiempo de estar con los que más quiero, de ver a mi familia y tener un día de felicidad con mi mamá. Por una vez, no tuve la culpa de no estar en los grandes momentos de la gente que quiero. Estuve y fui parte. Y eso significó mucho más de lo que me pude haber imaginado.
Pero regresé para seguir en el piloto automático de siempre, con la certidumbre de que no había, ni habría, a nadie a quién querer.
It was the best of times, it was the worst of times.
Y una noche, en una salida de guía turística mi vida cambió. Le decía a Pollo que aún recuerdo la sensación cuando Open-Boy abrió la puerta y yo lo vi por primera vez. Sonará cursi, pero desde el saludo, yo sentí que algo se movió en mi interior. Dadas las circunstancias, inicialmente me negué a aceptar que me gustaba, pero sin darme cuenta a qué horas, mi corazón volvió a abrirse. Encontré a alguien con quién me conecté como jamás lo había hecho, que me hizo sentir lo que pensé imposible, a quién amé como jamás he amado y quién me amó por lo que soy. Fueron los mejores y los peores días de mi vida. Ya no hubo barreras, no hubo muros, no hubo nada. Solo el amor que sentimos y la profundidad de una conexión que muchos meses después aún resuena en mi vida. Por primera vez entendí lo que era amar a alguien tanto, que su felicidad era más importante que el estar juntos; en la medida en que comprendí que para él la única opción posible de estar bien y ser feliz era alejándose, lo dejé ir, con la esperanza de que él este en lo correcto y así pueda tener una vida con la felicidad que se merece.
Open-Boy fue un terremoto cuyo impacto aún no termino de vivir. Y, como todos los clichés, tan rápido como llegó, se fue; dejándome destruida y sin saber cómo armar mi vida, sabiendo que era posible sentir amor pero que no era posible tener su amor. Los días que siguieron fueron de los más dolorosos de mi vida. Hoy me parece como si solo hubiera habido llanto en esa época de mi vida, volqué mi corazón en este blog y traté de exorcizar mi dolor a punta de palabras y canciones. Como nunca antes en mi vida, la música llenó mis días y me apoyé en las palabras de otros para decir una y otra vez lo mucho que me dolía su ausencia, sus palabras, su silencio. Mi frustración ante una vida que no era posible.
Pero ni el harakiri emocional que fue Open-Boy logró convencerme que era posible encontrar a alguien con quien compartir mi vida. Fue necesario que en medio de la inmensa tristeza, apareciera el Sr. S para que yo empezara a contemplar que las cosas pueden ser distintas. Unos besos atorados de sentimientos se convirtieron en salidas donde yo sentía algo distinto al dolor de la ausencia de Open-Boy. De repente me encontré disfrutando del Sol, teniendo conversaciones inteligentes y ante todo, me encontré sintiendo.
No era igual. No era tan profundo. No era tan intenso. Pero yo sentía. Y el Sr. S, también sentía. Y eso tuvo un gran efecto en la forma en que veía el mundo. Para lograr salir del hondo hueco en el que me metí, fue necesario volver a terapia. Y ahí aprendí la importancia de preguntarme para qué y no por qué. De dejar entrar y de tener confianza en el universo y sobre todo en mí. Volví a confiar en que las cosas saldrían bien. Hoy pienso y siento que las cosas, saldrán bien.
Y mientras pasaba mis días asoleándome, yendo a terapia e intentando terminar de dejar ir a Open-Boy, el universo se encargó de obligarme a frenar y detenerme. Me tocó darme contra el mundo, terminar en muletas y con el cuerpo totalmente golpeado, para que yo me permitiera estar conmigo misma, para que dejara de esconderme en la música, las películas, las series de tv. Tuve que parar, descansar, aceptar el silencio y la soledad. Con dolor acepté que el Sr. S nunca sería alguien dispuesto a estar de la forma en que yo quiero y lo solté también a él, agradecida de que al hacerme parte de su vida, me hubiera permitido recobrar la confianza en las posibilidades.
Al mismo tiempo, por fin dejé ir a V, quién tras repetir las promesas de siempre, continuó siendo una ausencia cuando más lo necesitaba. En las últimas sesiones de terapia he hablado mucho sobre la importancia de poner límites. Es algo que me cuesta trabajo y que me ha generado grandes problemas. Con V fue necesario soltarlo y darme cuenta que él realmente hacía mucho no era parte de mi vida. Anoche encontré algunas conversaciones que tuvimos cuando éramos más cercanos y me dolió su ausencia; lo veré próximamente pero ya no quiero continuar en una dinámica donde él promete, yo me ilusiono y luego enfrento la realidad de una ausencia. Quiero pensar que podré tener un contacto casual como lo tengo con tantos en Colombia, pero yo ya no quiero nada más profundo.
En septiembre, volví a Colombia, en muletas y por primera vez, en un plan distinto a las vacaciones. Crecer en el trabajo culminó en mí, dando un entrenamiento, con conocimiento de causa y con el Ex tomando nota. Entendí que el universo da las vueltas que quiere y que la ironía es parte de la vida, que incluso lo imposible pasa y que no puedo convencerme de que algo no sucederá, porque no controlo mi futuro.
El trabajo cambió, se abrieron posibilidades y en un año mis tareas, responsabilidades y retos se ampliaron, obligándome a desarrollar nuevas habilidades, enfrentarme a situaciones distintas y probarme que si puedo. El término frenemies adquirió completo sentido en mi vida y tuve que asumir que abrir el corazón trae sus riesgos en lo laboral, cuando los que fueron amigos dejaron de serlo. Aún así, opté por no volver a cerrar mi corazón. Porque ya no quiero vivir una vida con el corazón cerrado.
Cuando todo parecía estar volviendo a la calma, descubrí que en mi interior hay toda una faceta que yo desconocía. Ayer por primera vez hablé de ésta en voz alta con alguien diferente a mi psicóloga. Tener a alguien que no me juzga y a quien puedo aceptarle lo que me asusta, atrae y que entiende que aún estoy construyendo el significado del tema, me dio tranquilidad y la sensación de que no estoy sola.
Y otra buena noche, me encontré hablando con alguien que me generaba al mismo tiempo, atracción y rechazo. Al encontrar a Possibility-Boy temía estar repitiendo mi pasado y dudaba de qué era lo que realmente me gustaba, si él por lo que era o por su parecido con Open-Boy. Intenté hacer las cosas de manera diferente. Dejé mi corazón abierto, dejé que las cosas fluyeran y confié en mí, en el proceso que he hecho y en la sensación que él no me haría daño. Las cosas no fueron tan simples como yo hubiera querido y en un escenario ideal él y yo nos encontraríamos en un lugar donde tuviéramos la posibilidad de explorar lo que hay entre los dos. No creo que esto llegue a pasar, pero también soy consciente de que algo no termina de cuajar con él y que para rematar, él no tuvo la sensibilidad para despedirse como yo hubiera querido. Y para doblemente rematar, él no tuvo la necesidad de tener mayor cercanía antes de despedirse. Y esas tres cosas, sumadas a la certeza de que él vivió las cosas de forma completamente diferente, no las puedo obviar. Hoy tuvimos una larga conversación donde creo que finalmente se aclararon muchas cosas, pero también vi que me falta mucho para trabajar, que aún me cuesta mostrar lo que siento tal y como lo siento y que aún transmito barreras. Tengo miedo de volver al DF y encontrar que la tranquilidad que he sentido en estos días no es tan grande y que a cambio, hay una nueva ausencia. Él tiene confianza en lo fuerte que es nuestra amistad y yo quiero pensar que él seguirá siendo una parte importante de mi vida, porque ante todo, por él siento un inmenso cariño.
Y entre los diferentes hombres, en medio de los cambios laborales, las presencias y las ausencias, lo que más hice este año fue escribir. Construí una historia que está en camino, que es mi reto personal y que me hace crecer, pensar, sentir y ser mejor. Que es el mejor espacio para soltarme y sentirme bien.
Muchas cosas pasaron. Sigo en el mismo trabajo, sigo soltera, sigo viviendo en el mismo barrio. Pero soy otra. He recobrado la confianza en mí, en la vida, en el trabajo que hago, en la historia que escribo y en lo que puede suceder. Por fuera casi todo sigue igual. Por dentro, todo ha cambiado.
Y solo por eso… este año es importante.
Estoy decidida a que el 2012 sea el año en el que logre mis objetivos. Quiero que mi proyecto personal suceda y tener la fuerza para hacer mis metas realidad. Quiero ser la persona que hace que las cosas pasen y que se esfuerza por tener lo que realmente quiere y necesita. Además, quiero abrirme a más cosas nuevas, atreverme a nuevos retos, conocer más gente. Ante todo quiero seguir trabajando en mí, en tener una mejor relación con los que me rodean, donde yo tenga claro cuál es mi papel, donde los límites existan y se respeten. Quiero seguir conociéndome, quiero terminar de soltar los roles que no me corresponden, las ausencias que me hacen daño y los patrones que me impiden tener la vida que quiero. Por primera vez en mucho tiempo, siento que es posible encontrar a alguien que me quiera por lo que soy y a quién yo quiera, alguien que tenga claro quién es, que no le tenga miedo a sentir y que esté listo para construir algo a mí lado. Espero que esto suceda y el personaje aparezca; mientras tanto yo seguiré trabajando por estar bien, cómoda conmigo misma y en paz con lo que soy.

sábado, 10 de diciembre de 2011
Dos años
Ese día quise escribirle a mis amigas para que me acompañaran, pero la vida práctica se interpuso y pasé el día corriendo en el trabajo sin tiempo para hacer lo que realmente era importante.
Hoy es su aniversario número dos. Llevo ya dos años sin oirlo, sin poder verlo y sintiendo un vacío que sé que no se va a llenar. En los días malos me hacen falta sus abrazos, sus palabras y la forma en que me miraba y lograba que yo me sintiera mejor. En los días buenos, me duele no poder compartirlos. Cuando las cosas buenas pasan, a veces se sienten incompletas porque no esta él para sonreir conmigo.
because of the holidays but because I always remember the last days I
spent with my father watching him transition from this life to the
next. Six years ago now, still fresh in my heart mind like yesterday.
I'm wishing I could hug him and he could hug my daughter. I miss that
man. Cheers, Daddy!
Hoy sé que estoy mejor. Sé que he ido encontrando las formas para que mi vida se mueva y dejar de estar en hold. He construido mecanismos para recuperar la confianza y seguridad en mi vida. Pero no es lo mismo. Y cuando sueño, cuando me imagino las posibilidades a mi alcance, no puedo evitar que me duela saber que él no va a estar ahí para acompañarme, para creer en mi, para sonreirme y darme la fuerza para convertir mis sueños en realidades.

domingo, 30 de octubre de 2011
Deja Vu
Y no he podido dejar de comparar. Y de pensar que además de todo se conocen. Y de sentir que salir corriendo es absolutamente razonable. Que esto no es un do-over para ver si las cosas salen mejor ahora.
Pero tampoco quiero cerrar esa puerta. Y no sé exáctamente por qué. Por fin he aceptado dejar que mi corazón se abra y aunque estoy muerta del miedo, llena de prevenciones, no quiero seguir cerrando posibilidades.
Porque existe el chance de que este personaje, que se parece al otro, que viene del mismo lugar, en unas condiciones similares (pero mejores para mi corazón)... pueda llegar a hacerme sonreír por sí mismo y no por todas las similitudes.
Y esa posibilidad, es la que me hace no querer cerrar la puerta.

lunes, 24 de octubre de 2011
La innombrable o perder/perder
Pero it's a learning process. Y una cosa es no hacer preguntas cuando el tema no sale y otra que le cuenten a uno sobre el personaje y yo tenga el autocontrol para no preguntar.
Hoy no lo tuve. Tattoo-boy decidió contarme sobre Open-Boy. Fue así como descubrí, que en otra ciudad, lejos de aquí, en un lugar que en mi vida he visitado, soy "la que no puede ser nombrada". Y que él esta bien, que ellos están mejor.
Y saber eso es un perder/perder. Por eso no lo había preguntado. Porque sabía que sin importar la respuesta... lo que me dijeran iba a doler. Si me decían que él esta mal, que las cosas siguen negras, me dolería saberlo, porque yo quiero que él este bien y sea feliz. Pero si me decían que esta bien y que es feliz... me dolería también, porque así yo sepa racionalmente que con él las cosas jamás hubieran funcionado, que yo necesito a alguien que sepa lo que quiere y que él no tiene las habilidades emocionales para estar conmigo... duele saber que él siguió adelante con su vida y hoy es feliz.
Y entonces vuelve la rabia conmigo misma de seguir sintiendo. Me da rabia saber que los meses han pasado, yo estoy bien, he vuelto a sonreir, logré conectarme (así fuera por un pequeño espacio en el tiempo) con alguien más y mi vida ha cambiado, pero de tanto en tanto, piso una de las minas emocionales y quedo con ganas de irme a llorar a mi casa.
La furia y el dolor ya no son tan fuertes como antes... ya no lloro frente a esta computadora sin consuelo, ya no siento que no puedo respirar y que su ausencia enmarca toda mi vida.
Pero hoy... hoy volví a sentir la tristeza de saber que no seremos. Que solo fuimos.

domingo, 9 de octubre de 2011
Cuando la distancia pesa
Pero hay días donde la distancia me pesa profundamente. Días en donde cuestiono mis decisiones y mi estilo de vida. Días donde si pudiera me iría a Colombia en el primer avión.
Esos días usualmente están atados a los momentos importantes de la gente que quiero en Colombia. Hoy no es la excepción. Hay alguien muy enfermo, alguien a quien quiero profundamente y quién ha jugado un papel muy importante en mi vida. Y una de las personas que más quiero en mi vida, esta destrozada a causa de esta situación. Cuatro de las personas que más me importan están pasando por un momento increíblemente difícil. Cuatro personas que son mi familia y mis amigos. Y yo no estoy con ellos. Como siempre, estoy detrás de un teléfono, tratando de encontrar palabras que los hagan sentir mejor, que transmitan todo mi cariño, con la esperanza de que por un momento me sientan tan cerca como yo quiero estar de ellos.
Entonces odio haberme ido, no tener los recursos y los mecanismos para poder irme y estar con quién realmente me importa.

jueves, 29 de septiembre de 2011
Géminis after all
Y entonces me siento dos. Soy la que está convencida de que él, a la larga no iba a ser bueno para mí, que necesito a alguien que quiera estar conmigo y con nadie más. Quiero un amor intenso, profundo y real como lo fue con él, pero un amor donde no haya espacio ni deseo para nadie más. Un amor que me cuide y me proteja, al tiempo que me hace crecer y ser la mejor versión de mi misma.
“I'm looking for love. Real love. Ridiculous, inconvenient, consuming, can't-live-without-each-other love.”
Pero también soy la que aún lo extraña. La que aún siente el dolor del "what could have been" y la que aunque permanece en silencio, aún lo piensa y recuerda. La que va a cine y ve la película y se siente identificada, sale con un nudo en la garganta y solo quiere seguir adelante para por fin llegar al punto donde la ausencia no me duela.


sábado, 27 de agosto de 2011
Sobre las ausencias y las presencias
Y hay días en dónde es más difícil ser optimista o sentirme bien. Días como hoy por ejemplo. Siempre he sido emocionalmente vulnerable a las enfermedades y desde que vivo lejos, me dan aún más duro. Así que hoy, cuando estoy en muletas y me duelen múltiples partes de mi cuerpo, no puedo evitar sentirme triste y ver las cosas negras.
Y entonces, me pesan más las ausencias de lo que me alegran las presencias. Y no debería ser así. Pero no sé cómo no pensar en el que se está alejando o en la que no me ha llamado aún cuando yo creí que éramos muy cercanas. Mis amigas de Colombia han estado súper pendientes, un amigo me rescató y ayudó cuando más lo necesitaba, una gran amiga me trajo comida, otras han escrito y por supuesto, mi familia ha llamado hasta que el teléfono se descargó. Y yo solo siento el dolor de los que deciden estar lejos. Los que no quieren enviar ni un mensaje y prefieren cerrarse.
Es una tontería. Lo sé. A uno debería importarle más los que están que los que no... Así que seguiré con mi proceso de concentrarme en mí, en cuidarme y tratar de no sentir esas ausencias que hoy tanto duelen.

