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viernes, 6 de mayo de 2016

Un año después...

En la última entrada de este blog yo escribía mis deseos de cumpleaños. Y la semana pasada alguien, un anónimo, me preguntó si es que mi deseo era no escribir más aquí... 


Y ese nunca fue mi deseo. Pero fue algo que pasó. Y me han tomado muchos meses, muchas noches de no dormir, muchas días de no sentirme yo y muchas sesiones de terapia para entender qué pasó. 

Yo he escrito desde antes de saber escribir. A mi mamá le dictaba historias para que ella las escribiera en su máquina de escribir. Como he dicho tantas veces, yo solo sé sentir, pensar y procesar mi vida a través de la escritura. Fue escribiendo que pude sacar tantos dolores, miedos, traumas y angustias. Escribiendo descubrí lo que quería y lo que me hacía falta. Escribiendo es que yo me construí a mi misma. 

Y un día dejé de escribir. El silencio se apoderó de mi vida porque todo lo que quería era escribir sobre lo que me había pasado. Y por respeto a quién era la otra mitad de la historia no lo hice. ¿Cómo podía sentarme aquí y ventilar todo mi dolor cuando cualquiera que leyera lo que me pasaba sabría de quién estaba hablando? Tantas veces él me había reclamado que yo hiciera eso con mis amores, "te expones demasiado", "dejas todo en un espacio público y visible para cualquiera"... ¿cómo podía hacerle eso precisamente a él? Y entonces no lo hice. Y en el camino me perdí a mí misma. 

Un año ha pasado y realmente no puedo decir que yo ya esté bien. Es muy difícil procesar que perdí a mi mejor amigo. Escribo esto y me angustia pensar en publicar esta entrada. Pero ya no sé cómo hacer este duelo. Yo sé cómo terminar con un novio, yo sé cómo enterrar a una mascota, yo sé cómo intentar aceptar que se me murió alguien a quien quiero y no sé muy bien cómo pero he logrado que los días y los años pasen desde que mi abuelo se murió. Pero no sé cómo decirme a mí misma que ya no tengo a mi mejor amigo. Que todos los días que me quedan de vida él ya no va a estar. 

Años y años de amistad y un día ya no fue más. De alguna forma, esta pérdida se ha parecido a terminar con un novio en el sentido en que es un duelo por alguien que sigue vivo y que simplemente decidió que ya no quiere ser parte de mi vida. Pero cuando uno termina con un novio, eventualmente llega otro y aunque con cada persona es distinto, al final se establece una relación de pareja con ese otro. 

Pero yo no voy a volver a tener un mejor amigo como él. Y no porque no pueda tener otras amistades profundas y sinceras. Pero porque la amistad que nosotros teníamos se inició en un momento de la vida que ya no voy a repetir. Mis 33 (casi 34 años) hacen que ya no quiera mochilear con nadie por Europa con un presupuesto de 5 euros por comida para poder bebernos el resto. La intensidad de la vida laboral ya no permite que yo coma todos los martes con una misma persona como lo hicimos durante nuestros cinco años de universidad. Ya no volveré a tener la cantidad de tiempo libre que tenía al terminar el colegio o estar en la universidad. Lo que pasó en mis 20, ya no lo voy a volver a vivir. 

Y entonces no voy a poder construir una amistad como la que tenía con él. Porque con nadie voy a tener esas historias, esos momentos, esa cantidad de recuerdos que hoy me siguen partiendo el alma. 

Hay días en que estoy mejor, hay días -hoy por ejemplo- en que pude contar una historia que viví con él sin sentir que se me parte el alma. Pero no siempre es así. Justo ayer entré a un baño y la decoración era algo que a él le hubiera fascinado y que me hubiera permitido burlarme de él por algo que muy pocas personas saben (o sabían, tal vez en este punto él ya lo cuenta a cualquiera... quién sabe), y entonces sentí que no iba a poder respirar. Y estaba en evento por lo que no podía atacarme a llorar como hubiera querido, así que me tocó sacar toda mi fuerza, contar hasta 50 y poner mis lágrimas en hold.  

Hay un capítulo de Grey's Anatomy en que la mamá de Meredith se despierta de su Alzheimer y la ve y en vez de decirle que se siente orgullosa de que esta a punto de ser doctor,a que tiene un novio maravilloso y que ha construido una vida chévere, le dice que se avergüenza porque ella se ha convertido en alguien ordinary (y lo dejo en inglés porque ordinary no es lo mismo que ordinario así esa sea la traducción). 

 

Y yo me siento así. Como que un día desperté y me di cuenta que soy ordinary. Tengo un trabajo normal, una relación maravillosa y estable que (afortunadamente) hace que ya no tenga que salir con personajes que saqué de debajo de una enorme piedra, la economía (y tal vez lo cómoda que estoy en mi zona de confort) ha logrado que cada vez viaje menos. Como si no fuera suficiente que solo quisiera contar una sola historia que no me permitía contar, logré que mi vida ya no generara más historias para escribir. Y entonces dejé de hacerlo. Ni realidad ni ficción. Dejé que el silencio me ganara. 

Pero ya no quiero más eso. Quiero volver a sentirme yo, quiero volver a sentir y pensar a través de mis palabras. Y si vuelvo a escribir, tal vez pueda encontrar una forma de sanar esta herida y yo logre recordar el pasado sin tristeza. 

Aún cuando sé que él no me leerá, mientras escribo estas palabras no dejo de pensar que le molestaría que yo escriba esto. Pero tengo que hacerlo. Me lo debo a mí. Y él ya no está así que no puedo ni por un minuto más dejarlo estar por encima de mí. 

Así que aquí voy, de nuevo... convencida, como siempre, que la escritura será la forma de sanarme. 


PD. Querido anónimo, GRACIAS. Necesitaba ese empujón. 




martes, 9 de agosto de 2011

A dos velocidades

No soy una persona particularmente musical, sin embargo, la música es parte de mi vida diaria. Necesito constantemente tener una banda sonora para poder concentrarme. Y a veces la música es la mejor expresión de lo que siento y vivo.

Hoy pasó algo extraño, dos canciones distintas evidenciaron cómo estoy enfrentando dos procesos de duelo. Y debo aceptar que me sorprendí un poco.

Esta mañana venía en el taxi y de repente sonó No hay nada más difícil. Esa canción que no paraba de sonar en mi cabeza cuando mi abuelo se murió. "No hay nada más difícil que vivir sin ti". Y antes de que me diera cuenta tenía un enorme nudo en la garganta y no pude evitar llorar. Sentí de nuevo el hueco y su ausencia dolió como siempre. Pensé en que aunque el tiempo ha pasado, el dolor sigue existiendo. No pude evitar preguntarme cuándo el dolor dejará de estar tan a flote.

En cambio, horas más tarde, estaba trabajando y sonó Soundtrack to the end, la canción que mi corazón gritaba en los primeros días de ausencia de Open-boy. "And all our hearts were breaking". Durante muchos días oirla me recordaba el vuelo de regreso: mientras esperaba a entrar al avión para encontrarlo, la canción sonó y por un instante, supe lo que venía, el dolor que llegaría y lo mucho que me pesaría su ausencia. Cada vez que sonaba, yo no podía evitar llorar. Hoy, solo noté que estaba oyendo esa canción porque tuve que ponerle pausa y entonces vi el título en mi teléfono. Y me encontré a mi misma estando tranquila, sin sentir aquel hueco que tanto tiempo ha estado en mi alma. Descubrí que de repente no tenía dolor y que podía recordar que es una canción hermosa. La puse nuevamente y la oí completa, por primera vez en meses, sin sentir la tristeza que durante tanto tiempo me acompañó.






martes, 26 de julio de 2011

De la nada...

Y entonces aparecen personas que te recuerdan que es bueno ser paciente, que no es necesario correr, que se pueden hacer las cosas bien y sonreír al mismo tiempo y sobre todo, que es importante cuidarte, ser responsable emocionalmente, porque solo así las cosas van a salir bien.

Hoy tengo la confianza de que voy por buen camino, que es cuestión de seguir como voy: siendo honesta conmigo misma, enfrentando las cosas, hablándolas y analizándolas en la terapia, sonriendo cuando tengo ganas y permaneciendo en silencio cuando lo necesito. Hoy me dieron un baldado de agua fría, pero al mismo tiempo me dieron la mano, me abrazaron y me dijeron que lo importante es que las cosas se hagan bien, que para lo demás... hay tiempo. Hoy no hay afán.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Un año sin él


Hace un año era jueves. Había pedido permiso en la oficina para ir a Migración a recoger una carta que me permitiría salir del país sin mi FM3, por esto dormí un poco más. Serían las 8 de la mañana cuando sonó el teléfono. Era mi mamá. Triste. Llorando. No recuerdo exáctamente qué me dijo pero me dio la noticia, mi abuelo se había muerto.

De ahí todo fue feo. Ese día ya no fui a trabajar. Mi mamá me dijo que la familia había tomado la decisión de esperarme hasta que yo llegara para hacer el entierro. Así que los siguientes días fueron bizarros, ir a trabajar, participar de las fiestas de navidad de mi cliente, interactuar con la gente como si nada.

Pero todo era diferente. Desde entoncce todo ha sido diferente. El dolor me ha cambiado y en estos 365 días no ha habido un sólo día en que no piense en él y no sienta su pérdida. Todo el mundo, mi mamá incluida, me dice que debo pensar que fue lo mejor, que él esta mejor así. Y yo sé que eso es cierto, por años, mi abuelo estuvo aburrido en la casa, sin tener algo que hacer. De él fue quién heredé mi inmensa necesidad de independencia y me puedo imaginar lo que significó para él, perderla.

Y todo eso lo sé de forma racional. Pero eso realmente ayuda poco. Aún me cuesta hacerme a la idea de que él ya no es parte del mundo, ya no me siento tan segura como antes y no dejo de pensar en todo lo que me gustaría compartir con él.

En muchos aspectos siento que este año lo he vivido en hold, sin saber cómo seguir adelante. Con el tiempo he comprendido que estoy haciendo el duelo de un padre y que tengo derecho a tomarme el tiempo necesario para aprender a aceptar su ausencia.

Hoy me quise dar el día para sentir la tristeza y el dolor. No estaré mañana en la misa a la que irá mi familia, no soy religiosa y no creo que eso aporte, pero si quisiera poder compartir ese momento. Al igual que hace un año, hoy me pesa no tenerlos cerca, ellos mejor que nadie saben cómo era mi relación con él y si estuviera allá tendría la oportunidad de dar y recibir abrazos, de sentirme querida y darles mi cariño. De estar triste en grupo.

Pero... como ya dije, de él heredé mi independencia... y esa independencia, me ha llevado a estar aquí. Así en días como hoy, me pese tanto.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Cosas horribles que pasan

Anoche fui a la fiesta de celebración del matrimonio de mi amiga Lu. Era una noche para festejar las cosas buenas de la vida, para que ella y su marido estuvieran con los que los queremos, para comer rico y bailar.

Y de repente, mientras bailábamos el papá de su marido se desplomó en el piso. El mismo hombre que un rato antes había dado un hermoso discurso donde nos hizo reir a todos mientras nos contaba lo mucho que amaba a su hijo, estaba en el suelo, inconciente y sin respirar. Los minutos más largos pasaron antes de que llegara una ambulancia.

Para cuando ésta llegó, ya todos estabamos en silencio, el lugar estaba lleno de caras tristes e impotentes. Unos pocos se movían. En algún momento yo intenté sentirme útil preguntándoles a los del lugar que dónde estaba la maldita ambulancia que no llegaba. Pero nadie más podía hacer nada.

Finalmente el suegro de Lu se fue, con un hombre sentado en su pecho intentando que su corazón funcionara. Unas horas más tarde ella y otro amigo me avisaron que él falleció.

Tras bajarme del taxi que me trajo hasta mi casa me ataque a llorar. Jamás había vivido algo así. Y una vez más, como aquella vez que mi amiga me contó sobre la muerte de su abuelo y yo terminé llorando por el mío, en esta situación todo se me revolvió de nuevo. El sonido de la ambulancia me llevó a aquella en la que me tuve que subir cuando él enfermó. La angustia de ver a alguien que se está muriendo, hizo que me aferrara su reloj.

Pronto se va a cumplir un año de su muerte. Y yo sigo extrañándolo todos y cada uno de los días. Ya no tengo el mismo afán de antes por el día que deje de doler, he aceptado ese dolor como algo que pasa y que no puedo evitar. Pero ayer, mientras trataba de dormirme, con la mezcla de los recuerdos de lo que pasó y de mi abuelo, volví a querer que su ausencia ya no sea tan dolorosa, tan profunda, tan inserta en mí.

domingo, 3 de octubre de 2010

Un motivo más

Domingo otra vez. Amanecí sensible. Pensando en mi abuelo. Con ganas de estar en mi casa de Bogotá, la que vendieron y ya no existe, ir a su cuarto y estar. Tal vez ni siquiera hablar. Sólo estar. Sentirme segura como cuando estaba con él. Verlo a los ojos.

Pero ya no esta. La casa ya no esta. Y esa parte de mi vida se acabó.

Mucha gente me pregunta cuáles son mis planes en México. Si quiero volver a Colombia. Y yo no quiero. No porque no haya razones para volver. Esta mi mamá, mi familia, mis amigos. Pero yo me fui sabiendo que no quería volver, y han pasado casi tres años y eso no ha cambiado. Extraño verlos y si pudiera cambiar en algo mi vida sería tener la facilidad de ir más seguido.

Pero hoy... hoy acepto, que un motivo más para no volver es no tener que sentir más su hueco. Ya es suficiente con el que tengo de manera permanente en mí como para estar allá, pasar por las calles donde estuvimos, ver de lejos la casa donde vivimos, sentir aún más su ausencia.




miércoles, 21 de julio de 2010

Gente como uno. Parte 2

Hoy hice un trato con mi mejor amigo. Comentaría su blog y, a cambio, él comentaria micrónica de Xilitla. Formas de interactuar que tal vez sólo nosotros entendemos. Y en un minuto libre que tuve ahí estaba. Leyéndolo describir Hiroshima Mon Amour (http://elekino.blogspot.com/2010/04/hiroshima-mon-amour.html) y de repente me dieron ganas de devolverme en el tiempo, a esos martes donde almorzabamos en la universidad y hablabámos por horas. O a esas salidas nocturnas donde bailabamos. O a las largas caminatas en las tardes de sol bogotanas. O tal vez a las calles europeas que conocimos juntos.

En cualquier caso quise volver a esos momentos en que hemos estado juntos. Su frase de inicio me partió el corazón:

"There is a pain in the chest that appears whenever I leave somebody I love to go far away with out knowing when would you see this person again".

Yo conozco ese dolor. Yo he tenido ese dolor más veces de las que quiero. He tenido ese dolor al despedirme de él incluso. Y por eso, quise volver atrás, a esa época donde yo no sabía lo que era ese abrazo triste, donde no digo nada, cierro los ojos, dejo que las lágrimas salgan y luego me doy vuelta y me voy.

Y los dos hemos elegido esta vida donde esos abrazos pasan rutinariamente. Donde la gente sabe que eventualmente nos iremos y algunos por eso deciden no acercarse mucho. Donde a veces, sabemos que eventualmente nos iremos y decidimos no acercarnos mucho. Donde en este punto de la vida, sin importar el lugar donde vivamos extrañaremos a alguien. Porque hemos conocido y querido gente en tantas partes que ya no están en el mismo lugar.

Así que hoy, en esta tarde, quisiera estar más cerca de él. Porque de todos mis amigos es el que más me entiende en este aspecto. El que sabe lo que es la tristeza de la soledad. Él sabe que es hacer un duelo sin ir al entierro. Celebrar sin estar presente. Llegar y ver que uno ya no cabe. Tener las cosas dispersas por ahí y no acordarse dónde quedo ese libro que a uno tanto le gustaba. Volver y encontrar ropa que a uno se le había olvidado que existía y entonces uno siente que de nuevo estrena.

Y es con él con quien he aprendido que las amistades continúan cuando uno las cuida y el cariño persiste. Hace años no vivimos en el mismo país. Hemos recorrido mundos distintos. Hemos cambiado. Dejamos de compartir las rutinas. Ya no comemos los martes y no vamos a cine juntos. Pero nos escribimos. Nos encontramos en skype. Nos llamamos por teléfono. Y para las cosas importantes estamos. Y sabemos que nos volveremos a ver. De pronto en diciembre. Pronto en Canadá.

Seguiremos.







viernes, 7 de mayo de 2010

Missing him

Por esto odio el exceso de tiempo libre. Porque la cabeza da vueltas y vueltas. Y el corazón da aún más.

Hoy por ejemplo, tuve tiempo para ver Grey's Anatomy. De ver a Christina Yang hablando de la muerte de su papá y a mi se me formó ese maldito nudo en la garganta que no se ha desecho desde que mi abuelo se murió. Levanto los ojos y veo su foto sonriendo. Y no puedo sonreir.

Es extraño... mi abuelo supo darme el espacio para conectarme con mi papá. Para que a hoy tengamos una gran relación donde estamos y somos y donde me hace feliz. Donde realmente siento su presencia en mi vida. Pero eso no hace que no deje de sentir un infinito dolor por la ausencia de ese otro papá que tuve. No es fácil explicarlo porque mucha gente cree que fue sólo la muerte de un abuelo. Pero no es así. Mi otro abuelo murió hace muchos años y aunque me duele su ausencia, nunca sentí esta pérdida. Nunca tuve este dolor, esta sensación de que el mundo dejó de ser un lugar donde quiero estar.

Los meses han pasado. Y sigue doliendo. Sigue siendo un tema que no puedo ni mencionar. Sigo sintiéndo que estoy vacía, que jamás nadie me va a querer como él me quiso a mí y que sobre todo, jamás habrá nadie que me haga sentir tan valorada, apreciada y querida.

No entiendo. Mi rutina no ha cambiado. Mi vida sigue siendola misma que antes de que él muriera. Yo ya llevaba aquí mucho tiempo. Pero mi vida se siente distinta. Mis espacios se sienten distintos. Cada tanto, en las noches me llegan recuerdos de él, cosa que antes no me pasaba. Y yo, que jamás usé reloj, ahora tengo el que él usó en mi muñeca. A veces pienso que es un poco masoquista tenerlo porque al verlo me acuerdo que él ya no está. Pero la verdad es que cuando he intentado no usarlo, me siento aún más sola, aún más desprotegida. Aún más sin él. Así que me lo dejo. Por las mañanas antes de salir cada día veo su foto sonriendo. Decidí poner la foto en que estamos juntos un poco más arriba de mi rango de visión, para que no tenga que verla obligatoriamente. Vernos juntos duele mucho. Así que prefiero ver la otra foto, esa donde mira directamente a la cámara y sonríe. Y yo puedo pensar que me sonrie a mí.

Christina dijo que llegaba el día en que al recordarlo sólo dolía un poquito. Mi mejor amiga dijo lo mismo. Yo le dije eso a mi mejor amigo. Pero hoy no veo cómo se llega a ese día.


domingo, 6 de diciembre de 2009

sintiendo en domingo

El viernes discutí con V. Me dijo que fuera con cuidado con Pandro-Fashion-Boy, que no me confiara, que ya me había visto en el pasado así de contenta y que no quería verme triste.

Yo entiendo eso. Pero no esoty de acuerdo. Y su timing fue pésimo.

Pero más allá del timing esta el hecho de que si algo me ha enseñado este año es que las cosas no duran. La felicidad no dura. La gente no dura. Las cosas buenas... no duran para siempre. Aún estoy esperando a la comprobación empírica de que las cosas malas tampoco duran para siempre, pero sé que es cierto. No duran. Así que siguiendo el lugar común, hay que aprovechar cada día.

Yo sé que la relación con Pandro-Fashion-Boy no es exáctamente lo que yo anhelo. Pero incluso sin ser exáctamente lo que yo quiero... es algo que me hace feliz. Y después de tanta tristeza yo quiero ser feliz. Cuando estoy con él sonrio de una forma que hace mucho no sonreía y por ese rato, vivo en un mundo donde todo esta bien. Donde me siento bien conmigo misma, con él e incluso puedo hablarle de las cosas tristes sin volverme mierda.

Tal vez suene a que odio mi vida cuando no estoy con él. Y eso no es cierto. Me gusta mi vida. Me gusta mi trabajo, me gusta mi departamento y me gusta la vida que tengo. Pero eso no hace uqe no haya una dosis inmensa de tristeza. Tengo que terminar los duelos de este año y siento que sólo voy a poder hacer eso cuando este en Colombia. Y esos duelos me pesan. Se aparecen durante mis días.

Hoy creo además, que Pandro-Fashion-Boy llegó a mi vida para enseñarme a ser paciente. Este año, además de tener que lidiar con la distancia y la importencia que esta me causa... he tenido que aprender a dejar que la vida tome su propio rumbo. He tenido que soltar cosas y personas que creí iban a ser buenas para mí y resultaron no serlo. Y en esos momentos me da afán. Afán de que llegue el momento donde las cosas sean buenas, que pase la tristeza, las malas rachas, la incertidumbre. Y con Pandro, estoy aprendiendo a dejar que la vida tome el rumbo, a tener paciencia y verle el lado positivo a las cosas. Y creo, que eso es muy bueno para mí.

***

Y mientras llega el momento en que puedan cantarle canciones de frente... hoy se la canto por aquí:

For you I want to sing a happier song
for you I'm gonna try to right all my wrongs