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lunes, 24 de marzo de 2014

Las maravillas de la distancia y el silencio

Usualmente cuando escribo sobre la distancia, lo hago quejándome de ella. Por culpa de la distancia me he perdido de momentos importantes en la vida de los que más quiero, he perdido amigos y hasta he tenido que hacer duelos a la peor manera. 

Aún así, yo valoro profundamente la distancia porque es la que me ha permitido vivir la vida que quiero, obligarme a hacer cosas que jamás hubiera hecho en Colombia, hacer amigos que en mi pequeño mundo de Bogotá no cabían y tener espacio para enfrentar lo que realmente soy. Son muchos los motivos por los que todos los días elijo la distancia y todo lo que eso implica -bueno y malo-. 

Pero en los últimos días, he visto una nueva ventaja de la distancia. Y es la distancia que me regaló Open-Boy. Y con la distancia, su silencio que tantas veces he odiado y que hoy -tanto tiempo después- a veces todavía duele. Resulta que tengo un muy buen amigo que anda en la terrible situación de terminar algo que nunca tuvo nombre pero que era algo profundo en su vida. 

Mi amigo, anda sintiendo lo mismo que sentía yo en los días de tristeza por Open-Boy, que la persona de la que se tiene que despedir, es la persona con la que él debe estar. Que entre los dos hay algo grande, algo que vale la pena y que todo es mejor cuando están juntos. Por muchos motivos, algunos explicables y muchos más que él no terminará nunca de entender, no pueden estar juntos. 

Pero a diferencia mía, él tiene que verla todos los días. Hacerse fuerte cuando la ve, asumir que cerca no significa juntos y lidiar con una realidad compartida. Entonces todo es más difícil. 

Y cuando mi amigo me cuenta estas cosas, yo agradezco profundamente que Open-Boy se fue y nunca regresó. Que nunca ha escrito y que solo sé que existe cuando soy débil y cyberstalkeo lo poco que me deja ver. 

La distancia y el silencio que tantas veces he odiado y llorado, en realidad fue lo mejor que me pudo pasar. Nunca tuve que verlo seguir con su vida, nunca tuve que ver que a él también le dolía no tenerme, o peor, nunca tuve que ver que a él no le dolía no tenerme. Es cierto que me ha costado soltarlo, que los días pasan y aún hay noches en que sueño con él, cosas que me lo recuerdan, minas emocionales que me vuelven a romper el corazón. 

Pero también es cierto que he tenido el espacio para salir con otros, para hacer mi vida como quiero (o como pude, cuando el dolor era demasiado) sin tener que pensar qué le estaba mostrando a él e incluso he podido ver a nuestros amigos en común sin tener nunca el miedo de encontrármelo. 

Claro, hay noches en que me pregunto qué hubiera pasado si viviéramos cerca. Como alguna vez escribí, tal vez la razón por la cual otras historias de amor se resuelven es porque al seguir el uno en la vida del otro, el amor al final vence las dificultades y se puede estar juntos. Pero cuando llegan esas noches, recuerdo que él no era para mí, que yo necesito a alguien diferente, alguien que sepa amarme, que me elija y con quién la vida sea algo feliz. 

Hoy, cuando siento que tengo eso, agradezco su silencio, agradezco nuestra distancia, porque sé que si no fuera por eso, probablemente nunca hubiera terminado de soltarlo y entonces no hubiera tenido los brazos abiertos para todo lo que vino después. 

 


martes, 26 de junio de 2012

Blandita once again

El domingo fui a recoger mis cosas a la casa de Mr. M. Fui sin saber qué encontraría. Una pequeñisima parte de mí tenía la esperanza de encontrar una nota, un libro, un último mensaje de él. Pero eso lo hubiera hecho el primer Mr. M, ese del que yo me empecé a enamorar. El verdadero Mr. M, se limitó a dejar con su portero la bolsa con ropa que yo dejé la última vez que me quedé en su apartamento. 

Yo en cambio necesité dejar algo de mí. "Terminar bonito" como bien recordó Pollo. Así que le dejé una nota, escrita en un papel del libro que me regaló cuando fue a Los Ángeles y que además de decir el cliché de "te deseo lo mejor" le aclaraba que tenía razón. You were right. Para ser más específicos. 

Y es que he was right. No funcionábamos como pareja, no íbamos a lograrlo y era mejor terminar las cosas en ese momento. 

Pero hoy me doy cuenta que el cariño incomoda. Porque por más que yo sepa que todo es mejor, que yo ya había empezado a desencantarme del que él es realmente... Extraño tenerlo cerca. Y hoy cuando el Tweetdeck me hizo una mala pasada al mostrar un twitt de él (vuelvo a odiar la tecnología) se me espichó el corazón y me dieron ganas de meterme debajo de mi cama. 

Uno debería tener derecho a las vacaciones emocionales. Porque yo lo que necesito es unos días en la playa o en Bogotá, o caminando por algún pueblo desconocido de México. Anywhere but here. Ando grinch, neurótica, blandita y con la sensación de que si me molestan de más voy a entrar en un ataque histérico del que no podré recuperarme de manera honorable.


viernes, 22 de junio de 2012

C'est fini

¿Qué es lo que estoy sintiendo?

Hoy he pasado de un sentimiento al otro. Extrañamente en mí... no he llorado. 

Tengo tristeza de sentir que pudimos haber sido algo grande... Me duele sentir que él se mostró como alguien que en realidad no era. Y aunque sé que no lo hizo para herirme, esto también me genera rabia. Pollo me preguntó si fue una sorpresa que terminaramos. La verdad no. Y aunque ayer fue una conversación extremadamente triste donde me dijeron algunas de las cosas más dolorosas que haya oído... tuve que aceptar que eran ciertas. Que somos muy distintos, que vemos la vida de forma diferente, que cada día aparece un nuevo muro entre nosotros y que para qué seguir dándonos contra las paredes. 

Él ve ciertos muros que para mí no son graves. Pero yo me había negado a ver los que para mí sí son complicados... que a él no le gusta viajar, que un fin de semana de paseo no es motivo de felicidad, que no contempla su vida por fuera de esta ciudad... Que no habla y que se abruma y termina explotando sin decir nada. Que dejó de ser (o nunca fue) el niño que a la semana y media me dijo que me quería, que me llamaba a decirme que le hacia falta y que quería compartir su mundo conmigo, para convertirse en ese que es distante, que no dice las cosas, ese con quien la vida se convirtió en un drama, donde yo me sentía insegura, needy y confundida.

So of course I miss you and miss you bad 
But I also felt this way when I was still with you

Y entonces hoy me desperté sabiendo que vuelvo a lo mismo de siempre. Sola. A lo largo del día me he dado cuenta que  me pesa profundamente perder la compañía, el tener planes para los fines de semana y ese a quién contarle mi día. ¿Cómo es que eso es lo que más me pesa? Eso que tan poco tiene que ver con lo que él es como persona. ¿Lo quiero a él o la compañía que él me daba? ¿Por eso no estoy tan triste? 

¿Al final el tema es que me dio en el ego porque yo lo quise más de lo que él me quiso a mí? Porque no voy a negar que me duele saber que probablemente él tiene menos sentimientos que yo respecto a esta situación. Que él no tiene el hueco en el estómago que tengo yo. Y entonces me acuerdo de esa entrada de Solterica donde dice

Siempre que termino con un tipo y empiezo mi proceso de esperar a que el sistema procese la solicitud de baja, me siento un poco estúpida de ver que para el otro fue una cuestión de 30 segundos. Más que estúpida me hace sentir psicótica. Me pregunto si no habrá sido todo un delirio mío, si la relación estaba solo en mi imaginación y si en realidad esas conversaciones que creí haber tenido con el tipo las tuve con las voces de mi cabeza esquizofrénica, o esos recuerdos son parte de la alucinación.  Si no, ¿cómo más se puede explicar que el tipo que hace dos semanas era supuestamente feliz conmigo ahora se porte como si acá no hubiera pasado nada?

Y sí. Eso es un poco lo que siento. Que al final, le vale huevo. Y que por qué a mí no. Porque aunque este tranquila, aunque me pregunte si lo que voy a extrañar es la compañía y no a la persona, aunque mi cabeza me diga que maybe it was for the best... no voy a negar que lo quiero y que me duele perderlo. Y que me hubiera gustado que todo fuera diferente, que nuestros muros no fueran tan pesados y que el hombre del que yo empecé a enamorarme... siguiera por ahí, cerca de mí.