Colombiana ya no tan perdida en el DF, habitante de la Condesa, disfruto caminar entre la gente.
Suelo viajar con una maleta donde invariablemente hay más libros que camisetas. La única razón por la cual puedo ahorrar es para viajar y en este momento estoy soñando mi siguiente viaje largo. Creo en el poder de la escritura como método de salvación personal y tengo una gata que no sabe expresar su cariño.
Independiente, me gusta ir a cine sola y ya no me da pena aceptar que cuando no quiero cocinar como alverjas (chícharos) directamente de la lata. Nunca me he pintado las uñas de los pies, no como nada que nade o flote en el agua y odio a los que me juzgan por el tema.
Desde hace meses emprendí una cruzada por vivir la vida que quiero y hasta ahora me ha dado muy buenos resultados. Estoy aprendiendo a vivir en una relación abstracta donde tenemos la libertad de hacer nuestras propias reglas.
He pasado la mitad de mi vida en terapia y aún sueño con lo que quiero ser de grande.
Vivo en un departamento de 4 habitaciones. Dos de ellas ocupadas por las roomies originales quiénes idearon el plan de vivir juntas y rentar los otros cuartos. En el otro cuarto, han vivido 3 niñas desde que yo llegué. La ex-roomie, la otra roomie y la nueva roomie. La ex-roomie pronto se convirtió en una gran amiga y compañera de increíbles, como la exploración a Xilitla. La otra roomie fue una niña con la que a duras penas conviví y que nunca terminó de caerme del todo bien. Y ahora hay una nueva roomie. Que viene con otra energía y que me cae increíblemente bien. Que nos ha recordado a las roomies, que convivir es una gran idea. Que es mejor salir a la sala que estar cada una encerrada entre su cuarto.
Este fin de semana estaba cansada. Ayer llegué a mi casa con ganas de meterme entre mi cama y dormir horas y horas. Y luego de relajarme un buen rato, salí para encontrar en la sala a la nueva roomie, su novio y un amigo. Jugando RummyQ, tal vez el único juego que a mi familia le gustaba durante mi infancia. Así que terminé jugando feliz con ellos, recordando las jugadas que aprendí a hacer y riéndome feliz.
Hoy, Belly-dancing, otra de las roomies, cocinó y me invitó a comer con una amiga de ella. Y por la noche hubo un segundo round de RummyQ. Lo fantástico de la convivencia es que pude pasar la tarde echada en mi cama, sin hablar con nadie, durmiendo televisión. Y cuando quise socializar, fue cuestión de solo abrir la puerta. Maravilloso.
Y es que hoy no tenía tantas ganas de socializar. Por eso valoré tanto mi espacio de soledad en la tarde. Resulta, y aquí entra la segunda parte del título de esta divagada, que hoy era la última oportunidad que le iba a dar a novio-número-dos. Desde que llegó sólo lo he podido ver una vez en aquel almuerzo mítico. Nunca más se ha podido. Cuando llegó me llamó. Pero nunca más lo ha vuelto a hacer. Siempre soy yo. Y la que le dice que nos veamos, siempre soy yo.
El otro día lo llamé a decirle que nos vieramos y me dijo que no. Luego se colgó la llamada y la conversación murió. Asumí que se había quedado sin batería, pero nunca hubo un oye lo siento. Esta semana lo llamé a saludarlo y acordamos que haríamos algo este fin de semana. Luego le marqué un día para confirmar porque se estaba armando algo para hoy... no contestó. Le dejé un mensaje que nunca respondió. Ayer lo llamé y no contestó. Hoy fue lo mismo.
Ya sé que es muy triste que lo haya intentado tantas veces. Honestamente con él no me importa qué piense de mí. Si quiere creer que soy intensa, triste y/o patética, que lo haga. Ya hay demasiada historia como para que me afecte. Y si lo intenté tantas veces es porque por un lado es alguien a quien siempre voy a querer... y por el otro, es alguien de la casa, alguien de Colombia a quién no hay que explicarle los chistes, los dichos... y además, es de las personas que en algún momento de la vida llegó a conocerme tal cual como soy. Así que era fantástica la idea de tenerlo cerca en este lugar que habito.
Pero no le interesó. Pollo dice que él me tiene miedo y siempre va a tenerlo. Y la verdad es que él es alguien más práctico a nivel emocional que yo. No se desgasta. Y hoy en día tiene su vida armada, su novia con la que vive y su rollo echo. A lo mejor mi presencia en su estancia en México no le aporta nada.
Pero yo hubiera querido que eso fuera distinto. Finalmente con él ya no hay rollo amoroso, lo veo y ya no produce ni dolor, ni emoción mariposa ni nada. Es ver a un viejo amigo, cuyo recuerdo quiero profundamente. Y eso es algo que no tengo en mi vida diaria. Pero en la medida en que no lo tengo... no voy a desgastarme más intentándo tenerlo. Me dedicaré a continuar haciendo mis cosas, en este esfuerzo por estar bien emocional, física y profesionalmente.
Un domingo por la tarde, mi ex roomie me contó que se iría de paseo por algunos de los lugares que no conocía de México. Iría a Zacatecas, a Real de 14 (efectivamente así se llama y el gentilicio es catorceños) y otros pueblos. Y a Xilitla. Donde hay un castillo surrealista. Inmediatamente me pegué al plan. No me importó que el sitio quedara a más de 8 horas de distancia y que yo no tuviera vacaciones. Tenía que conocer el castillo surrealista. La ex roomie aceptó feliz que yo me fuera con ella, me indicó el nombre del pueblo más cercano a donde llegar y nos despedimos con la promesa de vernos en 15 días.
Los 15 días pasaron y para el momento en que yo me iba a ir ya había olvidado cómo se pronunciaba Xilitla. Y es que en México la X es un problema serio. Nadie me ha podido explicar cuál es la regla, porque en algunos casos la X suena como la X que nosotros conocemos, en otros es una J y en otros es una Sh. Así una de las estaciones del metro que yo estaba convencida se pronunciaba Sola (Xola) en realidad se dice Shola. Por tanto, cómo era el nombre? Jilitla? Silila? Shilitla? Ni idea. Y en cambio tampoco me acordaba de a dónde debía llegar. Y la Lonely Planet decía que no había rutas directas entre el DF y Xilitla. El viernes fue un día de estrés laboral permanente y yo llegué a la casa corriendo, a hacer la maleta y descubrir cómo carajos llegaría a un pueblo que no sabía pronunciar. Varios mensajes de texto con la ex roomie, llamadas a las empresas de buses y google ayudaron a que yo llegara a la terminal lista para tomar un bus a Tamazunchale. Pueblo tan poco importante que ni sale en Lonely Planet. Llegué allí a las 7 y media de la mañana con mucho sueño, de allí tomé un bus hasta la Y-griega (así se llama), un sitio que es básicamente una curva en la mitad de la carretera donde la gente cambia de buses. Y de ahí la buseta más vieja de la región que a 2 kms por hora me llevó hasta Xilitla donde por fin descubrí que se llama Jilitla.
Xilitla queda en el estado de San Luis Potosí. Y es MUY caliente. Y húmedo. Muy húmedo. Y además, está mal comunicado. Entre el pueblo y el castillo surrealista y principal atractivo turístico del lugar, no hay transporte público. Y entre los dos hay 45 minutos de caminata, empezando por calle pavimentada, siguiendo por carretera destapada y terminando en trocha llena de barro. La ex roomie insistía en que el lugar era increíble pero en silencio yo empezaba a creer que había cometido un terrible error al pasar mi fin de semana caminando por el infierno.
Y de pronto llegamos a la Casa Caracol. Nuestro hotel. Que si no fuera por la humedad, yo diría que es el paraíso. La Casa Caracol es un hotel ecológico, que prefiere no hacerse promoción para mantener el encanto y donde cada rincón tiene detalles. En el lobby los libros que los visitantes han dejado de regalo cuelgan del techo amarrados por ganchos, hay móviles por todas partes y hay una gallina que camina libremente por todo el hotel. Y a cambio de habitaciones tiene tipis. Para los que no sepan los Tipis son esas chozas indígenas que uno ve en las películas de vaqueros. Triangulitos con puntas de paja. Pero esta es la versión moderna donde en el interior caben 4 camas y hay luz eléctrica.
Pero el hotel sólo fue la mitad del encanto de Xilitla. Lo verdaderamente emocionante del pueblo es el castillo surrealista, construido por un escocés multimillonario llamado Edward James. El pobre James nació en una casita de 300 habitaciones, donde la familia era frecuentemente visitada por el rey Eduardo VII. Pero él no fue un niño feliz, su papá murió cuando tenía 5 años y su mamá nunca lo quiso. Pero aparentemente de algo le sirvió que nadie lo abrazara de chiquito, porque este niño se convirtió en un hombre extremadamente creativo. Dado que tenía muchísimo dinero, luego de estudiar Bellas Artes en Oxford decidió patrocinar distintos artistas, entre ellos a René Magritte quién llegó a pintarlo en 2 de sus cuadros (Aquí esta uno: http://www.artexpertswebsite.com/pages/artists/artists_l-z/magritte/Magritte_ThePleasurePrincipalPortraitOfEdwardJames1934.jpg). Dos de sus mejores amigos fueron Picasso y Dali, de quién también fue mecenas y quién también lo pintó en el cuadro “Cisnes reflejando elefantes”.
Como buen surrealista, James creía en el poder de los sueños y la importancia que éstos tienen en la vida de las personas. Alguna vez soñó que debía buscar un lugar en el mundo, donde pudiera hacer un jardín del Edén, lleno de mariposas, con orquídeas y ríos. Buscó este lugar intensamente hasta que alguien le contó que en Xilitla las orquídeas crecían silvestres. Y a Xilitla llegó. Inicialmente decidió hacer el jardín de sus sueños, trajo animales y plantas de distintas partes del mundo e inició su proyecto. Sin embargo, un buen día cayó una helada y lo destruyó todo. (Todavía me cuesta trabajo creer que en semejante infierno tan húmedo alguna vez heló, pero aparentemente es cierto). Deprimido por la destrucción de su jardín, James decidió crear algo que fuera resistente al clima y empezó a construir su castillo.
En su pequeño terreno de 40 hectáreas, que incluye una cascada, James construyó 36 estructuras de concreto y madera. Cada una tiene formas diferentes, escaleras que suben y no llegan a ninguna parte, serpientes con sombrero y flores de madera encerradas en habitaciones. James contrató obreros de la zona y no me imagino lo que debió ser explicarles por qué quería hacer estas construcciones tan absolutamente extrañas en la mitad de la selva. El lugar parece sacado de un viaje en ácido. Uno sube y baja por lo que parece un laberinto, encontrando formas y figuras sin sentido pero de total belleza.
La entrada al lugar nos costó 25 pesos y el pequeño boleto de papel por detrás tiene un aviso legal donde dice que cada quien entra bajo su propio riesgo, que los dueños no se hacen responsables de nada y que el caminar por las estructuras puede poner en riesgo la vida. Y es que a James no se le ocurrió poner media baranda en ninguna de sus construcciones, por lo que uno sube por escaleras que llegan a los 20 metros de altura y no hay de donde agarrarse. Para rematar la cosa, cuando entramos nos recordaron que por estar en la selva es sumamente peligroso tocar las paredes, las cuales están llenas de arañas, gusanos y ciempiés venosos.
Para mí la peor de todas fue la primera. Yo que le tengo pánico a las alturas pero que no por eso dejo de treparme en cuanta cosa me asusta, terminé subida en lo que James llamó “La escalera de la vida”. De acuerdo a Lore, la construcción mide más de 20 metros. Yo sólo sé que era tan alto que estábamos por encima de los árboles y que un águila volaba frente a nosotras. No pude hacerlo de pie. Al notar que no había nada de donde sostenerme, hiperventilando me senté. La ex roomie, que la noche anterior ya se había trepado a esta cosa, me tranquilizó diciendo que viera al frente y me olvidara del águila que revoloteaba en mi cabeza. Y cuando creí que lo peor había pasado me enfrenté a una especie de caminito de concreto por el que había que pasar. Pero este caminito era una simple loza entre dos columnas a muchos metros de altura. Y de nuevo no hay nada de donde agarrarse. Sudé, ya no por la humedad (que estoy segura no ayudó) y traté de respirar. Co la mirada fija en los ojos de la ex roomie tomé su mano y di los pasos con pánico. Llegué al otro lado y decidí que esta misma semana me meto al psiquiatra. No puede ser normal que yo utilice mis fines de semana, mi único momento de relax, haciendo las cosas que más pánico me dan, pagando por hacerlas y considerando que es una gran idea hacerlas.
Después de esto, y sintiendo que ya estaba segura porque estaba a 15 metros de altura en un cuarto que tenía letreros que decían allí no debía haber más de 10 personas al mismo tiempo ya que era una estructura muy frágil, pero al menos ya no veía el suelo a lo lejos, seguimos recorriendo el lugar. Y con cada paso que di me enamoré más de este lugar, quise ser multimillonaria y crear mi propio universo surrealista y tener mi propia cascada.
El resto del paseo estuvo muy tranquilo, quisimos subir en tirolesa pero el guía prefirió emborracharse por el partido de México – Argentina, así que nos dedicamos a leer, relajarnos en la hamaca y tener sueños surrealistas.
La semana pasada fui a tomar un café con la ex-roomie. Y luego de comentar el status de Abercrombie, hablamos de aquellos extraños personajes con los que me he topado. Y por algún motivo le conté la historia del Gringo.
Luego de reirse de mí por salir con semejante personaje, la ex-roomie llegó a la conclusión más inteligente sobre el Gringo. Él debía sufrir en algún grado el síndrome de Asperger. Hasta donde yo sabía este síndrome es una forma leve de autismo. Y la verdad la explación hacía mucho sentido. Al Gringo no se le daba lo de la empatía, no podía relacionarse fácilmente y era un obsesivo de la rutina.
Al día siguiente, en un rato libre divagué en internet y terminé en la página del Síndrome de Asperger de Wikipedia... y encontré la descripción perfecta del Gringo:
"Las personas con síndrome de Asperger no son empáticas; se puede decir que tienen una especie de "ceguera emocional". Las personas con SA en general son incapaces de "leer entre líneas", es decir, se les escapan las implicaciones ocultas en lo que una persona le dice de forma directa y verbal".
Y más adelante dice: "Estas circunstancias conllevan numerosos problemas durante la infancia y la vida adulta. Cuando una maestra pregunta a un niño con Asperger que ha olvidado su trabajo escolar "¿Qué pasa, tu perro se comió tu tarea?", el niño con Asperger permanecerá silencioso tratando de decidir si debe explicar a su maestra que él no tiene perro y que además los perros no comen papel. Esto es, el niño no comprende el sentido figurado de la pregunta o no puede inferir lo que la maestra quiere decir a partir de su tono de voz, postura o expresión facial. Ante esto, y la falta de detección del SA, desgraciadamente la maestra podría concluir que el niño es arrogante, insubordinado o “raro”."
Y si... claramente yo concluí que el gringo era Raro! Finalmente él se había confundido cuando dije que reencarnaría en cepillo de dientes y me preguntó si yo creía en la reencarnación en objetos inanimados. Lo cual es el equivalente al... los perros no comen papel.
Así que tal vez después de todo, el Gringo no era psicópata, tan sólo tenía un Síndrome... lo cual sigue sin explicar por qué un personaje de esas características llega a mi vida y yo salgo con él
Como dice un amigo, de debajo de qué piedra los saco???
El año pasado cuando todo parecía indicar que volvería a Colombia, mi psicóloga me ayudó a aceptar la situación diciéndome que volver significaba la oportunidad de encontrar gente similar a mi. Me convenció que no pasaría mis días viendo a mis amigas casarme, yendo a showers y conociendo bebes.
El tiempo ha pasado y yo me quedé un rato más por aquí. Y ahora pienso que he debido seguir su consejo sin importar el país en dónde este. A veces me atoro en el mundo en el que me muevo, donde todo parece indicar que sólo hay una forma de vivir la vida. Trabajar en oficina, con horario fijo, novio fijo, matrimonio. Bodas grandes. bebes pronto.
Y no es que yo no quiera casarme. Anhelo una pareja profundamente. Y eventualmente me gustaría tener hijos. Y lo del trabajo con horario fijo no es exáctamente ajeno en mi vida. PERO yo quiero otras cosas. Yo quiero seguir viajando, prefiero irme a vivir con alguien a casarme, no sueño con una boda enorme y un cura autorizándome a vivir con la persona que quiero. Y creo que todavía me falta mucho para pensar en reproducirme.
Tal vez sean mis commitment issues hablando por mí. Pero esa es la forma en que hoy veo la vida. Me cansa abrir el Facebook y encontrar que una más de mis amigas esta comprometida, embarazada o casada.
Y entonces ayer salí con mi ex-roomie. Que también es soltera. Que es mayor que yo y no esta buscando casarse. Que se va ir a vivir a Canadá en unos pocos días. Y recordé que hay gente como yo. Que no todo el mundo esta en el mismo canal. Que simplemente es cuestión de buscar a esos que tienen intereses como yo y donde no voy a sentirme tan extraterrestre.
La pregunta ahora claro es: ¿y dónde los encuentro?
Este blog es un espacio para pensar sin editarme. Para escribir sin tener un lector en la cabeza. No recibo críticas destructivas ni comentarios antipáticos. Este es un espacio para mí.
Son bienvenidos y anhelados los consejos, ideas, sugerencias y abrazos virtuales.