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viernes, 13 de mayo de 2016

La tradicional lista de deseos de cumpleaños

Tras mi entrada de la semana pasada, he estado pensando mucho en qué debería escribir ahora. Han sido días buenos y muy felices. Así que creo que desde este lugar es momento de hacer mi lista de deseos de cumpleaños: 
  • La constancia de volver a escribir. Más cuentos, más historias, más entradas y muchas más páginas de Las Dos Hermanas. El valor de escribir esa otra historia que ronda en mi cabeza. 
  • Muchos más viajes. Conocer lugares nuevos. Y broncearme un poco, ya estoy transparente. 
  • Muchas muchas horas de sueño. Muchas. 
  • La capacidad de reconocer la felicidad y no tenerle miedo. Callar de una buena vez a mi monja interior que de verdad lo único que hace es joderme la vida: "y ahora que ganaste la última batalla, ¿qué vas a hacer con el terreno que conquistaste? y si ahora empezamos a joder por algo que ni nos interesa?"
  • El paseo al nevado de Toluca que sigo esperando. 
  • Que Ginebra deje de botar tanto pelo. 
  • No tener que volver en mucho, MUCHO tiempo al dentista. 
  • Cuidarme más, comer bien, estar con mis amigos que me llenan el corazón y darme los espacios para mí. Leer más. Volver a hacer yoga. Reírme mucho. 
  • Que los dueños de mi depa por fin se animen a arreglar la humedad de la sala (qué adulta soy... realmente deseo eso)
  • Más clientes que me reten y me permitan aprender mucho. 
  • Experiencias que me saquen de mi zona de confort y que me hagan sentir viva. 
  • Proyectos nuevos. 
  • Que se arreglen todos mis líos hormonales. De una buena vez. 
  • Muchas mañanas en Shakespeare. Más domingos felices, cenas inesperadas, todo el cine y el placer del desayuno en la cama. Ante todo, que sigamos siendo muy felices. 
  • Días buenos para Adri (y para todos los que quiero, obvio, pero hoy sí que lo deseo para ella)
  • La capacidad de mantener mi temperatura estable toda la noche y no andar quitándome y poniéndome cobijas todo el tiempo. 
  • Soltar. Soltar a los que me hicieron daño, a los que con sus inseguridades han entorpecido mi vida, a los que no quieren mi bienestar pero que están cerca porque me cuesta ponerles distancia. 
  • Muchas horas de arrunche. 
  • Unos audífonos nuevos para el iPhone. Y ya que estamos en esto, un nuevo iPhone. 
  • Y bueno, como siempre... vestidos bonitos para seguir caminando.  


lunes, 16 de septiembre de 2013

Malditas hormonas

Yo siempre he sido vulnerable a mis hormonas. Una vez al mes como mínimo, amanezco sensible y puedo llegar a llorar viendo un anuncio de televentas. Quisiera que no fuera así, pero lo es. Y aunque trato de cuidarme, de racionalizar las cosas, de decirme que no es tan grave.. Pues la verdad es que son días donde todo me afecta un poco más. 

Si la depresión es el Bell Jar de Sylvia Plath, las hormonas en mi caso son subirle el volumen a las emociones negativas. Porque eso sí, no es que una vez al mes yo pueda reírme con más entusiasmo del que toca. Pero si me emputo con más entusiasmo, la paranoia me convence de que el mundo conspira en mi contra, la ansiedad no me deja dormir y volvemos a que lloro con más facilidad que un bebé. Y no es que todo sea al tiempo. No. Tampoco soy una loca psicópata. Pero si hay un día en el mes en el que yo me pongo brava por nada o lloro por cualquier idiotez, es el día que estoy hormonal. 

Así hoy de malas porque trabajé todo el día en uno de los únicos 3 puentes que hay en este país en vez de andar de paseo. Y tengo más ansiedad de la que debería por temas laborales que al final, ni son mi tema. Y me enfurrusqué más de lo que quiero aceptar cuando me dejaron metida. 

Y me dolió más cuando el personaje en cuestión hizo los chistes que siempre hace. Porque eso es él. El que hace chistes y usa el humor negro para todo. Es un gran componente de su atractivo. Pero hoy no. Hoy me duele, me cansa, me aburre, me frustra y de nuevo, me duele, que todo tenga que ser un chiste negro. Que todo tenga que ser en negativo. Que no pueda decir a nada que sí a la primera. Que le de pánico conocer a mi mamá y se esconda en el miedo. Que hoy no este en mi cama arrunchándome. 

Y sé que mañana amaneceré bien, que me gustará que me haga chistes, entenderé que no conozca a mi mamá y sabré que me hace muy feliz siendo cómo es. Pero nada es perfecto y las cosas que en los días normales no son graves... en estos días hormonales, son pequeñas grandes tragedias que duelen.