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viernes, 16 de diciembre de 2016

Love is out there

El otro día estaba hablando con mi mamá y le dije que este año ha sido una mierda. 

Y es que lo ha sido. 

Y me voy a permitir ser egoísta. Entonces no voy a hablar de Trump. O de Siria. O de cómo ganó el No y yo pasé lo que ha debido ser una tarde feliz, llorando. Y no quiero ni recordar la tristeza de Orlando. O pensar en Viviane Morales y su cruzada en contra de la realidad. O del hecho de que hay gente que cree en lo mismo que ella. Ni hablaré del resto de las cosas feas que pasaron en el mundo. 



Hablaré de mí. 

Fue un año feo por cosas muy profundas. Porque físicamente lo menos grave que me pasó fue que tuve una endodoncia que no funcionó a la primera así que tuve que pasar muchas horas en la silla del dentista y muchas más adolorida. 

Porque lo que todo el mundo me prometió que sería una cirugía sencilla, fue mucho más complejo y doloroso de lo que jamás pensé. Quiero pensar que va a llegar el día que se me olvide lo horrible que fue despertarme gritando del dolor después de la operación. Que eventualmente se me pasará la tristeza de que mi mamá no haya venido. Que la sensación de vulnerabilidad se me va a pasar. 

Fue un año de mierda porque una de las personas a las que más quiero en la vida esta enferma. Y es grave. Y prefiero no pensar en lo que puede pasar porque no puedo pensar en un mundo donde ella no esté. Y yo estoy lejos y esto me ha hecho odiar y cuestionar la distancia, preguntarme por qué es que necesito vivir lejos, por qué me vine aquí. Y fue un año de mierda porque su enfermedad le cambió la vida a toda mi familia, le ha generado una tristeza a mí mamá que no sé cómo quitarle y ha roto lazos que no sé si se pueden rehacer. 

Y uno pensaría que eso es más que suficiente pero hubo muertes que no nos esperábamos. Porque 2016 y 2016 es una mierda. 

Pero entonces al día siguiente de hablar con mi mamá, vi el video de Google del resumen del año. 


Y resulta que sí. El amor siempre estuvo por ahí y seguirá por ahí. 

Y este año tuvo grandes momentos. Bailar y gritar a todo pulmón con mi papá en el concierto de los Rolling Stones es uno de los momentos más felices de mi vida. Y no puedo olvidar que empecé el año profundamente feliz abrazada al Sr Gelatina (al que habría que conseguirle nuevo apodo porque y ano somos gelatina) cumpliendo mi sueño de llevarlo a Colombia a que viera de dónde vengo. 

Hubo conversaciones increíblemente largas y profundas con Adri, las cuáles me recordaron que el amor es más grande que la distancia y que no todas las amistades se pierden, que soy tan importante para ella como ella lo es para mí. 

Tuve el valor de tomar el reto más grande de mi carrera y aunque aún no sé a ciencia cierta cómo terminará la historia, todo lo que he aprendido en estos meses y el hecho de estar haciendo cosas que nunca había hecho, ya hace que valga la pena. Y tengo la sospecha que este nuevo camino será determinante para mí. O al menos eso espero. 

Y aunque como en cualquier relación hubo días buenos, días malos, días increíbles y otros horribles con el Sr Gelatina, este año siento que tantas tantas cosas se consolidaron entre los dos. Hoy somos mucho más que hace un año y eso es increíble. Y cortesía de mi vesícula defectuosa, vi un amor, compromiso y dedicación que nunca pensé que tendría en la vida. Jamás pensé que alguien me iba a amar tanto como para cuidarme como él me cuidó. 

Y sí, fue un año horrible para mi familia y por tanto para mí en esta distancia. En muchos sentidos me recordó aquel 2009 cuando literal hasta se murió mi gata. Pero hubo una diferencia enorme. 

Yo ya no soy la estudiante que no puede ir a estar con su familia. 

Ahora soy la profesional exitosa y por tanto pude no solo ir a la boda de mi prima, sino que pude darme el lujo de ir 72 horas a Bogotá a abrazar a mi tía. Porque love was out there y yo ya podía hacerlo. Porque no importa que mi mamá ya no viva en Bogotá, Adri me da una casa y un lugar donde respirar. Porque mi mamá fue a Bogotá para abrazarme y vivir el momento conmigo. 

Entonces no puedo decir que el 2016 fue un buen año. Pero tampoco creo que fuera una mierda. 

Y como todo en la vida, este año también pasará. Y me quedarán los recuerdos, algunos dolores y muchos aprendizajes. Hoy elijo además, intentar quedarme con el recuerdo del momento en que me paré bajo la cascada de Hierve el Agua y como en ese instante, todo lo que podía sentir en la vida era felicidad. 







lunes, 16 de diciembre de 2013

Apostarle a la esperanza

La esperanza siempre es complicada de manejar. Al menos en mi caso. Puedo tener todas las señales en contra y siempre hay una esperanza de que a lo mejor todo será distinto y las cosas saldrán como yo quiero. 

Por la esperanza me he quedado en lugares donde no debería, no he podido soltar a personas que hace siglos no son parte de mi vida. El "tal vez" me ha hecho seguir por años en cosas que no tienen sentido. 

Y anoche le aposté a la esperanza. Pero esta vez, le apuesto a varias esperanzas a la vez. La primera, la más fuerte, es la esperanza que me tengo a mí misma. A que ya llegué al límite y estoy haciendo las cosas diferentes. Hoy creo en que puedo poner límites y que eso es sano para mí. SI en el camino pierdo lo que más quiero, esta bien porque yo estoy primero y eso es lo que importa. Ayer me sorprendí siendo inflexible a la hora de pedir lo que siento debo recibir. O el Sr Gelatina me da más de lo que hasta ahora me ha dado y se esfuerza por hacerme feliz, o yo me voy así mi corazón se rompa. Y aunque estaba la tentación de dejar que todo siguiera como ha sido, con tal de que dejara de mostrarme lo triste que estaba, recordé que primero estoy yo y que no voy a volver a sentirme poquito. 

Luego esta la esperanza en él. Ayer vi facetas de él que jamás había visto y lo acompañé a darse cuenta de todo lo que sus issues le impedían ver. Y decidí abrir el espacio para ver qué pasa ahora que él ha visto todo lo que somos. Hoy tengo la esperanza de que lo que él vio y el miedo que sintió ante la posibilidad muy cercana de perderme, se traduzca en un verdadero cambio. En una relación más sana para mí y una posibilidad más grande para él de recibir todo lo que en su vida se ha negado. 

También tengo la esperanza de que mis planes se concreten y yo pueda conjugarlos con lo que ayer se definió. 

Sé que va a doler. Al final, no hay manera de conciliar lo que cada uno quiere para el futuro a largo plazo. Ayer por primera vez en mi vida acepté que en este momento, para mí el amor esta primero que todo. Hoy sé que lo que tengo no existirá en el futuro pero en realidad quiero darle la oportunidad a ver cómo se dan las cosas de aquí en adelante. 

"Some love stories aren't epic novels, some are short stories But, that doesn't make them any less filled with love."

Ayer di un gran paso. Por primera vez dije todo lo que quiero, lo que siento, lo que me hace feliz, lo que me hace daño, mis sueños y mis miedos. Encontré que del otro lado había alguien que no sabía muchas cosas y que los dos habíamos estado actuando bajo creencias erróneas. La tranquilidad de decir mi verdad no se compara con nada y por fin puedo actuar sin la duda de "qué hubiera pasado si yo le hubiera dicho, si él hubiera sabido..." Ahora que la verdad esta sobre la mesa es momento de ver qué nos trae el futuro. 

Espero que no sea más de lo mismo. Pero también tengo la esperanza y la confianza en mí en que si nada cambia, yo ya lo he hecho y entonces ya no habrá ninguna duda y podré soltarlo sin miedo. Con todo el dolor de mi alma, pero sin la esperanza de que algo podría ser diferente. 





sábado, 9 de noviembre de 2013

El peso de la distancia

Hoy es día de locha, de ver tele, leer un rato y consentir a Ginebra. Y claro, de perder el tiempo en internet. 

Y mientras hacía eso encontré la foto de una amiga. La ya consabida foto de la mano con el anillo de compromiso. Mi amiga lleva años con el novio así que era algo que se esperaba que pasara. Lo que yo no esperaba era enterarme así. Mi amiga es alguien a quién quiero mucho pero a la que no veo hace años y con quién cometí una cagada de la que todavía me arrepiento. Así que no esperaba que me contara. La cosa es el novio. 

El novio durante muchos años fue mi mejor amigo. V. Algunos de mis recuerdos más felices están asociados a él. Algunas de las cosas más divertidas que he hecho en mi vida, las hice con él. Lo conozco desde que tengo 16 años. Pero con él la relación ha cambiado. Desde hace mucho nos alejemos. Él dejó de estar en mi vida en un momento en el que yo realmente lo necesitaba y algo se nos rompió. Pero ahí fuimos intentando recomponer las cosas y logramos lo suficiente para que yo lo considere alguien muy importante en mi vida. 

Hace unos meses vino, se quedó en mi casa y yo sentí que nos acercábamos. Pero hoy me enteré por Facebook que se casa. Así que tal vez no somos tan cercanos. Y hoy siento que es culpa de la distancia física que yo solita he puesto. Sé que hubo muchas cosas, que hubo discusiones, que él es él y él puso una enorme distancia. 

Pero hoy... una parte de mi se pregunta qué hubiera pasado si yo hubiera seguido en Bogotá. Si a fuerza de tener los mismos amigos nos hubiéramos seguido topando. A lo mejor hubiéramos vuelto a estar cerca, a realmente arreglar nuestra amistad. V era alguien a quién yo acompañaba a comprar ropa interior y condones en un momento de la vida... y hoy... hoy es alguien que esta muy lejos. 

Y me duele. Creo que siendo muy sincera conmigo misma, el peso de la distancia duele mucho más hoy porque hoy tengo esa duda de qué estoy haciendo con mi vida. Para dónde voy y qué quiero. Esa terrible sensación de que no estoy en el camino correcto para lograr lo que quiero. Y que después de 6 años, no estoy tan segura de qué es lo que tengo en México. Sí, tengo los logros profesionales; el haber hecho una vida... algunas amistades (algunas muy profundas); haber superado cosas muy difíciles, que a veces me parece solo he vivido porque estaba aquí... y un montón de gelatina que de nada me sirve. 

Entonces hoy me pregunto qué he ganado yéndome, dejando la vida que tenía, los amigos que más quería... he perdido amigos, he puesto distancia, he dejado de ir a cosas que realmente eran importantes... y hoy, hoy no siento que lo que hoy tengo a cambio, sea suficiente. 

Y a lo mejor siento todo eso porque es un día de hormonas, porque estoy cansada, porque llevo meses de trabajo intenso, de no ir a mis clases de escritura y no hacer las cosas bien. 

Pero a lo mejor no es solo eso.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Malditas hormonas

Yo siempre he sido vulnerable a mis hormonas. Una vez al mes como mínimo, amanezco sensible y puedo llegar a llorar viendo un anuncio de televentas. Quisiera que no fuera así, pero lo es. Y aunque trato de cuidarme, de racionalizar las cosas, de decirme que no es tan grave.. Pues la verdad es que son días donde todo me afecta un poco más. 

Si la depresión es el Bell Jar de Sylvia Plath, las hormonas en mi caso son subirle el volumen a las emociones negativas. Porque eso sí, no es que una vez al mes yo pueda reírme con más entusiasmo del que toca. Pero si me emputo con más entusiasmo, la paranoia me convence de que el mundo conspira en mi contra, la ansiedad no me deja dormir y volvemos a que lloro con más facilidad que un bebé. Y no es que todo sea al tiempo. No. Tampoco soy una loca psicópata. Pero si hay un día en el mes en el que yo me pongo brava por nada o lloro por cualquier idiotez, es el día que estoy hormonal. 

Así hoy de malas porque trabajé todo el día en uno de los únicos 3 puentes que hay en este país en vez de andar de paseo. Y tengo más ansiedad de la que debería por temas laborales que al final, ni son mi tema. Y me enfurrusqué más de lo que quiero aceptar cuando me dejaron metida. 

Y me dolió más cuando el personaje en cuestión hizo los chistes que siempre hace. Porque eso es él. El que hace chistes y usa el humor negro para todo. Es un gran componente de su atractivo. Pero hoy no. Hoy me duele, me cansa, me aburre, me frustra y de nuevo, me duele, que todo tenga que ser un chiste negro. Que todo tenga que ser en negativo. Que no pueda decir a nada que sí a la primera. Que le de pánico conocer a mi mamá y se esconda en el miedo. Que hoy no este en mi cama arrunchándome. 

Y sé que mañana amaneceré bien, que me gustará que me haga chistes, entenderé que no conozca a mi mamá y sabré que me hace muy feliz siendo cómo es. Pero nada es perfecto y las cosas que en los días normales no son graves... en estos días hormonales, son pequeñas grandes tragedias que duelen.