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viernes, 10 de abril de 2015

¿Y ya viven juntos?

Uno de mis caballitos de batalla con el Sr Gelatina era que yo quería que eventualmente nos fuéramos a vivir juntos. Y él (por supuesto) no quería. Y yo (por supuesto) no entendía por qué. Esto era un motivo de frustración y miedo en la relación porque era claro que iba a llegar el día en que yo no aguantaría más que no viviéramos juntos y la cosa ya no iba a funcionar. 

Un día le conté a la psicóloga el tema y le lloré que yo qué hacía si él no quería que viviéramos juntos y ella me preguntó que cuáles eran mis motivos para irme a vivir con él. Y uno esperaría que dado que eso era tan importante para mí que yo tuviera mi lista de motivos perfectamente clara... pero pues no. En realidad entre más lo pensaba, menos ganas me daban de vivir con él. 

Resulta que soy un ser increíblemente independiente y la idea de volver a convivir con otro ser humano en realidad me resulta aterradora. A mí me encanta pasar tiempo con él pero yo he descubierto que la gente me desgasta y que recupero mi energía cuando estoy sola. Valoro profundamente los días en que salgo de trabajar, camino hasta mi casa y luego llego a encerrarme y no hablar con nadie. 

Por otra parte, esta el hecho de que aún cuando somos muy parecidos y vivimos la vida de forma muy similar, hay algunos detalles donde somos muy diferentes y que en una convivencia nos generarían conflicto. Por ejemplo, no tenemos los mismos horarios y nuestros estándares de desorden difieren. Y honestamente no tengo ningún deseo de empezar a pelear porque me despertó para irse a trabajar o porque la cocina esta sucia. 

Y ante todo hay un tema... algo que yo disfruto mucho es el hecho de que cada vez que nos vemos es porque queremos, porque hay un motivo así sea simplemente echarnos a ver televisión. Algo que oigo mucho de las parejas que viven juntas es el "nos levantamos, corremos, salimos a trabajar y por la noche llegamos a dormir entonces casi que ni hablamos". A nosotros no nos pasa eso. Buscamos que los espacios que tenemos sean de calidad y que nos dediquemos el uno al otro. A pasarla rico y hacer lo que nos gusta. Y viendo en términos de cantidad, la verdad es que sí nos vemos muchísimo y hay una convivencia permanente. 

Sé que me estoy perdiendo de cosas que solo surgen cuando uno vive con la otra persona. Y a lo mejor llegue el día en que las necesite por encima de las que tengo hoy. Pero al menos en este momento, me encanta nuestra dinámica y la forma en que nos relacionamos. Creo que parte del éxito de mi relación es precisamente que cada uno tiene su espacio y su libertad. 

Pero eso no es algo tan fácil de entender para el mundo. Así como con el hecho de no querer tener hijos, no querer vivir con él me hace a veces un bicho raro. Y entiendo el conflicto, finalmente yo lo tuve mucho tiempo y mi monja interior me gritaba histérica que si ya no quería casarme y no quería reproducirme que al menos por favor fuera tan decente de vivir en pecado. Pero pues no. No siento que sea para mí y menos para nosotros. 

Y entonces vuelvo a tener que explicar cosas que no debería. Vuelvo a sentir que odio vivir en una sociedad tan cerrada a otras formas de vivir y de amar. No solo hay que casarse con alguien del otro sexo y tener hijitos, además hay que vivir en la misma casa, dormir en la misma cama, visitar a los suegros todas las semanas, no estar nunca con nadie más y vivir felices el resto de la vida. Y pues resulta que esto no le funciona a todo el mundo. 

Hay días en que me siento sola porque vivo rodeada de parejas mucho más tradicionales. Pero sé que hay un mundo entero de personas que eligen vivir su vida de forma diferente. Fui muy feliz oyendo un podcast sobre poliamor, no porque sea algo que yo quiera hacer en mi vida, sino porque me recordó que hay muchas personas que aman bajo sus propios estándares y reglas. 

Como yo. 











jueves, 19 de febrero de 2015

La vida que no fue

El fin de semana me fui con el Sr. Gelatina de paseo y nos quedamos en un hotel que era un club de golf. Y no pude evitar pensar en la vida que por un instante pude haber tenido. En otro universo hay una Lina que se casó a los 23 o 24 con el Ex, siguió levantándose temprano los domingos para ir a jugar golf, eventualmente accedió a dominar su pelo y tuvo los hijitos que el Ex soñaba tener. Quiero pensar que ni siquiera en un universo paralelo llegué a ponerme el aretico de perla que él soñaba que yo me pusiera pero no hay manera de saberlo. 

Estoy convencida que si hubiera seguido por ese camino, hoy estaría divorciada porque yo no estoy hecha para la vida que él quería. Pero una vez cada 487 días me pregunto por esa opción. Soy feliz con la vida que tengo, soy feliz en la relación en la que estoy y con la manera en que he hecho mis cosas. Eso lo tengo claro... 

Pero a veces, a veces pienso en las cosas que no pasaron y que probablemente no van a pasar. En esa casa con vista al lago, con un esposo, un perro, sin gato y unos niños. Tal vez es porque durante un breve momento de mi vida yo me convencí de que ese era el futuro que quería aunque por dentro supiera que no era así. Tal vez es porque por un momento confundí su sueño de una familia con la estabilidad emocional (que tampoco me proporcionaba) y a veces recuerdo lo bonito que sonaba ser parte de una familia como la que nunca tuve. 

El caso es que en estos días he estado dividida entre la nostalgia por una vida que no tuve y que no quiero tener y la felicidad de la vida que tengo. Entender que hay cosas que probablemente nunca van a pasar es difícil, incluso si no son las que quiero. Ayer me senté en un consultorio médico y tuve que oír que al parecer mi cuerpo esta de acuerdo con mi cerebro en que no quiero tener hijos y por tanto, 
-por lo menos por ahora- es algo casi imposible de que pase. 

Y sí, en efecto yo no quiero tener hijos. Lo he pensado y reanalizado muchas veces y la conclusión siempre es la misma. No puedo garantizar que en 10 años no me levante un día queriendo reproducirme como tampoco puedo asegurar que no voy a querer ser vegana (querido universo, por favor que no me de por ser vegana) pero digamos que en mis primeros 32 años he sido bastante consistente con el tema. 

Yo elegí no tener la vida de señora casada con niños, perro y mamivan. Yo elegí mi vida de expat que usa dr. martens en la oficina, tiene a Ginebra como única roomate y vive un amor donde nosotros creamos las reglas. 

Entonces no debería ser muy grave que me digan que es muy difícil para mí tener hijos. Pero lo es. Porque una cosa es que yo no quiera y otra que no pueda. 




sábado, 1 de marzo de 2014

Hoy me doy permiso...

Cuenta mi mamá, que un día cuando yo tenía como 12 o 13 años, me oyó hablando por teléfono con una amiga. Al parecer la niña en cuestión estaba frustrada porque su mamá no era cómo ella quería. Y yo siendo una buena amiga la estaba aconsejando. Dice mi mamá que lo que yo dije fue algo cómo: "Tienes que entender que uno tiene que aceptar a los papás cómo son, yo por ejemplo ya acepté que mi mamá nunca va a ser una señora de sastre, ella solo es un desastre". 

Sospecho que para mí mamá no fue tan chévere oír eso. Pero hoy, muchos años después, acepto que soy muy feliz de tener a la mamá que tengo y que en efecto, no sea una señora de sastre. Y claramente, siendo yo soy hija, tampoco lo soy. Es cierto que me disfrazo más que ella. Que de tanto en tanto, puedo irme a la oficina con tacones, peinada y con ropa de mujer seria. 

Pero se siente un disfraz. Y luego, cuando veo a esas otras mujeres, las de pelo perfecto, maquillaje impecable, con ropa que les combina, que no se arruga ni se mancha, de aretes que yo jamás consideraré ponerme... me acuerdo que yo no soy una de esas mujeres. 

Yo soy la que se disfraza ocasionalmente; la que se va a Playa del Carmen en un colectivo de 30 pesos y luego se queda dormida en la playa para despertarse como un camarón cruzado con dálmata porque el bloqueador se cayó a pedazos. Ya no soy la que se queda en hoteles de menos de un dólar la noche pero sigo siendo la que después de una semana difícil necesita quedarse todo el día entre su cama sin hablar con nadie. 

Y ya en este punto, acepto que jamás seré la mujer de pelo perfecto, uña pintada, aretico-de-perla y marido que le combina con los zapatos de tacón. Y casi todos los días, sé que soy feliz sin ser eso. Que de hecho, no podría ser feliz siendo eso. Porque a mí lo normal no me funciona. Ahora he estado viendo Scandal y hay ese análisis. Cómo hay personas que son normales y pueden vivir en su casa en los suburbios, tener un jardín, un perro y ser felices. 

Pero hay otros que no pueden. Que necesitan trabajos intensos, retos permanentes, disparos de adrenalina cuando uno menos se lo espera. Y amores diferentes. Relaciones que no se pueden encuadrar en la casa con jardín, el perro y la cena familiar cada noche.

Y sí, en efecto, yo soy de ese último grupo. Claramente sería más divertido si además yo trabajara con Olivia Pope y tuviera que resolver escándalos de la Casa Blanca. Pero en términos prácticos, soy de su grupo. Soy la que necesita retos, la que busca hacer las cosas a su manera así el mundo entero le diga que es mejor si sigue a los demás, la que se enamoró y terminó en una relación abstracta y única que le demostró que hay una felicidad profunda que viene de sentirse aceptada tal y cómo es.

Y entonces todo está bien, y en ese momento entiendo que lo que me resta es simplemente ir afinando los detalles, buscar retos que me obliguen a crecer, salir de la maldita zona de confort y seguir aceptando que soy feliz en la Gelatina.

Pero hay noches como hoy… luego de una semana difícil, donde sentí que el universo conspiraba en mi contra; donde cuestioné los motivos por los cuales estoy en donde estoy; donde odié ser la que siempre estará pensando si su vida sería mejor si estuviera en otro lado… donde lo extrañé todos los días y me odié por entenderlo y comprender que su vida es su trabajo y que ahí es dónde quiere estar… hoy me doy permiso para por una noche querer ser normal.

Hoy me doy permiso de querer no cuestionar la forma en que los otros hacen las cosas. Hoy quiero ser a la que no le duele sentir que el barco se hunde por falta de interés del capitán. Hoy me doy permiso de querer una vida más simple. Con un amor más simple, más estable y con quién no tenga que luchar tanto para que se den los espacios para poder estar. Hoy me dormiré queriendo ser la que es feliz con una vida normal y simple.


sábado, 15 de febrero de 2014

La felicidad se llama NYC


Y de repente, antes de que me diera cuenta, estaba caminando hacia el Four Points del Sheraton en Nueva York. Era viernes. Tan solo el martes anterior había tomado la decisión de que viajaría.

Me fui porque el Sr Gelatina me dijo que me fuera con él. Es así de simple. Uno de los grandes puntos de debate y frustración que había entre los dos era el hecho de que él no quería viajar conmigo. “Yo viajo solo”. Y de ahí no había chance de moverse. Incluso si a los dos nos encanta viajar o si cada vez que estamos juntos pasamos felices.

Pero las cosas han cambiado y los dos estamos tratando de hacer las cosas diferentes. Así, un domingo mientras él manejaba, casualmente me dijo que me fuera a NY con él a pasar su cumpleaños y a ver musicales.

Y con la ayuda de mi familia y de mis fantásticas amigas, conseguí desde el crédito para pagar en diciembre el boleto, los recursos para llorar de la emoción con Matilda y toda la ropa necesaria para no morir de hipotermia.

Tras muchos viajes sola, muchos de trabajo y algunos en compañía donde yo tomé la iniciativa de qué ver y qué hacer, en este jugué el juego de dejarlo a él decidir. Finalmente era el viaje que él había planeado y lo que yo quería era acompañarlo. La ventaja es que tenemos los mismos gustos así que fuimos felices caminando sin rumbo por Soho, descubriendo restaurantes españoles con meseros que para mi furia le coquetearon a él y no a mí y viendo muchos musicales.

Esta vez descubrí el Chelsea market donde se ve el cambio de la ciudad que pasó de tener un mercado de carne a un mercado elegantísimo con tiendas fantásticas, librerías muy chéveres y un restaurante italiano donde nos comimos el mejor postre del paseo.



Una de las cosas que más me gustan de NY son sus museos y esta vez solo fui a uno: el de historia natural porque el Sr Gelatina insistía en que quería ir para ubicarse en el mundo. Yo no entendía mucho el interés y precisamente por eso lo acompañé. Resulta que hay una exposición sobre las escalas del universo. Uno desciende un espiral donde muestran la gama de tamaños en el universo, desde las partículas más chiquitas hasta cosas enormes como las galaxias, el sol y en versión “chiquita” los planetas que rodean la tierra. Usando como referencia una esfera gigante que hay dentro del museo y donde pasan películas, le muestran a uno los tamaños relativos de las galaxias, las estrellas, planetas, células y átomos. En pocas palabras, logran que uno entienda que al final, uno es solo un punto diminuto e irrelevante en un inmenso universo. Como bien dijo el Sr Gelatina, uno se ubica en el mundo. Y aunque no creo que por solo ser algo diminuto en comparación con lo gigantesco que es el universo, mi vida y mis cosas dejen de tener importancia… si ayuda tener un poco de perspectiva y entender que al final, nada es tan grande como parece.

Y mientras pensaba en lo chiquita que soy, al mismo tiempo tenía que concentrarme en algo más chiquito pero que podía dañar el paseo en medio segundo: la nieve. Resulta que yo solo había visto la nieve una vez hace ya muchos años. Y entonces, pude ver un NY distinto. Uno muy frío, donde caerse es un riesgo permanente - para felicidad mía y crédito de las botas de Mariana y los consejos de Pollo, no me caí ni una vez – y donde todo se veía más bonito gracias a la nieve.



Estoy segura que si viviera en un lugar donde la nieve es algo que pasa todos los inviernos, llegaría el punto en que dejaría de ser tan emocionante. Donde los barriales que se arman en las calles, me molestarían y probablemente no aburriría al que va conmigo porque cada 3 metros digo “es que es muuuuuy bonito”, al ver esos paisajes de película.

Sin embargo, incluso si eso llega a pasar, nunca dejaré de recordar el momento más feliz del paseo. Y aunque suene extraño, fue el único momento en que no estuve con el Sr Gelatina. Una tarde nos separamos para que él fuera a ver un musical y yo me encontrara con unas amigas. Cuando estaba regresando para verlo, subí las escaleras del metro, miré hacia arriba y de repente la vi: nieve. Estaba nevando. Resulta que yo había visto la nieve pero nunca había visto nevar.

Fue un momento profundamente personal, uno para mí donde todo fue perfecto. La canción que en ese momento sonaba en mi iPod, la sensación de la nieve cayendo en mi cara, la calle lentamente cubriéndose de blanco y ante todo, la profunda felicidad de saber que en ese instante todo estaba perfecto en mi vida. Caminé sonriendo, tomé fotos y me permití tener ese momento solo para mí.

Llegué al hotel, dejé mis cosas y bajé de nuevo a la calle para seguir recordando lo fantástico que es cuando uno vive algo por primera vez. Porque al final, era eso. El tener la oportunidad de vivir algo maravilloso que nunca había vivido. Luego llamé a Adri porque finalmente, para que mi felicidad sea completa siempre es necesario compartirla con los que más quiero. Luego subí al hotel, escribí un rato y recordé que necesito escribir más, que es lo que me ha estado haciendo falta todos estos meses y que es uno de los motivos por los que siento que mi vida no es exactamente como necesito y quiero.



Al terminar de escribir, apagué las luces, me senté en el poyo de la ventana, amé que estuviéramos en un piso 25 y me dediqué a ver la nieve. La que caía en la calle, la que volaba frente a la ventana, la que cubría de blanco el estacionamiento del frente. 

Al día siguiente, nos levantamos temprano y fuimos a Central Park a caminar. A ver como ese lugar que para mí siempre ha sido fantástico porque es el punto verde de la ciudad, de repente era blanco. Vi la ciudad ser real, con la gente apurada sacando a sus perros a caminar, otros con sus cafés dirigiéndose al trabajo y disfruté ser la que era libre de ir al ritmo que quería, dejar que el Sr Gelatina tomara las 628 fotos de la misma fuente y poder simplemente ser feliz de estar donde estaba.

Pero el gran objetivo del viaje para el Sr Gelatina eran los musicales. Porque sí, él es ese heterosexual mítico que puede llegar a llorar de la emoción porque alguien canta en un escenario. Así que mientras él vio 5, yo vi 3 porque finalmente tampoco había tanto presupuesto en la vida. Juntos vimos Matilda, Book of Mormon y Kinky Boots. Y sigo sin saber cuál me gustó más, ya que cada uno en su estilo me fascinó.



Matilda era de los libros que me gustaba de niña y fue convertida en un hermosísimo musical, con una producción impresionante y un ensamble de niños a los que admiré y odié por no tener su talento. La historia es oscura, de una niña con papás que no la quieren pero que decide desafiar su realidad y cambiarla.

Just because you find that life's not fair, it
Doesn't mean that you just have to grin and bear it!
If you always take it on the chin and wear it
You might as well be saying
You think that it's ok
And that's not right!
And if it's not right!
You have to put it right!

But nobody else it gonna put it right for me!
Nobody but me is going to change my story!
Sometimes you have to be a little bit naughty!

Y luego estuvo Book of Mormon, de los creadores de South Park y el ejemplo perfecto de cómo ser completamente políticamente incorrecto. La agarran contra todos: cristianos, católicos, judíos, negros, blancos y por supuesto, mormones. Con todo y lo satírica que es… al final tiene una historia hermosa de aceptar al otro, de hacer amigos y de ver el valor en el otro. Eso sí, mientras Matilda me hizo llorar de la emoción con su lucha por tener la vida que quería… los Mormones me hicieron llorar de la risa con cada una de sus líneas negras y ácidas.

El recorrido musical terminó con Kinky Boots, una película que el Sr Geltina me había promocionado como si realmente recibiera regalías por ella. La historia es de un joven inglés que hereda la fábrica de zapatos de su papá y descubre que está totalmente quebrada. Por muchas vueltas de la vida, la única forma de rescatarla es hacer botas para travestis. Lo que más me gustó de la obra es que es el equivalente a un comercial de Dove donde promueven la belleza real. Todos los que actúan eran personas reales, con cuerpos reales solo que con voces increíbles y con capacidad profesional para bailar. La historia termina siendo sobre la importancia de aceptar lo que somos y lo que los otros son, como herramienta para el éxito en la vida y ser felices.

We would like to leave you with the Brice and Simon secret to success:
Alright, now we’ve all heard of the 12 step program, have we not?
Yes, but what you can do in 12, I want you to know that we all can do in 6 now, and it goes like this:
One: Pursue the truth
Two: Learn something new
Three: Accept yourself and you´ll accept others too!
Four: Let love shine
Five: Let pride be your guide
Six: Change the world when you change your mind!
Just be. Who you wanna be.
Never let them tell you who you oughta be.

Al final, creo que los musicales me llegaron tanto al corazón porque todos se conectaron profundamente con la idea del viaje. Era hora de atreverme a hacer algo diferente, a ser espontánea. A vivir la vida como la quiero vivir y ver que cuando decido hacerlo, las cosas fluyen, encajan y todo es posible. 



lunes, 3 de febrero de 2014

Better said than sorry

No soy una persona callada. Pero resulta que soy una persona que se calla muchas cosas. Las importantes, casi siempre. Pero estoy aprendiendo que esa no es la mejor estrategia para estar bien. 

Así en diciembre un buen día le dije todo lo que pensaba al Sr Gelatina. Como después contaría al relatar la historia de la casi-terminada, fue mi ventana para entender las películas de Jean Claude Van Damme. Esas donde le matan a la esposa, a la hija y le dejan el cadáver del perro en la puerta. Y como ya no tiene nada para perder, Van Damme se va a Rusia a vengar sus muertos. Porque nada le importa, ya no le pueden quitar nada. Así me sentía yo, ya había tomado la decisión de que todo se había acabado entonces ¿qué importaba decir lo que sentía y pensaba? ¿qué más podía perder si le decía mis sueños?



Y en vez de un montón de rusos muertos, yo me encontré con la vulnerabilidad del Sr Gelatina. Entendí sus puntos, sus debilidades y decidimos intentarlo. Como dije en su momento, decidí apostar por la esperanza

Los días han pasado y en algunas cosas todo sigue igual. En otras, cada uno ha cambiado. Sé que él lo esta intentando. Y yo por aquí ando, aprendiendo a hacer las cosas diferentes. Hay puntos donde todavía nuestros containers de emotional issues chocan. Y yo sigo con la sensación de que le 90% de las veces sería mejor no decir mucho para que así él no se asuste. 

Pero callarme las cosas solo condujo a que yo un buen día explotara, le revelara todo el daño que me estaba haciendo y sintiéndome Van Damme sacara mi metralleta lista para darle fin a la relación. Y yo ya no quiero volver a ese punto. 

Así que hoy mandé un mail. Better said than sorry. Porque al final, ya no quiero seguir descubriendo que él no tenía ni idea de cómo estoy viendo yo las cosas. Que no se dio cuenta cuando algo me hizo daño o en este específico, que las cosas pueden ser como él quiere aún cuando yo paseé a su lado. Así que se las dije. En un correo para intentar que él no sienta que soy yo armando drama. E intentando que las lea como las pienso. 

A lo mejor es un paso más para que las cosas fluyan mejor. Me daré este instante del final de lunes festivo para soñar con nieve como nunca la he visto, gustos compartidos y mis sueños haciéndose realidad. 

Y si no lo es... si mi correo hace que él se aleje... yo ya aprendí la lección. Yo vivo más tranquila y soy más feliz, diciendo las cosas. Intentando aplicar todo lo que hago en mi trabajo en mi vida emocional: enviando los mensajes de forma estratégica para que le lleguen de la mejor manera y den el resultado esperado. 

Ahora solo es cuestión de esperar. 


martes, 7 de enero de 2014

You can't have the cake and eat it too

Empecé este año sintiéndome identificada con la frase del título. Para el que no entienda aquí está el wikipediazo del tema y al que le de pereza abrir el link le cuento que resume la idea de que no se puede tener todo en la vida. No puedes tener un pastel que ya te comiste. 



Y yo siento que este año lo quiero todo. El pastel, comérmelo, dejarlo en la mesa, tenerlo solo para mí, regalarlo, compartirlos, tirarlo, partirlo, dejarlo entero, etc. 

I would like to be here, I would like
To be there,
I would like to everywhere at once.

Quiero irme a San Francisco con el Sr Gelatina pero quiero explorar mi película francesa a ver si por fin sabemos qué pasa. Y también quiero irme de vacaciones a algún lugar lejano para ver si logro desconectarme. Y de paso si puedo visitar a Pollo en París. Y ya entrados en lo que quiero, pues también darme una pasada por Escocia para la boda de mi primo. Y por supuesto, la ida en época no-navideña a Colombia a ver si logro acordarme de cómo es Bogotá sin dramas familiares por cuenta de Papá Noel. 

Pero resulta que yo no tengo meses y meses de vacaciones ni un presupuesto infinito. Mi realidad es mucho más austera que mis sueños.

Y también esta el tema de querer hacer mis sueños realidad, vivir la vida que quiero. Y en ese sentido no sé si eso pueda combinarse con los 1000 viajes que quiero hacer. Quiero hablar las cosas, pero quiero que se estabilicen mis finanzas. 

I want to be young, and I want to be
Old.
I would like to be wise before my time
And yet be foolish and brash and bold.

Quiero explorar la oportunidad que nos dimos con el Sr Gelatina pero no quiero ilusionarme de un futuro que no va a pasar. Y no quiero dejar de luchar por mis sueños pero tampoco me quiero cerrar a las posibilidades que se vayan creando. 

Quiero cambios pero quiero explorar quedarme quieta. Y me siento un poco esquizofrénica por querer cosas tan contradictorias pero tal vez es lo que pasa cuando uno descubre que el amor y el camino de la vida van por caminos distintos. 

Cuando hice el ejercicio de pensar qué es lo que realmente quiero me di cuenta que quería amar. Por primera vez en mi vida estuve dispuesta a poner al amor, a mi corazón de primeras. Ya encontraría las formas de vivir las cosas que no me hacen tan feliz. Pero no se puede, al menos no a largo plazo. Somos un presente pero no tenemos un futuro. Entonces tengo que luchar por mí futuro, hacer mi vida, trabajar para lograr los otros sueños que tengo y por lo otro que también he entendido que quiero y necesito. 

Todo con la esperanza de no convertirme en el camino en una esquizofrénica de tiempo completo. 

  
I am lusting for more. Should I settle 
For less?
I ask you, what's a good thing for, if 
Not for taking it to excess?
One limitation I dearly regret,
There's only one of me I've ever met.


lunes, 16 de diciembre de 2013

Apostarle a la esperanza

La esperanza siempre es complicada de manejar. Al menos en mi caso. Puedo tener todas las señales en contra y siempre hay una esperanza de que a lo mejor todo será distinto y las cosas saldrán como yo quiero. 

Por la esperanza me he quedado en lugares donde no debería, no he podido soltar a personas que hace siglos no son parte de mi vida. El "tal vez" me ha hecho seguir por años en cosas que no tienen sentido. 

Y anoche le aposté a la esperanza. Pero esta vez, le apuesto a varias esperanzas a la vez. La primera, la más fuerte, es la esperanza que me tengo a mí misma. A que ya llegué al límite y estoy haciendo las cosas diferentes. Hoy creo en que puedo poner límites y que eso es sano para mí. SI en el camino pierdo lo que más quiero, esta bien porque yo estoy primero y eso es lo que importa. Ayer me sorprendí siendo inflexible a la hora de pedir lo que siento debo recibir. O el Sr Gelatina me da más de lo que hasta ahora me ha dado y se esfuerza por hacerme feliz, o yo me voy así mi corazón se rompa. Y aunque estaba la tentación de dejar que todo siguiera como ha sido, con tal de que dejara de mostrarme lo triste que estaba, recordé que primero estoy yo y que no voy a volver a sentirme poquito. 

Luego esta la esperanza en él. Ayer vi facetas de él que jamás había visto y lo acompañé a darse cuenta de todo lo que sus issues le impedían ver. Y decidí abrir el espacio para ver qué pasa ahora que él ha visto todo lo que somos. Hoy tengo la esperanza de que lo que él vio y el miedo que sintió ante la posibilidad muy cercana de perderme, se traduzca en un verdadero cambio. En una relación más sana para mí y una posibilidad más grande para él de recibir todo lo que en su vida se ha negado. 

También tengo la esperanza de que mis planes se concreten y yo pueda conjugarlos con lo que ayer se definió. 

Sé que va a doler. Al final, no hay manera de conciliar lo que cada uno quiere para el futuro a largo plazo. Ayer por primera vez en mi vida acepté que en este momento, para mí el amor esta primero que todo. Hoy sé que lo que tengo no existirá en el futuro pero en realidad quiero darle la oportunidad a ver cómo se dan las cosas de aquí en adelante. 

"Some love stories aren't epic novels, some are short stories But, that doesn't make them any less filled with love."

Ayer di un gran paso. Por primera vez dije todo lo que quiero, lo que siento, lo que me hace feliz, lo que me hace daño, mis sueños y mis miedos. Encontré que del otro lado había alguien que no sabía muchas cosas y que los dos habíamos estado actuando bajo creencias erróneas. La tranquilidad de decir mi verdad no se compara con nada y por fin puedo actuar sin la duda de "qué hubiera pasado si yo le hubiera dicho, si él hubiera sabido..." Ahora que la verdad esta sobre la mesa es momento de ver qué nos trae el futuro. 

Espero que no sea más de lo mismo. Pero también tengo la esperanza y la confianza en mí en que si nada cambia, yo ya lo he hecho y entonces ya no habrá ninguna duda y podré soltarlo sin miedo. Con todo el dolor de mi alma, pero sin la esperanza de que algo podría ser diferente. 





domingo, 4 de agosto de 2013

They were going to be fine... but couldn´t possibly believe it

Hoy fui a ver Before Midnight. Una de esas películas que sabía me iba a dejar blandita. Tanto que en preparación, compré boletos para ver Los ilusionistas después. Algo así como anestesia post trauma. 

Y es que es la clase de historia que yo sé que me va a dejar blandita. Porque claro, uno siempre quiere ser Celine y volver a encontrarse con el amor de mi vida, de preferencia una tarde en París, para luego descubrir que al final si terminaron juntos. Uno quiere tener la certeza de que al final todo salió bien. Que al final encontró al que quería y se quedó con ese. Aún si en la mitad de la historia, uno estaba seguro de que jamás lo volvería a ver. 



La película es un golpe de realidad. Una larga pelea un poco más larga y dolorosa de lo que yo hubiera querido ver en domingo. Pero una pelea real. Con sentimientos atorados y cosas no dichas que salen cuando ya no se debe. Y un amor profundo por debajo de todo que a veces no es suficiente. Una forma de decirle a uno: Después del final feliz, quedan muchos días de realidad. Y además, siempre hay futuro sobre el cual preguntarse. 

Salí entonces haciéndome las preguntas que por orden de la psicóloga he puesto en hold. Preguntas sobre mi futuro, sobre la capacidad de mantenerme feliz en esta gelatina que se me ocurrió meterme. Preguntas sobre mi futuro. 

Durante el break entre una película y otra fui a comer. Necesitaba silencio y espacio para procesar lo que había visto. Abrí mi libro y encontré las sabías palabras de Tina Fey: 

They were going to be fine... but couldn´t possibly believe it

Y entonces me acordé... me acordé que en efecto esta persona me hace feliz y que así las últimas dos semanas hayan sido a trial-by-fire laboral, a mí me gusta mi vida. Me gusta lo que hago y cómo me relaciono. Me gusta saber que hay una persona que me hace muy feliz, así sea mientras intento ponerme de pie en medio de la gelatina. Y me acordé, que esta es la mitad del camino... I will be fine, even when I can't possibly believe it. 

***
A veces cuando uno intenta ayudar a otros, se ayuda a sí mismo... hoy le dije las palabras que aquí escribo a la bonita Gabidearest, que hoy también necesita recordar, que estamos a la mitad del camino y no sabemos en qué vamos a terminar. Pero yo estoy segura, that she will also be fine. 



martes, 3 de julio de 2012

Dear John o la prevención de la indigestión emocional

A veces uno necesita una buena llorada. Una de esas donde uno termine con los ojos bien hinchados, mil kleenex menos y un poco deshidratada por la pérdida de fluidos. 

Yo soy de lágrima fácil que llaman. Con casi cualquier cosa lloro. Trascendental o superficial. No importa. Pero por algún extraño motivo, no había llorado bien desde que terminé con Mr. M. 

Entonces ayer decidí inducirme la llorada. Así como uno se puede provocar el vómito cuando se ha comido algo dañino antes de terminar intoxicado, yo me provoque el llanto. Había sido un lunes de mierda, con frustraciones laborales, una lavada monumental y un malestar emocional sobre el que escribí en este mismo blog.

Así que busqué en mi colección de películas, una que me hiciera llorar. Desde hace como 2 años tenía Dear John esperando para el día en que necesitara una buena dosis de cursilería y drama. Finalmente es de los mismos de The Notebook, esas 2 horas de cine que le quitan a uno cualquier tipo de estabilidad hasta lograr que uno llore inconsolablemente. 

Dear John no es tan efectiva como The Notebook. Es menos híper dramática. Pero tiene suficientes elementos para inducirme el llanto. Para empezar es de una pareja que solo se conoce dos semanas pero que saben que han encontrado el amor verdadero. Luego tiene todo el componente de la distancia y del "es que no podemos estar juntos". El tipo no es perfecto y tiene varias cosas por las que yo hubiera salido corriendo (por ejemplo el hecho que ante una peleíta agarra a puños a medio mundo), pero (aquí vienen los spoilers entonces no digan que no estaban advertidos si me les tiré la película) es lo suficientemente charming como para que a mí me doliera que la vieja se fuera con otro y que se le muriera el papá y cuanta cosa triste le pasa en la vida. Y claro... esta el final, donde se encuentran cuando la vida ya les ha resuelto la vida y ya pueden estar juntos. Se abrazan y son felices para siempre. Y uno puede llorar tranquilamente. 

Y sé que en el fondo yo no estaba llorando por Mr. M, ni mucho menos por las frustraciones del día. Yo lloraba por lo que no fue con Open-Boy, lo que no fue con el que creí que era Mr. M y... y porque soy una berrietas que tenía varios sentimientos atascados y que si no los sacaba a tiempo, seguramente iban a terminar indigestándome. 





viernes, 22 de junio de 2012

C'est fini

¿Qué es lo que estoy sintiendo?

Hoy he pasado de un sentimiento al otro. Extrañamente en mí... no he llorado. 

Tengo tristeza de sentir que pudimos haber sido algo grande... Me duele sentir que él se mostró como alguien que en realidad no era. Y aunque sé que no lo hizo para herirme, esto también me genera rabia. Pollo me preguntó si fue una sorpresa que terminaramos. La verdad no. Y aunque ayer fue una conversación extremadamente triste donde me dijeron algunas de las cosas más dolorosas que haya oído... tuve que aceptar que eran ciertas. Que somos muy distintos, que vemos la vida de forma diferente, que cada día aparece un nuevo muro entre nosotros y que para qué seguir dándonos contra las paredes. 

Él ve ciertos muros que para mí no son graves. Pero yo me había negado a ver los que para mí sí son complicados... que a él no le gusta viajar, que un fin de semana de paseo no es motivo de felicidad, que no contempla su vida por fuera de esta ciudad... Que no habla y que se abruma y termina explotando sin decir nada. Que dejó de ser (o nunca fue) el niño que a la semana y media me dijo que me quería, que me llamaba a decirme que le hacia falta y que quería compartir su mundo conmigo, para convertirse en ese que es distante, que no dice las cosas, ese con quien la vida se convirtió en un drama, donde yo me sentía insegura, needy y confundida.

So of course I miss you and miss you bad 
But I also felt this way when I was still with you

Y entonces hoy me desperté sabiendo que vuelvo a lo mismo de siempre. Sola. A lo largo del día me he dado cuenta que  me pesa profundamente perder la compañía, el tener planes para los fines de semana y ese a quién contarle mi día. ¿Cómo es que eso es lo que más me pesa? Eso que tan poco tiene que ver con lo que él es como persona. ¿Lo quiero a él o la compañía que él me daba? ¿Por eso no estoy tan triste? 

¿Al final el tema es que me dio en el ego porque yo lo quise más de lo que él me quiso a mí? Porque no voy a negar que me duele saber que probablemente él tiene menos sentimientos que yo respecto a esta situación. Que él no tiene el hueco en el estómago que tengo yo. Y entonces me acuerdo de esa entrada de Solterica donde dice

Siempre que termino con un tipo y empiezo mi proceso de esperar a que el sistema procese la solicitud de baja, me siento un poco estúpida de ver que para el otro fue una cuestión de 30 segundos. Más que estúpida me hace sentir psicótica. Me pregunto si no habrá sido todo un delirio mío, si la relación estaba solo en mi imaginación y si en realidad esas conversaciones que creí haber tenido con el tipo las tuve con las voces de mi cabeza esquizofrénica, o esos recuerdos son parte de la alucinación.  Si no, ¿cómo más se puede explicar que el tipo que hace dos semanas era supuestamente feliz conmigo ahora se porte como si acá no hubiera pasado nada?

Y sí. Eso es un poco lo que siento. Que al final, le vale huevo. Y que por qué a mí no. Porque aunque este tranquila, aunque me pregunte si lo que voy a extrañar es la compañía y no a la persona, aunque mi cabeza me diga que maybe it was for the best... no voy a negar que lo quiero y que me duele perderlo. Y que me hubiera gustado que todo fuera diferente, que nuestros muros no fueran tan pesados y que el hombre del que yo empecé a enamorarme... siguiera por ahí, cerca de mí. 

sábado, 24 de marzo de 2012

Empacando

Suspiras mientras sientes que tu cuarto ha explotado. Cajas por todos lados, bolsas de basura, ropa, las maletas que sabes que tienes que renovar antes de tu siguiente viaje y un caos infinito. Sientes el cansancio de los últimos meses, así que le subes el volúmen a la música para distraerte.

Empacas en automático mientras tu mente divaga... tratas de evitar recordar que deberías hacer esa traducción para que el lunes no sea un infierno, te acuerdas del día que compraste ese vestido negro que ahora vas a tirar porque se ha desteñido y ya no tiene gracia, piensas que hace rato nadie te visita y que eso te hacce falta. Ante todo las visitas son cortes de la rutina. Y a ti la rutina laboral te tiene exhausta.

Continúas con tu tarea. Decides limpiar todas las bolsas antes de empacarlas. Agarras la roja que te prestó tu amiga hace ya muchos meses y que aún no le devuelves. Sin pensarlo mucho la abres y encuentras unos polvos y el blush que llevabas buscando hace meses. Te das cuenta que no has tocado la bolsa desde la noche que la usaste. Y ahora, sabes muy bien por qué. Fue la primera vez que saliste después de que él se fue. Cuando decidiste no quedarte llorando en tu casa y dejaste que tu amigo te llevara a aquella boda, donde toda la noche trataste de fingir que tu corazón no estaba totalmente destruido. Esa fue la noche en que llegaste y animada por los tequilas y besos que tu amigo te dio, le enviaste el primero de los correos que habrías de escribirle. Por eso no habías vuelto a tocar la bolsa. Primera mina emocional que pisas y ya estas llorando.

Le subes nuevamente a la música y prefieres concentrarte en la selección de cosas que tirarás. Papeles, chicles viejos, revistas que nunca leíste, medicamentos ya vencidos. Todo va a la basura. Sin dudas. Eliges otra bolsa para echar la ropa que le regalarás a la empleada. Los jeans que nunca te acomodaron y que hoy te quedan gigantes, un sweater negro que no has usado en 3 años, ese vestido verde que nunca te gustó. Si tan solo fuera tan sencillo tirar el resto de las cosas. El pasado. Los recuerdos. El hueco. La maldita costumbre de pensar en él.

Has empacado todo menos un cajón. Y no lo has hecho porque sabes que ahí esta la caja donde enterraste sus recuerdos. Los boletos de la película que vieron la última noche que estuvieron juntos. La página de Vanity Fair con el cuestionario de Proust que jugaron a responder en el vuelo de regreso de Zipolite. La nota que te dejo. Sabes que sería mejor no abrir la caja, pero que ya para este punto te es imposible no hacerlo. Por un momento dejas de oír la música, de sentir el cansancio corporal, el sueño atrasado de este mes y medio, solo sus palabras existen. Sus letras que hoy te parecen tristes, pero tienen el mismo efecto del día que las viste por primera vez. Penetran tu corazón con fuerza, te obligan a llorar y vuelves a ser la misma que no puede creer que él no pueda ser. You are somebody loved. You are somebody loved. You are somebody loved. You are somebody loved. Lees y relees sus palabras. Tratas de pensar que él llegó a tu vida para transformarte y ponerte en el camino hacia tu bienestar, pero en este momentoeso te suena a una explicación forzada y racional, que nada tiene que ver con la intensidad, profundidad y complejidad de un amor que ya no esta.

Te sientas en la cama. Quieres escribirle. En realidad lo que quieres es verlo, tenerlo cerca, abrazarlo. Pero eso no se puede. Así que te concentras en el deseo de escribirle que es lo único que puedes hacer. Pero sabes que no tiene sentido hacerlo. Él no responderá. Ni siquiera sabes si leyó tu correo de diciembre. Y de haberlo hecho, no sabes si le molesta, incomoda o genera problemas que lo hagas. Te da pánico que él te pierda el respeto y llegue el día donde seas "la vieja esa que me escribe aún cuando jamás le he respondido". Porque aún si no responde, aún si llevas tantísimos días de tan claro silencio, en tus manos tienes la prueba de que para él fuiste igual de importante. You are somebody loved. Y no quieres que eso cambie.

Continuas empacando. Ya casi terminas. Quieres adelantar el tiempo al siguiente sábado, cuando te pases a tu nueva casa, esa que tanta ilusión te genera. Esa donde estarás en tu espacio y podrás contruir un mundo propio. Con la ya conocida mezcla de dolor y resignación, sabes que aún cuando él jamás haya pisado tu nueva casa, de alguna forma ahí estará. Sus recuerdos ya los empacaste.

sábado, 28 de enero de 2012

Oda contra la tecnología

Why'd they even invent caller ID?
It's, like, who is this service helping?
I mean, for centuries
Okay, well maybe not centuries,
but for, like, a lot and lot of years
people have been answering their phone,
not knowing who it is,
and as far as I can tell,
no one's died from that.

This constant obsession
with needing to know who's calling all the time
it's, like, so gross.

Like, you pick up the phone,
you find out who it is,
then you know.
Look, all I'm saying...
...if a guy doesn't call me,
I would like to reserve the right
to call him at 15-minute intervals
until he picks up.

But if he looks down
and sees my numbers
he's gonna think I'm some kind of psycho or something.
Which I'm not.
Obviously.
Yo me acuerdo llamando al niño que me gustaba a los 13 años y colgando en cuanto oía su voz. Y sé que no fui la única.

Pero eso ya no se puede. Los teléfonos tienen identificador de llamadas. La tecnología nos jodió la posibilidad de oír la voz de alguien. Y hay cosas peores.

Peores como descubrir por accidente (juro que fue por accidente) que gmail guarda todas las conversaciones que uno ha tenido y entonces un día, uno va a buscar un dato entre sus correos y se encuentra a cambio con una enorme emotional landmine. Así fue como terminé leyendo la conversación que tuve el último día que Open-Boy estuvo en México. Y ese viejo dolor que a veces creo que ya no existe, regresó. Leer como me decía "my love", "my girl" y hablaba de "my Lina" fue la estupidez más grande. He hecho el ejercicio de ver a Open-Boy como aquel que se fue, aquel que no es lo suficientemente fuerte para mí, como aquel que eligió irse... y de paso, he hecho el ejercicio de recordarlo como ese a quién amé con todo el corazón, que logró despertarme, sacarme del hoyo negro en el que estaba y cambiar por completo mi vida. Pero para lograr todo esto, sin darme cuenta hice el ejercicio de olvidar que él también fue el que me amó, el que me dijo las cosas más hermosas, se enamoró de lo que soy y me lo hizo saber de cada forma que pudo.

Y entonces, ahí voy yo, con la ayuda de la estúpida tecnología, leyendo sus palabras de amor y recordando que él me amó. Y que ni por esas, se pudo. Y entonces llevo tres días con el corazón revuelto.

Lo bueno es que ni eso me ha detenido a la hora de moverme en realizar mi proyecto personal. Él no será una excusa. Él fue el motor de los cambios, no voy a dejar que se convierta en algo que me detiene en la búsqueda de mis sueños.

*** Y dentro de las quejas contra la tecnología, por supuesto esta el hecho de que hace aún más evidente cuando alguien no quiere hablar con uno. Así uno entra a gtalk o abre Facebook y se da cuenta que Possibility-Boy esta online y que decide permanecer en silencio. Y entonces, su silencio duele un poquito más.

sábado, 7 de enero de 2012

Pensando sobre la felicidad

A veces uno hace lo que no debe. Le escribí a Open-Boy y volví a los días en que su silencio pesa. Lo hice recordando que es un perder-perder, porque como siempre, cualquier información que venga de su parte dolerá. Pero extraño saber de él y a veces quisiera tener un minuto de saber cómo está, en qué anda, cómo van sus cosas. Así que le escribí. Todas las reflexiones de fin de año me generaron la necesidad de escribirle.

Pero claro, no ha respondido. Y su silencio pesa. Abro el Facebook y veo que hay un mensaje nuevo y aún cuando sé que no es suyo, se me alborota la esperanza. Y luego compruebo su silencio. Y entonces deseo que éste sea lo mejor para mí.

Pero entonces hago más cosas que no debo. Subo el cursor yno resisto la tentación de revisar lo que nos hemos escrito. Y me encuentro uno donde me dice "I hope happiness finds us both"....

Y entonces me puse a pensar en lo mucho que ha cambiado mi percepción al respecto. A través de la terapia entendí que mi felicidad, mi tranquilidad, mi bienestar, son míos y de nadie más. Que no es que la felicidad me encuentre un buen día. Es que mi necesidad de ser feliz la debo satisfacer yo y que por ningún motivo puedo entregarle esa responsabilidad a nadie más. En la medida en que he buscado llenar esos vacíos por mí misma, me he vuelto a sentir cómoda con lo que soy, con lo que quiero y he vuelto a sentirme bien.

Claramente a veces fallo y para eso esta Possibility-Boy de ejemplo perfecto. Pero al menos sé que fue un error y sé cual fue el error. Pero de igual forma sé que voy bien en el proceso. Esta venida a Colombia me ha servido para verme en los ojos de los que más me quieren y que no han dudado un minuto en decirme lo bien que me ven, lo mucho que les alegra sentirme feliz de nuevo, que les preocupaba saberme tan derrotada y que por tanto les encanta volverme a ver bien. Su visión de mí, junto a su cariño, me han recordado, una y otra vez, lo importante que es cuidarme y procurar mi bienestar.

Tras muchos años de buscar a alguien que me hiciera feliz y que llenara muchos huecos, que en su mayoría ni sabía que existían, en los últimos meses me he dedicado a buscar hacerme feliz yo misma, a cuidarme, a ver de frente los huecos y tratar de alguna forma de llenarlos y lidiar con ellos.

Y no es que no quiera a alguien. Eso es algo que sigo anhelando profundamente. Pero ahora entiendo que lo que yo realmente quiero es un compañero, alguien que este ahí acompañándome en la vida mientras yo soy feliz y estoy bien por mis propios medios.

Ya no quiero que la felicidad me encuentre como dijo Open-Boy, quiero crear mi felicidad, mantenerla y apropiarme de ella, al igual que de mi bienestar y mi tranquilidad. Y solo así, estaré lo suficientemente bien como para poder acompañar yo a ese alguien más que me acompañe a mí.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Lo que había olvidado

Hoy estoy enferma. No sé que tengo, pero como siempre que estoy enferma, me siento sensible y vulnerable. Me acuerdo de Ángela, la psicóloga diciéndome que esto siempre pasaría y acepto que es cierto: cada vez que me enfermo, todo lo siento a flor de piel.

Y entonces se me ocurrió ver Grey's Anatomy. Lexie habla con la novia de un paciente y le explica que amarlo significa alejarse, dejarlo ir porque es la única forma de que él viva. Y de repente me acordé que eso fue amar a Open-Boy.

En todos estos meses de tristeza, dolor, frustración, silencio, ausencia y finalmente, aceptación... creo que en algún punto olvidé cómo fue amarlo. Olvidé que encontré a alguien a quién quise de forma tan profunda y tan real que supe que su felicidad solo podría suceder en contra de la mía y opté luchar por la de él... Porque en el fondo, lo amaba tanto que si él es feliz, eso es lo que importa.

Después de su partida, cuando solo me quedó su silencio, vi muchas cosas. Vi lo incorrecto que era él para mí, todo lo que le faltaba para ser la persona que yo quiero en mi vida; me llené de frustración ante sus decisiones y ante lo que yo percibo que pasa en su vida. Y olvidé que en el acto de amor más grande... yo comprendí que él tenía que irse, porque la manera en que él ve la vida y entiende la felicidad, solo le permitía alejarse si quería ser feliz. Y con esa comprensión, vino mi silencio, mi despedida sin pedirle nada, mi aceptación de que lo amaba lo suficiente para fomentar que él se fuera tras su felicidad...

Luego lo juzgué, luego sentí cuan equivocado esta. Pero eso no importa.

He seguido adelante, he llegado al momento en que hay días en que no me acuerdo que él un día fue parte de mi vida, he construido sobre todo lo que se derrumbó y ahora estoy bien. Y hoy, enferma, sensible y vulnerable, reconozco que también era importante recordar qué tan fuerte fue mi amor por él... porque fue eso lo que desencadenó todos los cambios que ha habido dentro de mí y que hoy hacen que yo este bien.

***And so I wish for him to be able to find his hapiness and wellbeing, just like I did the day I said goodbye to him.

lunes, 28 de noviembre de 2011

La diferencia entre estar herida y estar triste

He hablado en los últimos posts acerca de recobrar la confianza en el universo. Ayer mientras hablaba con mi mejor amiga trataba de explicarle que yo veo el enorme potencial de quedar triste ante una despedida con Posibility-Boy. Pero no siento que vaya a salir herida. Y eso es diferente.

En estos días he recordado el video de Cristina Fernández de Kirchner luego de la muerte de su marido. Ahí, ella hablaba de cómo ese no era un momento difícil. Era un momento doloroso. "El dolor es otra cosa". Y es que sí, hay una gran entre los dos.

Lo de Open-Boy fue doloroso y difícil. Y me dejó herida. Lo fue por la forma en que se dieron las cosas, por quién era yo en el momento en que lo encontré en mi vida y por la imposibilidad de tomar decisiones propias. Por las palabras calladas por el amor que sentía. Para amarlo como lo amé sabía que no podía decir o querer muchas cosas... y así, terminé increíblemente herida por las circunstancias.

Ahora siento que las cosas no van a ser así. Que he encontrado a alguien con quien puedo aprender a hablar y a decir lo que pienso y siento. Y eso me da confianza. Pero por encima de él y de las circunstancias en las que lo encontré, hoy confío en mí, en el proceso que he realizado y en los aprendizajes que he hecho. Hoy no necesito saber qué va a pasar más adelante y me siento tranquila de que sin importar cuál sea el desenlace, yo no saldré herida. Tal vez quede triste y mi corazón duela un rato. Pero no será un momento difícil y no estaré herida. También sé, que tal vez simplemente no quede triste y no tendré un corazón triste. Who knows?

Y mientras tanto, ahí voy. Poniendo en práctica lo que he aprendido. Diciendo las cosas, las buenas y las que me genera inquietud. Y encuentro entonces a alguien que tampoco es bueno en las comunicaciones pero que se ha atrevido a decir algunas cosas. Y que sobre todo, me ha dado el espacio para que yo por fin vuelva a aprender a decir lo que siento.







martes, 1 de noviembre de 2011

Confundida...

Tras meses de sentir que estaba avanzando en mi proceso, de volver a respirar tranquila y dejar de recordarlo a cada instante… he retrocedido y me vuelvo a encontrar en ese lugar donde las canciones duelen en el alma y no puedo evitar llorar en los buses mientras oigo esas frases que tanto daño hacen.

And all our hearts were breaking
There was music all around
And the walls were always shaking
'Cause our love was the sound
Our love was the sound


Revivir conversaciones y sensaciones me está haciendo daño. Y no sé si es porque quiero ver que todo se parece o si en realidad… todo se parece. Tampoco sé si lo que debería hacer es salir corriendo y negarme a repetir lo vivido. Las palabras de mi psicóloga resuenan en mi cabeza… busca los para qué y no los por qué. Pero no es fácil… menos cuando tampoco tengo la respuesta al para qué. Para qué encontré a alguien que veo como algo similar? Acaso es la vida dándome chance de hacer las cosas distintas? Y si es así… ¿qué es lo que debo hacer distinto? Hoy solo tengo dudas en mi cabeza.


Y sé que no es justo comparar. Que debo ver las cosas de manera individual. Que debo intentar que mi pasado no determine mi presente. Que lo que pasó antes, no defina lo que está pasando ahora. Son personas distintas, momentos distintos y sobre todo… yo soy diferente. Ayer le escribí a mi mejor amiga hablándole de cómo el dolor cambia a las personas… a mí me ha cambiado, tanto dolor, tanto amor, tanta frustración, le dieron un vuelco a lo que soy, a lo que quiero y a lo que creo que es posible.



Trato de pensar en todo lo que he aprendido en estos meses, en todo lo que he descubierto acerca de mí. Y no sé cómo ponerlo en práctica. Lo único que tengo claro es que la tristeza del mes de mayo y los días que le siguieron, sirvieron para abrir de nuevo mi corazón y enseñarme que así es cómo lo quiero tener. Hoy me siento tentada a cerrarlo y no dejar que nada se acerque. Pero no lo voy a hacer. Seré cuidadosa, pero no me cerraré.


Is this the sound of our demise
Or is it just the opposite?
I love you and I miss you
What else is there to say?
It takes a hell of a lot more to complete this
Far more, far more to recreate