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viernes, 16 de diciembre de 2016

Love is out there

El otro día estaba hablando con mi mamá y le dije que este año ha sido una mierda. 

Y es que lo ha sido. 

Y me voy a permitir ser egoísta. Entonces no voy a hablar de Trump. O de Siria. O de cómo ganó el No y yo pasé lo que ha debido ser una tarde feliz, llorando. Y no quiero ni recordar la tristeza de Orlando. O pensar en Viviane Morales y su cruzada en contra de la realidad. O del hecho de que hay gente que cree en lo mismo que ella. Ni hablaré del resto de las cosas feas que pasaron en el mundo. 



Hablaré de mí. 

Fue un año feo por cosas muy profundas. Porque físicamente lo menos grave que me pasó fue que tuve una endodoncia que no funcionó a la primera así que tuve que pasar muchas horas en la silla del dentista y muchas más adolorida. 

Porque lo que todo el mundo me prometió que sería una cirugía sencilla, fue mucho más complejo y doloroso de lo que jamás pensé. Quiero pensar que va a llegar el día que se me olvide lo horrible que fue despertarme gritando del dolor después de la operación. Que eventualmente se me pasará la tristeza de que mi mamá no haya venido. Que la sensación de vulnerabilidad se me va a pasar. 

Fue un año de mierda porque una de las personas a las que más quiero en la vida esta enferma. Y es grave. Y prefiero no pensar en lo que puede pasar porque no puedo pensar en un mundo donde ella no esté. Y yo estoy lejos y esto me ha hecho odiar y cuestionar la distancia, preguntarme por qué es que necesito vivir lejos, por qué me vine aquí. Y fue un año de mierda porque su enfermedad le cambió la vida a toda mi familia, le ha generado una tristeza a mí mamá que no sé cómo quitarle y ha roto lazos que no sé si se pueden rehacer. 

Y uno pensaría que eso es más que suficiente pero hubo muertes que no nos esperábamos. Porque 2016 y 2016 es una mierda. 

Pero entonces al día siguiente de hablar con mi mamá, vi el video de Google del resumen del año. 


Y resulta que sí. El amor siempre estuvo por ahí y seguirá por ahí. 

Y este año tuvo grandes momentos. Bailar y gritar a todo pulmón con mi papá en el concierto de los Rolling Stones es uno de los momentos más felices de mi vida. Y no puedo olvidar que empecé el año profundamente feliz abrazada al Sr Gelatina (al que habría que conseguirle nuevo apodo porque y ano somos gelatina) cumpliendo mi sueño de llevarlo a Colombia a que viera de dónde vengo. 

Hubo conversaciones increíblemente largas y profundas con Adri, las cuáles me recordaron que el amor es más grande que la distancia y que no todas las amistades se pierden, que soy tan importante para ella como ella lo es para mí. 

Tuve el valor de tomar el reto más grande de mi carrera y aunque aún no sé a ciencia cierta cómo terminará la historia, todo lo que he aprendido en estos meses y el hecho de estar haciendo cosas que nunca había hecho, ya hace que valga la pena. Y tengo la sospecha que este nuevo camino será determinante para mí. O al menos eso espero. 

Y aunque como en cualquier relación hubo días buenos, días malos, días increíbles y otros horribles con el Sr Gelatina, este año siento que tantas tantas cosas se consolidaron entre los dos. Hoy somos mucho más que hace un año y eso es increíble. Y cortesía de mi vesícula defectuosa, vi un amor, compromiso y dedicación que nunca pensé que tendría en la vida. Jamás pensé que alguien me iba a amar tanto como para cuidarme como él me cuidó. 

Y sí, fue un año horrible para mi familia y por tanto para mí en esta distancia. En muchos sentidos me recordó aquel 2009 cuando literal hasta se murió mi gata. Pero hubo una diferencia enorme. 

Yo ya no soy la estudiante que no puede ir a estar con su familia. 

Ahora soy la profesional exitosa y por tanto pude no solo ir a la boda de mi prima, sino que pude darme el lujo de ir 72 horas a Bogotá a abrazar a mi tía. Porque love was out there y yo ya podía hacerlo. Porque no importa que mi mamá ya no viva en Bogotá, Adri me da una casa y un lugar donde respirar. Porque mi mamá fue a Bogotá para abrazarme y vivir el momento conmigo. 

Entonces no puedo decir que el 2016 fue un buen año. Pero tampoco creo que fuera una mierda. 

Y como todo en la vida, este año también pasará. Y me quedarán los recuerdos, algunos dolores y muchos aprendizajes. Hoy elijo además, intentar quedarme con el recuerdo del momento en que me paré bajo la cascada de Hierve el Agua y como en ese instante, todo lo que podía sentir en la vida era felicidad. 







martes, 22 de abril de 2014

Diciéndole adiós a García Márquez

Yo no suelo ser el tipo de personas que se pone realmente triste cuando un extraño muere. No es que la muerte de personas famosas - músicos, escritores o actores cuyas obras me gustaran- me sean indiferentes, pero no me generan una tristeza que realmente toque mi corazón. 

Pero la muerte de García Márquez fue distinta. Probablemente porque no fue un extraño. Yo no lo conocí, pero sus palabras marcaron mi vida con mucha más profundidad que las de personas con las que convivo todos los días. 


Desde el jueves que falleció he tratado de acordarme cuál fue el primer libro de GGM que leí. Probablemente fue Relato de un náufrago o tal vez Crónica de una muerte anunciada. No estoy segura pero me acuerdo de estar leyendo los dos y pensando que yo quería poder contar historias como él. 

Luego llegó Cien años de soledad. Estaba en noveno en el colegio y era lectura obligatoria. Acepto que hubo partes que no me gustaron y que casi me hacen dejarlo tirado en alguna parte. Pero nunca olvidaré cómo tras sentarme un recreo a terminarlo, sonó la campana y yo descubrí que me faltaban unas pocas páginas. Y no me pude esperar hasta el siguiente rato libre. Por eso el final lo leí a escondidas, el libro en mis piernas mientras el profesor de geometría fallaba en el intento de enseñarme algo relacionado con unos triángulos. La última frase fue tan poderosa que me acuerdo claramente de cómo pedí permiso de ir al baño para poder pensarla y releerla. 

Y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.

Algunos años después, volvería a leerlo con otros ojos y esta vez cada página me encantó. El jueves lo compré porque coincido con Daniel Samper Pizano en que leerlo es el mejor homenaje.

Ahora que tantos medios han publicado su discurso de aceptación del Nobel, recuerdo que lo tuvimos que leer y analizar en la clase de Español cuando estaba en Once. Lo subrayé, marqué y leí y releí sintiendo que la decisión de estudiar Ciencia Política para luego hacer la Especialización en Periodismo, era correcta. 

Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.

La verdad es que las obras que a mí más me gustan de GGM son las que escribió como periodista. Su crónica "Caracas sin agua" es uno de mis textos favoritos y la que leía para inspirarme cuando no sabía cómo escribir una nota, en mi muy breve época de periodista. 

Probablemente por esto es que me leí de principio a fin La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile, sentada en las escaleras de mi casa justo después de que lo encontré en la biblioteca. Y claramente por eso, mi libro favorito es Noticia de un secuestro. Lo leo cada dos o tres años y cada vez vuelve a emocionarme como la primera. 

No puedo evitar tener la esperanza que no maten a Diana Turbay y cuando sucede, nunca puedo dejar de llorarla. Lo termino y siempre quedo con el mismo dolor de que  los años han pasado y todo sigue igual. Siempre me duele que los problemas de mi país se han transformado pero seguimos sin resolverlos, seguimos matándonos y odiándonos. 

La prueba más triste de esto, claramente es la controversia sin sentido y sin lugar que ahora vivimos, cortesía de la polarización e intolerancia que nos divide y que logra que en vez de atesorar y reflexionar sobre el legado del escritor más importante que hemos, se debata si debió o no ponerle un acueducto a Aracataca, juntarse con los que quiso y tener sus propias preferencias políticas que nunca interfirieron con su objetividad como periodista o su grandeza como escritor. 

Ayer fui a despedirlo en el homenaje que le hicieron en Bellas Artes. Fueron 4 horas de fila para al final no poder entrar. Pasé de convivir con personas que comentaban los libros y sus historias, a los gritos de Fuera Peña. No puedo explicar claramente por qué me quedé tanto tiempo. Al inicio la fila se movía y no había problema, vi muchos personajes interesantes y había un ambiente de "aquí estamos por él". Cuando llovió yo ya tenía mi capa y estaba muy cerca de entrar por lo que pensé que no faltaba mucho.

Luego entraron los presidentes y fue obvio que había que esperar hasta que se fueran para poder entrar. Lo que no me esperé es que cuando por fin se acabó el show presidencial, duráramos otros 40 minutos con el "ya casi los dejamos pasar" para terminar en "ya se llevaron las cenizas, ya cerramos". Al parecer ante la furia de la gente luego volvieron a abrir pero yo para ese momento ya me había ido. Cansada, frustrada y con los pies mojados. 

Pero el punto no es la larga fila ni la frustración de no haber entrado. Yo fui porque estoy convencida que los ritos son importantes. Además de despedirlo, quería estar junto con los que comparten la tristeza de que ya no habrá más obras que me hagan pensar y sentir. Con los que escriben porque él los inspiro y porque como él, quieren ser queridos por lo que escriben. Para estar con los que como yo, admiraron la pasión que él tenía sobre la amistad y su terquedad a la hora de estar siempre para ellos. Y al final, viví eso. Aún si no entré, si no le dejé las flores que le llevé. 

He escrito cinco libros tratando de averiguarlo, de saberlo, de descifrar quién soy. Y todavía no lo tengo claro. Pero hay algo que sí sé: 
soy el mejor amigo de mis amigos, y ese primer puesto no me lo dejo quitar de nadie.

También fui por un motivo totalmente personal. Para darle las gracias infinitas y del fondo de mi corazón, por haber escrito El amor en los tiempos del cólera y darme la oportunidad de usarlo para, en uno de los momentos más tristes de mi vida, decir todo lo que necesitaba sin usar palabras. Para no arrepentirme de haberme quedado callada y no decir lo que mi corazón gritaba. 

Necesitaba agradecerle haber puesto en palabras, mi tristeza, soledad y la esperanza de algún día tener ese "Toda la vida" que hoy todavía me pesa al saber que no pasará. Así, el libro se convirtió en un mensaje que explicaba lo que no podía pedir, eso que no podía ni siquiera soñar pero que anhelaba profundamente. 

El amor en los tiempos del cólera además tradujo, el dolor que he sentido desde que tuve que despedirme de ese al que quería querer Toda la vida. 

"..los amputados sienten dolores, calambres, cosquillas, en la pierna que ya no tienen. 
Así se sentía ella sin él, sintiéndolo estar donde ya no estaba"



miércoles, 5 de diciembre de 2012

Amour.... o los miedos que uno esconde debajo del colchón

De las mejores cosas que han estado pasando en este momento es que estamos en Muestra de la Cineteca. Lo cual significa que hay muchas más películas de lo normal y que aunque los cines están invadidos por vampiritos glow-in-the-light, hay mucho más que ver y mucho mejor. 

Entonces ayer fui a ver Amour. Y es una de las mejores películas que he visto. Y eso que este año he visto muy buen cine. Es intensa, profunda y absolutamente hermosa. 

El problema es que se fue directo contra mis sentimientos. El primero... el más obvio, el que siempre esta a flor de piel. Mi abuelo. Me dolió saber que él no fue feliz sus últimos años. Al ver a Anne (la protagonista de la historia) atrapada en su cuerpo, avergonzada de no poder hacer por si misma las cosas más básicas y más íntimas como bañarse o hacer pipí, desesperada por vivir una vida que no es, no pude evitar pensarlo. Y nuevamente sentí ese dolor de no haber estado en la última época, de no haberlo acompañado. 

Pero luego... la película tocó otras fibras. Para ser más exacta, otros miedos. Por un lado está el que siento cuando pienso qué va a pasar con mi mamá en unos años. Su salud nunca ha sido fuerte y yo he pasado algunos de los días más horribles de mi vida en las clínicas temiendo por lo que le podría pasar. Y ahora, de nuevo, como con mi abuelo... estoy lejos. Y por como se ven las cosas y por lo que yo quiero, seguiré estando lejos. Entonces ¿qué va a pasar el día que se enferme? 

En esos días cuando mi mamá ha estado enferma, yo he tenido el apoyo de mis tías, pero al final del día ellas se iban y la que se quedaba en la noche era yo. Y eso sucederá de nuevo. Además, yo tendré que tomar todas las decisiones sola. Es en esos momentos donde odio ser hija única. No hay a quién achantarle un turno de cuidado o con quién pensar que hacer. 

Con mi papá digamos que la situación es similar, pero tengo la confianza de que su esposa estará y yo contaré con su apoyo cuando sea necesario. Él ha construido una familia con quién podré cuidarlo. 

Y luego... luego queda ese otro miedo que es el que vive en el lugar más profundo de mi colchón. El de qué va a pasar el día que sea yo la que esta enferma. La que llega a vieja. Volvemos al problema de ser hija única. No voy a tener hermanos cuidándome como hacen mis tías. No voy a tener sobrinos pasando la noche en la clínica como yo lo he hecho. 

Y, seamos honestos, en este momento de mi vida, no sé si voy a tener un Georges (el esposo de Anne en la película) que me ame de una manera tan profunda, honesta y por tantos años, que esté dispuesto a cuidarme, cambiarme el pañal y alimentarme. Además, como tantas veces lo hemos hablado con Adri, siempre esta el tema de que las mujeres vivimos más, entonces incluso si encontrara a ese hombre que envejezca a mi lado, nada me garantiza que yo me voy a enfermar primero. 



Por supuesto una solución es tener hijos. Y achantarles a ellos el problema. Pero ese no es motivo suficiente para reproducirme y como ya lo he escrito tengo muchas dudas acerca del tema. 

Así que no sé. Salí del cine con el corazón arrugado, queriendo tapar los miedos que siento y preguntándome si es necesario pensar más acerca del futuro. 

Por suerte llegue a la casa y estaban dando When Harry met Sally (que bien podría ser la precuela de Amour) y elegí dormirme oyendo hermosas historias de amor. 


jueves, 16 de agosto de 2012

La sorpresa y el shock...

Hoy mientras volvía de la oficina, oí mi podcast favorito This American Life de NPR. De repente contaron que David Rackoff, uno de los colaboradores, había muerto. Aparentemente de una enfermedad grave. Ira Glass comentó que no era una sorpresa que hubiera fallecido, but somehow there was the schock that he is gone

We knew that his dead was coming, for months he's been saying he wouldn't live past August, so none of this is any surprise. But as anybody knows who has been through this situation, even when you know its coming it's still somehow a shock when it actually happens. It's a shock that he is gone. 

Y yo me quedé pensando cuan cierto es esto. 

Recientemente se murió la abuela de Adri. Abuelita tenía 105 años, así que se podría decir que su muerte no fue una sorpresa. Pero igual esta el shock de saber que ya no esta. 

Y es que ese es el gran problema de la muerte. Incluso cuando son muertes que uno sabe que están en camino, ya sea por vejez o por enfermedad... uno no puede dejar de sorprenderse con el hecho de que la vida propia, ahora es sin esa otra persona. 

Y mientras escribo estas palabras empiezo a comprender porqué para Mr. M (sí... de nuevo ronda mi cerebro.. qué le hacemos, aparentemente aún estoy haciendo la autopsia como diría Gabidearest) la muerte era un tema tan poco profundo y tan ajeno. Era algo que me generaba una gran confusión... ¿cómo era que me decía que él no armaba tanto drama con el tema? En su momento yo lo atribuí al hecho de que nadie realmente cercano se le había muerto. 

Pero ahora... ahora pienso que el tema va más allá de lo circunstancial. Y vuelve a ser la gran diferencia... para mí las personas siempre van a ser increíblemente importantes. Para él no. Y en esa medida... las muertes de las personas que quiero y son importantes para mí, siempre van a alterar mi vida, siempre van a dejar un hueco. 

Así por ejemplo, la ida de Abuelita me generó una gran tristeza y no pude evitar preguntarme cómo será la próxima vez que vaya a la casa Gómez y encuentre que ella ya no esta. Ella que siempre sonreía, la que cuando en la fiesta de sus 100 años le pregunté que cómo estaba me dijo "pues aparentemente he vivido muchísimo, mijita", la que en año nuevo siempre se tomaba más vinos de los que un médico consideraría prudente (pero si después de los 100 uno no se puede tomar los vinos que quiera... entonces cuándo?), la que agarraba mi mano cuando Adri le recordaba que yo era Li, su amiga de siempre. 

Ella ya no va a estar... y hoy no puedo dejar de sentir the shock, that she is gone. 

*** y no... hoy no voy a escribir cómo la muerte de mi abuelo fue la sorpresa más grande, porque hoy no quiero sentir esa tristeza. Así que me voy a poner un tapón emocional y me iré a dormir. 


GEORGE: "I... I don't know how to exist in a world where my dad doesn't."
CRISTINA: "Yeah, that never really changes."


lunes, 16 de abril de 2012

¿Y ahora?

¿Y entonces cuál es el plan ahora?

Esa parece ser la gran pregunta de los que me conocen. Empecé el año con metas claras y un proyecto personal definido con plazos específicos. Y de repente, la vida cambió y ya no se trató de lo que yo quería, sino de lo que yo necesito.

Y lo que necesito es estabilidad. Tener un lugar donde sentirme en casa. Tras años de muertes, ausencias, derrotas y aquel harakiri-emocional, es momento de respirar y disfrutar de la calma. De darme espacio para estar bien y terminar de descubrir quién soy después de tanta cosa.

Pero con la decisión de aceptar que lo que necesito es distinto de lo que quiero y de entonces hacer lo que es mejor para mí, viene la pregunta de ¿y ahora? A veces me parece que desde que estoy en el colegio he pensado la vida en términos del siguiente proyecto, del siguiente viaje: graduarme, terminar la universidad, irme de Colombia, hacer la especialización, ahorrar lo suficiente para irme a Europa, encontrar maestria, ahorrar para viajar en México, irme el verano a Washington, conseguir trabajo para no volver a Colombia, implementar el proyecto personal...

Y ahora... ahora todo esta bien pero no sé cuál es el siguiente paso. Como siempre me cuesta trabajo pensar en el futuro y saber dónde estaré ni haciendo qué en los próximos años. Sé que hay gente que vive así y vive bien. Pero a mí me gusta tener un viaje en mente, un proyecto que me anime en los días de aburrición y rutina. Y ahorita... ahorita simplemente no sé. Así que seguiré dejando que las cosas fluyan y tal vez uno de estos días encuentre el siguiente muro que quiero escalar.



sábado, 10 de diciembre de 2011

Dos años

El martes me desperté en uno de esos días en que todo me pesaba. Después de un rato de preguntarme qué era lo que estaba pasando, me di cuenta que se acercaba el aniversario de mi abuelo. Y entonces el dolor tuvo sentido. Pasé el día sintiendo el enorme hueco que existe en mí desde que él se murió.

Ese día quise escribirle a mis amigas para que me acompañaran, pero la vida práctica se interpuso y pasé el día corriendo en el trabajo sin tiempo para hacer lo que realmente era importante.

Hoy es su aniversario número dos. Llevo ya dos años sin oirlo, sin poder verlo y sintiendo un vacío que sé que no se va a llenar. En los días malos me hacen falta sus abrazos, sus palabras y la forma en que me miraba y lograba que yo me sintiera mejor. En los días buenos, me duele no poder compartirlos. Cuando las cosas buenas pasan, a veces se sienten incompletas porque no esta él para sonreir conmigo.

El martes, mientras trataba de poner el dolor a un lado y trabajar, aún cuando lo único que quería era darle espacio a mi dolor, Possibility-Boy me recordó que es normal sentirme así, que sentir aún más su ausencia esta semana, es solo la prueba de lo mucho que lo extraño todos los días. Incluso me mostró cómo no soy la única que se siente así, al compartirme algo que había puesto un amigo de él. Y al ver las palabras de un completo extraño, decir exáctamente lo que yo siento, me sentí un poco mejor.

This is a tough time of year for me. Not
because of the holidays but because I always remember the last days I
spent with my father watching him transition from this life to the
next. Six years ago now, still fresh in my heart mind like yesterday.
I'm wishing I could hug him and he could hug my daughter. I miss that
man. Cheers, Daddy!

Hoy sé que estoy mejor. Sé que he ido encontrando las formas para que mi vida se mueva y dejar de estar en hold. He construido mecanismos para recuperar la confianza y seguridad en mi vida. Pero no es lo mismo. Y cuando sueño, cuando me imagino las posibilidades a mi alcance, no puedo evitar que me duela saber que él no va a estar ahí para acompañarme, para creer en mi, para sonreirme y darme la fuerza para convertir mis sueños en realidades.

“My dreams are coming true. Dreams I didn’t even know that I had. But my brother’s not here… He’s missing it.”


lunes, 28 de noviembre de 2011

La diferencia entre estar herida y estar triste

He hablado en los últimos posts acerca de recobrar la confianza en el universo. Ayer mientras hablaba con mi mejor amiga trataba de explicarle que yo veo el enorme potencial de quedar triste ante una despedida con Posibility-Boy. Pero no siento que vaya a salir herida. Y eso es diferente.

En estos días he recordado el video de Cristina Fernández de Kirchner luego de la muerte de su marido. Ahí, ella hablaba de cómo ese no era un momento difícil. Era un momento doloroso. "El dolor es otra cosa". Y es que sí, hay una gran entre los dos.

Lo de Open-Boy fue doloroso y difícil. Y me dejó herida. Lo fue por la forma en que se dieron las cosas, por quién era yo en el momento en que lo encontré en mi vida y por la imposibilidad de tomar decisiones propias. Por las palabras calladas por el amor que sentía. Para amarlo como lo amé sabía que no podía decir o querer muchas cosas... y así, terminé increíblemente herida por las circunstancias.

Ahora siento que las cosas no van a ser así. Que he encontrado a alguien con quien puedo aprender a hablar y a decir lo que pienso y siento. Y eso me da confianza. Pero por encima de él y de las circunstancias en las que lo encontré, hoy confío en mí, en el proceso que he realizado y en los aprendizajes que he hecho. Hoy no necesito saber qué va a pasar más adelante y me siento tranquila de que sin importar cuál sea el desenlace, yo no saldré herida. Tal vez quede triste y mi corazón duela un rato. Pero no será un momento difícil y no estaré herida. También sé, que tal vez simplemente no quede triste y no tendré un corazón triste. Who knows?

Y mientras tanto, ahí voy. Poniendo en práctica lo que he aprendido. Diciendo las cosas, las buenas y las que me genera inquietud. Y encuentro entonces a alguien que tampoco es bueno en las comunicaciones pero que se ha atrevido a decir algunas cosas. Y que sobre todo, me ha dado el espacio para que yo por fin vuelva a aprender a decir lo que siento.







domingo, 23 de octubre de 2011

Réplicas

El otro día terminé mi entrada preguntando si todo lo que estaba pasando era el resultado de lo que se rompió en mí tras la tristeza del mes de mayo. Cuando pasó el 2009 con todas sus muertes, yo sentía claramente como el dolor me había transformado... podía ver cómo había cambiado a mi familia y cómo ya ninguno era el mismo.

Una parte de mí siente que todo lo que pasó con Open-boy y lo que siguió en los días de sol, también me ha cambiado. Fue tanto el dolor, la frustración, el choque. Fue tanto el amor, tanta la felicidad y tan profundo el golpe. Y hoy veo que eso me ha cambiado. Como dije en esa entrada, todo lo que ha sucedido me ha hecho necesitar profundamente a alguien que sepa lo que quiere. Que tenga las cosas claras y el valor de sentir y vivir según sus emociones.

Pero entonces me pregunto yo por qué no vivo según eso mismo. Yo tengo claro qué es lo que quiero y aún así, solo hago movimientos aislados. Debo ser constante a la hora de trabajar por lo que quiero. Debo enfocarme profundamente y HACER lo necesario para alcanzar mis objetivos.

Y así, tal vez, cuando este haciendo lo que quiero, como quiero, donde quiero, cuando no me baste saber lo que quiero sino que vivo de acuerdo a eso... pueda encontrar a alguien igual.

martes, 9 de agosto de 2011

A dos velocidades

No soy una persona particularmente musical, sin embargo, la música es parte de mi vida diaria. Necesito constantemente tener una banda sonora para poder concentrarme. Y a veces la música es la mejor expresión de lo que siento y vivo.

Hoy pasó algo extraño, dos canciones distintas evidenciaron cómo estoy enfrentando dos procesos de duelo. Y debo aceptar que me sorprendí un poco.

Esta mañana venía en el taxi y de repente sonó No hay nada más difícil. Esa canción que no paraba de sonar en mi cabeza cuando mi abuelo se murió. "No hay nada más difícil que vivir sin ti". Y antes de que me diera cuenta tenía un enorme nudo en la garganta y no pude evitar llorar. Sentí de nuevo el hueco y su ausencia dolió como siempre. Pensé en que aunque el tiempo ha pasado, el dolor sigue existiendo. No pude evitar preguntarme cuándo el dolor dejará de estar tan a flote.

En cambio, horas más tarde, estaba trabajando y sonó Soundtrack to the end, la canción que mi corazón gritaba en los primeros días de ausencia de Open-boy. "And all our hearts were breaking". Durante muchos días oirla me recordaba el vuelo de regreso: mientras esperaba a entrar al avión para encontrarlo, la canción sonó y por un instante, supe lo que venía, el dolor que llegaría y lo mucho que me pesaría su ausencia. Cada vez que sonaba, yo no podía evitar llorar. Hoy, solo noté que estaba oyendo esa canción porque tuve que ponerle pausa y entonces vi el título en mi teléfono. Y me encontré a mi misma estando tranquila, sin sentir aquel hueco que tanto tiempo ha estado en mi alma. Descubrí que de repente no tenía dolor y que podía recordar que es una canción hermosa. La puse nuevamente y la oí completa, por primera vez en meses, sin sentir la tristeza que durante tanto tiempo me acompañó.






jueves, 28 de julio de 2011

Hoy amanecí pensando en él



miércoles, 27 de julio de 2011

Perspectiva...

"Only the heartaches have given me sight"

Hace rato encontré esta frase en una canción de Joshua Radin y se me clavó en el corazón. Siento que es precisamente eso lo que ha sucedido en estos meses. El dolor se ha convertido en perspectiva. Lo que pasó me ha obligado a pensar en quién soy, qué estoy haciendo en la vida y sobre todo, qué quiero yo.

El proceso en la terapia ha implicado enfrentar muchas cosas de mí. He empezado a aceptar que hay ausencias que aún pesan en mi alma a pesar de que han pasado años desde que se fueron. El dolor de las muertes del 2009 sigue moldeando mi vida. Por primera vez me he atrevido a aceptar que la muerte de mi abuelo rompió mi sentido de seguridad y protección. Y ahora empiezo a ver las consecuencias de su partida. Lentamente empiezo a entender que soy mi crítica más dura y que a veces debo darme chance de sentir y ser. Comprendo que dejé que los otros definieran lo que no me gusta de mí y que oí a los que no debía porque a veces me da pánico aceptar lo que soy.

Y cada día que pasa soy conciente de que no hay motivos para darme por vencida, que no puedo rendirme aún. El amor puede llegar a mi vida. El amor llegó a mi vida. Ahora es cuestión de darme la oportunidad de aprender de lo que pasó y abrirme a lo que el futuro pueda traer.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Cosas horribles que pasan

Anoche fui a la fiesta de celebración del matrimonio de mi amiga Lu. Era una noche para festejar las cosas buenas de la vida, para que ella y su marido estuvieran con los que los queremos, para comer rico y bailar.

Y de repente, mientras bailábamos el papá de su marido se desplomó en el piso. El mismo hombre que un rato antes había dado un hermoso discurso donde nos hizo reir a todos mientras nos contaba lo mucho que amaba a su hijo, estaba en el suelo, inconciente y sin respirar. Los minutos más largos pasaron antes de que llegara una ambulancia.

Para cuando ésta llegó, ya todos estabamos en silencio, el lugar estaba lleno de caras tristes e impotentes. Unos pocos se movían. En algún momento yo intenté sentirme útil preguntándoles a los del lugar que dónde estaba la maldita ambulancia que no llegaba. Pero nadie más podía hacer nada.

Finalmente el suegro de Lu se fue, con un hombre sentado en su pecho intentando que su corazón funcionara. Unas horas más tarde ella y otro amigo me avisaron que él falleció.

Tras bajarme del taxi que me trajo hasta mi casa me ataque a llorar. Jamás había vivido algo así. Y una vez más, como aquella vez que mi amiga me contó sobre la muerte de su abuelo y yo terminé llorando por el mío, en esta situación todo se me revolvió de nuevo. El sonido de la ambulancia me llevó a aquella en la que me tuve que subir cuando él enfermó. La angustia de ver a alguien que se está muriendo, hizo que me aferrara su reloj.

Pronto se va a cumplir un año de su muerte. Y yo sigo extrañándolo todos y cada uno de los días. Ya no tengo el mismo afán de antes por el día que deje de doler, he aceptado ese dolor como algo que pasa y que no puedo evitar. Pero ayer, mientras trataba de dormirme, con la mezcla de los recuerdos de lo que pasó y de mi abuelo, volví a querer que su ausencia ya no sea tan dolorosa, tan profunda, tan inserta en mí.

lunes, 26 de julio de 2010

Haciendo cosas por mí

Este post lo escribo para recordar que estoy dando pasos. Porque hoy en cierto momento de la tarde, se me olvidó.

Llevaba varias semanas triste. Y sabía que necesitaba hacer cosas. Así que hice un par. De manera tímida, pero hice algo. Y entonces hubo una muerte más en mi familia. Como dijo una tía mía, se nos acabó la familia. Yo no creo que se haya acabado, pero si sentí profundamente la muerte. Y puso todo en perspectiva, me mostró que las cosas que había estado haciendo estaban en el camino indicado. Porque necesito hacer cosas para mí. Por mí.

Así que de repente todos los cambios - el pelo, los cursos de escritura, las conversaciones con gente que me quiere bien, etc- se enmarcaron en un verdadero cambio. Todo es parte de lo mismo, todo es un intento por tomar las riendas de mi vida y ser feliz. Estar bien. Sana física y emocionalmente. Tener retos intelectuales.

Tal vez la mamá de la ex-roomie tiene razón y a los 28 la gente vive una revolución. Tal vez simplemente me cansé de no sentir que vivo a plenitud mi vida. Así que continuaré con los cambios, esforzándome, retándome, cuidándome. Así me cueste dinero, cansancio y las malas caras inevitables. Al final, estoy haciendo cosas por mí.

Y eso es lo que importa.


viernes, 16 de julio de 2010

Otra despedida sin despedirme

Copia del mail que le mandé a mi mejor amigo esta mañana.

Esta mañana me desperté 20 minutos antes de que sonara el despertador. Algo muy raro en mi. Y me desperté con una sensación fea. Sonará tonto pero así lo siento.

Y cuando a las 730 am sonó el teléfono sin contestar supe que Tio Enrique se había muerto. El estaba muy viejito y muy enfermo. Un cáncer horrible que lo tuvo con dolor entrando y saliendo de clinicas muchos años. Y en ese sentido sé que fue lo mejor. Que ya no le duele ni esta cansado. Ni angustiado, porque como buen médico que era sabía exáctamente que le estaba pasando y cual era el panorama.

Así que el dolor de perderlo es grande... pero sé que es algo bueno.

Pero una vez más es lo mismo. Un entierro más al que no voy, un abrazo más que no doy ni recibo y es un evento más del que solo soy parte via telefonica. Y en estos días en que me he estado sintiendo tan sola... es muy difícil no cuestionar qué hago aquí, por qué sigo lejs de los que quiero. Por qué me mantengo aquí cuando siento que nada me ata?

Esta es otra despedida en la que no le dije adios. En la que no estuve. En la que no le pude decir que lo queria, que le agradecia todo lo que hizo por mi cuando más lo necesité...

Y otra vez tengo que seguir, sin detenerme porque no hay entierro, misa o funeraria a la que yo vaya a ir.

viernes, 7 de mayo de 2010

Missing him

Por esto odio el exceso de tiempo libre. Porque la cabeza da vueltas y vueltas. Y el corazón da aún más.

Hoy por ejemplo, tuve tiempo para ver Grey's Anatomy. De ver a Christina Yang hablando de la muerte de su papá y a mi se me formó ese maldito nudo en la garganta que no se ha desecho desde que mi abuelo se murió. Levanto los ojos y veo su foto sonriendo. Y no puedo sonreir.

Es extraño... mi abuelo supo darme el espacio para conectarme con mi papá. Para que a hoy tengamos una gran relación donde estamos y somos y donde me hace feliz. Donde realmente siento su presencia en mi vida. Pero eso no hace que no deje de sentir un infinito dolor por la ausencia de ese otro papá que tuve. No es fácil explicarlo porque mucha gente cree que fue sólo la muerte de un abuelo. Pero no es así. Mi otro abuelo murió hace muchos años y aunque me duele su ausencia, nunca sentí esta pérdida. Nunca tuve este dolor, esta sensación de que el mundo dejó de ser un lugar donde quiero estar.

Los meses han pasado. Y sigue doliendo. Sigue siendo un tema que no puedo ni mencionar. Sigo sintiéndo que estoy vacía, que jamás nadie me va a querer como él me quiso a mí y que sobre todo, jamás habrá nadie que me haga sentir tan valorada, apreciada y querida.

No entiendo. Mi rutina no ha cambiado. Mi vida sigue siendola misma que antes de que él muriera. Yo ya llevaba aquí mucho tiempo. Pero mi vida se siente distinta. Mis espacios se sienten distintos. Cada tanto, en las noches me llegan recuerdos de él, cosa que antes no me pasaba. Y yo, que jamás usé reloj, ahora tengo el que él usó en mi muñeca. A veces pienso que es un poco masoquista tenerlo porque al verlo me acuerdo que él ya no está. Pero la verdad es que cuando he intentado no usarlo, me siento aún más sola, aún más desprotegida. Aún más sin él. Así que me lo dejo. Por las mañanas antes de salir cada día veo su foto sonriendo. Decidí poner la foto en que estamos juntos un poco más arriba de mi rango de visión, para que no tenga que verla obligatoriamente. Vernos juntos duele mucho. Así que prefiero ver la otra foto, esa donde mira directamente a la cámara y sonríe. Y yo puedo pensar que me sonrie a mí.

Christina dijo que llegaba el día en que al recordarlo sólo dolía un poquito. Mi mejor amiga dijo lo mismo. Yo le dije eso a mi mejor amigo. Pero hoy no veo cómo se llega a ese día.


viernes, 16 de abril de 2010

Desde la distancia

El abuelo de mi mejor amigo se murió.

Él esta lejos.

Como yo estuve lejos.

Y él, al igual que yo, escribió algo para que lo leyeran en el funeral de su abuelo.

Teníamos que conocernos y teníamos que ser amigos.

Y espero que a él no le cause problema que tome una frase suya y la ponga aquí. Porque me llegó al alma, me revolvió todos los sentimientos y me hizo odiar estar lejos de él para no poder abrazarlo y tratar de curar un poco su dolor como él hizo conmigo en un pub bogotano donde lloramos nuestras penas en diciembre.

"Si me embarqué en mi propia aventura para conocer la gente y el mundo, fue para vivir la vida, como me enseñó mi abuelito"


martes, 23 de febrero de 2010

Día internacional de la lucha contra el cáncer.

Ayer fue el día internacional de la lucha contra el cáncer. Una prima puso esto en su status de Facebook:

Hoy es el Día Internacional contra el cáncer... En memoria de quienes perdieron la batalla contra el cáncer y para todos aquellos que siguen luchando para ganarla. Rezo para que se encuentre una cura para esta enfermedad. El 92% no copiará y pegará este texto, ¿verdad? Yo lo hice por los que amaba, por todos los que se fueron. Orgullosa de ser parte del 8%.


Por supuesto lo puse en mi status. Pero al ponerlo se me hizo ese nudo en mi garganta que se forma cada vez que pienso en los que se fueron el año pasado. Ante todo, el 2009 fue un año de profundas pérdidas emocionales. Mi tío, mi tía, mi abuelo. Gente maravillosa, valiosa y que le aportó a mi vida de formas indescriptibles.


Y mientras pegaba el status me pregunté cuándo tendré la coraza fuerte. ¿Cuándo dejará de doler tanto? El otro día iba en el carro de una amiga de la oficina, por algún motivo llegamos al tema de la muerte y ella compartió conmigo la historia de cuando su abuelo falleció. Fue una historia hermosa y yo agradecí profundamente que me la contara... pero en alguna parte de la historia dejé de oírla. Se formó el nudo en la garganta y yo sólo pude pensar en mi abuelo. Y yo sólo quería llorar. Cada vez que me doy cuenta que jamás volveré a verlo... siento que no puedo respirar.
Y sé que no ha pasado tanto tiempo. También sé que nunca dejaré de extrañarlos y que nunca dejará realmente de doler. Pero hoy acepto que me gustaría adelantar un poco el tiempo, al momento en que ya no me duela tanto. Al día en que pueda oir las historias de los otros y quedarme en ellas.








domingo, 6 de diciembre de 2009

sintiendo en domingo

El viernes discutí con V. Me dijo que fuera con cuidado con Pandro-Fashion-Boy, que no me confiara, que ya me había visto en el pasado así de contenta y que no quería verme triste.

Yo entiendo eso. Pero no esoty de acuerdo. Y su timing fue pésimo.

Pero más allá del timing esta el hecho de que si algo me ha enseñado este año es que las cosas no duran. La felicidad no dura. La gente no dura. Las cosas buenas... no duran para siempre. Aún estoy esperando a la comprobación empírica de que las cosas malas tampoco duran para siempre, pero sé que es cierto. No duran. Así que siguiendo el lugar común, hay que aprovechar cada día.

Yo sé que la relación con Pandro-Fashion-Boy no es exáctamente lo que yo anhelo. Pero incluso sin ser exáctamente lo que yo quiero... es algo que me hace feliz. Y después de tanta tristeza yo quiero ser feliz. Cuando estoy con él sonrio de una forma que hace mucho no sonreía y por ese rato, vivo en un mundo donde todo esta bien. Donde me siento bien conmigo misma, con él e incluso puedo hablarle de las cosas tristes sin volverme mierda.

Tal vez suene a que odio mi vida cuando no estoy con él. Y eso no es cierto. Me gusta mi vida. Me gusta mi trabajo, me gusta mi departamento y me gusta la vida que tengo. Pero eso no hace uqe no haya una dosis inmensa de tristeza. Tengo que terminar los duelos de este año y siento que sólo voy a poder hacer eso cuando este en Colombia. Y esos duelos me pesan. Se aparecen durante mis días.

Hoy creo además, que Pandro-Fashion-Boy llegó a mi vida para enseñarme a ser paciente. Este año, además de tener que lidiar con la distancia y la importencia que esta me causa... he tenido que aprender a dejar que la vida tome su propio rumbo. He tenido que soltar cosas y personas que creí iban a ser buenas para mí y resultaron no serlo. Y en esos momentos me da afán. Afán de que llegue el momento donde las cosas sean buenas, que pase la tristeza, las malas rachas, la incertidumbre. Y con Pandro, estoy aprendiendo a dejar que la vida tome el rumbo, a tener paciencia y verle el lado positivo a las cosas. Y creo, que eso es muy bueno para mí.

***

Y mientras llega el momento en que puedan cantarle canciones de frente... hoy se la canto por aquí:

For you I want to sing a happier song
for you I'm gonna try to right all my wrongs