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viernes, 3 de febrero de 2012

Eight ways to win your heart.

Sigo con el ejercicio. Esto será de mucha utilidad para cuando el universo decida mandarme a alguien decente con quien salir.

Day Three: Eight ways to win your heart.

  1. Ser inteligente, muy inteligente.
  2. Entender el sarcasmo, la ironía y manejar un humor negro te harán llegar muy lejos conmigo.
  3. Tener intereses variados (y preferiblemente de cosas que yo no conozca) es clave ya que me gusta cuando me enseñan cosas nuevas, pero es necesario que les guste la política y el cine.
  4. Eso sí tienen que disfrutar de las cosas light, donde se me ofendan porque quiero ir a ver una película donde las cosas explotan y a cambio exijan ir al documental mudo en blanco y negro iraní, les pego.
  5. Ser detallistas pero no cursis. Medio oso de peluche y salgo corriendo.
  6. Ayuda tener un buen rabo, ser flaco y tener el pelo en desorden.
  7. ¡Ni un yo-yo más en mi vida! Sentimientos claros, ganas de estar conmigo y nada de andar apanicándose porque sintieron algo.
  8. Tattoo-boy dice que a las niñas siempre se les debe mantener fed, warm and dry... y es una buena forma de garantizar que yo este de buen genio. Solo añadiría un corolario y es descansada, meaning nada de despertarme, ni andar jodiendo la vida cuando estoy recién levantada.

Ahora... ¿quién se anima?


miércoles, 23 de septiembre de 2009

Historia 2: Psycho Jesus

La semana pasada inicié esta serie sobre los personajes con los que he salido. Hoy vamos con el segundo personaje, mejor conocido como Psycho Jesus.



Como todos mis personajes, este empezó pareciendo lo más de normal. Lo conocí en la cineteca en una de esas coincidencias que a veces me hacen creer que el destino existe y todo esta escrito en una piedra cósmica. Los dos ibamos solos, nos sentamos cerca, pronto nos encontramos hablando y al terminar la película fuimos por un largo café. (Para mayores detalles aquí esta la entrada que escribí aquel día antes de ser conciente de lo freak que era el personaje: http://divagacionesextras.blogspot.com/2009/06/happy-go-lucky.html). Ese día noté la tendencia a analizarme pero en su momento me pareció chévere: "se le nota que es filósofo. cuestionó cada frase y me puso a pensar". El personaje ante todo me pareció normal y por eso le di mi teléfono con la esperanza de volver a saber de él.

Unos días más tarde llegó a mí el mensaje de texto más miedoso de mi historia:

"Ay, Lina!... Pasa el tiempo y yo conservo vivo tu recuerdo! Pienso en tu voz, en tu acento y tu sonrisa! Te recuerdo soltandote el cabello o llevandote los dedos a la boca para limpiar de ellos los restos de chocolate, y yo deseando que tu boca fuera la mía para prestarte ese mismo servicio!.. Me gustas, Lina, y tengo ganas de volver a verte!"

Fue a las 11 de la noche de un domingo y yo quedé paniqueada. Así que le respondí (grannnnn error) que a mí me había gustado conocerlo, que podíamos algún día tomar un café pero que yo prefería ir despacio. Pensé que así se relajaría un poco y dejaría de mandar mensajes porno. De nuevo me equivoqué:

"Yo digo que sí, por supuesto! Dime cuando y en donde sugieres! Y de lo otro, bonita, vayamos despacio entonces, pero eso no impide que te diga que quiero colmarte de besos y caricias!"

En realidad lo que significaba mi mensaje era exáctamente eso, que por favor no me mandara mensajes con las palabras besos, caricias ni aluciones a mis dedos y boca. Yo no respondí nada. Pero al día siguiente cuando le conté a mi mamá pensando que se escandalizaría, recibí una respuesta aún más sorprendente: "bueno, es claro que el personaje tiene intenciones sexuales evidentes... pero eso no esta mal... a lo mejor es muy directo pero no dices que te aburre que los mexicanos no son directos?".

Ante esta evidente pérdida de confianza en mis futuros prospectos por parte de mi señora madre decidí preguntarle a mi mejor amigo mexicano a ver si opinaba que los mensajes de texto eran tan miedosos (y un poco lobos) como me parecían a mí. De nuevo para mi sorpresa, a él no le parecieron tan graves y me dijo que tal vez debería perdirle el mail para medir un poco qué tan psicópata era el personaje. Como el niño se llamaba Jesus y yo andaba encarretada viendo la cuarta temporada de One Tree Hill donde Peyton habla de Psycho-Derek, empecé a hablar de Psyco-Jesus.

Y la verdad es que estaba en una de esas épocas en donde no tenía prospectos en el horizonte. Mi amigo erótico me tenía abandonada y no había nadie más en quién pensar. Así que decidí intentar comunicarme con él a punta de mails. La excusa era perfecta: a la semana yo me iba 3 semanas a Estados Unidos y sólo podríamos escribirnos. Con muy poco entusiasmo Psycho-Jesus aceptó y empezamos a escribirnos.

Los mails eran chéveres. No lo niego. Pero seguía siendo increíblemente intenso. Hablaba de "nosotros", mandaba besos, caricias y demás. Y yo no sabía muy bien cómo explicarle que no había un "nosotros", que nos habíamos visto dos horas y que francamente yo no me acordaba muy bien de cómo es que era. Pero de nuevo... era un buen distractor en el estres de mi curso de verano, eran mails entretenidos y yo no tenía nadie más en quién pensar. Él argumentaba que su intención no era asustarme sino por el contrario hacerme claro que yo realmente le gustaba y quería tener algo serio conmigo.

Dejando de lado mis profundos issues con el compromiso... seamos sinceros, el tipo me había visto dos horas. Y yo seré chévere y todo pero en dos horas uno no conoce nada de la otra persona. Pero ahí iba él diciendo como yo le encantaba y fascinaba. Hablando de mi cabello (let's not go there) y de lo mucho que anhelaba verme.

Y finalmente volví a mi casa. Me pidió mi teléfono y hablamos un par de veces. Una noche quiso tener phonesex conmigo. Lo frené y le dije que estaba loco. 1. no soy fan del phonesex, no me entusiasma. 2. uno no puede tener phonesex con alguien a quien ni siquiera le ha dado un beso. Pero esto no fue el único problema, al hablar descubrimos lo que yo ya intuía: que eramos totalmente distintos. A él le encantaba levantarse temprano a hacer ejercicio, no le gusta salir, prefiere las cosas serias (qué cosa con los serios y su atracción hacia mi que soy tan poco seria) y cuando le pregunté su trago favorito respondió que los jugos boing (que además, son feos). Y para rematar él se había convencido que yo era alguien que no soy (seria, madrugadora, aburrida y trascendental).

Pero había que confirmar las impresiones saliendo. Acordamos vernos un sábado y el propuso vernos a las 10 de la mañana. Me rehusé y le expliqué que no hay posibilidad en el mundo de que yo vaya a un second date cuando el reloj todavía no ha puesto el pm. Conciliamos en las 5pm (seguía incomodándome el tema de que fuera de día pero por lo menos no tenía que levantarme temprano para el evento). Y él decidió que debíamos repetir exáctamente nuestra primera salida: película en la cineteca, café caminando. ahhh la cursilería.

Yo tenía miedo de cómo sería ese primer encuentro. Llevaba un mes diciendo lo mucho que me deseaba y lo mucho que anhelaba estar conmigo. Como le dije a mi mejor amiga: "I don't want him to say hello to me stucking his tongue down my throat". Afortunadamente se limitó a darme un abrazo.

Y a la salida de la película pasó de ser Pyscho-Jesus a Freud-Jesus. Un bonito recuerdo de mi psicoanalista y del gringo (ver entrada anterior): "eso es un punto interesante el que tocas, ahondemos por favor", "por qué te sientes inclinada a decir eso?", "qué te hace manifestar eso?" (además hablaba como un profesor de principios del siglo pasado). Arghh. No sé. No sé porque digo ciertas cosas que digo. No soy una tesis doctoral, no tengo por qué justificar cada frase que digo. Así que lo frené y le dije que no soportaba más el tema.


Ante esto, encontré que mi negativa de ser analizada en cada frase era precisamente su deal-breaker. Me miró con seriedad y me dijo que él no podía renunciar a eso. Nos despedimos con un abrazo y jamás volví a saber de él.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Entrega 1 de las historias de mis adorables psicópatas

Hoy por Twitter me llegó este link: http://melodymaker.posterous.com/the-reason-some-girls-stay-single-very-funny es la historia de una niña en Toronto que se levanta a un personaje un poco intenso (para mis lectores mexicanos, levantarse en colombiano significa ligar a alguien) y para que él deje de molestar le da su tarjeta. Lo siguiente que pasa son dos mensajes divertidísimos de un personaje que uno no creería existe en la vida real.

Pero existen.

Y creo que la única razón por la cual no he conocido a dicho personaje es que no vivo en Toronto, de lo contrario seguro ya tendría esos mensajes de voz en mi celular. Porque aparentemente yo tengo un imán para los personajes psicópatas, problemáticos, con deficiencias sociales únicas-en-su-clase, etc. Les encanto. Y siguiendo el consejo de un buen amigo (que probablemente algún día entrará en esta lista) voy a contarles las historias de estos personajes en esta y las siguientes entradas. Por favor no me escriban diciendo que eso no pasa en la vida real porque lo que aquí escriba es verdad. I know. My life is that pathetic sometimes (y por fin puedo aceptarlo).

Personaje 1.

Empecemos por el gringo. Este no estoy ni siquiera segura que pueda considerársele un ser humano. Como lo definió una amiga, es un mero intento de ser humano. El gringo apareció mientras vivía aquí en México en un momento de particular vulnerabilidad. Hacia unos pocos meses me había partido la mano (para enterarse de la historia: http://colombiaenmexico.blogspot.com/2008/09/cunto-cuesta-partirse-la-mueca-en-mxico.html y era la primera date que tenía una vez me retiraron los clavos de la mano. En su defensa el gringo era increíblemente bonito, ojos azules tipo Tom Cruise, ni un solo gramo de grasa (escalaba montañas… pronto volveremos sobre esto) y era lo suficientemente desgarbado como para gustarme. En un inicio la cosa fluyó medianamente bien. Me consentía y me mandaba mensajes de texto bonitos.

Pero pronto empecé a notar que era un poquito obsesivo con el deporte. Se ponía de mal genio cuando se quedaba a dormir en mi casa porque no podía levantarse en domingo a las 8 de la mañana a jugar basket (todavía tengo la duda de si el universo existe los domingos a las 8 de la mañana). Cancelaba planes los fines de semana para ir a escalar montañas y no entendía que me frustrara el tema. Un sábado vino a mi casa, le preparé una cena deliciosa, el domingo hicimos desayuno y estuvimos de pereza todo el día. Por la tarde noté que estaba más callado de costumbre. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que estaba deprimido porque no había hecho nada. Según él, había desperdiciado el fin de semana conmigo. (nice… fantástico para mi autoestima). Al ver mi cara de furia aclaró que no es que le molestara estar conmigo, que en realidad había estado rico pero que finalmente no había hecho nada que valiera la pena, como escalar una montaña.

Pero bueno… yo hasta podía lidiar con sus deseos de ser Diana Ross y averiguar qué tan alta es la montaña. El problema era su falta de interés por CUALQUIER cosa que no fuera la montaña… o las matemáticas. Ah… es que el personaje era matemático (maybe that was the problem) y no entendía nada que no pudiera sumarse o restarse o escalarse. Al preguntarle por las películas que le gustaban respondió que veía preferiblemente documentales o especiales de Discovery. Y libros? Al niño sólo le gustaban los de matemáticas porque en su opinión la ficción no es seria. Ahora que lo pienso creo que no es que no le gustara, es que no la entendía. Una noche vimos The Family Stone, una de esas comedias románticas hiper lights. Cuando le pregunté si le había gustado me dijo que no porque había muchos personajes y eso lo desgastaba en exceso.

Es que el gringo era serio. SERIO. Increíblemente serio. Freud + Nietzche + Álvaro Uribe + Sartre. Absolutamente impedido para entender el sarcasmo y la ironía. Una noche estábamos hablando y yo hice algún comentario mordaz (como siempre), él se quedó mirándome sin entender mucho así que yo me reí y le dije: y por eso es que voy a reencarnar en cepillo de dientes (lo cual sigo creyendo es cierto). Ahh… esto trajo una de las conversaciones más bizarras de mi vida: cómo si soy agnóstica creo en la reencarnación? Y si de verdad creo en la reencarnación cómo puedo creer que se puede volver en la siguiente vida en objetos inanimados como un cepillo de dientes? O creo que los cepillos de dientes tienen alma? Arghhh!!

Pero además de no entender el humor negro, el gringo no entendía el humor. NINGÚN TIPO DE HUMOR. En los dos meses largos (larguísimos) que salimos creo que sólo lo vi reírse una vez. Y esa vez le dije que tenía una sonrisa muy bonita y que debía usarla más. Ante esto me respondió que él no entendía por qué debía reírse (no vamos a analizar que además de todo confundía reirse con sonreir), que eso era un constructo social innecesario y que odiaba la presión cultural para hacerlo. Concluyó con un serísimo: When I think something is funny I laugh in the inside, I don’t need to show others my laughter. Ahh… hay que querer a semejante personaje.

Uno podría pensar que dos meses es mucho para estar con este personaje. Y es cierto. Pero en mi defensa, sólo nos veíamos algunos fines de semana (cuando vencía la necesidad de subirse a la montaña) y nunca entre semana (vivíamos lejos y él se levantaba a las 6 de la mañana a jugar basket). Además en esos meses, me fui una semana a Colombia porque mi abuelo se enfermó. Volví un lunes y esperé hasta el viernes para verlo. Me había dicho que estaba teniendo una mala semana y yo realmente no había puesto mucha atención (again, mi abuelo estaba MUY enfermo). Y así, aquel viernes llegó a mi casa, luego de dos semanas de no vernos, con un gran ojo morado. Mi reacción natural e instintiva fue preguntarle qué le había pasado ante lo cual me insultó. Según el gringo, era absolutamente anormal que yo quisiera saber qué le había pasado. Y luego procedió a negarse a contarme porque era una historia MUY humillante y él no quería recordarla. Yo con mi maravillosa memoria imaginé toda clase de escenarios, un grupo de niñas lo golpearon, un par de enanos lo violaron, un bebé muy fuerte lo atacó. Pero nada de eso pasó. La historia humillante y degradante que él se negaba a contarme es la siguiente: estaba jugando basket con unos amigos y al intentar robarse el balón, se enredó con otro jugador y se cayó pegándose en el ojo. Ahh… mi historia de los enanos es más divertida, cierto??

Muy pronto después de eso el romance con el gringo se terminó. El desencadenante además de su falta de capacidad de reírse, entender el sarcasmo, tener una conversación interesante y/o divertirse, fue que yo me enfermé. Un viernes me invitó a su casa, planeábamos ir a desayunar a un sitio que él quería llevarme el sábado por la mañana. Pero por la noche yo me enfermé. Me dio una gripa horrible. Fiebre, temblor, malestar. El combo completo. Él se enteró porque en algún momento de la noche le rogué que apagara el ventilador. Molesto lo hizo. Por la mañana me despertó y me preguntó que si íbamos a salir. Con la poca voz que tenía le dije que la fiebre y yo creíamos que no. Así que procedió furioso a saltar de la cama e ir a prepararse desayuno para él solo. No me ofreció ni un vaso con agua. Unas horas después cuando la fiebre y yo decidimos que podíamos aguantar el viaje en metro hasta mi casa me levanté. Él se limitó a informarme que se encontraba muy frustrado porque yo había incumplido mi promesa de ir a desayunar con él. Fiebre o no fiebre.

Mi fiebre y yo nos fuimos y jamás volvimos.