Mostrando entradas con la etiqueta recuerdos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta recuerdos. Mostrar todas las entradas

viernes, 3 de junio de 2016

Déjalo ir...

Mi memoria es una cosa rara. Me cuesta mucho aprenderme nombres pero sé exactamente qué tenía puesto en mi primer date (jeans, camiseta blanca, saco azul y un collar con un dije azul noventerísimo), el día que salí por primera vez con el Ex (saco gris que picaba y que compré en Naf Naf y jeans) y la noche que me di los primeros besos con Open-Boy (vestidito azul que luego boté porque no fui capaz de volverlo a usar porque me daba tristeza). Y no solo me acuerdo de cosas  que pasaron en momentos importantes, también sé que las primeras películas que renté cuando Blockbuster llegó a Colombia fueron Mujercitas y Belle Époque. 

Hay cosas que por algún motivo se quedan grabadas en mi mente y no hay forma de dejarlas ir. Y realmente no me parece grave que mi cerebro este lleno de datos inútiles como que mi cuaderno de sociales en décimo era de los Auténticos Decadentes no porque me gustara la banda sino porque me pareció que era una buena definición del tema. Lo que me parece grave es que hay sensaciones, sentimientos, momentos y dolores que no puedo olvidar, que simplemente no puedo dejar ir. 

Y entonces los recuerdos se convierten en el arma para no dejar ir las cosas. Están ahí, permanentemente, mostrándome la ausencia como una constante. En este momento no se trata solo de ese amigo que ya no es y que tanto me pesa, se trata también de un rechazo que viví hace poco y que simplemente no sé cómo superarlo. 

Dentro de las cosas que me joden a mi la vida es la sensación de rechazo. Cuando supe que esto había pasado pero no pude saber los motivos, entré en un conflicto horrible. He analizado una y otra vez todo lo que pasó buscando las señales de por qué ya no quieren que yo esté. Y sé que probablemente nunca lo vaya a entender y que, al igual que con ese ex amigo, nada vaya a cambiar si de repente encuentro las razones verdaderas de lo que pasó... pero el no saber me mata. 

Al final lo que he aprendido es que como en todo el tiempo ayuda a que la incertidumbre no pese... Y llegara el día en que solo me queden los recuerdos sin un sentimiento amarrado a ellos. 


martes, 30 de abril de 2013

Dos años y el silencio

Te despiertas y antes de abrir los ojos ya sabes que será un día donde su recuerdo pesará. Los días han pasado y de repente, hoy se cumplen dos años desde la noche que lo conociste. Tomorrow you'll be worlds away and yet with you my world has started. Aún te acuerdas qué te pusiste, la sensación cuando él abrió la puerta y lo viste por primera vez, el roce con su brazo cuando tomaron mezcal. Caminar de regreso a tu casa tratando de decirte que no te gustaba. La vida ha pasado, tú has cambiado pero hoy sientes que aún hay cosas que no han cambiado lo suficiente. Hoy no puedes no extrañarlo, no querer sentir su mano entre la tuya o su cuerpo cerca cuando duermes. Te tratas de decir que es lo mejor pero hoy no se siente así. Quieres tener furia por durar tanto tiempo extrañando a alguien, quieres que te enfurezca que dos años más tarde te despiertes con su ausencia pesando en tu vida. Pero no es así, hoy solo sientes tristeza de la vida que no fue. Hoy oyes las canciones que decían lo que tú sentías. If he asked, I’d be his. Haces tu vida y finges que todo está bien. Eres buena en eso, ya no eres la que llora inconsolable frente a la compu. Esos días han quedado atrás. Hoy eres la que tiene el corazón triste pero puede sonreír, dar las gracias por el té que ha comprado, mandar mails de trabajo y hasta hacer chistes tontos sobre por qué olvidó el cargador en la casa. Pero todo se siente distante. Esta esa que bromea y la que tiene todos los recuerdos alborotados. Hoy todas las preguntas que no te permites hacer en tu vida normal, gritan en tu interior. ¿Cómo estará? ¿se acordará que hoy es hoy? ¿también le pesará? ¿será feliz? ¿pensará en mi? ¿habrá cambiado? Hace unas semanas cuando caminabas por la playa con Possibility-boy te diste oportunidad de hacer lo que nunca haces, preguntar en voz alta a alguien que tiene la respuesta, por él. Le dijiste que te dolía no haber recibido nunca aquel correo donde él te dice que es feliz. Possibility-boy respondió que él está bien y que tal vez si no te ha escrito es porque él solo es feliz si no se acuerda de ti, solo está bien si no deja que haya nada de ti en su vida. Tú pensaste que sería fantástico poder hacer eso. Pero esa no eres tú. Y sabes que estás mejor, que cada vez son menos las noches en que te sueñas con él y amaneces con el alma triste; cada vez eres más valiente a la hora de enfrentar las minas emocionales, pero aún no eres capaz de ir a ciertos lugares y entonces prefieres dejarlos tan solo como recuerdos… Y aunque cada vez su ausencia pesa menos, nunca se desvanece del todo. Ahí está. Sabes que jamás volverás a verlo pero hay noches donde no puedes evitar soñar con eso. Y claro, cuando hay diminutas posibilidades de ir a su ciudad, te dan ataques de ansiedad de tan solo pensarlo. Por más de que te digas que la probabilidad de encontrártelo en la calle es casi nula, una parte de ti quisiera ir un día caminando y verlo. Así sea de lejos, así sea por un instante… tal vez entonces sabrías que él realmente está bien, que estos dos años donde no han estado, esta vida completa que te espera de vivir sin él… todo lo que no fueron, vale la pena. Que el amor que le diste dejándolo ir, valió la pena. 

jueves, 20 de septiembre de 2012

La soledad tiene forma de....

Para mí la soledad tiene forma de Open-Boy. Cuando no tengo en quién pensar, pienso en él; cuando no tengo quién me ilusione, pienso en él; cuando no hay nada... esta su ausencia. 

Y estos son días en donde no hay nadie en el panorama. Y entonces pienso en él. Me pregunto cómo estará, si será feliz, si las cosas estarán bien en su vida. Cuadno se fue le pedí que el día que realmente fuera feliz me escribiera contándome. Nunca lo ha hecho y me pregunto si esto es así porque aún no ha pasado o porque ya lo es y en el camino se le olvidó la promesa que me hizo.

Lo molesto es que su hueco aparece cuando quiero y cuando no. Así por ejemplo, un día mientras turisteaba feliz en Toronto, con mi cabeza y mi corazón en mil otras cosas, de repente vi el libro de la última película que vimos juntos y en automático las lágrimas salieron. Antes de que pudiera pensar, ya estaba llorando. Es un reflejo que no pude detener. Ahí estaba el dolor, la ausencia y los recuerdos de esa felicidad que ya no es. 

Otras veces yo no me ayudo y voy echándome sal en la herida yo solita. Como hoy cuando decidí mostrarle su foto a una amiga de la oficina, para descubrir que cambió la que tenía de perfil. Ya no es esa que le tomaron cuando estuvo aquí. Es otra. Because he's moved on. Obviously. Algún día debería bloquearlo para no poder ver esas cosas. Pero algún día debería no necesitar ver esas cosas. Eso sería aún mejor. 

En lo que llegan esos días... trataré de concentrarme en otra cosa.


viernes, 29 de junio de 2012

One week Volumen 2

Ayer leí mi entrada One Week. Que diferencia entre esa primera semana y esta primera semana. Alguna vez conoci a alguien que decía "edificios más altos se han caído" y si... la verdad es que todo se resume en que edificios más altos se han caído en mi vida y sé que este ni a duplex llegó. Y eso, me genera una tranquilidad que nunca había tenido.

Pero como en todo hay subidas y bajadas. Hay momentos donde me acuerdo y me pesa. Donde me da rabia que las cosas no continuaran fluyendo. Ya no sé si es que él se mostró como algo que no era o si cómo sugirió mi psicóloga, aunque se mostró como realmente es la presión de sus líos sin resolverse lo hizo poner una máscara que logró que los dos nos desencantaramos. Eso no importa. Lo que fue en las últimas semanas es lo que iba a seguir siendo y lo único que podía ser. Y los dealbreakers solo iban a seguir haciendo ruido.... Pero de tanto en tanto, lo extraño.

Y entonces me pesa sentir que él no me piensa. Que él no me extraña. Y sé que da lo mismo. Si me extraña o no. Pero me duele sentir que ese que se abrió, que me mostró lo que había en su interior y que me quiso... hoy ni se acuerda.

Eso suele pesar más cuando recuerdo lo bonito. Acepto que pasa menos seguido de lo que hubiera creído. A veces como hoy, es en medio de una comida, donde la gente habla de cosas sin importancia y algo me recuerda un buen momento con él, cuando me sonreía con cariño o buscaba mi mirada en medio de la conversación de grupo. 

No debo ir ahí. Me debo quedar donde he estado tranquila. Donde sé y siento que lo mejor fue desprendernos y aceptar que en realidad juntos no podíamos.


domingo, 13 de mayo de 2012

Canciones para salvar tu vida

Vino Paul McCartney a México y por muchos motivos yo no pude ir, cosa que me sigue doliendo. Más cuando todas las reseñas del que hizo en Bogotá fueron absolutamente maravillosas. Hasta Gaby dijo que era como haber visto un unicornio (aquí su entrada). Yo me tuve que contentar con verlo por internet y pensar que eventualmente volverá y yo lo podré ver como toca. 

Y claro, la emoción no fue la misma. No había gente a mi alrededor, mi pantalla es chiquita y yo estaba muy cómoda en mi silla. Pero de repente tocó Blackbird. Y yo lloré emocionada, igual que si lo hubiera tenido a un metro mío. 

Porque Blackbird es LA canción. Aquella que me ayudó a salir del peor momento. Esa que oía una y otra vez, tratando de creer que era cierto: 

"Take these broken wings and learn to fly  
All your life  
You were only waiting for this moment to arise"

La canción estaba en un cassette y yo aprendí cuántos segundos tardaba en devolverse para poder oirla sin parar cuando necesitaba sentir que no era el fin, que era un comienzo. 

Y así, cuando Paul McCartney la tocó, yo me transporté a esa tarde, un año después de terminar con Novio-Número-Dos, cuando tenía que llevarle algo que había escrito y que creía que era la mejor despedida. Tomé el carro de mi mamá, manejé las 4 cuadras oyendo solo esa canción. Le marqué y le pedí que saliera. Y mientras lo esperaba oía una y otra vez esas palabras con la esperanza de creérmelas. "All your life, You were only waiting for this moment to be free".



Como ya he dicho en este blog, yo no soy alguien particularmente musical. Eso ha quedado aún más en evidencia ahora que Mr. M ha aparecido en mi vida, cuya M podría ser por melómano. Conciertos, canciones, oye esta parte, son el día a día. En parte envidio un poco esa pasión que tiene. La mía esta dispersa en muchas cosas y siempre me he preguntado cómo sería ser así. Pero eso no significa que la música no sea importante en mi vida. Al contrario. Yo podré ser la que no sabe quién toca nada ni cual es el puente de una canción... pero yo necesito soundtrack en mi vida. De lo contrario me enloquezco. Y en los momentos difíciles, la música es aún más necesaria. 

El año pasado, durante el harakiri-amoroso, estoy segura que yo no hubiera podido salir del hoyo negro sin esas canciones que decían lo que yo estaba sintiendo. Así este blog se llenó de canciones: La primera y más difícil claro fue Somebody Loved de The Weepies, pero de ahí le siguió la lista de tristezas: The Humpty Dumpy Song de Travis, Los restos de nuestro amor de Fito Páez, Wake Up Alone de Amy Winehouse, They bring me to you de Joshua Radin,You Know Who I Am de Leonard Cohen y claro Soundtrack to the end de The Communist Daughter... 

"And they broke our hearts in two
While we walked away
So I just pushed on through
And I made my muscles move
'Cause I could never say

And all our hearts were breaking
There was music all around
And the walls were always shaking
'Cause our love was the sound
Our love was the sound"

Esas eran las canciones para llorar mi tristeza, para dejar salir el dolor y la frustración. Pero hubo una que me ayudó en la tarea de convencerme que había un "otro lado", que yo podía algún día recuperarme. Y entonces me dediqué a oír Her Morning Elegance y a creer que era cuestión de luchar por mi vida. Repetí esas palabras una y otra vez: 

And She fights for her life
As she puts on her coat
And she fights for her life on the train
She looks at the rain
As it pours
And she fights for her life



sábado, 24 de marzo de 2012

Empacando

Suspiras mientras sientes que tu cuarto ha explotado. Cajas por todos lados, bolsas de basura, ropa, las maletas que sabes que tienes que renovar antes de tu siguiente viaje y un caos infinito. Sientes el cansancio de los últimos meses, así que le subes el volúmen a la música para distraerte.

Empacas en automático mientras tu mente divaga... tratas de evitar recordar que deberías hacer esa traducción para que el lunes no sea un infierno, te acuerdas del día que compraste ese vestido negro que ahora vas a tirar porque se ha desteñido y ya no tiene gracia, piensas que hace rato nadie te visita y que eso te hacce falta. Ante todo las visitas son cortes de la rutina. Y a ti la rutina laboral te tiene exhausta.

Continúas con tu tarea. Decides limpiar todas las bolsas antes de empacarlas. Agarras la roja que te prestó tu amiga hace ya muchos meses y que aún no le devuelves. Sin pensarlo mucho la abres y encuentras unos polvos y el blush que llevabas buscando hace meses. Te das cuenta que no has tocado la bolsa desde la noche que la usaste. Y ahora, sabes muy bien por qué. Fue la primera vez que saliste después de que él se fue. Cuando decidiste no quedarte llorando en tu casa y dejaste que tu amigo te llevara a aquella boda, donde toda la noche trataste de fingir que tu corazón no estaba totalmente destruido. Esa fue la noche en que llegaste y animada por los tequilas y besos que tu amigo te dio, le enviaste el primero de los correos que habrías de escribirle. Por eso no habías vuelto a tocar la bolsa. Primera mina emocional que pisas y ya estas llorando.

Le subes nuevamente a la música y prefieres concentrarte en la selección de cosas que tirarás. Papeles, chicles viejos, revistas que nunca leíste, medicamentos ya vencidos. Todo va a la basura. Sin dudas. Eliges otra bolsa para echar la ropa que le regalarás a la empleada. Los jeans que nunca te acomodaron y que hoy te quedan gigantes, un sweater negro que no has usado en 3 años, ese vestido verde que nunca te gustó. Si tan solo fuera tan sencillo tirar el resto de las cosas. El pasado. Los recuerdos. El hueco. La maldita costumbre de pensar en él.

Has empacado todo menos un cajón. Y no lo has hecho porque sabes que ahí esta la caja donde enterraste sus recuerdos. Los boletos de la película que vieron la última noche que estuvieron juntos. La página de Vanity Fair con el cuestionario de Proust que jugaron a responder en el vuelo de regreso de Zipolite. La nota que te dejo. Sabes que sería mejor no abrir la caja, pero que ya para este punto te es imposible no hacerlo. Por un momento dejas de oír la música, de sentir el cansancio corporal, el sueño atrasado de este mes y medio, solo sus palabras existen. Sus letras que hoy te parecen tristes, pero tienen el mismo efecto del día que las viste por primera vez. Penetran tu corazón con fuerza, te obligan a llorar y vuelves a ser la misma que no puede creer que él no pueda ser. You are somebody loved. You are somebody loved. You are somebody loved. You are somebody loved. Lees y relees sus palabras. Tratas de pensar que él llegó a tu vida para transformarte y ponerte en el camino hacia tu bienestar, pero en este momentoeso te suena a una explicación forzada y racional, que nada tiene que ver con la intensidad, profundidad y complejidad de un amor que ya no esta.

Te sientas en la cama. Quieres escribirle. En realidad lo que quieres es verlo, tenerlo cerca, abrazarlo. Pero eso no se puede. Así que te concentras en el deseo de escribirle que es lo único que puedes hacer. Pero sabes que no tiene sentido hacerlo. Él no responderá. Ni siquiera sabes si leyó tu correo de diciembre. Y de haberlo hecho, no sabes si le molesta, incomoda o genera problemas que lo hagas. Te da pánico que él te pierda el respeto y llegue el día donde seas "la vieja esa que me escribe aún cuando jamás le he respondido". Porque aún si no responde, aún si llevas tantísimos días de tan claro silencio, en tus manos tienes la prueba de que para él fuiste igual de importante. You are somebody loved. Y no quieres que eso cambie.

Continuas empacando. Ya casi terminas. Quieres adelantar el tiempo al siguiente sábado, cuando te pases a tu nueva casa, esa que tanta ilusión te genera. Esa donde estarás en tu espacio y podrás contruir un mundo propio. Con la ya conocida mezcla de dolor y resignación, sabes que aún cuando él jamás haya pisado tu nueva casa, de alguna forma ahí estará. Sus recuerdos ya los empacaste.

sábado, 28 de enero de 2012

Oda contra la tecnología

Why'd they even invent caller ID?
It's, like, who is this service helping?
I mean, for centuries
Okay, well maybe not centuries,
but for, like, a lot and lot of years
people have been answering their phone,
not knowing who it is,
and as far as I can tell,
no one's died from that.

This constant obsession
with needing to know who's calling all the time
it's, like, so gross.

Like, you pick up the phone,
you find out who it is,
then you know.
Look, all I'm saying...
...if a guy doesn't call me,
I would like to reserve the right
to call him at 15-minute intervals
until he picks up.

But if he looks down
and sees my numbers
he's gonna think I'm some kind of psycho or something.
Which I'm not.
Obviously.
Yo me acuerdo llamando al niño que me gustaba a los 13 años y colgando en cuanto oía su voz. Y sé que no fui la única.

Pero eso ya no se puede. Los teléfonos tienen identificador de llamadas. La tecnología nos jodió la posibilidad de oír la voz de alguien. Y hay cosas peores.

Peores como descubrir por accidente (juro que fue por accidente) que gmail guarda todas las conversaciones que uno ha tenido y entonces un día, uno va a buscar un dato entre sus correos y se encuentra a cambio con una enorme emotional landmine. Así fue como terminé leyendo la conversación que tuve el último día que Open-Boy estuvo en México. Y ese viejo dolor que a veces creo que ya no existe, regresó. Leer como me decía "my love", "my girl" y hablaba de "my Lina" fue la estupidez más grande. He hecho el ejercicio de ver a Open-Boy como aquel que se fue, aquel que no es lo suficientemente fuerte para mí, como aquel que eligió irse... y de paso, he hecho el ejercicio de recordarlo como ese a quién amé con todo el corazón, que logró despertarme, sacarme del hoyo negro en el que estaba y cambiar por completo mi vida. Pero para lograr todo esto, sin darme cuenta hice el ejercicio de olvidar que él también fue el que me amó, el que me dijo las cosas más hermosas, se enamoró de lo que soy y me lo hizo saber de cada forma que pudo.

Y entonces, ahí voy yo, con la ayuda de la estúpida tecnología, leyendo sus palabras de amor y recordando que él me amó. Y que ni por esas, se pudo. Y entonces llevo tres días con el corazón revuelto.

Lo bueno es que ni eso me ha detenido a la hora de moverme en realizar mi proyecto personal. Él no será una excusa. Él fue el motor de los cambios, no voy a dejar que se convierta en algo que me detiene en la búsqueda de mis sueños.

*** Y dentro de las quejas contra la tecnología, por supuesto esta el hecho de que hace aún más evidente cuando alguien no quiere hablar con uno. Así uno entra a gtalk o abre Facebook y se da cuenta que Possibility-Boy esta online y que decide permanecer en silencio. Y entonces, su silencio duele un poquito más.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Géminis after all

Y ahora que el silencio ha regresado y se ha hecho más intenso, ahora que la emoción de ir a Colombia pasó, que los abrazos y el cariño que allí me dieron ya no están, ahora que el sol se fue... regresa el hueco de su ausencia.

Y entonces me siento dos. Soy la que está convencida de que él, a la larga no iba a ser bueno para mí, que necesito a alguien que quiera estar conmigo y con nadie más. Quiero un amor intenso, profundo y real como lo fue con él, pero un amor donde no haya espacio ni deseo para nadie más. Un amor que me cuide y me proteja, al tiempo que me hace crecer y ser la mejor versión de mi misma.

“I'm looking for love. Real love. Ridiculous, inconvenient, consuming, can't-live-without-each-other love.”


Pero también soy la que aún lo extraña. La que aún siente el dolor del "what could have been" y la que aunque permanece en silencio, aún lo piensa y recuerda. La que va a cine y ve la película y se siente identificada, sale con un nudo en la garganta y solo quiere seguir adelante para por fin llegar al punto donde la ausencia no me duela.


viernes, 15 de abril de 2011

Baggage

Esta será mi última entrada desde esta casa. Por fin terminé de empacar. Me duele hasta el pelo y estoy hormonal, cansada y sensible.

Y cuando terminé de empacar vi mi vida en México en muchas cajas, bolsas negras de basura y maletas. Y de repente sentí que es cierto, que tengo muchas cosas. Pero ya hice el proceso de tirar lo innecesario. De regalar ropa, botar papeles y desprenderme de recuerdos innecesarios. Y aún así quedaron tantas cosas. Y ahora que me estoy pasando a un lugar más pequeño esta la gran pregunta de ¿cabrán mis cosas?

Pero la cosa es que no puedo dejar de ser yo. Y yo soy una persona que tiene mucha ropa, que jamás ha podido desprenderse de un libro que le haya gustado, que le gusta hacer nidito, decorar y que para sentir que un lugar es suyo, necesita adaptarlo, poner sus cosas, fotos y demás. Así que seguiré acumulando. Tal vez llegue el día en que me tenga que ir de aquí y tire todo. Tal vez llegue el día en que simplemente me canse y tire todo. Pero por ahora, quiero hacer del nuevo apartamento mi casa. Y para eso necesito mis cosas, mis fotos, mis adornos y demás elementos que me hacen sentir que ese es mi espacio.