viernes, 18 de septiembre de 2009

Entrega 1 de las historias de mis adorables psicópatas

Hoy por Twitter me llegó este link: http://melodymaker.posterous.com/the-reason-some-girls-stay-single-very-funny es la historia de una niña en Toronto que se levanta a un personaje un poco intenso (para mis lectores mexicanos, levantarse en colombiano significa ligar a alguien) y para que él deje de molestar le da su tarjeta. Lo siguiente que pasa son dos mensajes divertidísimos de un personaje que uno no creería existe en la vida real.

Pero existen.

Y creo que la única razón por la cual no he conocido a dicho personaje es que no vivo en Toronto, de lo contrario seguro ya tendría esos mensajes de voz en mi celular. Porque aparentemente yo tengo un imán para los personajes psicópatas, problemáticos, con deficiencias sociales únicas-en-su-clase, etc. Les encanto. Y siguiendo el consejo de un buen amigo (que probablemente algún día entrará en esta lista) voy a contarles las historias de estos personajes en esta y las siguientes entradas. Por favor no me escriban diciendo que eso no pasa en la vida real porque lo que aquí escriba es verdad. I know. My life is that pathetic sometimes (y por fin puedo aceptarlo).

Personaje 1.

Empecemos por el gringo. Este no estoy ni siquiera segura que pueda considerársele un ser humano. Como lo definió una amiga, es un mero intento de ser humano. El gringo apareció mientras vivía aquí en México en un momento de particular vulnerabilidad. Hacia unos pocos meses me había partido la mano (para enterarse de la historia: http://colombiaenmexico.blogspot.com/2008/09/cunto-cuesta-partirse-la-mueca-en-mxico.html y era la primera date que tenía una vez me retiraron los clavos de la mano. En su defensa el gringo era increíblemente bonito, ojos azules tipo Tom Cruise, ni un solo gramo de grasa (escalaba montañas… pronto volveremos sobre esto) y era lo suficientemente desgarbado como para gustarme. En un inicio la cosa fluyó medianamente bien. Me consentía y me mandaba mensajes de texto bonitos.

Pero pronto empecé a notar que era un poquito obsesivo con el deporte. Se ponía de mal genio cuando se quedaba a dormir en mi casa porque no podía levantarse en domingo a las 8 de la mañana a jugar basket (todavía tengo la duda de si el universo existe los domingos a las 8 de la mañana). Cancelaba planes los fines de semana para ir a escalar montañas y no entendía que me frustrara el tema. Un sábado vino a mi casa, le preparé una cena deliciosa, el domingo hicimos desayuno y estuvimos de pereza todo el día. Por la tarde noté que estaba más callado de costumbre. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que estaba deprimido porque no había hecho nada. Según él, había desperdiciado el fin de semana conmigo. (nice… fantástico para mi autoestima). Al ver mi cara de furia aclaró que no es que le molestara estar conmigo, que en realidad había estado rico pero que finalmente no había hecho nada que valiera la pena, como escalar una montaña.

Pero bueno… yo hasta podía lidiar con sus deseos de ser Diana Ross y averiguar qué tan alta es la montaña. El problema era su falta de interés por CUALQUIER cosa que no fuera la montaña… o las matemáticas. Ah… es que el personaje era matemático (maybe that was the problem) y no entendía nada que no pudiera sumarse o restarse o escalarse. Al preguntarle por las películas que le gustaban respondió que veía preferiblemente documentales o especiales de Discovery. Y libros? Al niño sólo le gustaban los de matemáticas porque en su opinión la ficción no es seria. Ahora que lo pienso creo que no es que no le gustara, es que no la entendía. Una noche vimos The Family Stone, una de esas comedias románticas hiper lights. Cuando le pregunté si le había gustado me dijo que no porque había muchos personajes y eso lo desgastaba en exceso.

Es que el gringo era serio. SERIO. Increíblemente serio. Freud + Nietzche + Álvaro Uribe + Sartre. Absolutamente impedido para entender el sarcasmo y la ironía. Una noche estábamos hablando y yo hice algún comentario mordaz (como siempre), él se quedó mirándome sin entender mucho así que yo me reí y le dije: y por eso es que voy a reencarnar en cepillo de dientes (lo cual sigo creyendo es cierto). Ahh… esto trajo una de las conversaciones más bizarras de mi vida: cómo si soy agnóstica creo en la reencarnación? Y si de verdad creo en la reencarnación cómo puedo creer que se puede volver en la siguiente vida en objetos inanimados como un cepillo de dientes? O creo que los cepillos de dientes tienen alma? Arghhh!!

Pero además de no entender el humor negro, el gringo no entendía el humor. NINGÚN TIPO DE HUMOR. En los dos meses largos (larguísimos) que salimos creo que sólo lo vi reírse una vez. Y esa vez le dije que tenía una sonrisa muy bonita y que debía usarla más. Ante esto me respondió que él no entendía por qué debía reírse (no vamos a analizar que además de todo confundía reirse con sonreir), que eso era un constructo social innecesario y que odiaba la presión cultural para hacerlo. Concluyó con un serísimo: When I think something is funny I laugh in the inside, I don’t need to show others my laughter. Ahh… hay que querer a semejante personaje.

Uno podría pensar que dos meses es mucho para estar con este personaje. Y es cierto. Pero en mi defensa, sólo nos veíamos algunos fines de semana (cuando vencía la necesidad de subirse a la montaña) y nunca entre semana (vivíamos lejos y él se levantaba a las 6 de la mañana a jugar basket). Además en esos meses, me fui una semana a Colombia porque mi abuelo se enfermó. Volví un lunes y esperé hasta el viernes para verlo. Me había dicho que estaba teniendo una mala semana y yo realmente no había puesto mucha atención (again, mi abuelo estaba MUY enfermo). Y así, aquel viernes llegó a mi casa, luego de dos semanas de no vernos, con un gran ojo morado. Mi reacción natural e instintiva fue preguntarle qué le había pasado ante lo cual me insultó. Según el gringo, era absolutamente anormal que yo quisiera saber qué le había pasado. Y luego procedió a negarse a contarme porque era una historia MUY humillante y él no quería recordarla. Yo con mi maravillosa memoria imaginé toda clase de escenarios, un grupo de niñas lo golpearon, un par de enanos lo violaron, un bebé muy fuerte lo atacó. Pero nada de eso pasó. La historia humillante y degradante que él se negaba a contarme es la siguiente: estaba jugando basket con unos amigos y al intentar robarse el balón, se enredó con otro jugador y se cayó pegándose en el ojo. Ahh… mi historia de los enanos es más divertida, cierto??

Muy pronto después de eso el romance con el gringo se terminó. El desencadenante además de su falta de capacidad de reírse, entender el sarcasmo, tener una conversación interesante y/o divertirse, fue que yo me enfermé. Un viernes me invitó a su casa, planeábamos ir a desayunar a un sitio que él quería llevarme el sábado por la mañana. Pero por la noche yo me enfermé. Me dio una gripa horrible. Fiebre, temblor, malestar. El combo completo. Él se enteró porque en algún momento de la noche le rogué que apagara el ventilador. Molesto lo hizo. Por la mañana me despertó y me preguntó que si íbamos a salir. Con la poca voz que tenía le dije que la fiebre y yo creíamos que no. Así que procedió furioso a saltar de la cama e ir a prepararse desayuno para él solo. No me ofreció ni un vaso con agua. Unas horas después cuando la fiebre y yo decidimos que podíamos aguantar el viaje en metro hasta mi casa me levanté. Él se limitó a informarme que se encontraba muy frustrado porque yo había incumplido mi promesa de ir a desayunar con él. Fiebre o no fiebre.

Mi fiebre y yo nos fuimos y jamás volvimos.



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