Pero se siente.
Hoy fue un día largo. Muy. Largo. Y al final caí en la tentación de preguntar algo a sabiendas de que la respuesta no sería satisfactoria. Y tal vez sea que la terapia si ha servido, porque en este momento mi frustración no es con la respuesta ni con la persona de quién vino. Es conmigo misma.
Todo el tema es que pedí una validación y entonces todo el trayecto del taxi de regreso a mi casa me pregunté: ¿para qué necesito yo esa validación? ¿por qué la necesito? ¿por qué necesito que alguien más me defina?
Lentamente me he dado cuenta que me es más fácil verme en los ojos del otro que por mis propios medios. He tenido que preguntarme por qué le tengo tanto miedo a verme a mí misma. En teoría sé quién soy y eso me gusta... pero en la práctica, me encuentro a mí misma buscando validación de alguien que sé que no me la va a dar y que para mi tristeza, no es la amiga que yo creía que era.
Aún no sé la respuesta. Pero es algo que necesito cambiar. Necesito estar tranquila con lo que soy, lo que hago y cómo vivo mi vida. Esto no significa que no quiera oir a los otros, conocer su opinión... pero es eso. Una opinión. No una definición.
Hoy hubo tres definiciones. La de alguien que dijo que todo era grandioso, me abrazó y me hizo sentir muy bien. La mía, donde yo me sentí bien, me sentí tranquila (a pesar de que no paré de correr en todo el día) y me sentí orgullosa de mi propio crecimiento. Y la otra, que cuando la pregunté, recibí un frío "bien" cuyo subtexto era exáctamente lo contrario. Me hubiera podido quedar con la primera y/o la segunda y volver a mi casa contenta, sintiéndome satisfecha y tranquila. Pero la que pesó fue la tercera. Se clavó en mi interior y me llevó al punto de preguntarme, ¿por qué es precisamente esa la que decido tomar? ¿por qué es la que resuena en mi cabeza? ¿Por qué es tan difícil que me oiga a mí misma y me quede con lo que me hace bien?
No esta bien. No es lo que quiero para mí. Es algo que necesito cambiar. Y sé que la terapia esta para eso. Pero aún no sé exáctamente cómo hacer esa transformación en mi interior.
Todo el tema es que pedí una validación y entonces todo el trayecto del taxi de regreso a mi casa me pregunté: ¿para qué necesito yo esa validación? ¿por qué la necesito? ¿por qué necesito que alguien más me defina?
Lentamente me he dado cuenta que me es más fácil verme en los ojos del otro que por mis propios medios. He tenido que preguntarme por qué le tengo tanto miedo a verme a mí misma. En teoría sé quién soy y eso me gusta... pero en la práctica, me encuentro a mí misma buscando validación de alguien que sé que no me la va a dar y que para mi tristeza, no es la amiga que yo creía que era.
Aún no sé la respuesta. Pero es algo que necesito cambiar. Necesito estar tranquila con lo que soy, lo que hago y cómo vivo mi vida. Esto no significa que no quiera oir a los otros, conocer su opinión... pero es eso. Una opinión. No una definición.
Hoy hubo tres definiciones. La de alguien que dijo que todo era grandioso, me abrazó y me hizo sentir muy bien. La mía, donde yo me sentí bien, me sentí tranquila (a pesar de que no paré de correr en todo el día) y me sentí orgullosa de mi propio crecimiento. Y la otra, que cuando la pregunté, recibí un frío "bien" cuyo subtexto era exáctamente lo contrario. Me hubiera podido quedar con la primera y/o la segunda y volver a mi casa contenta, sintiéndome satisfecha y tranquila. Pero la que pesó fue la tercera. Se clavó en mi interior y me llevó al punto de preguntarme, ¿por qué es precisamente esa la que decido tomar? ¿por qué es la que resuena en mi cabeza? ¿Por qué es tan difícil que me oiga a mí misma y me quede con lo que me hace bien?
No esta bien. No es lo que quiero para mí. Es algo que necesito cambiar. Y sé que la terapia esta para eso. Pero aún no sé exáctamente cómo hacer esa transformación en mi interior.
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