Hace 12 años y 12 días exáctamente, me cuadré por primera vez. En términos mexicanos, hace 12 años y 12 días empecé a andar con mi primer novio. 4 de septiembre de 1997. Todavía me acuerdo de la fecha, la escena y por supuesto del personaje.
C era un niño completamente diferente a mí. Dedicado a los deportes (me arrastró a numerosas prácticas de aikido y a una ceremonia donde le dieron un cinturon amarillo), no leía un libro ni por equivocación, bueno en las matemáticas y convencido que las clases de historia era una pérdida de tiempo. Le gustaba Jackie Chan y trató muchas veces de convencerme de ver Masacre en el barrio chino (puedo decir con orgullo que no lo logré y al día de hoy todavía no la he visto). En cambio me obligóa ver esa tragedia cinematográfica llamada La Colonia con Dennis Rodman intentando actuar. Peleabamos por todo. No lograbamos encontrar puntos en común. Pero me atraía. Mucho. Hay muchos motivos acerca de porqué duré 1 año y 8 meses con este personaje pero hoy no se trata de discutir eso.
Se trata de por qué 12 años y 12 días después a mí me siguen encantando los opuestos. En mi historial sólo ha habido un novio similar a mí y el resultado fue catastrófico. Nos gustaban las mismas películas, libros, sitios para ir, restaurantes, etc. y pronto olvidamos las razones por las cuales era una buena idea salir con más gente, hacer cosas sin el otro y tener una vida propia. De nuevo, hubo muchas más razones por las cuales la relación se terminó pero el mimetizarnos fue una de las más importantes. Así que el siguiente novio que con el siguiente novio que busqué era nuevamente un opuesto. Católico, familiar, de padres felizmente casados, con una visión del mundo totalmente distinta a la mía. Y aunque aprendimos sobre qué temas podíamos discutir sin odiarnos, hasta el final gran parte de su atractivo era el mundo tan distinto en el que él vivía.
Y los años pasan y yo sigo en las mismas. Me encuentro a mí misma saliendo con personajes con los que no tengo nada (o muy poco) en común. Mi psicóloga dice que esto es positivo. Y tal vez lo sea. A mi me gusta estar con personas que me abren el universo, que me ayudan a ver cosas distintas, que me enseñan sobre cosas en las cuales yo nunca me interesaría... Pero de vez en cuando... anhelo compartir lo que me gusta, mi visión del mundo, sin tener que estar en interminables debates y discusiones.
C era un niño completamente diferente a mí. Dedicado a los deportes (me arrastró a numerosas prácticas de aikido y a una ceremonia donde le dieron un cinturon amarillo), no leía un libro ni por equivocación, bueno en las matemáticas y convencido que las clases de historia era una pérdida de tiempo. Le gustaba Jackie Chan y trató muchas veces de convencerme de ver Masacre en el barrio chino (puedo decir con orgullo que no lo logré y al día de hoy todavía no la he visto). En cambio me obligóa ver esa tragedia cinematográfica llamada La Colonia con Dennis Rodman intentando actuar. Peleabamos por todo. No lograbamos encontrar puntos en común. Pero me atraía. Mucho. Hay muchos motivos acerca de porqué duré 1 año y 8 meses con este personaje pero hoy no se trata de discutir eso.
Se trata de por qué 12 años y 12 días después a mí me siguen encantando los opuestos. En mi historial sólo ha habido un novio similar a mí y el resultado fue catastrófico. Nos gustaban las mismas películas, libros, sitios para ir, restaurantes, etc. y pronto olvidamos las razones por las cuales era una buena idea salir con más gente, hacer cosas sin el otro y tener una vida propia. De nuevo, hubo muchas más razones por las cuales la relación se terminó pero el mimetizarnos fue una de las más importantes. Así que el siguiente novio que con el siguiente novio que busqué era nuevamente un opuesto. Católico, familiar, de padres felizmente casados, con una visión del mundo totalmente distinta a la mía. Y aunque aprendimos sobre qué temas podíamos discutir sin odiarnos, hasta el final gran parte de su atractivo era el mundo tan distinto en el que él vivía.
Y los años pasan y yo sigo en las mismas. Me encuentro a mí misma saliendo con personajes con los que no tengo nada (o muy poco) en común. Mi psicóloga dice que esto es positivo. Y tal vez lo sea. A mi me gusta estar con personas que me abren el universo, que me ayudan a ver cosas distintas, que me enseñan sobre cosas en las cuales yo nunca me interesaría... Pero de vez en cuando... anhelo compartir lo que me gusta, mi visión del mundo, sin tener que estar en interminables debates y discusiones.
1 comentarios:
Bueno, creo que a estas alturas ya te diste cuenta de que se necesita un balance entre las diferencias y los puntos en común.
Sin embargo, yo he aprendido más y crecido más con parejas que son muy diferentes a mí que con las que nos parecíamos mucho, así que seguramente seguiré tendiendo a buscar a las bichas raras :)
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