lunes, 16 de diciembre de 2013

Apostarle a la esperanza

La esperanza siempre es complicada de manejar. Al menos en mi caso. Puedo tener todas las señales en contra y siempre hay una esperanza de que a lo mejor todo será distinto y las cosas saldrán como yo quiero. 

Por la esperanza me he quedado en lugares donde no debería, no he podido soltar a personas que hace siglos no son parte de mi vida. El "tal vez" me ha hecho seguir por años en cosas que no tienen sentido. 

Y anoche le aposté a la esperanza. Pero esta vez, le apuesto a varias esperanzas a la vez. La primera, la más fuerte, es la esperanza que me tengo a mí misma. A que ya llegué al límite y estoy haciendo las cosas diferentes. Hoy creo en que puedo poner límites y que eso es sano para mí. SI en el camino pierdo lo que más quiero, esta bien porque yo estoy primero y eso es lo que importa. Ayer me sorprendí siendo inflexible a la hora de pedir lo que siento debo recibir. O el Sr Gelatina me da más de lo que hasta ahora me ha dado y se esfuerza por hacerme feliz, o yo me voy así mi corazón se rompa. Y aunque estaba la tentación de dejar que todo siguiera como ha sido, con tal de que dejara de mostrarme lo triste que estaba, recordé que primero estoy yo y que no voy a volver a sentirme poquito. 

Luego esta la esperanza en él. Ayer vi facetas de él que jamás había visto y lo acompañé a darse cuenta de todo lo que sus issues le impedían ver. Y decidí abrir el espacio para ver qué pasa ahora que él ha visto todo lo que somos. Hoy tengo la esperanza de que lo que él vio y el miedo que sintió ante la posibilidad muy cercana de perderme, se traduzca en un verdadero cambio. En una relación más sana para mí y una posibilidad más grande para él de recibir todo lo que en su vida se ha negado. 

También tengo la esperanza de que mis planes se concreten y yo pueda conjugarlos con lo que ayer se definió. 

Sé que va a doler. Al final, no hay manera de conciliar lo que cada uno quiere para el futuro a largo plazo. Ayer por primera vez en mi vida acepté que en este momento, para mí el amor esta primero que todo. Hoy sé que lo que tengo no existirá en el futuro pero en realidad quiero darle la oportunidad a ver cómo se dan las cosas de aquí en adelante. 

"Some love stories aren't epic novels, some are short stories But, that doesn't make them any less filled with love."

Ayer di un gran paso. Por primera vez dije todo lo que quiero, lo que siento, lo que me hace feliz, lo que me hace daño, mis sueños y mis miedos. Encontré que del otro lado había alguien que no sabía muchas cosas y que los dos habíamos estado actuando bajo creencias erróneas. La tranquilidad de decir mi verdad no se compara con nada y por fin puedo actuar sin la duda de "qué hubiera pasado si yo le hubiera dicho, si él hubiera sabido..." Ahora que la verdad esta sobre la mesa es momento de ver qué nos trae el futuro. 

Espero que no sea más de lo mismo. Pero también tengo la esperanza y la confianza en mí en que si nada cambia, yo ya lo he hecho y entonces ya no habrá ninguna duda y podré soltarlo sin miedo. Con todo el dolor de mi alma, pero sin la esperanza de que algo podría ser diferente. 





martes, 10 de diciembre de 2013

Un año más sin él

Hoy me tardé en darme cuenta que hoy era hoy. Que hoy es ese día donde ese hueco que siempre esta, se hace más profundo. Ese día donde me acuerdo de como de un momento a otro, mi abuelo ya no estuvo. 


En las últimas semanas he pensado acerca de qué ha sido este año para mí. Siento que ha sido un poco de limbo. Han pasado cosas buenas, ha habido días malos, pero estoy segura de que en unos años, el 2013 será ese que pasó sin pena ni gloria. 

Y hoy, hoy realmente quisiera tenerlo cerca, para que me oyera, para que me recordara la profunda confianza que él tenía en mí y que hoy siento que me hace falta. Veo mi futuro y cada día me doy más cuenta de lo paralizantes que pueden ser mis miedos. 

Hoy hace 4 años no solo lo perdí a él, sino que perdí la certeza de saber que pasara lo que pasara, hiciera lo que hiciera, siempre estaría él para oírme, abrazarme y hacer que todo fuera mejor. Y así me fuera a India, a México o al rincón del mundo que se me ocurriera, yo siempre podría volver, sentarme a su lado, poner mis manos entre las de él y saber que él creía en mí, que él estaba seguro que yo sería feliz y que estaría bien. 

Hoy... hoy me está costando creer en todo eso y hoy daría todo por tenerlo cerca y sentir su amor por mi y la certeza que tenía en que las puertas se iban a abrir, los obstáculos se despejarían y yo tendría la vida que quiero vivir. 



miércoles, 27 de noviembre de 2013

Las desgracias de la caballerosidad

"Tu no tienes novio porque no dejas que te paguen la cuenta ni que te abran la puerta". Esas son la clase de cosas que a veces tengo que oír en México y que me dan ganas de agarrar un avión e irme a uno de esos países híper desarrollados donde la equidad de género ya no es un reto. Y hoy que ando intolerante, trasnochada y con el cansancio del año encima... menos puedo aguantarlas. 

Resulta que a mí no me gusta que me paguen todo porque yo tengo un trabajo que me permite gastar en lo que quiero y porque he descubierto que de verdad no hay nada gratis en la vida. Cada peso que gastan en mí, lo pagaré de una u otra forma. Como dijo un amigo, esos hombres, suelen esperar que uno pague su parte de la cena, tan solo que no con dinero. Lo siento pero yo no me prostituyo por un pollo en salsa.

Y en el fondo de la historia esta el tema de siempre. Yo no quiero salir con tipos que esperan que yo les abra las piernas porque ellos me abrieron la puerta. Yo busco alguien con quién hacer equipo, alguien con quién poder enfrentar el mundo de la mano. Como iguales. No un papá que me pague las papas fritas. Yo sí tengo daddy issues, pero no me dan para tanto. 

Ese es uno de los grandes motivos por los cuales estoy en la gelatina en la que estoy. Porque ante todo, es un personaje que me respeta, me considera su igual, me valora por lo que soy y para quién el hecho de que sea mujer no es un factor a la hora de pensar qué tan capaz soy. 

Al final, cuando pienso en mi futuro, yo quiero un hombre seguro de su masculinidad, que no necesite afirmarse como macho alfa anulando mi opinión. Cuando tengo estas discusiones con los machos con los que convivo, siempre sale el argumento de "es por caballerosidad". Pues resulta que yo no soy una princesa del medioevo buscando un caballero. 

Para mí más bonito que me abran la puerta es que les interese mi opinión sobre la vida; yo prefiero pagar mi parte de la cuenta pero ser incluida en las decisiones. No le veo nada de malo a que el tipo no se baje a acompañarme 50 centímetros hasta la puerta de mi casa cuando llegamos. Le veo mucho de malo a que no admiren mi independencia, mi valor y mi obstinación por vivir mi vida como la quiero. 

E incluso si en el mundo en el que vivo se pudieran las dos cosas (el tipo que se baja del carro a abrirme la puerta y que me ve como una par en su vida), esos no son los detalles que a mí me gustan, enamoran o alegran la existencia. 








lunes, 25 de noviembre de 2013

Soltar

Me subo al elevador, se cierran las puertas y suena la alarma sísmica. Ya entendí, querido universo, tengo que trabajar más duro por tener la vida que quiero vivir. En eso estoy. Déjame lograrlo y mientras tanto por favor párale con los temblores. O al menos que no me agarren entre un elevador. 

Han sido días de pensar mucho. Muertes inesperadas, buen cine del que hace pensar y la lucha intensa por recuperar mis espacios. Se acaba el año y una parte de mí siente que pasó sin pena ni gloria. No tengo muy claro qué he logrado en este 2013, tal vez la certeza - por primera vez en mucho tiempo - de qué es lo que quiero. Dónde, cuándo y con quién. 

Siento que es algo que siempre he sabido pero no me animaba a reconocerlo como ahora lo hago. Y ahora sé que no veía todos los miedos que mis sueños me generan. Pasé de la ansiedad de un futuro que no quería, a la tranquilidad de tener un rumbo, a una nueva ansiedad de descubrir que no controlo mi futuro y que solo puedo intentar lograr lo que quiero. 

Pero esta vez no quiero que mis miedos me derroten. Quiero hacer las cosas bien y sé qué es lo mejor para mí, entonces seguiré intentándolo, tocando puertas y esperando que se abra el camino. 



sábado, 9 de noviembre de 2013

El peso de la distancia

Hoy es día de locha, de ver tele, leer un rato y consentir a Ginebra. Y claro, de perder el tiempo en internet. 

Y mientras hacía eso encontré la foto de una amiga. La ya consabida foto de la mano con el anillo de compromiso. Mi amiga lleva años con el novio así que era algo que se esperaba que pasara. Lo que yo no esperaba era enterarme así. Mi amiga es alguien a quién quiero mucho pero a la que no veo hace años y con quién cometí una cagada de la que todavía me arrepiento. Así que no esperaba que me contara. La cosa es el novio. 

El novio durante muchos años fue mi mejor amigo. V. Algunos de mis recuerdos más felices están asociados a él. Algunas de las cosas más divertidas que he hecho en mi vida, las hice con él. Lo conozco desde que tengo 16 años. Pero con él la relación ha cambiado. Desde hace mucho nos alejemos. Él dejó de estar en mi vida en un momento en el que yo realmente lo necesitaba y algo se nos rompió. Pero ahí fuimos intentando recomponer las cosas y logramos lo suficiente para que yo lo considere alguien muy importante en mi vida. 

Hace unos meses vino, se quedó en mi casa y yo sentí que nos acercábamos. Pero hoy me enteré por Facebook que se casa. Así que tal vez no somos tan cercanos. Y hoy siento que es culpa de la distancia física que yo solita he puesto. Sé que hubo muchas cosas, que hubo discusiones, que él es él y él puso una enorme distancia. 

Pero hoy... una parte de mi se pregunta qué hubiera pasado si yo hubiera seguido en Bogotá. Si a fuerza de tener los mismos amigos nos hubiéramos seguido topando. A lo mejor hubiéramos vuelto a estar cerca, a realmente arreglar nuestra amistad. V era alguien a quién yo acompañaba a comprar ropa interior y condones en un momento de la vida... y hoy... hoy es alguien que esta muy lejos. 

Y me duele. Creo que siendo muy sincera conmigo misma, el peso de la distancia duele mucho más hoy porque hoy tengo esa duda de qué estoy haciendo con mi vida. Para dónde voy y qué quiero. Esa terrible sensación de que no estoy en el camino correcto para lograr lo que quiero. Y que después de 6 años, no estoy tan segura de qué es lo que tengo en México. Sí, tengo los logros profesionales; el haber hecho una vida... algunas amistades (algunas muy profundas); haber superado cosas muy difíciles, que a veces me parece solo he vivido porque estaba aquí... y un montón de gelatina que de nada me sirve. 

Entonces hoy me pregunto qué he ganado yéndome, dejando la vida que tenía, los amigos que más quería... he perdido amigos, he puesto distancia, he dejado de ir a cosas que realmente eran importantes... y hoy, hoy no siento que lo que hoy tengo a cambio, sea suficiente. 

Y a lo mejor siento todo eso porque es un día de hormonas, porque estoy cansada, porque llevo meses de trabajo intenso, de no ir a mis clases de escritura y no hacer las cosas bien. 

Pero a lo mejor no es solo eso.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Malditas hormonas

Yo siempre he sido vulnerable a mis hormonas. Una vez al mes como mínimo, amanezco sensible y puedo llegar a llorar viendo un anuncio de televentas. Quisiera que no fuera así, pero lo es. Y aunque trato de cuidarme, de racionalizar las cosas, de decirme que no es tan grave.. Pues la verdad es que son días donde todo me afecta un poco más. 

Si la depresión es el Bell Jar de Sylvia Plath, las hormonas en mi caso son subirle el volumen a las emociones negativas. Porque eso sí, no es que una vez al mes yo pueda reírme con más entusiasmo del que toca. Pero si me emputo con más entusiasmo, la paranoia me convence de que el mundo conspira en mi contra, la ansiedad no me deja dormir y volvemos a que lloro con más facilidad que un bebé. Y no es que todo sea al tiempo. No. Tampoco soy una loca psicópata. Pero si hay un día en el mes en el que yo me pongo brava por nada o lloro por cualquier idiotez, es el día que estoy hormonal. 

Así hoy de malas porque trabajé todo el día en uno de los únicos 3 puentes que hay en este país en vez de andar de paseo. Y tengo más ansiedad de la que debería por temas laborales que al final, ni son mi tema. Y me enfurrusqué más de lo que quiero aceptar cuando me dejaron metida. 

Y me dolió más cuando el personaje en cuestión hizo los chistes que siempre hace. Porque eso es él. El que hace chistes y usa el humor negro para todo. Es un gran componente de su atractivo. Pero hoy no. Hoy me duele, me cansa, me aburre, me frustra y de nuevo, me duele, que todo tenga que ser un chiste negro. Que todo tenga que ser en negativo. Que no pueda decir a nada que sí a la primera. Que le de pánico conocer a mi mamá y se esconda en el miedo. Que hoy no este en mi cama arrunchándome. 

Y sé que mañana amaneceré bien, que me gustará que me haga chistes, entenderé que no conozca a mi mamá y sabré que me hace muy feliz siendo cómo es. Pero nada es perfecto y las cosas que en los días normales no son graves... en estos días hormonales, son pequeñas grandes tragedias que duelen. 


sábado, 17 de agosto de 2013

Atreverse a aceptar la felicidad o el drama de tener una monja interior

"Yo lo que creo es que a ti te da miedo aceptar que eres feliz en algo que no es en lo que el mundo nos enseñó que era lo normal". 

Así, en una frase, Adri logró desenredar mi cabeza. Y es que esa es la verdad. Yo solita me pongo la presión de ¿cómo es que puedo ser feliz en algo que no cabe dentro de la norma? ¿cómo es que me importan más ciertas cosas que otras que en teoría son las importantes? ¿por qué no me jode más la cabeza que él no sea mi novio? 

Una y otra vez sale la realidad. Y la realidad es que yo soy feliz. Muy feliz. Y sí, el personaje en cuestión no es mi novio. No estamos en una relación formal, definida y definible con un término que salga en el diccionario. No caminamos hacia un lugar donde hay una casa, un par de niños María José y José María diría el Ex–, un golden retriever y una mamivan. De hecho, hay días donde incluso cuestiono si estamos caminando. 

El problema es que yo siempre fui la más liberal entre mis amigos, fui la que se pintó el pelo de colores a los 17 y que desde niña quería irse YA de la casa para ver ese mundo que hay ahí afuera... Y a mis 31 años vengo a descubrir, que resulta que tengo una monja metida entre la cabeza. Y esa monja, se estresa y angustia de que a mí no me estrese y no me angustie que no somos exclusivos. La maldita monja es tan poderosa, que logra hacerme sentir mal, por no sentirme mal. 




Para fortuna mía, tengo una mejor amiga, que en vez de darle voz a la monja, me hace ver que desde hace tiempo soy muy feliz. Que más allá de los términos, yo me siento acompañada, me siento aceptada, valorada y comprendida. Me siento retada intelectualmente y me siento querida. Que me divierto infinitamente y que no tengo problema de tener mis espacios donde él no cabe. 

Claro, hay una parte que a veces duda qué tan especial soy para él y cómo se cuenta él mismo nuestra historia, pero resulta que también me han hecho ver... que eso va a pasar en cualquier relación que tenga. Incluso si es exclusiva y bien normalita. Todo el mundo en algún momento cuestiona las cosas y se pregunta cómo las ve el otro. 

Lo que es cierto, lo que yo sé... es que la que ha armado dramas soy yo y el que se ha quedado cerca, es él. La que ha contemplado mandarlo a la mierda soy yo y él que me ha dicho que no quiere eso, es él. 

Entonces, lo que necesito es aceptar que soy feliz, muy feliz, en algo que no importa nunca haya contemplado como posible en el mundo de limitadas opciones en el que crecí.


domingo, 4 de agosto de 2013

They were going to be fine... but couldn´t possibly believe it

Hoy fui a ver Before Midnight. Una de esas películas que sabía me iba a dejar blandita. Tanto que en preparación, compré boletos para ver Los ilusionistas después. Algo así como anestesia post trauma. 

Y es que es la clase de historia que yo sé que me va a dejar blandita. Porque claro, uno siempre quiere ser Celine y volver a encontrarse con el amor de mi vida, de preferencia una tarde en París, para luego descubrir que al final si terminaron juntos. Uno quiere tener la certeza de que al final todo salió bien. Que al final encontró al que quería y se quedó con ese. Aún si en la mitad de la historia, uno estaba seguro de que jamás lo volvería a ver. 



La película es un golpe de realidad. Una larga pelea un poco más larga y dolorosa de lo que yo hubiera querido ver en domingo. Pero una pelea real. Con sentimientos atorados y cosas no dichas que salen cuando ya no se debe. Y un amor profundo por debajo de todo que a veces no es suficiente. Una forma de decirle a uno: Después del final feliz, quedan muchos días de realidad. Y además, siempre hay futuro sobre el cual preguntarse. 

Salí entonces haciéndome las preguntas que por orden de la psicóloga he puesto en hold. Preguntas sobre mi futuro, sobre la capacidad de mantenerme feliz en esta gelatina que se me ocurrió meterme. Preguntas sobre mi futuro. 

Durante el break entre una película y otra fui a comer. Necesitaba silencio y espacio para procesar lo que había visto. Abrí mi libro y encontré las sabías palabras de Tina Fey: 

They were going to be fine... but couldn´t possibly believe it

Y entonces me acordé... me acordé que en efecto esta persona me hace feliz y que así las últimas dos semanas hayan sido a trial-by-fire laboral, a mí me gusta mi vida. Me gusta lo que hago y cómo me relaciono. Me gusta saber que hay una persona que me hace muy feliz, así sea mientras intento ponerme de pie en medio de la gelatina. Y me acordé, que esta es la mitad del camino... I will be fine, even when I can't possibly believe it. 

***
A veces cuando uno intenta ayudar a otros, se ayuda a sí mismo... hoy le dije las palabras que aquí escribo a la bonita Gabidearest, que hoy también necesita recordar, que estamos a la mitad del camino y no sabemos en qué vamos a terminar. Pero yo estoy segura, that she will also be fine. 



domingo, 14 de julio de 2013

Lo difícil es que sea mutuo...


"The greatest thing you'll ever learn is just to love and be loved in return". 

El problema es el return. Y no porque no me quieran. 

Ha sido una mala semana, en el trabajo me he sentido cansada, desgastada y así suene a telenovela... traicionada. Pero esas semanas pasan y sé pronto estaré de nuevo contenta, animada y con proyectos que me ilusionan en puerta. 

Pero el problema es mi corazón. Resulta que un día, sin darme cuenta, las cosas cambiaron, las reglas se rompieron y me encontré estando feliz con alguien que en teoría no debía ser. Han sido meses de ser muy feliz, de descubrir un lado distinto de alguien a quien ya conocía muy bien... ante todo, han sido meses de sentir por primera vez que estoy con alguien que me conoce profundamente, me quiere como soy y con quién estoy completamente cómoda de hacer y decir lo que pienso. 

Tras tantos encuentros con personajes que querían cambiar hasta mi acento, de repente fue fantástico encontrar a alguien con quien me siento tan cómoda de ser quién soy. Si a eso le sumamos que es un personaje con el que me divierto como con nadie más, con quién me río hasta llorar y con quién comparto los gustos de la vida diaria (cine, política, literatura)... casi que es la receta para una comedia romántica. 

Pero resulta que es un personaje que no quiere ser querido. Y creo que para él también ha sido una sorpresa encontrarse siendo feliz conmigo tan cerca. Pero 40 años de muros no se derrumban en unos meses - empiezo a creer que no se derrumban nunca. 

Así que pasé de la felicidad al desespero. A la frustración de encontrar a la persona con la que soy feliz pero con la que no puede haber nada más. Solo cuando me sentí realmente feliz, cómoda de ser quién soy y a gusto con la cercanía, salieron los sueños y las necesidades de más. Y como ya le he dicho miles de veces, no es que yo quiera mucho más. 

Yo no quiero ser de las parejas que hablan en plural hasta para lo que no toca - a nosotros nos gusta cagar por las mañanas y a nosotros nos sienta mal el té por las tardes - ni quiero perder la independencia de mis espacios donde él no esta. Pero hoy ya tengo claro que quiero: 

Quiero eventualmente convivir en la misma casa, quiero poder irme un fin de semana de paseo con él. Quiero llevarlo a Colombia y mostrarle lo que por más de 5 años llevo contándole. Quiero que de vez en cuando pueda llevarlo a mis planes. 

Al final además queda un quiero más que hace que sea difícil dormir por las noches. Ya sé que él me quiere y que soy importante en su vida. Que si me muero mañana le voy a hacer falta y le va a doler mi ausencia. Pero quiero saber qué soy para él. En qué me diferencio del resto de niñas, si conmigo se divierte más que con las otras, si él también siente esa comodidad de ser quién es sabiendo que no lo voy a juzgar. 

Según yo eso no es mucho. Al menos para mí. 

Pero para él si es mucho. 

Y aparentemente no hay punto intermedio entre los adicionales que yo quiero y lo que él esta dispuesto a ofrecer. Entonces estoy jodida. 

Él me ha sorprendido en su forma de acercarse, me ha enseñado sobre mí, sobre cómo estoy dispuesta a muchas cosas... pero no a otras. 

Una noche, en la que le lloraba mis quieros, él me hizo la pregunta para la que no tengo respuesta y que concentra mis dudas... "Yo no soy lo que tu quieres. Pero ¿te has preguntado si tal vez soy lo que necesitas para ser feliz?" 

Y claro, no tengo la respuesta. Y es la pregunta que me jode la existencia. ¿Y si lo que realmente yo necesito para ser feliz no es vivir con alguien, no es irme de paseo con esa persona sino tener a alguien que me da la libertad de ser lo que quiero ser, que me anima a hacerlo, que cree en mi, me conoce y quiere por lo que soy y esta ahí, cerca de mí, sin alejarse por los dramas que le armo, riéndose conmigo y logrando que yo me divierta como con nadie más? 

Pero si es así... ¿podré algún día dejar de soñar con pasear una tarde por San Francisco, llegar a un apartamento donde están las cosas de los dos y donde duermo a su lado? 

Una parte de mí se odia por no poder simplemente feliz con la inmensa felicidad que él le genera. ¿Por qué carajos quiero más? Después de tantos años de no encontrar a alguien que me quiera por lo que soy y a quién yo quiera por lo que es, ¿por qué no puedo simplemente aceptar que así son las cosas y que ya es mucho? 

Otra parte de mí, se emputa con él por cerrarse a la posibilidad de algo más. ¿Cómo es que si me quiere y yo lo hago feliz no quiere nada más? ¿Por qué se niega a intentar algo que tiene todo el potencial de ser bueno para los dos? ¿Por qué putas no ve que realmente nos adaptamos muy bien el uno al otro? 

A veces, cuando las preguntas, la frustración y los quieros se convierten en mucho, decido alejarme, mandarlo a la mierda y darme el chance de encontrar a alguien con quien lo que quiero sí se pueda. Pero entonces él aparece, me hace reír, me da el espacio para contarle mi vida... y no me alejo. 

Así que voy a volver a la terapia. Para adquirir la suficiente perspectiva y ver qué es lo mejor para mí. Porque ahorita, lo único que veo es lo confundida que estoy. 



domingo, 16 de junio de 2013

Mi difícil vida laboral o una semana en Las Vegas

Y de repente, estuve sentada en un restaurante con 16 Picassos originales, haciendo chistes con un Sommelier francés y comiéndome una torta de chocolate caliente que tiene que ser de las cosas más deliciosas que he probado en mi vida. Y la mejor parte es que lo estaba haciendo porque ese era mi trabajo.
Hay días en que me levanto sabiendo que tendré un día largo y aburrido en la oficina. Supongo que es parte normal de la vida. Hay días rutinarios que se mezclan en los recuerdos. Y luego hay otros en los que primero juego con delfines y de ahí me voy a funciones especiales del Circo del Sol y luego a que el jefe de cocktailes de un hotel prepare uno especialmente para mí. Bueno, al menos una vez en mi vida sucedió.

Resulta que luego de haberme puesto a aguantar insultos y cargar maletas en Volaris, decidieron que debía ir a un viaje de medios (Famtrip como se les conoce en el medio) a Las Vegas. Ahora, debo ser honesta y decir que Las Vegas es una de esas ciudades a las que jamás hubiera ido por instinto propio. Me parecía artificial, falsa y un poco loba (naca en mexicano).

Pero como a mí me encantan los paseos, yo voy a donde me manden sin importar si es un maizal en Iowa o a un aeropuerto en México donde no puedo nunca salir y a duras penas conozco la sala de espera. Así que con el mismo espíritu antropológico que el año pasado me fui a ver maíz, este año me fui a ver cómo viven los ricos cuando van a Las Vegas.



El motivo real del viaje por supuesto no era que yo conociera la ciudad, el cuento es que en Volaris habíamos decidido apoyar a una agencia de relaciones públicas cuyas cuentas son Las Vegas, Nevada y los parques de Disney y que nos habían pedido los boletos para que 6 periodistas pudieran asistir al Pow Wow de Turismo.

El IPW como ahora le dicen, es uno de los eventos de turismo más grandes del mundo. Organizado por la Asociación de Viajes de Estados Unidos, es en términos simples una enorme rueda de negocios para los prestadores de servicios de turismo. Todos se reúnen anualmente en alguna ciudad de USA para cerrar negocios y hacer el famoso networking que a los gringos tanto les gusta. Una parte muy importante del evento son los medios ya que ellos también tienen la oportunidad de promover los destinos, hacer acuerdos de cobertura, etc. Entonces hay periodistas de todas partes del mundo que viajan solo a cubrir el evento.

Dado que este año era en Las Vegas, la agencia que les mencioné, organizó un viaje grande de periodistas (unos 30 en total) y Volaris los apoyó llevando a los medios invitados de Guadalajara. La idea de que alguien de la aerolínea (o de los que hacemos relaciones públicas para ellos) fuera era básicamente para que los medios también supieran de Volaris, conocieran más sobre la ruta y para hacer relacionamiento.

Por motivos del destino me tocó ir a mí y debo decir que si esta quincena no me la pagan, yo casi que ni me quejo (excepto porque tengo que pagar lo que compré en Las Vegas). Fueron los 6 días más divertidos que he tenido en mucho tiempo. Y los 6 días donde más me han consentido en la vida. Si antes quería marido millonario, ahora ya tengo la certeza que necesito marido multimillonario para poder vivir siempre como esos 6 días. Mi hippie interior descubrió que tengo una yuppie que quiere que la consientan todo el tiempo.



Cada día nos recogía una larguísima limosina y nos llevaba de paseo. Fuimos a los mejores restaurantes (más de eso ahorita), a los mejores hoteles, a shows y fiestas exclusivas. Fue entrar a otro mundo exótico y tan distinto de lo que yo usualmente vivo cuando viajo.

La ciudad de los hoteles.

Las Vegas es una ciudad extraña. Como dice mi amiga Adri, es un lugar donde uno siente que cualquier cosa puede pasar. Y tengo la idea que cualquier cosa efectivamente pasa. Todo es en gran escala. Los hoteles boutique tienen 120 habitaciones, porque un hotel normal puede llegar a tener 7,000. A la hora a la que uno camine se oyen gritos emocionados de jugadores de blackjack y si uno quiere, puede caminar por horas dentro de un hotel sin ver nunca la luz del sol.

Dentro de las cosas que me parecieron más inusuales es que todo en Las Vegas esta dentro de un hotel. ¿Quieren ir a ver O del Circo del Sol? Pues vayan al Bellagio. ¿Quieren oír a Celine Dion? Les toca pasarse por el Ceasar’s Palace. ¿Tienen antojo de la mejor comida francesa de la ciudad? Hay que ir al MGM Grand. Y así.

Tal vez es por eso que los hoteles son tan distintos entre sí. Usualmente a mí me parece que todos los hoteles son iguales. Divididos según categoría pero iguales. Aquí no. Cada uno tiene personalidad propia y la personalidad, como todo en Las Vegas se desborda. Así por ejemplo, está el clásico Ceasar’s Palace que todos hemos visto en películas pero donde realmente todo tiene decoración de los romanos (seguramente en el hotel han muerto varios historiadores por los errores que comenten, pero nosotros los mortales, vemos cosas que parecen del imperio romano y punto). Los empleados van de túnica y sandalias y hay estatuas romanas por todas partes.


Pero no es el único. Hay uno llamado Paris que tiene una Torre Eiffel a la entrada, otro de Nueva York que une los edificios más emblemáticos de la ciudad en su fachada, está el Venetian donde hay gente con máscaras del festival de Venecia que lo atienden a uno, los techos  tienen pinturas que imitan los frescos italianos y en su interior, por supuesto hay canales, con agua, góndolas y gondoleros que cantan en italiano. El que más me llamó la atención fue Keops que es la pirámide habitada más grande del mundo, con su respectiva esfinge a la entrada, Tutancamones caminando por ahí y aunque no vi, puedo asegurar que debe haber varias Cleopatras sueltas en su interior.

Como les digo hicimos muchísimas cosas y si les cuento todas, primero me van a odiar de la envidia y dos me van a dejar de leer así que mejor les cuento las que más me gustaron o sorprendieron.

Entre delfines y armas.

En el Mirage (donde se presenta Love del Circo del Sol que no vi y que probablemente será el motivo para que regrese), hay un jardín de Siegfried y Roy, con un hábitat de delfines, donde por 250 dolarcitos uno puede pintar con Flipper. En mi caso no llegué a pintar ya que solo nos dieron 4 lugares pero fue bastante divertido ver a mis periodistas sosteniendo los lienzos mientras los delfines movían los pinceles que los entrenadores pusieron en sus bocas. No sé qué hubiera hecho con la “obra de arte”, pero en cambio pude jugar con uno que me aleteó y dejó que le diera un beso.

Y mientras mucha gente piensa en las fiestas nocturnas de Las Vegas, una de las más famosas en realidad es de día. Estando en el desierto, logramos llegar a 43 grados lo cual fue inhumano para mí. Pero para que viéramos cómo viven ese calor, nos llevaron a la Pool Party Wet Republic, en el hotel MGM. Básicamente hay 2 piscinas gigantes, infestadas de gente, donde por 100 dólares te dan una cama con sombrilla o por 500 tienes derecho a una cabaña con tele, piscina privada y mesero particular. 

A cambio, la gente oye a los mejores Dj’s de música electrónica y son atendidos por meseros que son modelos y a quiénes ponen en unos mini bikinis. El ambiente es muy chévere y probablemente si yo tuviera 10 años menos y 10 amigos en Las Vegas me parecería un planazo. Pero a mis 31, sin amigos cerca, sin bikini debajo de mi vestido y con la certeza de que en esa piscina debe haber una cantidad de microbios con los que no necesito convivir, me fui feliz sin que me pesara que solo nos pudiéramos quedar 45 minutos ahí (que hasta se me hicieron largos).

Díganme lo que quieran pero de las cosas que más ilusión me daban de ir a Las Vegas no era quedarme en uno de los hoteles más nuevos – Nobu Hotel – ni ir al shopping en los súper outlets, ni siquiera las cenas elegantísimas o los shows del Circo del Sol a los que fui… era ir a disparar a una galería de tiro. Y es que yo tengo una guerrillerita interna (sino pregúntenle a mi amiga Linis a quién derroté jugando paintball al grito de RÍNDASE GARCÍA!) a la que le chiflan esas cosas. Disparé un revólver de policía, un AK47 que me dejó morados en el hombro y uno que no sé cómo se llamaba pero que cuando uno disparaba explotaba con fuego. Fantástico. Lo bueno es que descubrí que no soy la única loca a la que le gustan esas cosas, porque hasta tienen combo especial para despedidas de solteras.



Food porn. 

Y llegamos al tema de la comida. No puedo describirles los restaurantes tan maravillosos a los que fuimos. Cada uno con su encanto, desde las hamburguesas deliciosas de Gordon Ramsay (a quién no conocí o ya me hubieran deportado por intentar traérmelo amarrado), el buffet de desayuno más maravilloso que se puedan imaginar en el Aria o un risotto exquisito en el Circo del Bellagio.

Pero hubo 2 que tengo que mencionar. El primero es el restaurante del chef Joël Robuchon del que ya chiquaneé en Facebook. Dicen que es el mejor restaurante de la ciudad y su dueño es un “don nadie” que tan solo ha sido nombrado Chef del Siglo por una guía francesa, sus restaurantes tienen en total 28 estrellas Michelin (con el record de más estrellas para un solo chef en el mundo) y el restaurante además de tener 3 estrellas Michelin, 5 de la guía de Forbes, es uno de los 5 mejores de la revista Gourmet.



Don Joël no estaba ya que andaba atendiendo otro de sus restaurantes pero nos dejó menú especial. Empezando por una gelatina transparente de tomate que sabía a gloria hasta un carro de postres donde es imposible elegir uno que quiere, la cena entera fue maravillosa. Sin embargo, (y de nuevo júzguenme lo que quieran) el plato principal: cachete de res a la yo no sé qué, no me encantó. Yo soy insoportable con la comida y las cosas tan elegantes tienden a conflictuarme.

Para mí felicidad, todos los lugares a donde fuimos son gringos en espíritu y si uno les dice que no come cosas de mar, inmediatamente tienen una opción para uno. Benditos sean los vegetarianos, veganos, alérgicos y demás personajes que han demandado a algún restaurante por no darles lo que quieren.



Así, mi cena favorita no fue en el restaurante de 3 estrellas. Fue en el que tenía “solo” una. Y ese es el Picasso en el Bellagio. Su chef, Julian Serrano es un español que habla rápido, dice las cosas como las piensa y su lado artístico se sale hasta en el hecho de que los platos él mismo pintó. Y sí, es un lugar donde hay Picassos originales rodeándolo a uno pero entre la comida que fue gloriosa y el hecho de que el Master Sommelier nos maridó cada plato con un vino distinto, a mí al tercer tiempo ya se me habían olvidado las pinturas y solo quería seguir siendo alimentada. Al final, cuando el chef salió a despedirnos lo abracé con un cariño que estoy segura solo sentí por mí mamá la primera vez que me alimentó.

Esa es mi historia de Las Vegas y porque amo mi trabajo. Al final encontré una ciudad distinta de la que esperaba y que ofrece mucho más que apuestas y bodas de borrachos. Aparentemente no soy la única en haber hecho el descubrimiento porque aproximadamente el 60% de los que viajan a Las Vegas ya no lo hacen para apostar como principal motivo. Eso sí, el 70% de los que van, ya entrados en gastos apuestan.
Y de nuevo fui parte de esa estadística. Dado que les estoy escribiendo desde mi compu vieja, en mí casa y no desde la habitación de un hotel maravilloso, es obvio que perdí los 3 dolaritos que aposté. 


jueves, 16 de mayo de 2013

Bicho raro

Estas últimas semanas, he ido a comer muy seguido con dos amigos del trabajo. De esos que cuando yo quiero describir cómo son los mexicanos me sirven de modelo mental. Buenos, amables, caballerosos, con un sentido del humor distinto al mío y con una visión del mundo exactamente opuesta a la mía. 

Y entonces he recordado que muchas veces yo paso por bicho raro en este mundo. He tenido que responder una y otra vez las mismas preguntas "¿pero por qué no quieres tener hijos?", "¿no dejas que los hombres te inviten a todo cuando sales con ellos????", "¿cómo así que para ti es suficiente con irte a vivir con alguien, por qué no quieres una ceremonia?", "¿por qué no quieres comprar un departamento?", "¿por qué saldrías con alguien que no quiere casarse?"

Y así. Por horas. Y es cierto. Yo no necesito una ceremonia para sentir que estoy comprometida con alguien, sigo sin saber si quiero tener hijos pero tengo muy claro que si no pasa, yo no me voy a morir frustrada. Y no. No quiero un departamento. No es una prioridad para mí. Y odio que me inviten a todo solo por el hecho de ser mujer y estar en proceso de cortejo. Mis ovarios no son motivo suficiente para que paguen todo por mí. Yo tengo un salario. Ah! y puedo estar en relaciones extrañas, amorfas y sin definición en la medida en que me sienta cómoda y contenta. Punto. 

Claramente hay días en donde me estreso porque yo no tengo en dónde caerme muerta. Esos días usualmente pasan cuando me relaciono con mi mundo colombiano, ese que ya anda tan casado, tan con casa propia y todas esas cosas que yo no tengo. Porque al final, mis posesiones se limitan a un refrigerador que compré usado, un microondas que también compré usado, una laptop que realmente no funciona, un sofá-cama lleno de pelos de Ginebra y una cama que anoche se rompió y me mostró que lo malo de ser independiente es que las camas se rompen cuando uno esta solo, sin hacer nada divertido y por tanto, le toca a uno volver a armarla estando solo para dormirse sin hacer nada divertido antes. 

El tema es que esas son las cosas que menos me importan. Mis verdaderas posesiones son Ginebra, mis libros, las fotos de Pollo que decoran este depa, el reloj de mi abuelo, un escritorio en Guasca que probablemente nunca usaré en mi vida... 

Al final, luego de semanas de interrogatorios, he podido concluir que yo vivo muy contenta con mi vida. Sé que tengo prioridades distintas a las de la mayoría, pero siento que tengo lo que realmente quiero. Yo prefiero no tener donde caerme muerta y no ser parte del mercado inmobiliario pero haber hecho los viajes que he hecho. Haber tomado los cursos que he tomado. Vivir por fuera. Mi libertad de hacer lo que quiero como quiero, sin la red de seguridad (siendo la palabra clave RED) que representa tener a la familia y a los amigos cerca. 

En vez de gastarme la plata pagando cuotas para un departamento, yo me la gasto en mi taller de escritura, yéndome a Toronto a visitar a Pollo y a ver películas de 25 dólares, en viajes express a Chicago solo porque sí, tirándome de paracaídas (mi regalo de cumpleaños para mi misma de este año), comiendo rico con mis amigos los fines de semana y en cuanta cosa se me ha ocurrido. 

En 5 años probablemente seguiré sin tener el departamento, pero quiero pensar que tendré mi novela lista (y si no, al menos habré hecho el intenso ejercicio de haber escrito), habré caminado a 356 metros de altura,  tendré la foto desnuda de Tunick, habré enfrentado el miedo de pararme frente al mundo y contar mis historias de la forma más graciosa que puedo, habré viajado, conocido países, hecho amigos increíbles que están conmigo sin importar la distancia y se convirtieron en mi familia, la otra familia seguirá siendo el apoyo que siempre necesito y ante todo, tendré la enorme tranquilidad y felicidad de saber que he vivido mi vida como quiero, así la forma no siempre sea la que el mundo espera. 




lunes, 6 de mayo de 2013

Días de días

Tal vez es porque estoy trasnochada. O porque es lunes. O porque en 16 días cumplo años. O por todas las anteriores. Pero hay días en que amanezco sintiéndome sin esperanzas. Con ganas de tener a alguien y con la horrible sensación de que ese alguien no esta anywhere near. 


Así solía sentirme antes. Antes de Open-Boy, antes del harakiri emocional. Y luego la vida cambió, fui a terapia, conocí a varios personajes que me demostraron que podía tener a alguien. Pero esos personajes no han perdurado y al final sigo sin una pareja. 

Y sí, he aprendido a ser feliz conmigo misma, he entendido que eso depende de mí y no de nadie más. Pero eso no significa que no quiera compartir mi vida con alguien. Y sí, es cierto que en los últimos meses me he permitido estar cerca de alguien y que con ese alguien me siento más cómoda de lo que jamás había estado en la vida... pero ese es un alguien que no quiere nada más. 

Le he dado vueltas a ese "nada más". Hay días donde es suficiente ya que al final es mucho. Pero hoy no lo es. Hoy amanecí con el deseo de alguien que quiera estar conmigo, con quién yo me sienta tan cómoda como con Alguien y a quién yo quiera. La lista podría ser más larga y la he hecho muchas veces... pero al final, los 3 puntos clave son esos. 

Y hoy... hoy siento que no sé dónde esta ese alguien, si podré conocerlo algún día; y temo que si eso llegara a pasar yo sabotee las cosas a punta de mis miedos convertidos en pretextos y si habré dejado atrás los dolores de mi pasado. 

Y por eso es que hoy no siento mucha esperanza.  


martes, 30 de abril de 2013

Dos años y el silencio

Te despiertas y antes de abrir los ojos ya sabes que será un día donde su recuerdo pesará. Los días han pasado y de repente, hoy se cumplen dos años desde la noche que lo conociste. Tomorrow you'll be worlds away and yet with you my world has started. Aún te acuerdas qué te pusiste, la sensación cuando él abrió la puerta y lo viste por primera vez, el roce con su brazo cuando tomaron mezcal. Caminar de regreso a tu casa tratando de decirte que no te gustaba. La vida ha pasado, tú has cambiado pero hoy sientes que aún hay cosas que no han cambiado lo suficiente. Hoy no puedes no extrañarlo, no querer sentir su mano entre la tuya o su cuerpo cerca cuando duermes. Te tratas de decir que es lo mejor pero hoy no se siente así. Quieres tener furia por durar tanto tiempo extrañando a alguien, quieres que te enfurezca que dos años más tarde te despiertes con su ausencia pesando en tu vida. Pero no es así, hoy solo sientes tristeza de la vida que no fue. Hoy oyes las canciones que decían lo que tú sentías. If he asked, I’d be his. Haces tu vida y finges que todo está bien. Eres buena en eso, ya no eres la que llora inconsolable frente a la compu. Esos días han quedado atrás. Hoy eres la que tiene el corazón triste pero puede sonreír, dar las gracias por el té que ha comprado, mandar mails de trabajo y hasta hacer chistes tontos sobre por qué olvidó el cargador en la casa. Pero todo se siente distante. Esta esa que bromea y la que tiene todos los recuerdos alborotados. Hoy todas las preguntas que no te permites hacer en tu vida normal, gritan en tu interior. ¿Cómo estará? ¿se acordará que hoy es hoy? ¿también le pesará? ¿será feliz? ¿pensará en mi? ¿habrá cambiado? Hace unas semanas cuando caminabas por la playa con Possibility-boy te diste oportunidad de hacer lo que nunca haces, preguntar en voz alta a alguien que tiene la respuesta, por él. Le dijiste que te dolía no haber recibido nunca aquel correo donde él te dice que es feliz. Possibility-boy respondió que él está bien y que tal vez si no te ha escrito es porque él solo es feliz si no se acuerda de ti, solo está bien si no deja que haya nada de ti en su vida. Tú pensaste que sería fantástico poder hacer eso. Pero esa no eres tú. Y sabes que estás mejor, que cada vez son menos las noches en que te sueñas con él y amaneces con el alma triste; cada vez eres más valiente a la hora de enfrentar las minas emocionales, pero aún no eres capaz de ir a ciertos lugares y entonces prefieres dejarlos tan solo como recuerdos… Y aunque cada vez su ausencia pesa menos, nunca se desvanece del todo. Ahí está. Sabes que jamás volverás a verlo pero hay noches donde no puedes evitar soñar con eso. Y claro, cuando hay diminutas posibilidades de ir a su ciudad, te dan ataques de ansiedad de tan solo pensarlo. Por más de que te digas que la probabilidad de encontrártelo en la calle es casi nula, una parte de ti quisiera ir un día caminando y verlo. Así sea de lejos, así sea por un instante… tal vez entonces sabrías que él realmente está bien, que estos dos años donde no han estado, esta vida completa que te espera de vivir sin él… todo lo que no fueron, vale la pena. Que el amor que le diste dejándolo ir, valió la pena. 

miércoles, 3 de abril de 2013

¿Cuál es tu sueño?

Me fui 5 días a la playa. Necesitaba recargar baterías, darme un poco de espacio en esta vida que se está sintiendo un poco crowded en estos días y quería profundamente ver a mis amigos. 


En particular me fui a ver a mi querido Tattoo-boy, quién esta haciendo su sueño. Como diría la canción "with a little help from his friends" ha creado un lugar en el mundo para él y todos quiénes quieran unirse. Me sentí orgullosa y me emocionó ver lo lejos que ha llegado a la hora de crear New Ruins.  

Tattoo-boy es una persona que hace amigos con una facilidad que envidio. Y es un buen amigo. Y tuvo una idea brillante el día que se le ocurrió que para lograr su sueño, bastaba pedir ayuda de quiénes lo queremos. Se ha sabido rodear bien, de personas inteligentes, con diversos intereses y capacidades y ahora pudo recibir la ayuda que necesita. Desde quiénes van y cargan piedras hasta Video-Girl que hace documentales sobre la forma en que él crea su mundo... sus amigos son determinantes a la hora de hacer su sueño realidad. 

Yo lo ayudé como mejor pude, leí sus documentos, puse a su disposición mi conocimiento de las comunicaciones, los asuntos públicos y todas esas cosas de las que nunca habíamos hablado a profundidad pero que veo pueden ser un ladrillito en lo que él construye. 

Y mientras pasaba mis días admirando lo que está haciendo, una tarde Video-Girl, Tattoo-Boy y yo hablamos sobre el proceso, sobre cómo él estaba haciendo sus sueños... y entonces Tattoo-Boy pregunto "y  cuál es tu sueño"... la pregunta era para Video-Girl pero yo me quedé el resto de la tarde pensando...

¿Cuál es mi sueño?

Últimamente siento que ando haciendo muchas cosas, que ha habido proyectos que me emocionan y cambios positivos en la oficina... pero yo sé cuáles son mis sueños y no sé si necesariamente estoy trabajando para lograrlos.  

Y es momento de hacerlo. Como bien dijo Video-Girl... de dejar de tener miedo a las cosas que quiero y dar los pasos para vivir la vida que quiero como quiero. 

Claro... la lección de todo eso, es que la mejor manera de lograrlo es abriéndome, así como las tortugas que liberamos, que caminan solas hacia el mar pero luego de haber sido incubadas y llevadas entre todos hasta la arena... necesito confiar en los que quiero para que con su ayuda, yo pueda hacer mis sueños realidad. 


miércoles, 13 de marzo de 2013

wel... I don't hate you


You know, I can't decide if you hate me, or if you're like the only person who ever got me. 



domingo, 10 de marzo de 2013

Lo que realmente quiero

Hace unas semanas me fui a desayunar con una amiga. Ella llegó empoderada de sí misma. Con las cosas claras sobre qué quiere en su vida y qué es necesario para lograrlo. Una parte de mí, esa que se siente nadando en gelatina la envidió un poco. El resto la admiró. 

Salí del desayuno y decidí que aunque hay muchas cosas que no puedo cambiar en este instante, que son cosas que requieren procesos que ya he iniciado... hay algunas que sí puedo cambiar. Así que fui a cambiarlas. Hablé, dije lo que pensaba y sentía y a cambio recibí respuestas que realmente no me esperaba. 

Desde ese día he pensado mucho acerca de lo que quiero. Y en términos de pareja, creo que cada vez lo tengo más claro. Hay muchas cosas que me gustarían en un hombre: que le gusten los gatos, que tenga un trabajo chévere pero que no sea workoholic, que no fume, que quiera viajar conmigo, que tenga una buena nariz y un mejor rabo... pero esas cosas no son las más importantes. 

Lo realmente importante es que quiero a alguien con quién yo me sienta cómoda de ser quién soy. 

Y es que ese ha sido uno de los grandes problemas en mi vida. Me he dado cuenta que muchas de mis parejas nunca realmente me aceptaron o quisieron por lo que soy. 

Estaba el Ex, por ejemplo. Ese estoy segura que se sintió siempre atraído por lo que soy, pero siempre me quiso por lo que yo podría ser. No por lo que era. Sé que en el fondo, él estaba convencido que yo podría cambiar y convertirme en esa que quiere ser mamá de mil niños, usa aretes de perlas, quiere ser profesora en un pueblo miserable en donde él tenga su casa de campo y que deje que su vida sea más importante a la mía. Claramente yo podría serlo (solo se requiere de una rápida lobotomía) pero no lo fui y no lo seré. 

O están otros como Mr. M que quisieron ver algo que no soy y una vez descubrieron la realidad se dedicaron a rechazarme. No voy a negar que por el camino estuvo el novio-número-dos que me quería por lo que soy pero al mismo tiempo (y con buenos motivos, no voy a negarlo) jamás pudo acercarse a mí, porque temía lo que puedo ser. Y eso tampoco ayudó a la hora de construir la creencia que lo que soy no me permitirá tener a alguien. 

Pero en el proceso estuvo Open-Boy, que tal vez fue el primero en amarme por lo que soy, sin querer cambiarme. El tiempo ha pasado y su amor dejó en mí, la confianza de que es posible ser amada sin necesidad de cambiar. 

Hoy, luego del harakiri-amoroso, luego de la terapia, luego de tantas horas de hablar y pensar acerca del tema, luego de sentirme cómoda ciertos domingos cuando paseo por la tierra de Shakespeare, entiendo que lo que realmente quiero es a alguien con quién yo me sienta cómoda. Alguien con quién no tenga que ser más de lo que soy para ser amada pero que al mismo tiempo me empuje a ser cada vez mejor. 

Estoy en un momento donde veo que eso es posible. También veo que eso, al menos hoy, tiene un costo que no sé si quiero pagar. Pero el sentirme cómoda, sin fingir y al mismo tiempo oyendo que puedo ser mucho sin traicionarme a mí misma... eso me ha dado una tranquilidad que no pensé que jamás podría tener. 





viernes, 22 de febrero de 2013

A través del espejo

Han sido unas semanas extremadamente largas. De trabajo en exceso, cansancio, gripa, desespero por  sentir que estoy dándome contra paredes que jamás había visto, de una enorme frustración por no tener acceso a mis espacios, que siempre han sido mi punto de equilibrio. 

Y en medio de todo esto, un día, mientras corría a comprar un sánduche para comer frente a mi computadora, Adri, mi mejor amiga, me mandó un mensaje. Habíamos hablado el fin de semana y como siempre, encontramos que vivimos momentos parecidos, que aún con lo distintas que somos, con las vidas diferentes que llevamos, las sensaciones y reflexiones eran similares. Ella también estaba cansada, perdida y frustrada. 

Pero su mensaje decía otra cosa. Y tal vez son los 15 años de estar cerca, tal vez es lo que llaman la intuición femenina, que la conozco mejor que muchos o que -desde la perspectiva masculina- como dijo Pollo, era algo que era obvio que iba a pasar. No sé. 

A mí me bastó leer un "Estoy feeeeeeliz y necesito hablar contigo" para saber que de repente la vida nos había cambiado. Que mi Adri, mi amiga con la que hicimos sopitas de bon-bon-bum en piña colada (para descubrir al día siguiente que era pésima idea ya que el azúcar sumado al trago nos estaba matando), con la que compartimos la emoción de enamorarnos de verdad luego de un primer noviazgo que no era lo que creíamos, la que me abrió las puertas de su casa y me dio una familia adoptiva donde siempre me he sentido cómoda, la primera en ponerme como referencia en una hoja de vida, la que en su momento fue una de las que me salvó la vida, a la que ayudé a vestir el día que se casó y por la que hice las cosas que jamás haría ni por mí misma, con la que hay tantas historias para contar y aún más que jamás contaremos pero que nos servirán cuando estemos viejitas y queramos recordar esos años donde exploramos, jugamos, viajamos y nos divertimos (incluyendo una que involucra una pata de pollo, una cámara y prueba que ella la buena y yo soy la mala).... esa que pasó de ser adolescente a ser joven y a ser adulta y jamás dejó de ser mi amiga... esa que es tan parecida a mí y al mismo tiempo tan radicalmente distinta... esa va a ser mamá. 

Una vez más viví uno de esos momentos de miles de sentimientos, todos al tiempo, muchos contradictorios, todos intensos. Lloré frente al celular y sin poder guardarme la noticia, se la conté a la señora de los sánduches quién se conmovió tanto que las siguientes veces que he ido ya hasta me pregunta por "su amiga, la que esta embarazada". 

La cosa es que siendo yo tan poco maternal, con tantas dudas sobre si quiero tener hijos, estando tan lejos de una vida de señora casada con bebé a bordo... jamás pensé que podría sentir una felicidad tan grande. Porque lo primero que sentí fue eso. La inmensa felicidad de saber que sus sueños se están logrando, que esa mamá que siempre ha estado en su interior va a salir y va a generar a un ser humano que desde ya sé que va a ser absolutamente increíble. Que para mi sorpresa, desde ya quiero. Porque ¿cómo no quererlo? 

Y por el lado de la felicidad, fueron saliendo el resto de los sentimientos. El dolor y la culpa de la distancia, de saber que no estaré para acompañarla, que no podré verla cambiar, que me perderé tantos momentos y que para ese bebe que va a llegar, yo seré la amiga loca de la mamá que a veces llega llena de regalos pero que no esta cerca. 

También estuvo el miedo... ese miedo que de repente siento de que la vida nos cambie y nos aleje. Que la vida de mamá, esposa y residente de Bogotá, sumada a mi vida de no-mamá, no-esposa y no-residente de Bogotá, acabe con los años de querernos sin juzgarnos. Y es que eso es lo especial de nuestra amistad: siempre hemos valorado que aunque somos muy parecidas en el fondo, vivimos nuestras vidas de formas muy distintas. Y ahí siempre estamos, para mostrarle a la otra, que todo podría ser distinto. Pero que no es lo que queremos. Constantemente vivimos situaciones similares y cada una ve en el espejo de la otra cómo podría ser una vida diferente. 

Hay días... hay días donde yo me pregunto qué hubiera pasado si nunca me hubiera ido a India, si me hubiera casado con el Ex o con algún otro que quisiera esa vida, si no tuviera esta profunda necesidad de ver qué hay allá afuera, que me ha traído hasta México y si en mí no hubiera ese gen independiente que logra que yo no dure más de 30 segundos contemplando la posibilidad de volver a Colombia. Y cuando tengo esos días, pienso en ella. Y la veo feliz, casada, llena, ahora embarazada. Y sé que aunque esa es una vida posible, no lo es para mí. 

Aunque sé que yo también soy su espejo, a veces me pregunto cómo me ve ella a mí. Si también me usa como referente en las noches donde se pregunta qué hubiera pasado si sus decisiones hubieran sido distintas, si Francia hubiera sido algo más que unas complicadas vacaciones o si la especialización hubiera sido en otro país. No sé exactamente qué se responde, pero también sé que ella me sabe feliz y me sabe bien, pero sabe que esta vida, aunque es posible, no es para ella. 


Volviendo al cúmulo de sentimientos... de nuevo hubo esa sensación de que mi mundo crece, se hace adulto y yo... yo lucho por vivir una vida donde yo me sienta cómoda y donde este bien. Donde sienta que puedo ser yo. Y eso, de alguna forma, no encaja en la definición - tal vez arcaica e infantil - que tengo de lo que es ser adulta. Recordé entonces lo que me dijo Pollo luego de leer esa entrada y es que nunca me di cuenta que la primera en armar una vida adulta fui yo. Y que no por no tener marido e hijos, soy menos adulta que ellas. Y pues si. Es un poco así. 

Al final, luego de la cascada de sentimientos, los que realmente han quedado, han sido el profundo cariño que le tengo, las ganas de estar más cerca de ella que siempre. Debo ser sincera, un poco la frustración de saber que me perderé de tantas cosas importantes... La felicidad de saber que ella esta haciendo la vida que siempre quiso. 

Y además, queda esa otra enorme felicidad y profundo agradecimiento, de saber que para ella era increíblemente importante contarme y hacerme parte, porque como para mí, las cosas se sienten realmente reales cuando la otra las sabe y las comparte. Sentirme así de querida, de valorada, aún después de 5 años de distancia, más de 15 después de esas fiestas de quince... es de las cosas que siempre agradeceré y que serán motivos para sonreír incluso en el peor de los días. 







miércoles, 6 de febrero de 2013

¿Se sobrevive el colegio?

Hace unos días, leí un artículo que se llama Why you never truly leave high-school y la verdad es que me dejó con la cabeza jodida. Básicamente explica que el cerebro de los adolescentes sigue en formación durante esos espantosos años. Y por eso los traumas de la adolescencia, nunca se superan. Aparentemente es una época determinante para la vida adulta. 

En resumidas cuentas, como uno era de adolescente es como uno será de adulto. Lo que le jodió la vida a los 14, le joderá a uno la vida a los 40 y en lo que uno se siente seguro (si eso en realidad existe) a los 16, es en lo que uno se sentirá seguro a los 50. Aparentemente los que fueron felices en la adolescencia, lo serán de grandes. Los que eran atractivos en el high-school son los que pueden casarse: 

"Attractiveness in high school has lingering effects, too, even fifteen years later. “It predicted a greater likelihood of marrying,” says Crosnoe, “better earning potential, better mental health.”

La cosa empeora, según el artículo los miedos, vergüenzas y definiciones sobre lo que uno es, se cargan el resto de la vida. Así, básicamente uno nunca sale del high-school y se queda con una cantidad de taras mentales que moldean la forma en que uno vive la vida. 

El cuento es que en las últimas semanas - no sé si influenciada por el artículo o no - he vuelto a sentirme como cuando tenía 17 años. Y no propiamente la felicidad intensa y desaforada del primer amor. 

Desde niña siempre fui independiente y en algunos casos solitaria. De adolescente logré establecer amistades, muchas de las cuales perduran hasta hoy y que son de las cosas más valiosas que tengo en la vida. Pero no lo sentía así a los 16. 

A esa edad, sentía que mis amigas eran más amigas entre ellas que conmigo. Lo escribo y suena increíblemente inmaduro, pero así era. Y finalmente es la edad para sentir esas cosas. Para tener ese hueco en el estómago de mis amigos no me quieren como yo los quiero y yo soy la añadida del grupo. 

Pero los años pasan, llego a mis 30 y resulta que hay días donde me siento exactamente así. Y con gente que sé que en realidad no es mi amiga, que por coyuntura terminan estando cerca pero que no pasaran a mi biografía. 

Entonces ahí voy en el dilema entre la adulta que dice que eso no importa, que yo tengo las cosas claras, que sé a quién quiero y a quién no, quién es mi amigo y quién no... y la adolescente que se enfurrusca porque no la invitaron a la fiesta. 







sábado, 26 de enero de 2013

Quejas desde la edad media.

Como dirían estoy que mato y como del muerto. Si fuera uribista diría que estoy cargada de tigre. En pocas palabras estoy absolutamente emputada. Óiganme bien: Em-pu-ta-da. 


Resulta que desde que me mudé a este edificio le llevo subsidiando a todos sus inquilinos el gas. Todos viven en apartamentos grandes, con secadoras, viven de a dos personas, cocinan y gastan gas como felices suicidas. Yo en cambio vivo sola, no tengo secadora, no cocino y para lo único que uso el gas es para calentar el agua con la que me baño. Y por eso pago cantidades estúpidas de dinero. Entonces me cansé, hablé con los dueños del departamento y logré que me aceptaran la propuesta de comprar un tanque independiente donde lo que yo pague sea lo que yo me gaste. Ya veré si quiero hacer fiestas de gas con Ginebra. Será mi problema y no me peleará la del tercer piso que porque estoy gastando mucho. 

Así que esta mañana debían llegar los del tanque. Pero amanecí sin luz. Y esto ha significado un desgaste que no termina. Para empezar porque tenía que estar pendiente de la puerta porque sin luz no hay timbre. Tampoco pude hablar con mi mamá porque el teléfono es inalámbrico y así tuviera uno viejo, yo llamo a través de internet. Y sin luz no hay modem y sin modem, no hay llamada  a la mamá. Fin del contacto familiar por este día.  

Para empeorar las cosas tampoco tengo agua porque la bomba es eléctrica. Y sin luz, no hay bomba y sin bomba... no hay agua. Para ese momento tampoco tenía gas porque ya estaba que se acababa y no íbamos a pedir más si íbamos a cambiar el tanque. Finalmente llegaron los encargados lo instalaron y resultó que los que traen el tanque no lo llenan. Se limitan a llamar a otros que se dedican a esos menesteres. 

Esos prometieron que antes de las 4 lo traían. Así que de nuevo a pasar el día junto con mis vecinos (que también decidieron vivir en repúblicas independientes de gas) pegados a la ventana de ellos (yo no tengo ventanas que den a la calle... de hecho no tengo ventanas por lo que escribo en total oscuridad) esperando primero que llegaran los del tanque y luego los del gas. 

Pero para lograr que los del gas llegaran tuvimos que hacer unas 5 o 6 llamadas porque cada vez nos decían algo distinto. Que se dañó el camión, que es que no les habían dicho, que es que, quesque. Y al quejarme de eso necesito desahogar toda mi IRA (porque yo ya no tengo furia, yo tengo IRA. En mayúsculas y todo) contra los tarados e ineficientes de la Comisión Federal de Electricidad, CFE. 

A ellos yo los llamé a las 930 am a decirles que no había luz. Y ahí me aseguraron que entre 1 y 4 horas venían. Como ya sabemos como son las cosas, a las 12 mi vecina volvió a llamar y le dijeron que no había ningún reporte. (Seguro aluciné la primera llamada aunque tengo el reporte de la misma). Así que volvimos a poner otro reporte. A las 2 seguían sin llegar y un idiota de atención al cliente me dijo que los fines de semana el plazo de 1 a 4 horas no era cierto porque es fin de semana. Y con lo que me gusta a mi que me digan mentiras. Pero que ya volvía a enviar el reporte para que vinieran. 

A las 4 (aún sin gas) descubrimos que detrás de mi calle estaban los genios de la CFE, quiénes procedieron a informarnos que ellos llegaron a las 10 de la mañana por una revisión programada. Es decir NO por mi reporte. De hecho ni sabían del reporte. Lo que sí sabían era que el daño era grave. Muy grave. En realidad eran 3 daños. Uno en el transformador, otro en una línea y otro en yo no sé qué. Y que ellos ya estaban terminando el turno y que se iban a ir. Que le tocaba ahora a otra cuadrilla. Cuadrilla a la que no le informarían lo que ellos ya sabían porque eso pa'qué. 

Volvimos a llamar, volvimos a pelear y volvimos a oír versiones encontradas. Más tarde nos encontramos con los de la otra cuadrilla que nos aseguraron que el único problema era el transformador y cuando les contamos que unos vecinos habían visto a las 6 am como un poste del otro lado de la calle botaba chispas, hicieron cara de total sorpresa. 

Yo para ese punto ya estaba absolutamente emputada, desgastada y frustrada. Habían sido mínimo 10 llamadas entre mis vecinos y yo, y cada vez nos dijeron algo distinto. Así que un buen samaritano me prestó su ducha y yo me largué a esos lugares tan absolutamente modernos que tienen agua, agua caliente, luz y hasta internet. Lo que es la modernidad, ala. 

De ahí me fui a cine y regresé a las 11 de la noche para descubrir que las dos calles con el problema ya tenían luz, incluyendo mi cuadra. Excepto por 3 putos edificios que seguimos a oscuras. Sin siquiera intentar calmarme antes de llamar, volví a hablar con los de la CFE quiénes primero me aseguraron que el problema estaba resuelto (seguro es que yo de loca no quiero prender la luz en mi casa y de paso se las apago a todos mis vecinos) y luego de mucho rogar y explicar y pelear, me dijeron que mi reporte señalaba que el problema estaba resuelto PERO que había otro reporte en mi mismo domicilio que indicaba que tanto a las 4 pm como a las 10 de la noche habían intentado resolverlo y que la calle estaba bloqueada y que por eso no lo habían arreglado. Así que aparentemente los 3 edificios somos el gato de Schödinger donde tenemos y no tenemos luz. "Como si hay una contradicción, voy a levantar un nuevo reporte para que entre 1 y 4 horas vayan a su domicilio a revisar el problema, señorita Obregón". Esa fue la respuesta. Pues si, idiota, claro que hay una contradicción y yo ya llevo 20 horas sin luz así que manden a alguien pero YA. 

Siguiendo los consejos de Twitter media hora después volví a llamar y la genio en turno que me atendió me informó que el problema no era que la calle estuviera bloqueada, que no había ningún reporte que dijera eso ni que dijera que mi problema estaba resuelto (otra locura mía seguramente), que el tema era que una línea estaba dañada y que en algún momento de la vida (seguro entre ahorita y el fin del mundo) vendrían a arreglarla. 

Así cumplo 20 horas sin luz, sin agua, sin teléfono y con la señal de internet robada del hotel del lado que tiene planta de energía. Mi teléfono lo cargo por ratitos y desde las 3 de la tarde, no supera el 35% de batería. En esta laptop me quedan 51 minutos de carga. Y algo me dice que mañana cuando me levante seguiré en esta especie de medioevo forzado en el que me tocó vivir. Y tendré que recordar por qué carajos, si vivo como en la edad media, yo no puedo ir a donde algún señor feudal a exigirle que acribille a los idiotas que se encargan de la luz y por ende del agua, del internet y del teléfono.

Al menos ya tengo gas. Así no me sirva de nada.