domingo, 24 de octubre de 2010

Sobre la confianza y la paciencia

Nunca he sido una persona paciente. Vivir en India ayudó a que lo fuera un poco más, pero realmente no es una de mis cualidades. Y en los días en que me frustra no tener a alguien que me quiera y a alguien a quien querer, la gente habla de paciencia.

Hoy me pregunto si el tema es de paciencia o de confianza. Porque lo que siento es que empiezo a perder la confianza... no la paciencia. Confianza en que eso que dicen es cierto... que eventualmente la persona llegará. Que un buen día me encontraré a mi misma en una relación sana, con una persona a la que quiero y me quiere.

Tantas veces he escrito ya en este blog sobre este tema. Ya tantas veces he expuesto mis sentimientos. Y en estos meses, cada día me siento más jaded y menos convencida de que algo esta por ahí. Incluso ahora cuando he encontrado a alguien que me llama la atención y con quien me dan ganas de averiguar si podría haber algo real, no tengo la confianza en que realmente algo sucederá.

Y no sé si eso es parte del problema o de la solución.


jueves, 21 de octubre de 2010

3X8 = 24


El otro día estaba oyendo uno de mis podcast favoritos, How Stuff Works y hablaban de unos científicos miedosisimos que buscan lograr que la gente requiera menos horas de sueño para funcionar. Al parecer para estos individuos si la humanidad sólo requiriera dormir 1 o 2 horas diarias tendríamos mucho más tiempo para alcanzar nuestros objetivos. Por mi parte estoy absolutamente en contra, primero porque a mí en lo eprsonal me fascina dormir y segundo, porque estoy convencida que las horas extras que adquiriríamos no las usaríamos para estar con nuestras familias, ir a cine, visitar museos, bailar, pasear al perro, etc. Las usaríamos para trabajar. Porque (y díganme ñoña) eso es lo que fomenta la sociedad en la que vivimos.

Entonces en el podcast explicaron que en un principio se había ideado que se trabajaban 8 horas diarias para tener 8 horas de dormir (lo que se requiere) y otras 8 para tener una vida. Y no he podido dejar de pensar en eso. Últimamente me parece que me levanto, voy a trabajar, trabajo, me devuelvo, veo tele un rato y me duermo. Claramente hay días en los que voy al gimnasio, salgo con mis amigos y hago otras cosas... pero 8 horas diarias de vida? no siento que las tenga.

Veamos.

  • Me levanto una hora antes de salir a mi casa, tiempo que paso arreglándome y desayunando. Supongo que eso es tiempo para mí (lo cual no es igual a tiempo para hacer cosas que realmente me gusten o aporten). Algunos días voy al gimnasio y eso sí es tiempo para mí.
  • Trabajo de 9 a 7 y tengo 1.5 horas de comida (que no siempre tomo... muchas veces como corriendo o frente a la compu), eso son: 8.5 horas diarias.
  • Por las mañanas me tardo en promedio 1 hora llegando a la oficina, tiempo que uso para oir mis podcasts así que lo tomaré como tiempo para mí.
  • Por las tardes me tardo también 1 hora de regreso y aunque podría decir que es tiempo para mí, la verdad es más tiempo muerto que otra cosa.
  • Llego a mi casa alrededor de las 8 de la noche y tiendo a dormirme a las 11. Eso son 3 horas que uso para ver tele, hablar con mi mamá, salir con mis amigos, ir al gimnasio, etc.
  • Luego duermo. Y en general si duermo las 8 horas que en teoría debo dormir.
Así parece que los días en que no me tomo mi hora de comida completa, sólo tengo 5 horas para mí (y eso incluye la hora en que me levanto, baño, visto, etc). Por tanto, creo que es hora de empezar a valorar ese tiempo, a respetarlo un poco más y a utilizar mejor el tiempo cuando llego a mi casa.

Siempre he luchado por mis espacios y mis tiempos, debo continuar haciéndolo. La vida nunca es sólo un componente, son muchos. Trabajo, amigos, familia, hobbies, amor, tonterías varias, etc. Y yo necesito continuar cuidando el espacio que tengo para mí.

viernes, 15 de octubre de 2010

10 años

Llevo varias semanas pensando en que lo que sucedió hace diez años. Por protección a mi propia intimidad prefiero no aclarar qué pasó. Creo que además, eso no importa. Importa que estos diez años han significado un cambio de vida. Hace diez años tuve que transformar la manera en que vivo, me relaciono, pienso y enfrento las cosas. Ha sido un proceso increíblemente largo. Un proceso donde he necesitado la ayuda de otros y el valor que hoy me enorgullece saber, tengo.

How did I know that someday - at college, in Europe, somewhere, anywhere - the
bell jar, with its stifling distortions, wouldn't descend again?
The Bell Jar, Sylvia Plath.


En estos diez años aprendí a conocerme y saber quién soy. Aprendí que lo más importante en la vida es ser responsable conmigo misma y mi tranquilidad. Así, he aprendido que hay cosas buenas para uno y cosas que hacen daño. De la mano de Ángela, aprendí como si fuera diabética a identificar estas últimas. También aprendí a no tener miedo de aceptar cuando las cosas no están bien, a alzar la mano, decirlo en voz alta, cambiar las cosas y tomar las medidas necesarias para
estar bien.

Al comienzo lo que sucedió era una parte muy importante de mi historia personal. Hoy ya no lo es. Ahora, cuando encuentro personas con quienes tengo una confianza muy grande y siento que son parte de mi vida de una manera significativa, les cuento. No porque sea relevante hoy ni sea algo en lo que piense constantemente. Pero es una parte de mi recorrido y fue determinante para
hacerme quién soy. Suena cursi pero en mi vida hay un antes y un después. Y ese antes no lo olvido.

I took a deep breath and listened to the old bray of my heart: I am, I am, I am.

The Bell Jar, Sylvia Plath.


Luego de lo que pasó, hace diez años tuve que reconstruirme. Y establecí metas, prioridades y objetivos. Creo que logré casi que todos ellos. Volví a disfrutar de estar sola, seguí en la universidad, me gradué, viajé, reconstruí mis amistades más valiosas y me enamoré. Hoy, diez años más tarde siento que estoy bien, he logrado encontrar la estabilidad en México y tengo proyectos y sueños a los que ya no les tengo miedo. He vuelto a escribir y a despertar la parte
creativa en mí. Tal vez sólo hay dos cosas que en este momento cambiaría: quisiera tener mayores posibilidades de ir más seguido a Colombia… y quiero encontrar a alguien a quién querer. Otra vez.

I need love. I need the thing that happens when your brain shuts off and your
heart turns on.
Prozac Nation, Elizabeth Wurtzel.


Hoy vivo. Porque puedo y porque quiero. Porque hoy y todos los días yo elijo hacerlo.

sábado, 9 de octubre de 2010

Here we go again

El tema del cyber-stalking es que hace que uno se entere de cosas cuando no las espera. Como hoy... que es un sábado normal, donde trabajé toda la tarde y decidí antes de ir a arreglarme ver un rato Facebook para distraerme. Y sin saber muy bien cómo terminé en la página del Ex. Y veo que alguien en su wall le pone: "Me contaron que se casa, lo felicito", etc.

Algunas personas tal vez me juzguen por el hecho de que esa noticia todavía me genera impresión. Hasta yo misma me juzgo un poquito por eso. Pero la verdad es que el Ex fue alguien muy importante en mi vida y a una parte de mí siempre le ha dolido ver que él no encuentra lo que quiere. Otra parte de mí sigue siendo la loba herida que siempre he sido y simplemente se enfurrusca cuando lee que se va a casar.

Esta vez trataré de ser the bigger person and the grown up, y desear que esta vez lo logre y que la niña con la que se va a casar lo quiera con el corazón. Lo haga feliz y le permita estar en paz consigo mismo después de tanto tiempo de luchar por ello.

domingo, 3 de octubre de 2010

Un motivo más

Domingo otra vez. Amanecí sensible. Pensando en mi abuelo. Con ganas de estar en mi casa de Bogotá, la que vendieron y ya no existe, ir a su cuarto y estar. Tal vez ni siquiera hablar. Sólo estar. Sentirme segura como cuando estaba con él. Verlo a los ojos.

Pero ya no esta. La casa ya no esta. Y esa parte de mi vida se acabó.

Mucha gente me pregunta cuáles son mis planes en México. Si quiero volver a Colombia. Y yo no quiero. No porque no haya razones para volver. Esta mi mamá, mi familia, mis amigos. Pero yo me fui sabiendo que no quería volver, y han pasado casi tres años y eso no ha cambiado. Extraño verlos y si pudiera cambiar en algo mi vida sería tener la facilidad de ir más seguido.

Pero hoy... hoy acepto, que un motivo más para no volver es no tener que sentir más su hueco. Ya es suficiente con el que tengo de manera permanente en mí como para estar allá, pasar por las calles donde estuvimos, ver de lejos la casa donde vivimos, sentir aún más su ausencia.