Antes de empezar con la tercera historia, es necesario mencionar un incidente muy extraño. Algo que además, me recordó la historia de Voldemort. El jueves fui a ahogar mi tristeza a Coyoacán con mi mejor amiga. Estabamos tomándonos una ginebra muy tranquilas cuando de pronto lo vi. En la calle del frente estaba Psycho-Jesus. No lo veía desde aquella fatídica segunda cita y ahora ahí estaba. En la ciudad de 20 millones de personas y yo me lo encuentro. Y me lo encuentro justo después de escribir sobre él.
Así que para continuar invocando mi mala suerte, hoy escribiré la historia de Voldemort.
Voldemort por supuesto no se llamaba Lord Voldemort, tenía un nombre, un nombre bonito incluso, pero dado que cada vez que contaba su historia, en menos de una semana me lo encontraba, mi mejor amiga de la universidad lo rebautizó Voldemor, El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado.
Pero este es el final de la historia. A Voldemort lo conocí en mi segundo semestre de universidad. Un semestre fatídico en el que terminé con mi novio y lloré todos los días. Todavía estaba en ese período, cuando un viernes asistí a una reunión del periódico universitario del que hacia parte. Como invitado especial estaba Voldemort quién era un estudiante de noveno semestre de otra universidad. Diseñador gráfico o algo así. No era bonito. Yo no me fijé en él porque desde que había terminado con Novio-número-dos, yo no me fijaba en nadie. Yo sólo lloraba.
Pero aparentemente él si se fijó en mi. Y ese día me invitó casualmente a ir a cine con él y otros del periódico. Yo decliné la oferta sin pensarlo porque ya tenía plan. Una semana más tarde me encontré con él en frente de un ascensor de la universidad. Me dijo que le alegraba verme y que me estaba buscando. Que si quería salir con él. Yo había hecho planes con un amigo pero no eran definitivos. Así que quedamos en que me llamaría más tarde y cuadrabamos para vernos. Mi amigo llamó un rato más tarde y propuso que cambiaramos la salida para el día siguiente. Yo acepté feliz pensando que tendría mi date tranquila.
Voldemort llegó ese viernes a mi casa y me llevó a uno de los sitios a los que mi ex solía llevarme. Pero esto no me generó tristeza. Yo estaba tan contenta con Voldemort que ni me acordé del ex. Hablamos y hablamos. Era inteligente y había hecho muchas cosas. Había sido locutor de radio, hacia el diseño gráfico de la revista Shock y yo ya no me acuerdo que más cosas. Yo que tengo mi delirio por los pilos quedé matada. Salimos del bar y volvimos a mi casa donde nos quedamos hablando hasta las 4 de la mañana. Hubo un abrazo largo a la despedida y yo esa noche me dormí con una sonrisa.
El sábado amanecí contenta. Me llamó pero sabía que yo estaba ocupada así que me invitó a tomar onces el domingo. Acordamos mi casa y yo quede contenta. El domingo me cambié varias veces y ni me acordé de mi ex. Hablamos largamente. Recuerdo que hizo una analogía entre el portero de fútbol y la red que yo no entendí del todo pero era sobre como nos estabamos enredando el uno en el otro (súper porno barato... que oso). Y entonces nos dimos un beso, que pasaría a mi historia personal como uno de los peores de mi vida.
Además de un evidente falta de química y de la pésima técnica de su parte, yo contribuí a dañar el beso ya que me acordé de mi ex y me sentí culpable (siempre he sido estúpidamente fiel). Le di un abrazo y lo despaché de mi casa entendiendo que había ido demasiado rápido. Le lloré a mi mamá quién me tranquilizó diciendome que era un date casual, que no tenía que preocuparme y que además, no tenía motivos para sentirme culpable ya que yo estaba soltera.
Al día siguiente con un fuerte sentimiento de culpabilidad decidí evitar toda la situación escondiéndome en la casa de mi mejor amiga de la universidad. Rentamos un par de películas y me quedé en su casa hasta las 9 y media de la noche. Llegué a mi casa mucho más tranquila y sintiéndome menos culpable. En el momento en que abrí la puerta oí a mi mamá decir que yo todavía no había llegado pero que en cuanto llegara me avisaba. Subí y le pregunté quién era: Voldemort, quién ha llamado 4 veces desde que yo llegué y otras 5 a lo largo del día. Nueve veces en un día???? No tenía mucho sentido.
Así que marqué el número que mi mamá, mi abuelo y mi empleada habían anotado en diferentes papelitos. Contestó una voz femenina:
- Buenas noches, Voldemort por favor?
- De parte de quién?
- De Lina
- Ay Hola Lina, habla la mamá de Voldemort, que rico oirte. Mira él se acaba de sentar a cenar pero apenas termine yo le digo que te marque.
- Ehh este, bueno si. Gracias.
- No te preocupes, Voldemortcito (efectivamente ella añadió un cito al nombre de su hijito) seguro te llama, de todas formas espero verte por aquí muy pronto porque tengo muchas ganas de conocerte. Que rico oirte.
- Ehh ahh si, lo mismo. gracias. Hasta luego.
- De parte de quién?
- De Lina
- Ay Hola Lina, habla la mamá de Voldemort, que rico oirte. Mira él se acaba de sentar a cenar pero apenas termine yo le digo que te marque.
- Ehh este, bueno si. Gracias.
- No te preocupes, Voldemortcito (efectivamente ella añadió un cito al nombre de su hijito) seguro te llama, de todas formas espero verte por aquí muy pronto porque tengo muchas ganas de conocerte. Que rico oirte.
- Ehh ahh si, lo mismo. gracias. Hasta luego.
Ah?? En nuestras únicas dos dates, Voldemort y yo jamás habíamos tocado el tema de la mamá. Por todo lo que yo sabía, a él lo habían criado los lobos. Y ahora su mamá sabía todo de mí, le parecía rico oirme y esperaba verme pronto en la casa. Colgué absolutamente espantada y llamé a una amiga. Mientras tratábamos de descifrar a este personaje que aparentemente llevaba tanto tiempo solo que bastaba un beso para que la mamá fuera feliz, sonó la otra línea.
Era él. Le colgué a mi amiga y empecé a hablar con Voldemortcito. Su primera pregunta fue que en dónde estaba yo a las 10 de la mañana. Pues en la universidad (tenía 18 años, en dónde más iba a estar un lunes a las 10 am?). Ahh, es que quería verte y fui por los lados de tu casa, pero me dijeron que no estabas. La conversación siguió con más o menos normalidad hasta que dijo algo sobre como tenía muchas ganas de darme besos como si fuera un vámpirito (si... dijo vámpirito, a lo mejor es el hijo perdido de Uribe). Y yo ahí no pude. Yo que seguía sintiéndome culpable y espantada por tan mal beso, decidí que había que frenar las cosas.
- Mira Voldemort, yo te dije que acabo de terminar una relación muy seria y que este no es mi mejor momento. Yo quisiera que fueramos un poco más despacio.
- ¿Más despacio?
- Si, yo no quiero hacerte daño y siento que tu vas muy rápido.
- Ay... yo no quería que lo nuestro se acabara tan pronto!
- ¿Más despacio?
- Si, yo no quiero hacerte daño y siento que tu vas muy rápido.
- Ay... yo no quería que lo nuestro se acabara tan pronto!
Lo nuestro??? Acaso Voldemort era una niña de la era Victoriana? Un beso no es una relación, no es un lo nuestro!
Colgamos, él triste, yo aterrorizada de pensar que este era el mundo del dating. Como siempre, muy pronto estaba riendome de tan bizarro encuentro y contándolo. Y así se construyó el mito de Voldemort. Cada vez que lo conté, en el plazo de una semana me lo encontré. Esta vez no sé qué sucederá. Ya no estoy en Colombia. Pero juro que si luego de publicar esto, me encuentro con él en México le pongo una orden de caución.
2 comentarios:
Esto sí que me trajo recuerdos lejanos!
Li no manches, eres LA ONDA!!!
Escribes suuuuuper padre! además ya supe más detalles de Voldemort jajaja, (por que no se me olvida todo lo q nos contaste durante la comida jeje) PLEASE ya q se alejen los freaks jaja
Atte. Tania
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