domingo, 23 de diciembre de 2012

Xmas wishlist

Pues muy 23 de diciembre y probablemente muy tarde para hacer la lista de mis regalos navideños... pero aquí va lo que quisiera, porque lentamente he aprendido que cuando uno tiene claro qué es lo que quiere, es más fácil obtenerlo. 


  • Retos... muchos retos. Porque son la única forma en que aprendo y que crezco. 
  • Mejor calidad de vida. Puede venir en la forma de la teletransportación, el cambio de política educativa en el DF para que los niños dejen de ir a la escuela (y generen tráfico) o un cambio geográfico de mi oficina... como quieran, para que vean que no soy picky. 
  • iPhone nuevo porque el mío ya da ganas de llorar. 
  • Constancia para ir al gimnasio... si hay alguna pildorita que yo me pueda tomar para que me den ganas de levantarme a las 630 am a hacer ejercicio yo sería mucho más feliz. 
  • Boletos gratis a Colombia... porque estando aquí si que me doy cuenta de la falta que me hace venir y lo bien que me hace (y eso que de las 72 horas que llevo, 24 estuve intoxicada)
  • Tiempo y dinero para visitar a mis amigos que viven lejos. 
  • Un tanque de gas independiente para mí, porque ya no se vale que siga financiando a todo el edificio. 
  • Que lo que empezó siendo un virus de 24 horas, sea algo más permanente. 
  • Menos tiempo para pensar tonterías y mucho más para hacer las cosas que me gustan y me hacen bien. 
  • La capacidad para entender qué quiere Ginebra cuando decide empezar a joder a las 3 de la mañana. O mejor aún, que Ginebra no vuelva a joder a las 3 de la mañana. 

lunes, 17 de diciembre de 2012

Todo lo que se puede sentir...

[Ron and Hermione ask Harry about his first kiss with Cho
Ron Weasley: Well? How was it? 
Harry Potter: Wet. I mean, she was sort of crying. 
Ron Weasley: [laughs] That bad at it, are you? 
Hermione Granger: I'm sure Harry's kissing was more than satisfactory. Cho spends half her time crying these days. 
Ron Weasley: You'd think a bit of snogging would cheer her up. 
Hermione Granger: Don't you understand how she must be feeling? Well, obviously she's feeling sad about Cedric, and therefore confused about liking Harry, guilty about kissing him, conflicted because Umbridge is pressing to sack her mum from the Ministry, and frightened about failing her OWLs because she's so busy worrying about everything else. 
Ron Weasley: One person couldn't feel all that. They'd explode! 
Hermione Granger: Just because you've got the emotional range of a teaspoon... 
(Si prefieren ver el vídeo aquí esta porque no supe cómo añadirlo) 

Claramente... yo tampoco tengo the emotional range of a teaspoon. Y eso siempre es bueno. 

Al final, hay que recordar todo ese tiempo donde lo único que sentía era un enorme hueco... o peor cuando no había nada que sentir y vivía con la desesperanza de creer que así sería siempre. 

Entonces es muy emocionante ver los cambios tan profundos que ha tenido mi vida. 

viernes, 14 de diciembre de 2012

Frases que merecen su propia entrada

It happens. In the end it happens, in some way you couldn't imagine before. 


La soledad de los números primos. 


Y sí... así es la vida. Todo pasa, de formas que uno nunca se había imaginado. Es cuestión de tener confianza (así a veces me cueste tanto) en que lo que pasa tiene un sentido. 

viernes, 7 de diciembre de 2012

Mínimo común denominador

Ok, vamos por pasos. Esta no es una entrada sobre matemáticas, porque para empezar no sé sumar. Mucho menos escribir sobre matemáticas. 

Ahora... esta tiene que ser la entrada más patética que haya escrito. La más reveladora, y miren que este año escribí sobre desnudarme en público y lo que uso cuando me llega la regla.

Ya en varias ocasiones he aceptado que mi verdadero talento en la vida es el cyberstalkeo. Estoy segura de que algún día esto será un trabajo y entonces yo me ganaré millones. Seré la detective privada del futuro. Y sí... es un poco patético andar averiguando la vida de gente que ya no esta con uno. Pero quiero que alguien me diga que jamás lo ha hecho. Para rematar, yo de tanto en tanto me encuentro cyberstalkeando a las nuevas chicas de mis ex's. 

Y de eso es que se trata esta entrada. 

Resulta que ayer descubrí que la ex de un ex, es conocida de Gabidearest . Se siguen en Twitter y por Instagram. El ex en común fue un tipo con el que yo salí hace muchos años, que no fue nada memorable en mi historia personal y del que jamás llegué a enamorarme. Por la época en que terminamos, el tipo empezó a salir con la niña y yo a verle su Facebook (era la época antes de Twitter). Entonces ayer la reconocí cuando algo le comentó a Gabidearest (ya sé... soy una psicópata). 

Aparentemente la niña es bastante chévere, "buena papa" en las palabras de Gabidearest. Al volver a ver sus fotos en Facebook (gente aprendan... cierren sus perfiles si no quieren que alguien como yo termine enterándose de en dónde pasaron sus vacaciones y que el fin de semana pasado fueron a cine) pensé que efectivamente esta niña y yo tenemos cosas en común. Toma fotos que a mí me gustan, ha viajado a lugares donde yo he estado y pone cosas que me interesan. Al menos por lo que se ve, podríamos ser amigas. 

Y entonces me puse a pensar cómo es que esta niña y yo, tenemos de común denominador a un tipo con el que yo jamás me conecté del todo y con el que en realidad salí porque estaba sufriendo del mal de vereda

La cosa me genera curiosidad especialmente porque en mi rampante patetismo el otro día descubrí el Twitter de la chica del Ex. Ese al que amé con todo mi corazón, que me tomó años de terapia superar, con el que casi no terminamos de terminar... Ese que durante tantos años fue el hombre al que más había amado en mi vida. Y ese Ex esta con una vieja que es totalmente opuesta a mí. De la que nunca sería amiga y que en realidad ya me cae mal por todo lo que dice. Al menos en Twitter la niña es una hater intensa, que pelea contra el mundo y que básicamente está en contra de todo lo que yo estoy a favor. 

Ahora... es cierto que ese Ex era absolutamente distinto a mí. Y que en realidad estaba en contra de todo lo que yo estoy a favor. Teníamos visiones opuestas del mundo. Siempre pensé que él necesitaba una niña como con la que está. De pelo perfecto, aretico de perla y que vaya a misa con él. Pero no deja de sorprenderme que a ella y a mí nos una algo. Y que ese algo sea algo que fue tan importante como el Ex. 

Es cierto que han pasado muchos años desde que yo me enamoré de este hombre. Que yo era distinta. Pero jamás fui como ella. Jamás hubiera escrito lo que ella twittea. Jamás lo habría pensado. Y eso lo sabía el Ex. Finalmente la mayoría de las peleas eran por eso. 

Tal vez la cosa es que yo he cambiado mucho más de lo que pude imaginar. Tal vez es que él se ha radicalizado aún más y necesita a alguien mucho más radical. O tal vez es que solo alguien muy radical puede estar con él. 

Lo que sí es que no deja de sorprenderme que entre esa mujer y yo, haya tanto en común. 







jueves, 6 de diciembre de 2012

Otra entrada sobre los miedos

No hubiera pensado que iba a escribir dos entradas seguidas sobre mis miedos. Pero qué le hacemos. Los tengo alborotados y esta vez ni siquiera es por una bonita película

La cosa es que ayer tuve una pésima experiencia con un taxista. No voy a entrar en detalles porque la verdad es que no quiero contar por enésima vez la misma historia, pero el punto es que se emputó conmigo y a las 8:30 de la noche, paró el carro, en la mitad del bosque y me ordenó que me bajara. No lo hice y después de llamadas al sitio de taxis, peleas, muchos estrés y sobre todo, mucho susto, el hampón este me dejó a unas cuadras de mi casa (no quería que viera donde vivo). 

Después de eso dormí mal. Tuve pesadillas. Y hoy hubiera querido quedarme entre mi cama, metida debajo de mis cobijas. 

La cosa es que la experiencia me alborotó el miedo que le tengo a que algo me pase estando yo en México. La psicóloga decía que yo tenía un leve caso de estrés post-traumático luego de partirme el brazo y la espantosa caída de la bicicleta. Ambos eventos fueron muy fuertes emocional y físicamente. 

Con lo del brazo me operaron y tuve que enfrentar la cirugía despierta y en un pedazo sin anestesia. La recuperación fue larga y complicada por el hecho de vivir sola y no ser propiamente hábil con mi mano izquierda. Luego fue lo de la bici que me dejó atrapada en la casa, moviéndome en muletas en un apartamento de 3 pisos sin elevador. 

En esas ocasiones (particularmente la de la bici), conté con grandes personas que me ayudaron de manera incondicional. Y solo por ellas pude salir adelante. 

Y sé que si algo volviera a suceder... probablemente volvería a tener a grandes personas cerca que me ayudaran. 

Pero no dejo de tener miedo de que algo pase. Ayer mientras me dormía, pensaba cuánto tiempo pasaría antes de que alguien notara que yo desaparecí. Y sé que a lo mejor algo similar pasaría en Colombia... pero no dejo de pensar que sería distinto. Cuando mi prima se desapareció este año porque un taxi le hizo el paseo millonario (secuestro express) pasaron algunas horas antes de que lo notaran, sin embargo, una vez se dieron cuenta toda la familia y amigos nos movilizamos. Y cuando por fin apareció, ahí estuvo toda mi familia, intensa y loca como siempre, dando esa cantidad de amor que solo ellos pueden dar. 

Aquí... todo sería muy distinto.  

Pero para algo sirven las cosas. Y hoy tomé la decisión de que así vaya en contra de mis ahorros y sea costoso, voy a pagar un seguro internacional que me de la tranquilidad de que si me pasa algo grave, puedo ir a tratarme a Colombia. 







miércoles, 5 de diciembre de 2012

Amour.... o los miedos que uno esconde debajo del colchón

De las mejores cosas que han estado pasando en este momento es que estamos en Muestra de la Cineteca. Lo cual significa que hay muchas más películas de lo normal y que aunque los cines están invadidos por vampiritos glow-in-the-light, hay mucho más que ver y mucho mejor. 

Entonces ayer fui a ver Amour. Y es una de las mejores películas que he visto. Y eso que este año he visto muy buen cine. Es intensa, profunda y absolutamente hermosa. 

El problema es que se fue directo contra mis sentimientos. El primero... el más obvio, el que siempre esta a flor de piel. Mi abuelo. Me dolió saber que él no fue feliz sus últimos años. Al ver a Anne (la protagonista de la historia) atrapada en su cuerpo, avergonzada de no poder hacer por si misma las cosas más básicas y más íntimas como bañarse o hacer pipí, desesperada por vivir una vida que no es, no pude evitar pensarlo. Y nuevamente sentí ese dolor de no haber estado en la última época, de no haberlo acompañado. 

Pero luego... la película tocó otras fibras. Para ser más exacta, otros miedos. Por un lado está el que siento cuando pienso qué va a pasar con mi mamá en unos años. Su salud nunca ha sido fuerte y yo he pasado algunos de los días más horribles de mi vida en las clínicas temiendo por lo que le podría pasar. Y ahora, de nuevo, como con mi abuelo... estoy lejos. Y por como se ven las cosas y por lo que yo quiero, seguiré estando lejos. Entonces ¿qué va a pasar el día que se enferme? 

En esos días cuando mi mamá ha estado enferma, yo he tenido el apoyo de mis tías, pero al final del día ellas se iban y la que se quedaba en la noche era yo. Y eso sucederá de nuevo. Además, yo tendré que tomar todas las decisiones sola. Es en esos momentos donde odio ser hija única. No hay a quién achantarle un turno de cuidado o con quién pensar que hacer. 

Con mi papá digamos que la situación es similar, pero tengo la confianza de que su esposa estará y yo contaré con su apoyo cuando sea necesario. Él ha construido una familia con quién podré cuidarlo. 

Y luego... luego queda ese otro miedo que es el que vive en el lugar más profundo de mi colchón. El de qué va a pasar el día que sea yo la que esta enferma. La que llega a vieja. Volvemos al problema de ser hija única. No voy a tener hermanos cuidándome como hacen mis tías. No voy a tener sobrinos pasando la noche en la clínica como yo lo he hecho. 

Y, seamos honestos, en este momento de mi vida, no sé si voy a tener un Georges (el esposo de Anne en la película) que me ame de una manera tan profunda, honesta y por tantos años, que esté dispuesto a cuidarme, cambiarme el pañal y alimentarme. Además, como tantas veces lo hemos hablado con Adri, siempre esta el tema de que las mujeres vivimos más, entonces incluso si encontrara a ese hombre que envejezca a mi lado, nada me garantiza que yo me voy a enfermar primero. 



Por supuesto una solución es tener hijos. Y achantarles a ellos el problema. Pero ese no es motivo suficiente para reproducirme y como ya lo he escrito tengo muchas dudas acerca del tema. 

Así que no sé. Salí del cine con el corazón arrugado, queriendo tapar los miedos que siento y preguntándome si es necesario pensar más acerca del futuro. 

Por suerte llegue a la casa y estaban dando When Harry met Sally (que bien podría ser la precuela de Amour) y elegí dormirme oyendo hermosas historias de amor. 


viernes, 30 de noviembre de 2012

Pequeños pasos

A veces, cuando menos lo espero, piso una mina emocional. Una de esas que me devuelven en el tiempo, hacen que mi corazón sienta el viejo dolor de siempre y yo quede con ganas de meterme entre mi cama y llorarlo como antes. 

En esos momentos siento que de nada ha servido el paso del tiempo, la terapia, la nueva vida. 

Pero he de reconocer que en algunas cosas - tal vez pequeñas - he cambiado. Lentamente me he permitido pedir ayuda, aceptar que estoy triste y decir que necesito un abrazo. Lo hice cuando la vida me decepcionó hace unas semanas. Escribí mails, llamé a mis amigas, dejé que las palabras salieran. 

Hoy de nuevo lo hice. Pedí un abrazo para que no me doliera tanto el hueco, el silencio, el could-have-been. Dejé que me distrajeran, que me contaran cosas y que me hicieran sonreir. Y aunque no se me pasó del todo la tristeza, me sentí mejor. Sentí que estoy haciendo las cosas de forma diferente, que estoy dejando que otros entren a mi vida cuando me siento vulnerable. Cuando realmente, más lo necesito



You Jump, I jump, Jack

Should I jump? Did we jumped already? Or is it just a fluke?


 

At the end... I'll stick with my decision and let things flow.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Graves problemas de memoria

Hace un tiempo escribí sobre las obviedades que suelo olvidar, como que hacer amigos es muy importante a la hora de ser feliz. 

Hoy voy a volver a escribir sobre el tema. Porque ayer volví a recordar cosas que son muy importantes para mí. 

Cosas como lo feliz que soy cuando me doy mis espacios para hacer las cosas que más me gustan y estar conmigo misma. Resulta que llevaba muchos fines de semana seguidos con una vida social muy activa. Que vamos a Tunick, que paseo/boda en Cuerna, que cenas, cafés, etc. Y entre todo eso se me atravesó una bonita enfermedad, que estoy segura fue producto del estrés, la cual me dejó el 90% del único puente en meses, tirada entre la cama, arrastrándome al baño y durmiendo el malestar. Entonces eso no cuenta como espacios conmigo misma. 

Pero ayer... ayer volví a tener uno lo que suelo denominar como dates conmigo misma. Primero me fui de la junta en la que estaba hasta el cine en bici. Y aunque aún le tengo susto y ya no lo disfruto como antes, el placer de elegir por donde me meto, saltarme el tráfico y no estar entre un taxi, fue fantástico. En lo que empezaba la película me tomé un delicioso té y leí feliz mi libro del momento (The solitude of the prime numbers por si se lo preguntaban). Después, continué en silencio y me fui a ver Cosmópolis, la cual no me encantó. 

Pero lo que me encantó fue volver a tener mi espacio. Leer mi libro, estar en silencio, interactuar solo conmigo misma. Y entonces me acordé... que así como me encanta salir a cenar y estar con mis amigos, también me gustan los espacios conmigo misma. 

A veces por la pereza de salir sumada al cansancio del trabajo, termino quedándome en mi casa, descerebrándome frente a la tele. Pero en esos momentos necesito recordar que también es sano tener un date conmigo misma y ser muy feliz. 


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Ilusionarse o no ilusionarse...

Una de las cosas que más trabajé con mi psicóloga fue el tema de aceptarme y no darle tanto peso a las voces de los demás a la hora de definirme. En particular estaba el tema de "es que soy muy intensa para México", que después de oirlo tantas veces se convirtió en una verdad en mi vida... y no. No es eso. Soy alguien que se apasiona y siente las cosas profundamente.

Y eso esta bien. 

Porque así soy yo.

Y no voy a cambiar mi forma de sentir las cosas. Porque no tiene nada de malo sentirlas de esa forma.

En estos días he pensado mucho en ese tema. Específicamente en el tema de las ilusiones. Para mí es imposible no ilusionarme cuando hay una posibilidad de algo que me gusta (un tipo, un viaje, un cambio de vida). Y cuando la cosa sale bien todo es felicidad y emoción. Nadie anda diciéndome que vea, que las cosas pasaron así para que yo aprendiera a medir mis ilusiones. Porque ando feliz y nadie anda diciendo tonterías cerca. 

Pero cuando no pasan... ahí si tiene uno al tarado de turno diciéndole que para qué se ilusionó tanto, que mejor no hubiera dejado que los sueños llegaran tan alto. Claro, uno tiene que ser inteligente, no se trata de que si salí una vez con un personaje y no vuelve a llamar porque cayó en el hoyo negro de los que no llaman, entre en la depresión absoluta porque yo ya le tenía nombre al helecho que mataríamos juntos en el apartamento en el que viviríamos (porque ni en mis ilusiones yo me siento capaz de mantener viva una planta). 

Pero digamos que hay ilusiones razonables. Esas que uno ve crecer con el tiempo. Y así hoy sienta la tristeza de algunas ilusiones rotas, sigo convencida que hay que tenerlas y que valió la pena sentirlas. Ilusionarme, soñar con lo que sería si todo funcionaba. Y esta bien. Porque es la forma en que yo me muevo, en que lucho por las cosas, me esfuerzo y dedico. Si no estoy ilusionada, no voy a echarle ganas a la cosa como dirían los mexicanos. 

Así que para que las cosas funcionen, es necesario trabajarlas y para que yo pueda y quiera trabajarlas, tengo que estar ilusionada. 

No importa si eso significa estar luego con la tristeza y frustración que tengo hoy. 




martes, 20 de noviembre de 2012

Días de días

Hay días donde perder la fe en la humanidad y en el universo es facilísimo. Días como hoy. Y para mí es gravísimo perder esa fe porque dado que yo no tengo ninguna fe religiosa que me haga sentir que todo va a estar bien. 

Pero sí. Hoy, por lo menos hoy y por ahora, me doy permiso de odiar al universo. Porque la verdad es que ha estado insoportable últimamente. Entre la irlandesa que mataron en una clínica al rehusarse a hacerle un aborto cuando sabían que el bebé se iba a morir de todas formas; el pendejo de Gerlein convenciéndome que definitivamente siempre habrá un homofóbico con micrófono recordándonos que no todos somos iguales aún cuando deberíamos serlo ante los ojos de la ley y los pesqueros sanandresanos que ahora no van a tener con que vivir, el universo me tiene con ganas de meterme en una cueva y no salir de ahí. 

Y no. No voy a unir a esta lista la estrellada contra una realidad fea y decepcionante que tuve este fin de semana donde sentí mis sueños romperse contra ese universo que tan aburrida me tiene, ni la diarrea (literal diarrea) que tuve todo el fin de semana y que me tiene hasta hoy tomando Pedialyte, ni como Pollo decidió mandar un mail terminando en Saludos el peor día posible, ni como los del sitio de fotos de la boda a la que fui decidieron que no puedo bajarlas negándome el placer de perder el tiempo de buena manera... no. No voy a unir esas cosas. Porque finalmente hay otras mucho peores. 

Pero sí. Hoy ando sin fe en la humanidad y en el universo. Con ganas de meterme en una cueva y no volver a salir nunca más. Entendiendo a los que un buen día mandan todo a la mierda y se van a vivir con los monjes budistas. 

Y sí. Sé que en todo esto ha habido grandes y muy buenos amigos que han estado, se han preocupado, me han dado sus palabras y cariños para hacerme sentir menos peor. Que afortunadamente he aprendido a no volverme ostra y pedir cariño cuando lo necesito, logrando que hasta me llevaran a ver Mary Poppins a que me cantara que todo puede ser. 

Pero en este instante... nada de eso es suficiente. En este instante, me duele vivir en un mundo donde hay tanta gente idiota, donde el odio gana tantas veces, donde no sé qué va a pasar y el "casi" nuevamente es la palabra que rige mi día. 

Así que si alguien tiene información sobre vuelos baratos a una bonita cueva en los Himalayas, aquí recibo los datos. 





jueves, 8 de noviembre de 2012

De por qué se me ocurrió que era una buena idea desnudarme frente a 150 personas

Dice mi amiga Gabidearest que a veces sería más fácil que yo metiera drogas. El domingo pasado en un momento pensé que tal vez tiene razón. Al menos las drogas podría consumirlas en una casa, protegida de la lluvia, con gente de confianza a mi alrededor y… vestida.

Pero por muchos motivos y una larga historia familiar desde que era una adolescente tomé la decisión de no consumir drogas y no lo hago. Así que busco otras formas de provocarme emociones fuertes. Otras formas de enfrentar mis miedos y medir mis límites.

Y qué mejor forma de hacer eso que desnudándome en público.

Ahora. Una cosa es enfrentar los miedos y otra terminar arrestada por exhibicionismo. Y yo podré ser muy valiente pero por un lado las cárceles mexicanas me aterrorizan y por el otro, no tengo tanta personalidad como para empelotarme en frente de la gente porque sí.

Así que la ocasión fue una sesión de fotos de Spencer Tunick, ese fotógrafo que se ha hecho famoso por sus imágenes de miles de personas desnudas en lugares públicos. Desde que empezó en el 92 eso es lo que le gusta al tipo.  Aparentemente en 1994 posó y fotografió a 28 personas desnudas frente a la ONU en Nueva York y ahí fue cuando vio lo poderoso que pueden ser esta especie de instalaciones artísticas momentáneas donde la gente se quita la ropa para la foto.

En una entrevista Tunick dijo que le gusta como cuando tantos individuos se desnudan al tiempo hay una reconfiguración individual de lo que es la desnudez y lo que es la privacidad. Y eso es efectivamente lo que pasa. De repente todo se transforma y uno empieza a ver las cosas de forma distinta.

Pero vamos a cómo fue el cuento. Y cómo además de ser una experiencia maravillosa en términos de cómo me relaciono con mi cuerpo, fue una lucha casi que innecesaria contra la naturaleza que terminó conmigo a punto de la hipotermia.

Hace unas semanas mi amigo Barragán me preguntó si iría a lo de Tunick. Dos minutos después yo ya estaba registrándome en una página para el festival La Calaca en San Miguel de Allende, el primer pueblo que conocí en México y que queda a unas 5 horas del DF. Aparentemente en esta ocasión el fotógrafo quería hacer algo relacionado al día de muertos y tenía un cupo limitado para los que quisieran posar. Sin importar que el evento fuera en domingo y yo al día siguiente tuviera que trabajar me registré y esperanzada esperé el mail donde me dijeran que había sido aceptada. Unos días más tarde el correo llegó y con Barragán organizamos el viaje.
El sábado salimos del DF, paramos a comer en Querétaro y hacia las 6 de la tarde llegamos a San Miguel. Dado que Barragán tenía que trabajar yo decidí que saldría a dar una vuelta. Bajé los tres pisos del hotel hasta el lobby para encontrar que diluviaba. Me regresé pensando que es bastante inusual que en noviembre llueva. Y menos de esa forma. También pensé que ojalá el día siguiente amaneciera despejado porque el mail era claro: estábamos citados a las 3:30p.m. “Rain or shine”.

Mis deseos no se hicieron realidad, al día siguiente San Miguel amaneció gris y lluvioso. Un correo de la producción decía que solo había cupo para los primeros 300 que apareciéramos, razón por la cual con Barragán decidimos llegar una hora antes. Lo único que yo no iba a permitir era que después de viajar hasta allá, yo fuera la número 301 y quedara por fuera del plan.

La cita era en una cosa llamada Los Senderos que por lo que pude entender es el terreno donde planean hacer un condominio ecológico con viñedos y huertas orgánicas. Es enorme y hasta el momento lo único que tiene es un restaurante pequeño, una oficina donde me imagino entre semana le muestran a los hippies ricos donde podrían construir su casa y unos baños bonitos pero donde solo hay un inodoro por género.

Y como buen terreno ecológico que se respete, el piso no está pavimentado. Como la noche anterior había diluviado y ese día seguía lloviendo, había barro por todas partes. “Esto va a estar divertido” dijo Barragán mientras buscábamos el lugar para registrarnos. Una vez que hicimos ese proceso nos dedicamos a esperar. Y esperar. Y esperar. Como al principio solo lloviznaba nos sentamos bajo un árbol pero para cuando empezó a llover más duro nos refugiamos bajo el techo de la oficina de registro.

Unas horas más tarde algunos aparecieron con cobijas las cuales no fueron suficientes para todos, a pesar de que nunca llegamos los 300 que estaban esperando, tan solo 150. Inicialmente nos dijeron que empezaríamos a las 5 “allá arriba pasando ese árbol”. Pero gracias a la lluvia nunca llegamos a allá arriba y ante la opción de cancelar la sesión de fotos, la producción y Tunick decidieron cambiar la locación.

Ahora, yo no soy fotógrafa y en general cuando hago eventos en la oficina subcontratamos a los que se encargan del tema, pero quiero pensar que no es tan absolutamente avanzado la idea de contar con un plan b cuando uno va a hacer una sesión de fotos a la intemperie. Pero parece que para esta gente lo fue. Así que para cuando decidieron que la locación se movía empezaron a medir el nuevo terreno, a decidir dónde pondrían a la prensa que había ido a cubrir el evento (y que por una vez no me tocó atender… fue raro no estar pendiente de ellos) y dónde nos haríamos los salvajes que seguíamos dispuestos a desnudarnos en ese maldito frío y bajo esa maldita lluvia.

Vimos como los asistentes de producción desarmaron pacas de paja, para luego extenderla sobre el barro sin que pudiéramos comprender muy bien la lógica del tema. También vimos como los 3 megáfonos que llevaban no funcionaban y no podían darnos informes de lo que estaba pasando. Las horas pasaban y la lluvia subía y bajaba de intensidad. Pero nada más pasaba. Ninguna foto.

Yo trataba de no pensar mucho en lo que pasaría. Veía a la gente, los oía hablar y bloqueaba la idea de que en un rato los vería desnuda. Con más esfuerzo bloqueaba el pánico de saber que en un rato me verían desnuda. Y es que la verdad es que sí era algo que me daba mucho miedo. Unos días antes del tema, le conté el plan a un ex romance quién me preguntó si yo no tenía complejos acerca de mi cuerpo.  Claramente tengo, y muchos. Puede que hoy tenga menos que hace unos años pero eso no quiere decir que me sienta 100% cómoda con la forma que me veo. Menos estando desnuda y muchisisimo menos frente a un montón de extraños.

Finalmente y después de casi 3 horas de espera nos dijeron que estaban listos para empezar, llamaron a 30 hombres altos quiénes salieron de la oficina donde nos encontrábamos y bajaron a donde habían puesto la paja. Allí les dijeron que se desnudaran mientras el resto seguíamos esperando. Sin que hubiera mucha claridad sobre el proceso, eventualmente los hombres terminaron adelante y las mujeres nos quedamos de nuevo esperando.

La sensación en el ambiente era de nerviosísimo y alegría. Algunas hablaban del frío y lo que sería estar bajo la lluvia, otras preferían comentar la última película que habían visto y algunas como yo enmudecimos. Finalmente nos llamaron y ahí empezaron los problemas, para llegar a donde teníamos que desnudarnos teníamos que bajar por una trocha llena de barro (lodo). No había forma de escapar. Cada una intentó ensuciarse lo menos posible pero todas llegamos con los zapatos negros.

Ahí vimos a los primeros 30 hombres que ya estaban desnudos y tenían unas telas blancas transparentes con las que trataban de cubrirse. Esa primera imagen fue extraña y aunque uno no quisiera mirar era imposible no notar la absoluta desnudez de quiénes estaban a unos pocos metros de mi.

Ahí a los genios de la producción se les ocurrió que era el mejor momento para darnos las instrucciones para la foto. Por qué no lo hicieron cuando estábamos en un espacio cubierto y no había 30 idiotas empelotos es algo que jamás voy a entender. Sin que hubiera un buen traductor, Tunick procedió a explicarnos que haríamos de espíritus, de muertos, que debíamos tomar las telas y cubrir con ellas nuestro cuerpo pero que teníamos que tener mucho cuidado de no ensuciarlas en el barro. Nosotros podíamos estar sucios pero las telas no.

También añadió que esta no era una experiencia para todos, que aquel que no se sintiera bien debía salirse y que por favor nos cuidáramos los unos a los otros. Que nos fijáramos quién estaba bien y quién no. Palabras sabías para lo que sería una sesión de prácticamente una hora.

La cosa es que entre los problemas a la hora de traducir las instrucciones, la pelea de Tunick con los que no se querían salir de debajo del balcón donde guardarían nuestra ropa y ya ni sé qué más cosas, los que estábamos vestidos oyendo, tuvimos que pasar 20 minutos bajo la intensa lluvia. Yo solo pensaba en lo horrible que sería regresar a vestirme con ropa emparamada y en que por qué carajos no podíamos empezar ya a desnudarnos.

Para cuando por fin pudimos tuve ese instante de “no quiero, qué carajos estoy haciendo aquí, muero de la pena, no quiero que nadie me vea”. Pero ya no había nada que hacer así que respiré y me quité el saco. Afortunada o desafortunadamente lo siguiente que pasó fue que vi mis tennis, los cuales estaban totalmente embarrados. Fue afortunado porque entonces solo me concentré en pensar cómo podría quitarme la ropa sin embarrarla toda. Desafortunado porque no encontré una estrategia lo suficientemente buena y todo, terminó con barro.

Necesitaba quitarme los zapatos sin tocarlos pero era tal el barro que no podía hacerlo con mis pies, así que me quité la camiseta, me quedé en el brasiere, me llené de lodo las manos al quitarme los tennis y ponerlos en una bolsa plástica que por fortuna tenía. Mis medias entonces quedaron mojadas al tener que pisar el barrial, me quité los jeans que ya tampoco estaban limpios y me bajé los calzones como quién quita una curita rápido para que no duela.

Y entonces tocó quitarme el brasiere. Pero entre que mis manos estaban embarradas, que mi espalda estaba mojada y que yo estaba muy nerviosa, simplemente no podía. Cual adolescente inexperto, no podía soltarlo. De repente sentí una mano fría que lo quitó con total expertise. Roja de la pena pero profundamente agradecida, me limité a decir un “muchas gracias” sin atreverme a ver quién me había ayudado. Nunca sabré si fue hombre o mujer.

Terminé de poner mis cosas en la bolsa de papel que me dieron (si… de papel porque para la ropa mojada es la mejor opción según estas bestias), me anotaron un número en el brazo para que pudiera reclamarla y me dieron mi telita transparente.

Caminé entre personas vestidas, a medio vestir y totalmente desnudas. Intenté taparme con la tela lo mejor que pude sin que se cayera al suelo, metí la barriga como si eso sirviera de algo y me dirigí a donde sería la foto.

Y entonces fue que vi un amplio terreno donde ya había varias personas intentando elegir el mejor lugar para posar. Me concentré en no pisar el popó de vaca que había en el piso, en no caerme entre el barro, olvidarme del frío, de la lluvia y de la infinita sensación de vulnerabilidad.

Dicen los medios que la zona donde nos tomamos las fotos tenía mezquites, que según wikipedia (porque yo no sabía) son unas plantas que se dan en zonas áridas y semi áridas. La descripción dice que son “árboles que llegan a medir entre 6 y 9 metros de altura, aunque es común encontrarlos como arbustos. Tienen hojas angostas, largas con puntas suaves y ramas con espinas”. Y sí, todos vivimos las espinas.

Los asistentes de producción nos hicieron meternos entre las matas. Como si estuviéramos vestidos y con botas de jardinero, nos obligaron a hacer un lado las hojas y las espinas hasta estar entre los arbustos. Cada uno fue encontrando su espacio. Y luego volvimos a esperar. Bajo la lluvia. En el frio. Desnudos.

A lo lejos se oía una música espantosa, una especie de trance noventero al cual todos terminamos bailando para calentarnos. (Si hubiéramos estado en Colombia alguien probablemente hubiera cantado la marcha del calentamiento, pero aquí no sucedió). Pronto perdimos la timidez, empezamos a hablar y a todos se nos olvidó la desnudez.

En un intento de protegerme de la lluvia me puse la tela sobre la cabeza y los hombros. Un tipo que estaba a unos metros de mí me dice “perdóname que te diga, pero con la tela así pareces una virgen”. La carcajada fue general y le dije que yo de virgen tenía poco. “¿Entonces no eres milagrosa? Yo ya te iba a pedir que me hicieras el milagro de un jacuzzi”, ante lo cual le respondí “Si fuera a realizar milagros, empezaría con ropa seca y una chimenea para mí”.

Tras un rato más de espera, por fin empezaron las fotos. A lo lejos veíamos a Tunick quién en algunas ocasiones no encontraba la cámara que quería, porque volvemos a que los de producción son la cosa más inútil que he visto en mi vida. Debíamos tapar todo nuestro cuerpo con la tela y pegarla para que se viera la desnudez. Tras algunas fotos nos pidieron dispersarnos y cambiar de lugar. Los de atrás hacia adelante y al revés.

Caminé buscando un lugar con pocas espinas y barro y sin darme cuenta terminé en la primera fila. A mi lado una argentina me dijo que ahora sí seguro íbamos a salir en las fotos. Una parte de mí quiso salir corriendo, otra se negó a volver a meterse entre los mezquites y una más ya estaba demasiado cansada y congelada para tomar decisiones. Las poses variaron, que con los ojos cerrados, que con los brazos estirados, que con los brazos a los costados. Cada vez que tenía que reacomodar mi tela era una pequeña tortura por volver a ponerla fría y mojada sobre mi espalda.

Y ahí me quedé, en la primera fila, siendo fotografiada, quieta, con los ojos cerrados. Sentí el silencio, la lluvia sobre mi cuerpo y los clicks de la cámara. De repente me olvidé que estaba desnuda. Dejé de sentir frío.

Finalmente la sesión terminó y la ventaja de estar en la primera fila fue que fui de las primeras en llegar a donde tenían las bolsas con nuestra ropa. Me la pasaron y procedí a ponerme los jeans mojados, el brasiere mojado y la camiseta… mojada. Estaba en esas cuando me reencontré con Barragán a quién en algún punto de la sesión perdí. Él es un muy buen amigo, fue el que me llevó a la clínica el día que me caí de la bicicleta, es una buena persona. Pero no es alguien tierno, ni es alguien dulce, ni quién muestre preocupación fácilmente. Así que cuando le vi pánico en sus ojos y me agarró el brazo ordenándome que me pusiera YA el saco me asustó. Le dije que estaba mojado y que iba a ser peor. “Pues algo tienes que hacer porque tienes los labios azules. Sube ya a pedir una cobija. Me preocupas”. Y aunque yo me sentía bien, el miedo que le vi me asustó. Caminé de regreso a la oficina, mientras apretaba con mis dedos los labios para descubrir que efectivamente no los sentía. Hubiera podido hacerme un piercing y no me hubiera enterado.

Mientras yo me ponía el saco menos mojado que tenía y recibía algo que parecía té pero sabía a agua caliente, el resto de la gente sufrió para que le dieran su ropa porque el lugar donde la guardaron no tenía luz y ya eran las 6 de la tarde, razón por la cual no podía distinguir los números de las bolsas. De nuevo, un punto menos para los genios productores de esta aventura.

Me encontré con Barragán quién tuvo que quedarse en bóxers y abrigo ya que sus jeans estaban completamente emparamados. Llegamos a su carro donde yo volví a quitarme la ropa, estaba vez para poder ponerme un saco seco que él tenía y que estoy segura, me salvó de la hipotermia. El resto de la historia es bastante predecible, cuando me metí a la ducha del hotel, mi piel estaba tan sensible que no podía distinguir entre el agua caliente y la fría, las dos quemaban por igual. Me tardé en estabilizarme y necesité de una muy buena cena, tres sacos sobre mi pijama y varias cobijas para finalmente sentirme bien.

Regresamos al día siguiente a las 6 de la mañana porque yo tenía que trabajar. Mientras Barragán manejaba, yo revisé los distintos medios y con horror me encontré en muchas de las fotos publicadas en las notas sobre la sesión de Tunick. “¿Y qué esperabas si estabas en primera fila?” preguntó mi chofer con su inexistente dulzura.

No sé qué esperaba. Pero esa ha sido la parte más inesperada de la experiencia. La pena de saberme expuesta. No me importa que cualquiera que googlee sobre el tema encuentre fotos mías, porque finalmente ese cualquiera no me conoce. Pero la idea de que la gente que sí me conoce pueda verme desnuda… me hace sentir incómoda. Supongo que es parte de lo que viví. La prueba de que a pesar de todo si tengo algo de pudor. 
Sé que al escribir esto abro la puerta a que busquen esas fotos. Yo publico algunas donde NO salgo para que tengan mejor idea de la experiencia. En mi mundo ideal no me van a buscar, pero si lo hacen no me digan y si lo hacen y me encuentran y me dicen… al menos díganme que me veía muy bien.

jueves, 1 de noviembre de 2012

We accept the love we think we deserve

Llevaba desde ayer intentando explicar por qué decidí dejar algo donde las cosas no fluían como yo quería. Lo intenté hablar con mi mamá y realmente creo que no lo entendió. Para que Pollo entendiera por qué estaba tan frustrada y por qué decidí lo que decidí, me tardé más que siempre. 

Y entonces... en un break de mi realidad encontré esto:

Aceptamos el amor que creemos merecer. 

Tan sencillo como eso. Por eso decidí que no quiero desgastarme intentando hacer que fluya algo que no progresa. Porque merezco algo distinto. 

Esa frase tan sencilla, tan obvia, casi que resume la mitad de mis sesiones de terapia. Esa intensa lucha contra mi propio interior por definir qué es lo que merezco. 

Así que esto es lo que finalmente he descubierto tras 1 año de terapia, 15 de vida amorosa y 30 en el planeta: 

Merezco ser amada.

En la práctica eso significa que me toca decirle adiós a los que dicen llamar y no lo hacen, a los que no hacen un espacio en sus vidas para la mía, a los que se quedan en la zona cómoda de tenerme cerca pero sin definir lo que quieren, a los que desaparecen, a los que no pueden amar, a los que no saben cómo hacerlo y a los que eligen una vida donde no pueden ser felices. 

Lo releo y pienso que eso siempre ha debido ser obvio. Pero debo aceptar que no lo ha sido. El miedo a quedarme sola, a no encontrar a alguien que me ame por lo que soy, sumado al convencimiento de que lo que soy es el motivo por el cual no puedo encontrar a alguien, hacia que yo hiciera concesiones que no debía.

En pocas palabras sentía que merecía poco. Y entonces, aceptaba poco.

Hoy las cosas no son así. Hoy sé que merezco más. Que puedo y quiero dar mucho. A cambio de mucho. 

Así que por primera vez... con toda tranquilidad cierro una posibilidad. Porque merezco más. Porque solo así, puedo dar todo lo que soy. 








martes, 30 de octubre de 2012

My Monkey Mind

Cuando estaba en Toronto una tarde me encontré con un libro llamado Monkey Mind, a Memoir of Anxiety. Lo empecé a leer y todavía me arrepiento de no haberlo comprado (solo estaba en hard copy y por tanto, fuera de mi presupuesto). 

La narración del autor acerca de cómo vive con su ansiedad me tocó profundamente porque aunque nunca ha sido un gran problema en la vida, la verdad es que soy una persona ansiosa. Particularmente de noche cuando intento dormirme y de repente todo se me alborota. Intento resolver el mundo y termino estresada por cosas que no puedo solucionar porque son las 3 de la mañana. Alguna vez incluso escribí sobre eso.

Últimamente así me he sentido. La ansiedad se trepa en mi cama y me hace mil preguntas para las cuales no tengo respuesta. Me encuentro preguntándome si estoy repitiendo los errores de mi pasado, si estoy viendo las cosas como son o cómo quiero que sean.

El otro día decía que al menos con Mr. M yo había podido descubrir que no somos el uno para el otro. Pero ahora estoy en el punto donde no quiero repetir errores y no puedo evitar preguntarme qué estoy dejando de ver. No quiero repetir la historia de ver cosas dónde no las hay, de no poner atención a lo importante y terminar encariñándome con quién no toca. 

Pero tampoco quiero volver al pasado, donde por pensar demasiado las cosas termino poniendo muros innecesarios y bloqueando posibilidades. 

Porque en este momento eso es lo que tengo... posibilidades. 

Sé cual es la respuesta ante toda la situación... dejar que las cosas se den. No pensar demasiado pero poner atención a los elementos. Estar muy pendiente de mí, de lo que siento e intuyo. Fluir

Si tan solo eso fuera fácil a las 3 de la mañana. 





miércoles, 24 de octubre de 2012

El Potencial desaprovechado Vol. 2

Hace más de dos años escribí una entrada sobre el potencial desaprovechado donde me quejaba de lo que pasa cuando conozco a alguien que me gusta, me parece chévere, la cosa parece fluir y de repente desaparece. Caen en esos hoyos negros que estoy segura abundan en esta ciudad. 



Dos años más tarde vuelvo a tener la misma sensación. Y vuelvo a acordarme de M que tan bonito me parecía y con quién se coqueteaba tan chévere. O del Rasta que aunque hoy pienso que no hubiera sido tan buena idea (muy hippie para mí) me generaba emoción y con quién teníamos una química increíble. 

Hoy siento la frustración por alguien distinto. Alguien que en el papel se ve increíble, con quién hubo química y con quién me reí. Pero que antes de que hubiera espacio para nada, desapareció en el horrible silencio de los mensajes no respondidos.

Ayer le decía a una gran amiga, que el problema no es que se desaparezca. Finalmente shit happens y no hay nada que hacer. Lo que me molesta y frustra, es la sensación de hubiera podido ser algo chévere. Incluso si al final resultaba que no lo era, como pasó con Mr. M, yo prefiero la certeza de que solo fue una chispa inicial sin un sustento en la realidad, a la sensación de if only. Al menos con Mr. M no tengo la más mínima duda de que las cosas fueron como debían ser, que no había opción entre los dos y que todo terminó como debía terminar. Pero en este caso... no dejo de preguntarme qué hubiera pasado si me llamaba, si nos volvieramos a ver, si... 

Pero no tiene sentido hacerme esas preguntas.

Supongo que puedo decirme a mí misma que la prueba de que el tipo no es para mí, es que finalmente se desapareció. Y para qué voy a querer a alguien que se desaparece?

Pero incluso cuando me digo eso... la sensación del could have been... ahí se me queda. Y me jode la cabeza. 




jueves, 18 de octubre de 2012

Necesito más amigos hombres

Durante mucho tiempo en mi vida yo tuve más amigos hombres que mujeres. Nunca fui la de tener un grupo de amigas que se ven por las tardes y chismosean. Hasta que lo tuve. Y fui muy feliz y aunque ya no hago esos planes (en parte porque ya no vivo en Colombia, en parte porque ya no somos las mismas y esos planes solo se dan muy de vez en cuando) las quiero con el alma. 

Pero creo que esas tardes de niñas, sumadas a que ahora tengo más amigas que amigos... me han dañado la perspectiva. Porque ahora, como a toda niña, se me da con una facilidad divina la interpretación, re-interpretación y sobre interpretación de la vida. Particularmente cuando estamos hablando de hombres. 

Si no me creen, aquí esta la entrada de Solterica donde lo muestra mucho mejor que yo. Y es que sí, a uno le llega un mensaje de texto y uno empieza el proceso de colado y destilado. Y para hacerlo uno va con sus amigas, a quiénes se les ocurren más formas de sobre interpretar y sobre dimensionar la cosa. 

Pero eso nunca sirve. 

Porque cuando el tipo quiere, lo deja clarísimo. No hay necesidad de interpretar la cosa. Lo invitan a uno a salir, mandan mensajes que no dejan dudas y le arman planes. Punto. 

El problema es que uno no quiere ver las cosas. Que la maldita esperanza que siempre existe hace que uno crea que el personaje se partió los 10 dedos y por eso no ha mandado mensaje, que está inconsciente en una clínica, que se quedó sin pila o que no tiene señal (bueno, esa en México a veces es válida... pero uno se mueve tres cuadras y la recobra). Y entonces uno se duerme pensando que a lo mejor al día siguiente si aparece. 

La forma en que uno logra no pensar en todas esas tonterías es teniendo un amigo. Ellos son claros y van al punto. Le dicen a uno que si el man no apareció fue porque uno no se lo dio y le dio pereza seguir en la cacería o porque es un idiota que no vale la pena. O porque simplemente no hay motivo y uno no debe desgastarse en el tema. 

Que usualmente es la opción que uno debería contemplar. 


martes, 16 de octubre de 2012

3 años

Una buena tarde hace 3 años y unas 3 semanas escribí lo que en su momento pareció un twitt inofensivo: "enviándole mi CV al universo". Pocos segundos después recibí un DM de quién en ese momento era una simple conocida preguntándome por qué estaba buscando trabajo si en teoría yo estaba en otro lugar. Tras mi respuesta me dijo que en su agencia estaban buscando a alguien. 

Tres semanas más tarde fue mi primer día en Guerra. Todavía me acuerdo del estrés de llegar tarde en mi primer día porque la autopista a Toluca estaba cerrada y el tráfico era imposible. Me acuerdo de preguntarme cómo haría para llegar todos los días a esta loma, que más lejos de mi casa no podía quedar. 

Llegué con las inseguridades de mi pasado, preguntándome si podría sobrevivir el mundo corporativo y cómo sería trabajar con mexicanos. Volver a trabajar en una oficina después de la vida de estudiante y freelancera tuvo sus retos, los cuales fueron aún más grandes por la enorme distancia que había entre mi casa y la oficina. Hoy veo en Google Maps que eran aproximadamente 20 kilómetros los que tenía que recorrer a diario, para lo cual tomaba bus, taxi, metro y transporte oficial de Guerra. Un mes más tarde ya estaba en la Condesa. 

Mi vida ha cambiado profundamente. Jamás había durado tanto tiempo en un trabajo y realmente puedo ver lo mucho que he aprendido. Ha sido una experiencia intensa, profunda y muy interesante. Disfruto plenamente de la variedad de temas, la posibilidad de que cada día sea distinto, las oportunidades para aprender de cosas que jamás me hubieran interesado y hasta los viajes a lugares inesperados

Hoy veo que pasé de la inseguridad de sentir que no podría vivir en el mundo corporativo a la sensación de que realmente lo he hecho muy bien. A punta de errores, reflexiones y muchísimo más trabajo del que jamás pensé que podría llegar, hoy siento que realmente he crecido profesionalmente. Y muy a lo cliché, ahora siento que me falta mucho más por aprender. Aunque ahora las áreas que necesito cubrir son distintas de las de hace 3 años, al igual que cuando empecé, hoy empiezo a buscar los caminos para aprender todo lo que me falta.

Claramente siempre habrá cosas que cambiaría y que preferiría que fueran distintas, pero eso es parte de lo que soy y si todo me pareciera perfecto e ideal, ya me hubiera aburrido hace rato. 

Y como yo soy yo, para mí lo más importante de toda esta experiencia ha sido la gente. Lo aprendido profesionalmente siempre servirá, pero la gente que ha estado, que me ha enseñado (a las buenas y a las malas... porque de eso sí que aprendí), que ha sido mi amiga y que en algunos casos, incluso llegó a convertirse en mi familia (sí, Mariana, hablo de ti), es lo que más valoro.  

En estos tres años he vivido algunas de las cosas más maravillosas y algunos de los peores días de mi vida. Y todo fue en el marco de esta oficina. 




domingo, 14 de octubre de 2012

On my own

Decidí no seguir en terapia. Tras un larguísimo año de muchas, muchas sesiones decidí que es hora de dejar de ir. 


Las últimas sesiones habían sido extrañas al descubrir que no había nada de lo que yo quisiera hablar. Cada día tengo más claro qué es lo que quiero, qué necesito y tengo mucho más presente qué debo hacer para estar bien, para dejar atrás tantas concepciones erróneas que tenía de mí cuando llegué a ese consultorio... que a mí me cuesta muchísimo que alguien me guste, que soy muy intensa para vivir en México, que nadie va a apreciarme por lo que realmente soy... tantos que. 

Ahora mi corazón ya no llora por Open-Boy. Además, entendí que cuando me siento sola, siento que lo extraño porque es más fácil sentir ese vacío con una forma específica que extrañar un abstracto. Y pude entender que gran parte de las razones por las cuales llegué al punto en el que estaba antes de conocerlo fue por el vacío que dejó mi abuelo cuando se murió. 

Aprendí a ponerme a mí primero y no dejar que hicieran conmigo lo que querían, incluso si eso significaba dar una batalla cada tres segundos con Mr. M quién nunca quiso oír mi voz, pero yo peleé intensamente por tener un lugar en la relación. 

Hoy la tarea es poner todo lo que aprendí de mí misma en la práctica. Darme mi lugar en el mundo y en las relaciones que tengo. Saber imponer los límites para que no pasen por encima mío pero sin que se conviertan en barreras que no dejan pasar. 

Me da susto no poder, pero confío en mí. Siento que es un buen momento en mi vida y que es hora de hacerlo sola sin la safety net que es la terapia. 

Y anoche... anoche di un primer paso al atraverme a decir lo que pienso y quiero... y eso siempre es bueno. No sé cuál será el resultado, si habrá un resultado pero al menos yo estoy tranquila con cómo hice las cosas. 


viernes, 5 de octubre de 2012

5 things

En este viernes de sueño, voy a tomarme 3 minutos para jugar a llenar una encuesta que aparece en el libro How to be an explorer of the world que me regaló Mariana.

Ahí va.

  1. What is your current favorite book? New York Trilogy de Paul Auster
  2. Who would you like to have dinner with? Mi yo de 70 años... a ver cómo va la vida hasta ese punto 
  3. What superhero power would you most like to have? La capacidad de teletransportarme... 
  4. What food would you eat everyday? Galletas! muchas y muchas galletas
  5. What is your favorite smell? Hoy voy a decir que el olor a casa limpia los martes cuando va la empleada

miércoles, 3 de octubre de 2012

Ese ex ya expiró...

Llevo varios días pensando en las fechas de expiración de los ex's. 

 
Y es que yo creo firmemente que con los ex's hay un momento donde pueden dejar de calificarse como ex novios. 

Pongamos a mi mamá como ejemplo. Uno de sus mejores amigos en la vida fue su primer novio. Por allá cuando ella tenía 17 años y estaba en el colegio. Desde entonces ha habido muchos novios, un esposo y años y años de que no pase nada entre ellos. Yo estoy convencida de que ya dejaron de ser ex's y que lo que define su relación es la amistad de cuarenta y tantos años. 

Pero para que la fecha de expiración funcione se requiere de algo muy básico: la relación tiene que haberse superado completamente. Claramente si el ex es ese personaje en el que uno sigue pensando, que le genera conflicto, en el que uno piensa cuando no tiene en quién pensar... pues el tipo no ha dejado de ser ex novio. Ni siquiera se trata de que uno siga muy enganchado, pero si el tipo sigue generando algún tipo de conflicto, la cosa no ha expirado. Sigue siendo ex novio y punto.

Pero hay un bonito momento en la vida en que uno no solo ya olvidó al ex novio, sino que ya realmente todo se desvaneció y no dan ganas de nada. Para mí, ahí ya el ex-noviazgo expiró. A veces eso significa que uno puede ser amigos y a veces significa que ya uno no tiene ningún tipo de contacto y vive tranquilo con el tema. 

La parte extraña surge cuando de repente, uno se da cuenta que ese ex-noviazgo que uno consideraba absolutamente expirado... no esta superado del otro lado. Y que cada uno estaba actuando bajo lógicas diferentes. Ahí entonces, como bien diría ese amigo de mi mamá, que carga con 4 matrimonios encima... ahí la cosa se pone complicada porque se le daña a uno el divorcio. 

Y ese sí no se puede arreglar.