viernes, 30 de marzo de 2012

After a time...

"After a time, you would forget. First, you would forget his chin, and then his nose, and after a while, you would struggle to remember the exact color of his eyes, and one day you wake up and, pfft, he's gone: his voice, his smell, his face. He will have left you. And then you can begin again."
French Kiss.

Aún cuando no llego exáctamente a ese día... Los días han pasado, los sentimientos han pasado y por fin se han transformado. Y lentamente he empezado a volver a empezar.



Dos de tres

La otra noche me fui a celebrar con Tattoo-Boy que por primera vez en semanas salí a mi hora (mi vida es así de patética últimamente), y hablamos de cómo a veces uno encuentra a alguien chévere pero que no es atractivo y él salió con una de sus máximas respecto a las mujeres. Según él:

"women can only be two out of three: hot, cool or sane".

Y cuando lo pienso, es un poco cierto... Por mucho tiempo salí con los psicópatas donde siempre eran dos de tres (atractivos y completamente locos o chéveres y completamente locos) pero quiero pensar que la terapia y la experiencia han servido y hoy en día ya no es así. Sin embargo, al pensarlo bien, creo que hay un nuevo dos de tres:

  • Atractivos
  • Chéveres
  • Comprometidos

Al mirar los últimos personajes... ese siempre ha sido el problema. Pueden son chéveres y atractivos, pero entonces son unos yo-yo's humanos incapacitados de comprometerse. O encuentra uno a los chéveres y que pueden comprometerse pero sin atractivo alguno.

Pero volvemos a que la terapia sirve. Y hoy puedo ver que realmente necesito a alguien que se comprometa, que esté conmigo para que las cosas puedan salir bien. Y a veces, cuando los astros se alinean y uno ha pasado por tantas cosas y ha trabajado tan duro en estar bien... uno descubre que para que alguien cumpla la tripleta, es necesario cumplirla uno primero. Y hoy siento que por fin estoy comprometida conmigo misma y con lo que soy, que soy chévere y que hay muchas cosas de mí que son atractivas.

El resto... ya sucederá.

sábado, 24 de marzo de 2012

Empacando

Suspiras mientras sientes que tu cuarto ha explotado. Cajas por todos lados, bolsas de basura, ropa, las maletas que sabes que tienes que renovar antes de tu siguiente viaje y un caos infinito. Sientes el cansancio de los últimos meses, así que le subes el volúmen a la música para distraerte.

Empacas en automático mientras tu mente divaga... tratas de evitar recordar que deberías hacer esa traducción para que el lunes no sea un infierno, te acuerdas del día que compraste ese vestido negro que ahora vas a tirar porque se ha desteñido y ya no tiene gracia, piensas que hace rato nadie te visita y que eso te hacce falta. Ante todo las visitas son cortes de la rutina. Y a ti la rutina laboral te tiene exhausta.

Continúas con tu tarea. Decides limpiar todas las bolsas antes de empacarlas. Agarras la roja que te prestó tu amiga hace ya muchos meses y que aún no le devuelves. Sin pensarlo mucho la abres y encuentras unos polvos y el blush que llevabas buscando hace meses. Te das cuenta que no has tocado la bolsa desde la noche que la usaste. Y ahora, sabes muy bien por qué. Fue la primera vez que saliste después de que él se fue. Cuando decidiste no quedarte llorando en tu casa y dejaste que tu amigo te llevara a aquella boda, donde toda la noche trataste de fingir que tu corazón no estaba totalmente destruido. Esa fue la noche en que llegaste y animada por los tequilas y besos que tu amigo te dio, le enviaste el primero de los correos que habrías de escribirle. Por eso no habías vuelto a tocar la bolsa. Primera mina emocional que pisas y ya estas llorando.

Le subes nuevamente a la música y prefieres concentrarte en la selección de cosas que tirarás. Papeles, chicles viejos, revistas que nunca leíste, medicamentos ya vencidos. Todo va a la basura. Sin dudas. Eliges otra bolsa para echar la ropa que le regalarás a la empleada. Los jeans que nunca te acomodaron y que hoy te quedan gigantes, un sweater negro que no has usado en 3 años, ese vestido verde que nunca te gustó. Si tan solo fuera tan sencillo tirar el resto de las cosas. El pasado. Los recuerdos. El hueco. La maldita costumbre de pensar en él.

Has empacado todo menos un cajón. Y no lo has hecho porque sabes que ahí esta la caja donde enterraste sus recuerdos. Los boletos de la película que vieron la última noche que estuvieron juntos. La página de Vanity Fair con el cuestionario de Proust que jugaron a responder en el vuelo de regreso de Zipolite. La nota que te dejo. Sabes que sería mejor no abrir la caja, pero que ya para este punto te es imposible no hacerlo. Por un momento dejas de oír la música, de sentir el cansancio corporal, el sueño atrasado de este mes y medio, solo sus palabras existen. Sus letras que hoy te parecen tristes, pero tienen el mismo efecto del día que las viste por primera vez. Penetran tu corazón con fuerza, te obligan a llorar y vuelves a ser la misma que no puede creer que él no pueda ser. You are somebody loved. You are somebody loved. You are somebody loved. You are somebody loved. Lees y relees sus palabras. Tratas de pensar que él llegó a tu vida para transformarte y ponerte en el camino hacia tu bienestar, pero en este momentoeso te suena a una explicación forzada y racional, que nada tiene que ver con la intensidad, profundidad y complejidad de un amor que ya no esta.

Te sientas en la cama. Quieres escribirle. En realidad lo que quieres es verlo, tenerlo cerca, abrazarlo. Pero eso no se puede. Así que te concentras en el deseo de escribirle que es lo único que puedes hacer. Pero sabes que no tiene sentido hacerlo. Él no responderá. Ni siquiera sabes si leyó tu correo de diciembre. Y de haberlo hecho, no sabes si le molesta, incomoda o genera problemas que lo hagas. Te da pánico que él te pierda el respeto y llegue el día donde seas "la vieja esa que me escribe aún cuando jamás le he respondido". Porque aún si no responde, aún si llevas tantísimos días de tan claro silencio, en tus manos tienes la prueba de que para él fuiste igual de importante. You are somebody loved. Y no quieres que eso cambie.

Continuas empacando. Ya casi terminas. Quieres adelantar el tiempo al siguiente sábado, cuando te pases a tu nueva casa, esa que tanta ilusión te genera. Esa donde estarás en tu espacio y podrás contruir un mundo propio. Con la ya conocida mezcla de dolor y resignación, sabes que aún cuando él jamás haya pisado tu nueva casa, de alguna forma ahí estará. Sus recuerdos ya los empacaste.

martes, 20 de marzo de 2012

Y entonces uno extraña...

Encontrar casa fue un proceso largo y frustrante. Hacer llamadas, ver sitios horribles, oír una y otra vez que no quieren vivir con gatos... Pero el día que encontré casa, cuando dije que sí, pagué el estudio y me aseguraron que ya lo tenían bloqueado para mí... en ese momento extrañé a tener a alguien... Alguien como Open-Boy.

No necesité a nadie para que me acompañara a buscar casa, no necesité a nadie en específico que oyera mi frustración, para eso conté con mi mamá y mis amigos... pero en el instante en que sentí que había encontrado un lugar que me hacia feliz... ahí quise volver a tener cerca a Open-Boy. Quise poder contarle, compartir mi emoción. Y de repente el corazón fue agridulce.

Y sé que en el fondo, no lo extraño a él. Extraño la idea de él. Extraño tener a alguien para compartir mis cosas. Como le dije el otro día a Pollo en un correo, extraño tener un compañero para contarle los cambios que estoy viviendo. Pero como es muy difícil extrañar en abstracto, mi cerebro convierte el anhelo de una pareja en nostalgia de Open-Boy. Y al hacerlo, su ausencia vuelve a pesarme, el dolor por su silencio regresa. No puedo evitar preguntarme cómo esta, si esta bien, si es feliz, si logró lo que quería. Y luego me pregunto lo que menos debería preguntarme... si me extraña, si de repente él también pisa minas emocionales que lo dejan pensando en mí y con el corazón adolorido, si a veces siente que el tiempo no ha pasado y que extrañarme es parte normal de la vida.

Pero debo dejar de hacer esto. Debo quedarme con las cosas buenas, con la felicidad de los cambios positivos. Adaptándome a ellos. Y dando el espacio para que cuando sea momento, alguien más entre en mi vida.


viernes, 16 de marzo de 2012

Overwhelmed

Me acuesto en mi cama. Cierro los ojos y siento el cansancio del día. Pero en vez de dormirme empiezo: Hay que buscar un quote para el comunicado, tengo que revisar el reporte, mandar el mail para los del video, hacer seguimiento del documento que mandamos ayer, pasar las fotos a la compu para dárselas al cliente, etc, etc, etc, ETC. Entonces trato de pensar en otra cosa, distraerme para poder por fin dormirme. Y entonces mi cerebro se va a la nueva casa: dónde voy a poner la arenera de Ginebra? cabrá la tele al frente de la cama? se verá rara? hará mucho calor en el cuarto? el espacio donde esta la lavadora tendrá techo? tengo que comprar cubiertos y la cosa donde se ponen los platos y un trapero, necesitaré trapero si no hay baldosin más que en el baño?

Así se me van mis noches. Sin dormir, haciendo listas de pendientes y preguntándome cosas que no puedo saber. Y la principal razón por la cual no puedo saber la respuesta a esa pregunta es que son las 3 de la mañana! Y como son las 3 de la mañana, o las 5 -el otro día hasta oí a los malditos pajaritos- tampoco tiene sentido pensar en el comunicado del día siguiente.

Lo extraño es que no estoy mal. Usualmente en mi vida, cuando no puedo dormir es porque no estoy bien. Pereo estoy contenta. Muy contenta. Dichosa con la nueva casa. Feliz de tener nuevos retos y nuevas responsabilidades. Pero ha sido a bit too much. Todo al mismo tiempo, como ayer le dije al Ex. Pero como bien me respondió, así es la vida. Toda al mismo tiempo y sin chance para que uno pare a respirar. Los cambios se dan de forma atropellada y salvaje.

Sé que es cuestión de adaptarme y acostumbrarme a las cosas nuevas. Que todo estará mejor cuando por fin me cambie de casa y pueda responder las preguntas que me hago, que al final del día, son solo la ansiedad producto de la emoción de dar ese paso.

In any given day, I would have shot you in the face, but I'm in a transitional phase here.
Samuel Jackson en Pulp Fiction, via Pollo.

La verdad es que la idea de mi propio espacio cada vez me emociona más. A veces me pregunto por qué lo dudé tanto si en realidad es algo tan bueno para mí. Desde que mi abuelo se enfermó y mi casa la vendieron, me he sentido un tanto homeless. En estos años además, siempre he vivido en la casa de alguien más, lo cual no ayuda al sentimiento. Así que es momento de construir ese espacio para mí, sin importar por cuanto tiempo sea. Necesito hacerlo.

A chair is still a chair
Even when there's no one sitting there.
But a chair is not a house
And a house is not a home




viernes, 2 de marzo de 2012

"Las ataduras están en tu cabeza"

Llevo varios días sin dormir bien. Una vez tomé la decisión de mudarme empecé contenta a buscar casa. Encontré una maravillosa, que se adaptaba perfecto a mis necesidades, me recibían con Ginebra, era amplia y muy muy bonita. Y me dijeron que no.

De ahí, todo ha sido en caída libre.

Ver letreros engañosos, ir a departamentos diminutos (y caros), oír una y otra vez que no quieren vivir con un gato (algún día escribiré en contra de la gente que no quiere a los gatos pero hoy no es el día), ver sitios que podrían ser pero que al final no salen, hacerme a la idea de irme de la Condesa y ni por esas encontrar algo que me guste.

Parte del conflicto es que no quiero un sitio para mí sola aunque es lo que más sentido hace y lo que realmente me dan ganas. Cuando pienso en vivir sola, entro en el dilema de no querer comprar las cosas necesarias para una casa y querer disfrutar de mi independencia y no tener a nadie jodiendome la vida. La idea de la casa sola implica gastos y comprar cosas que me hacen sentir que me amarro.

Y no es que no este contenta. Pero la idea de amarrarme me cuesta mucho. Anoche encontré un sitio que suena muy bien pero que es un apto vacío. Habría que comprar nevera, algo de cocina, contratar internet, etc. Y yo siento que me amarro. Y no me gusta. Me genera repelus.

Entonces esta mañana hablé con la bonita Gabidearest quién luego de oirme mi confusión mental, mi no me quiero amarrar pero quiero vivir sola, pero pero pero, en una sola frase me tranquilizó:

"Las ataduras están en tu cabeza"

Y si. Las ataduras están en mi cabeza. Las cosas se venden el día que tengan que venderse, los contratos se traspasan o se cancelan. Comprar un par de cosas no significa que los planes cambien o que yo renuncie a mis sueños como señaló el Sol. Al final como dice mi mamá:

Es invertir en mi felicidad.


Y en esa es en la que tanto he estado trabajando.