Hoy hice un trato con mi mejor amigo. Comentaría su blog y, a cambio, él comentaria micrónica de Xilitla. Formas de interactuar que tal vez sólo nosotros entendemos. Y en un minuto libre que tuve ahí estaba. Leyéndolo describir Hiroshima Mon Amour (http://elekino.blogspot.com/2010/04/hiroshima-mon-amour.html) y de repente me dieron ganas de devolverme en el tiempo, a esos martes donde almorzabamos en la universidad y hablabámos por horas. O a esas salidas nocturnas donde bailabamos. O a las largas caminatas en las tardes de sol bogotanas. O tal vez a las calles europeas que conocimos juntos.
En cualquier caso quise volver a esos momentos en que hemos estado juntos. Su frase de inicio me partió el corazón:
Yo conozco ese dolor. Yo he tenido ese dolor más veces de las que quiero. He tenido ese dolor al despedirme de él incluso. Y por eso, quise volver atrás, a esa época donde yo no sabía lo que era ese abrazo triste, donde no digo nada, cierro los ojos, dejo que las lágrimas salgan y luego me doy vuelta y me voy.
Y los dos hemos elegido esta vida donde esos abrazos pasan rutinariamente. Donde la gente sabe que eventualmente nos iremos y algunos por eso deciden no acercarse mucho. Donde a veces, sabemos que eventualmente nos iremos y decidimos no acercarnos mucho. Donde en este punto de la vida, sin importar el lugar donde vivamos extrañaremos a alguien. Porque hemos conocido y querido gente en tantas partes que ya no están en el mismo lugar.
Así que hoy, en esta tarde, quisiera estar más cerca de él. Porque de todos mis amigos es el que más me entiende en este aspecto. El que sabe lo que es la tristeza de la soledad. Él sabe que es hacer un duelo sin ir al entierro. Celebrar sin estar presente. Llegar y ver que uno ya no cabe. Tener las cosas dispersas por ahí y no acordarse dónde quedo ese libro que a uno tanto le gustaba. Volver y encontrar ropa que a uno se le había olvidado que existía y entonces uno siente que de nuevo estrena.
Y es con él con quien he aprendido que las amistades continúan cuando uno las cuida y el cariño persiste. Hace años no vivimos en el mismo país. Hemos recorrido mundos distintos. Hemos cambiado. Dejamos de compartir las rutinas. Ya no comemos los martes y no vamos a cine juntos. Pero nos escribimos. Nos encontramos en skype. Nos llamamos por teléfono. Y para las cosas importantes estamos. Y sabemos que nos volveremos a ver. De pronto en diciembre. Pronto en Canadá.
Seguiremos.
En cualquier caso quise volver a esos momentos en que hemos estado juntos. Su frase de inicio me partió el corazón:
"There is a pain in the chest that appears whenever I leave somebody I love to go far away with out knowing when would you see this person again".
Yo conozco ese dolor. Yo he tenido ese dolor más veces de las que quiero. He tenido ese dolor al despedirme de él incluso. Y por eso, quise volver atrás, a esa época donde yo no sabía lo que era ese abrazo triste, donde no digo nada, cierro los ojos, dejo que las lágrimas salgan y luego me doy vuelta y me voy.
Y los dos hemos elegido esta vida donde esos abrazos pasan rutinariamente. Donde la gente sabe que eventualmente nos iremos y algunos por eso deciden no acercarse mucho. Donde a veces, sabemos que eventualmente nos iremos y decidimos no acercarnos mucho. Donde en este punto de la vida, sin importar el lugar donde vivamos extrañaremos a alguien. Porque hemos conocido y querido gente en tantas partes que ya no están en el mismo lugar.
Así que hoy, en esta tarde, quisiera estar más cerca de él. Porque de todos mis amigos es el que más me entiende en este aspecto. El que sabe lo que es la tristeza de la soledad. Él sabe que es hacer un duelo sin ir al entierro. Celebrar sin estar presente. Llegar y ver que uno ya no cabe. Tener las cosas dispersas por ahí y no acordarse dónde quedo ese libro que a uno tanto le gustaba. Volver y encontrar ropa que a uno se le había olvidado que existía y entonces uno siente que de nuevo estrena.
Y es con él con quien he aprendido que las amistades continúan cuando uno las cuida y el cariño persiste. Hace años no vivimos en el mismo país. Hemos recorrido mundos distintos. Hemos cambiado. Dejamos de compartir las rutinas. Ya no comemos los martes y no vamos a cine juntos. Pero nos escribimos. Nos encontramos en skype. Nos llamamos por teléfono. Y para las cosas importantes estamos. Y sabemos que nos volveremos a ver. De pronto en diciembre. Pronto en Canadá.
Seguiremos.
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