viernes, 30 de noviembre de 2012

Pequeños pasos

A veces, cuando menos lo espero, piso una mina emocional. Una de esas que me devuelven en el tiempo, hacen que mi corazón sienta el viejo dolor de siempre y yo quede con ganas de meterme entre mi cama y llorarlo como antes. 

En esos momentos siento que de nada ha servido el paso del tiempo, la terapia, la nueva vida. 

Pero he de reconocer que en algunas cosas - tal vez pequeñas - he cambiado. Lentamente me he permitido pedir ayuda, aceptar que estoy triste y decir que necesito un abrazo. Lo hice cuando la vida me decepcionó hace unas semanas. Escribí mails, llamé a mis amigas, dejé que las palabras salieran. 

Hoy de nuevo lo hice. Pedí un abrazo para que no me doliera tanto el hueco, el silencio, el could-have-been. Dejé que me distrajeran, que me contaran cosas y que me hicieran sonreir. Y aunque no se me pasó del todo la tristeza, me sentí mejor. Sentí que estoy haciendo las cosas de forma diferente, que estoy dejando que otros entren a mi vida cuando me siento vulnerable. Cuando realmente, más lo necesito



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