domingo, 29 de julio de 2012

De mis eternas dudas sobre los hijos

Este fin de semana me fui a Cuerna a estar con Caro mi amiga colombiana. Ella tiene dos hijos. Emiliano de 2 años y Juan Sebastián que debe tener como 5 meses (si me dijo pero ya se me olvidó... el caso es que aún  no gatea... a qué edad los niños gatean?). Y son dos pequeños terremotos. Hermosos. Pero terremotos. Bonitos, aún más si están en foto. 

Durante muchos años yo no quise tener hijos. Me rehusaba a la idea y entre mis amigos era conocida como una devota de San Herodes... una Cruella de Vil sin pelo chévere. Y entonces conocí al Ex quién era una Susanita obsesionada con tener muchos hijitos. Y empecé a pensar que de pronto, tal vez, who knows. Y entonces me fui a India donde fui profesora de niños de primaria y aunque me hicieron la vida imposible, yo regresé a Colombia pensando que sí quería tener hijos (volvemos a que a veces pienso que soy masoquista). 

Los años han pasado, yo ya no estoy con el Ex y la idea de tener hijos es totalmente ambigua. En teoría me parece una posibilidad muy interesante, debe ser fantástico hacer vida y formar a alguien. Debe además ser chévere tener quién me cuide cuando sea viejita, porque con esta cosa de ser hija única y vivir lejos, a veces me da la angustia de qué va a pasar cuando tenga 90 y no pueda ni ir al baño sola. 

Tengo absolutamente claro que al menos en este momento de mi vida, definitivamente no quiero tener un hijo estando sola. No quiero la vida de mi mamá, mirando a ver cómo carajos me sacaba adelante, con la responsabilidad completa. Para rematar, yo no tendría a mis dos tías (sus dos hermanas) al lado para que funcionaran de niñeras y demás. Ni siquiera parecería que tendría a mis papás cerca para que funcionen de abuelos y se encarguen del chino cuando a mí ya no me de la vida. Así que como mínimo necesito un compañero a quién achantarle la co-responsabilidad. 

Y entonces me fui a Cuerna. Y conviví por un larguísimo fin de semana con estos dos bebés. Mucho más de lo que jamás había hecho. Y vaya que si eso es un buen anticonceptivo. Salí pensando que por ningún motivo quiero reproducirme. 

Ya en el camino de regreso, me quedé pensando... La verdad es que no sé si quiero dedicarle mi vida por completo a alguien. Y eso es tener un hijo. Es poner todas mis necesidades por debajo de las de alguien más. No sé si quiero que mi vida gire en relación a otro. A veces siento que ni puedo conmigo... ¿quiero encargarme de alguien más? Tal vez sea egoísmo... pero creo que es válido. Y si uno va a hacerlo, es para hacerlo bien... no para salir corriendo y dejar al chino lleno de traumas (take me as exhibit A if you wish)

Y luego de pasar un fin de semana completo de "no te subas ahí, ¡cuidado te vas a caer! no le pegues a tu hermano, por qué estás llorando, ya te hago el tetero, etc, etc, etc"... me queda muy claro que el nivel de atención y dedicación que hay que tener... es absoluto. 

Y yo no sé si quiero eso...

Eso sí... debo aceptar, que en el momento en que yo me quedé a cargo de Juanse (¿quién carajos me deja a mí a cargo de un bebé?) y logré que se quedara dormido después de muchas horas... sentí que era uno de los logros más importantes de mi vida. Y la sensación del bebé dormido completamente en paz en mis brazos... fue algo maravilloso. Que claro duró dos minutos hasta que el chino se despertó y volvió a ser el ente que llora a todo pulmón. Entonces volví a mis eternas dudas. 


0 comentarios: