domingo, 15 de julio de 2012

Mis incoherencias

Ayer amanecí pensando que la terapia se había pagado solita el viernes.

Hoy no estoy tan convencida.

Definitivamente lo mío es la incoherencia. Veamos.

El viernes vinieron mis amigas de la maestria y yo me emborraché como adolescente. Grité, canté, me reí y tengo un par de vacíos en la historia de la noche. Pasé dichosa. Y de manera inevitable (porque eso es lo que pasa cuando uno se emborracha como adolescente), en algún momento  pensé en Mr. M. Pensé que sería bueno decirle algo. Twittearle dado que borré su teléfono y demás modos de comunicación. Pero entonces me di cuenta que no tenía nada que decirle. Incluso en ese estado de mareo alcoholizado supe que él no es lo que quiero y que qué pereza hacer el oso buscando a alguien que no quiero. Así que no le escribí, me tomé un shot más y seguí emborrachándome tranquilamente. 



Y ayer amanecí pensando que la terapia es una maravilla y que qué emoción lograr darme cuenta de esas cosas incluso cuando estoy en tan deplorable estado de beodez.

Pero yo soy yo. Y la incoherencia es lo mío. Y hoy amanecí con un hueco. Con ganas de su compañía, de salir un rato con él. 

Pero vamos a hacer el ejercicio de la racionalización a ver si vuelvo a ese punto donde no le veo sentido a buscar al que no quiero. ¿Realmente quiero hablar con Mr. M? ¿Para contarle que mi tía esta enferma y que él no pueda mostrar empatía al respecto porque no sabe hacerlo? O ¿para salir a comer y pasear un rato? Ah pero es que es domingo y los domingos were off-limits o se ponía detestable. Mejor armo plan por mi cuenta.

Pues sí, la racionalización sirve. Al final vuelvo a lo que ya sé. Que yo si quiero compañía y quiero a alguien. Pero que ese alguien, no es Mr. M.

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