sábado, 5 de junio de 2010

La pérdida de un amigo...

Hace unos días escribí un post sobre la importancia de las relaciones. Y hablé sobre un amigo que ya no es mi amigo.

V.

Hoy su ausencia me duele. La relación con V siempre ha sido un poco extraña. Lo conocí en la excursión y nos hicimos amigos. Vivíamos cerca. Y pronto empezó a gustarme. Iba a mi casa y me leía poesia. Nos coqueteábamos y de tanto en tanto, me abrazaba y a mí me daban mariposas. Pero V tenía novia. Una niña rara con la que tenía una relación MUY rara. Aún así, V pasaba sus viernes en mi casa. No en la de la novia. Nunca tuvimos nada. Nunca pasó de abrazos largos y conversaciones eternas. Los meses pasaron y de repente yo me cuadré con Novio-número-dos y ya nada más importó. Pero V por ahí seguía apareciendo.

Cuando a mi mamá le diagnosticaron cáncer una de las pocas cosas que recuerdo fue contándole a V en mi carro. Me tomó la mano y se portó como el gran amigo que él sabe ser. Pero la entrada a la universidad cambió a V. Dejó la mochila y la poesía y se convirtió en un javeriano ingeniero. Las cosas de él que nunca me habían gustado se potencializaron y él afianzó la relación con la novia rara. Así que nos alejamos. Nos encontrábamos en fiestas y en cumpleaños pero ya no era lo mismo. Y muy pronto dejamos de hablarnos.

V siempre ha dicho que durante esos años yo lo odié. Eso nunca fue cierto. Simplemente dejé de pensar en él. Pasaron muchas cosas. Su novia, la hermana de mi mejor amiga, sus amigos que nunca me cayeron tan bien. La distancia. Chismes. Y al final él se alejó no sólo de mí sino de mi círculo social.

Y una tarde, muchos años más tarde, él buscó a mi mejor amiga. Quería reconciliarse con ella. Y por el camino se reconcilió conmigo. Y empezó una de las épocas más felices de mi vida. Recordé lo maravilloso que era tener a V en mi vida. Lo divertido que era. Lo especial que es. Los tres estabamos solteros y nos dedicamos a salir. Fue el año de grandes cambios en mi vida, fui a Europa, renuncié a Gravitas, me corrieron de Dattis y decidí venir a México. Y durante todo eso, él estuvo ahí. Durane largas noches de alcohol, tardes de café, paseos en mi carro y muchas, muchas, muchas conversaciones.

Mi mamá siempre ha dicho que cada persona debe aportarle a uno algo. Y con V, yo compartía la parte emocional. A él siempre pude contarle mis sentimientos. De resto... era un poco complicado hablar. Las conversaciones con él eran difíciles y al profundizar sobre ciertas cosas siempre salíamos peleados. Ahora, unos años después, creo que lo que más nos unía era la parte emocional y el poder compartir un estilo de vida. Fue un gran año.

Pero ese año terminó y yo me vine aquí. Las cosas inevitablemente cambiaron. Pasaron muchas cosas en mi ausencia y él se refugió en mí para consolarlo. Mantuvimos la cercanía a pesar de la distancia. Seguimos estando. Pero como todo en la vida, el mal momento pasó para él y de repente se encontró en un gran momento. Buen trabajo, tranquilidad emocional y junto a la niña que siempre ha querido.

Y entonces recordé que V no es bueno siendo amigo cuando esta enamorado. Seguramente yo también hice cosas que me alejaron. Al final del día, yo me fui de Bogotá y dejé de compartir la rutina y la vida diaria con él. Y asumo eso plenamente. Pero este espacio es mi lugar para contar la historia desde mi punto de vista. Y como yo lo veo, la distancia nos ganó. Él dejó de tener tiempo para llegar a su casa y llamarme. Jamás ha sido bueno escribiéndome. Y yo empecé a resentir la distancia. El tiempo fue pasando y cada vez dejamos de compartir nuestras vidas. Nuestros sentimientos.

El año pasado, durante el horrible diciembre... debo ser sincera y aceptar que no lo sentí cerca. Cuando le dije que iría a Colombia su postura fue: no voy a tener tiempo. Y durante los poquísimos días que estuve allí, fue claro que no lo tuvo. Salimos una noche los dos solos, y aunque estuve contenta de verlo, también fue muy evidente que ya nada era como antes. Que las cosas se habían roto.

Seis meses han pasado desde que nos vimos. Y la distancia nos terminó de ganar. Se convirtió en un amigo de conversaciones casuales por messenger. Ese amigo, que olvidó el día de mi grado y que no escribió el día de mi cumpleaños. Ese, que no extrañé en mi cumpleaños.

Y sé que esta bien. Sé que el cariño perdura, tan sólo ya no existe como parte de mi vida. Y no tengo clara la respuesta de si realmente lo quiero de vuelta. Sé que si estuviera 100% segura, hubiera hecho algo. A cambio escribo este post. Tal vez se lo mande, como quién pone una carta en una botella y la tira al agua. Tal vez no le diga nada.

Hoy solo sé que su pérdida me duele.


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