Para mí la soledad tiene forma de Open-Boy. Cuando no tengo en quién pensar, pienso en él; cuando no tengo quién me ilusione, pienso en él; cuando no hay nada... esta su ausencia.
Y estos son días en donde no hay nadie en el panorama. Y entonces pienso en él. Me pregunto cómo estará, si será feliz, si las cosas estarán bien en su vida. Cuadno se fue le pedí que el día que realmente fuera feliz me escribiera contándome. Nunca lo ha hecho y me pregunto si esto es así porque aún no ha pasado o porque ya lo es y en el camino se le olvidó la promesa que me hizo.
Lo molesto es que su hueco aparece cuando quiero y cuando no. Así por ejemplo, un día mientras turisteaba feliz en Toronto, con mi cabeza y mi corazón en mil otras cosas, de repente vi el libro de la última película que vimos juntos y en automático las lágrimas salieron. Antes de que pudiera pensar, ya estaba llorando. Es un reflejo que no pude detener. Ahí estaba el dolor, la ausencia y los recuerdos de esa felicidad que ya no es.
Otras veces yo no me ayudo y voy echándome sal en la herida yo solita. Como hoy cuando decidí mostrarle su foto a una amiga de la oficina, para descubrir que cambió la que tenía de perfil. Ya no es esa que le tomaron cuando estuvo aquí. Es otra. Because he's moved on. Obviously. Algún día debería bloquearlo para no poder ver esas cosas. Pero algún día debería no necesitar ver esas cosas. Eso sería aún mejor.
En lo que llegan esos días... trataré de concentrarme en otra cosa.
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