lunes, 3 de febrero de 2014

Better said than sorry

No soy una persona callada. Pero resulta que soy una persona que se calla muchas cosas. Las importantes, casi siempre. Pero estoy aprendiendo que esa no es la mejor estrategia para estar bien. 

Así en diciembre un buen día le dije todo lo que pensaba al Sr Gelatina. Como después contaría al relatar la historia de la casi-terminada, fue mi ventana para entender las películas de Jean Claude Van Damme. Esas donde le matan a la esposa, a la hija y le dejan el cadáver del perro en la puerta. Y como ya no tiene nada para perder, Van Damme se va a Rusia a vengar sus muertos. Porque nada le importa, ya no le pueden quitar nada. Así me sentía yo, ya había tomado la decisión de que todo se había acabado entonces ¿qué importaba decir lo que sentía y pensaba? ¿qué más podía perder si le decía mis sueños?



Y en vez de un montón de rusos muertos, yo me encontré con la vulnerabilidad del Sr Gelatina. Entendí sus puntos, sus debilidades y decidimos intentarlo. Como dije en su momento, decidí apostar por la esperanza

Los días han pasado y en algunas cosas todo sigue igual. En otras, cada uno ha cambiado. Sé que él lo esta intentando. Y yo por aquí ando, aprendiendo a hacer las cosas diferentes. Hay puntos donde todavía nuestros containers de emotional issues chocan. Y yo sigo con la sensación de que le 90% de las veces sería mejor no decir mucho para que así él no se asuste. 

Pero callarme las cosas solo condujo a que yo un buen día explotara, le revelara todo el daño que me estaba haciendo y sintiéndome Van Damme sacara mi metralleta lista para darle fin a la relación. Y yo ya no quiero volver a ese punto. 

Así que hoy mandé un mail. Better said than sorry. Porque al final, ya no quiero seguir descubriendo que él no tenía ni idea de cómo estoy viendo yo las cosas. Que no se dio cuenta cuando algo me hizo daño o en este específico, que las cosas pueden ser como él quiere aún cuando yo paseé a su lado. Así que se las dije. En un correo para intentar que él no sienta que soy yo armando drama. E intentando que las lea como las pienso. 

A lo mejor es un paso más para que las cosas fluyan mejor. Me daré este instante del final de lunes festivo para soñar con nieve como nunca la he visto, gustos compartidos y mis sueños haciéndose realidad. 

Y si no lo es... si mi correo hace que él se aleje... yo ya aprendí la lección. Yo vivo más tranquila y soy más feliz, diciendo las cosas. Intentando aplicar todo lo que hago en mi trabajo en mi vida emocional: enviando los mensajes de forma estratégica para que le lleguen de la mejor manera y den el resultado esperado. 

Ahora solo es cuestión de esperar. 


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