viernes, 25 de enero de 2013

¿Dónde puedo comprar un poco de paciencia?

Yo soy muchas cosas. Pero una de las que definitivamente NO soy es paciente. Una forma sencilla de torturarme es ponerme a esperar. Con el paso de los años he creado mecanismos para ayudarme con el tema. 

Así cuando sé que me voy a enfrentar a una situación donde pasaré horas esperando que me atiendan - digan ustedes cuando voy a Migración - voy armada de buenos libros, podcasts y zapatos cómodos para hacerme más fácil la vida. El celular es el que me salva cuando estoy atrapada en el tráfico y tengo que ser paciente mientras llego a donde sea que voy. Y así, tengo pequeños mecanismos para no enloquecerme más de lo debido. 

Pero esas situaciones son relativamente aceptables. Porque son cortas. Por más que sienta que son horas eternas en Migración, al final nunca son más de 6. Y por más que el tráfico de esta ciudad sea horrible, jamás ha pasado que al final no llegué a donde iba. 

Pero hay otras situaciones donde uno no puede consolarse pensando que en 8 personas más me atienden. Básicamente hay situaciones donde uno no tiene la más mínima idea de cuándo va a pasar lo que uno esta esperando. En teoría ahí es cuando hay que tener paciencia. 

Y ahí es que me cuesta todo el trabajo del mundo ser paciente. Ahí es donde empiezo a desesperarme y a querer adelantarme en una fila que no existe para preguntarle a una señorita imaginaria qué cuando es que me van a atender. 

Las últimas semanas he estado hípersensible. Llorando por comerciales de papel higiénico sin que pueda remediarlo. Y desesperada hasta decir no más porque ya quiero que todo sea como yo quiero. Pero YA. Nada de que más tarde, que ahorita, que mañana. No. Quiero que sea YA. 

Y resulta que no se puede. Que tengo que ser paciente, hacer las cosas bien y confiar en que pronto sucederá lo que estoy esperando. Pero no hay forma de saber siquiera si sucederá. Entonces me emputo y como estoy sensible me dan ganas de llorar. Y de mandar el mundo a la mierda. 

Claro, la ley de Murphy no ayuda y entonces se suman motivos de impaciencia: que el uno no actúa como quiero y que lo único que puedo hacer es ser paciente y esperar a ver si la cosa retoma el rumbo; que puede que mi rutina laboral cambie pero que hay que esperar; que todo puede mejorar con un correo pero nada que lo mandan así que de nuevo solo puedo esperar a que la persona escriba.... 

Así que estoy jodida. Al menos ya no estoy hípersensible así que podré volver a ver televisión sin miedo a que el infomercial de brassieres mágicos me haga llorar. 




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