En estos días he recordado el video de Cristina Fernández de Kirchner luego de la muerte de su marido. Ahí, ella hablaba de cómo ese no era un momento difícil. Era un momento doloroso. "El dolor es otra cosa". Y es que sí, hay una gran entre los dos.
Lo de Open-Boy fue doloroso y difícil. Y me dejó herida. Lo fue por la forma en que se dieron las cosas, por quién era yo en el momento en que lo encontré en mi vida y por la imposibilidad de tomar decisiones propias. Por las palabras calladas por el amor que sentía. Para amarlo como lo amé sabía que no podía decir o querer muchas cosas... y así, terminé increíblemente herida por las circunstancias.
Ahora siento que las cosas no van a ser así. Que he encontrado a alguien con quien puedo aprender a hablar y a decir lo que pienso y siento. Y eso me da confianza. Pero por encima de él y de las circunstancias en las que lo encontré, hoy confío en mí, en el proceso que he realizado y en los aprendizajes que he hecho. Hoy no necesito saber qué va a pasar más adelante y me siento tranquila de que sin importar cuál sea el desenlace, yo no saldré herida. Tal vez quede triste y mi corazón duela un rato. Pero no será un momento difícil y no estaré herida. También sé, que tal vez simplemente no quede triste y no tendré un corazón triste. Who knows?
Y mientras tanto, ahí voy. Poniendo en práctica lo que he aprendido. Diciendo las cosas, las buenas y las que me genera inquietud. Y encuentro entonces a alguien que tampoco es bueno en las comunicaciones pero que se ha atrevido a decir algunas cosas. Y que sobre todo, me ha dado el espacio para que yo por fin vuelva a aprender a decir lo que siento.